IDENTIDADES [PARTE III] - Capítulo 16
CAPÍTULO 16
Jimin
POV:
Tras salir del restaurante nos quedamos unos segundos en la puerta y dimos una vuelta caminando. Necesitábamos despejar la vista y las piernas y ambos paseamos el uno al lado del otro sin irnos muy lejos. Por el camino Baekhyun me dio las llaves del coche que yo acepté con una sonrisa y a veinte metros encontramos un pequeño estanco en el que Baekhyun entró para comprarse un paquete de Camel*. Me enseño la cajetilla con ilusión de que yo reaccionara ante la extraña sensación de ver un paquete de tabaco en chino pero yo le dije que no había fumado nunca así que le decepcioné haciéndole sonreír. Él me ofreció un cigarrillo pero yo me negué. No quería empezar a fumar. El cielo cada vez estaba de un color más amarillo y poco a poco sentía que la sudadera me estorbaba, pero no me la quité. Seguimos paseando mientras le vi desenvolver el paquete y ponerse un cigarrillo a los labios. Sacar un mechero de metal y abrirlo para encenderse la punta del cigarrillo.
—Solo fumo cuando no estoy en Corea. –Me dijo suspicaz—. Aquí el tabaco es algo más barato y no me gusta la forma en que algunas personas me miran allí. Ya sabes. Hay tantas prohibiciones… —Yo me hice el loco, no me gustaba escuchar ese tipo de cosas y menos cuando estábamos precisamente trabajando para nuestro país.
—¿No te dicen nada cuando te ven una cajetilla de china en los bolsillos? –Pregunté sonriendo. Él negó con el rostro.
—No, la verdad. Además, procuro no fumar delante de la gente. –Asentí. Volvimos de regreso al coche y de repente me surgió una curiosidad.
—Al cruzar la frontera no nos han pedido pasaporte o documentación. –Negó con el rostro y se sacó del bolsillo trasero de su pantalón una especie de carta. Me la leyó.
—Permiso de libre acceso al país en misión oficial para el estado. –Sonrió divertido. Yo me encogí de hombros—. Enseñas esto y te dejan ir donde quieras. Bueno, en realidad no, solo a china pero ya me entiendes. –Asentí—. Nuestro país y China tienen muchos acuerdos en relación básicamente con temas económicos. Como comprenderás no es muy creíble cruzar la frontera desde el norte alegando ser surcoreanos. ¿No? –Asentí—. Pero mientras estemos en China si nos preguntan nacionalidad diremos que sí somos del sur. No será algo trascendente por lo que no pasa nada. Este tipo de cartas se las dan a las personas de importancia, para misiones políticas y económicas, no para lo que nosotros vamos a hacer. ¿Entiendes? Nos sirve para que no nos pongan pegas en la frontera.
—Entiendo. Hay tanto que me queda por aprender…
Volvimos al coche y esta vez me senté en el asiento del conductor. El asiento me abrazó de la misma forma que había hecho en la madrugada y yo me acomodé el asiento a mi estatura y complexión y Baekhyun se sentó a mi lado poniéndose el cinturón y avisándome temeroso de que no estaba conduciendo un tanque, sino un deportivo. Sonreí avergonzado sintiéndome como un novato pero la verdad es que tenía razón. Era como manejar el cuerpo adiestrado de una prostituta. Ligera, manejable, entrenada. La conducción no fue brusca ni violenta. El coche se movía como si flotara y conducir, fue todo un placer. La carretera era tremendamente grande y pisé el acelerador hasta el límite que las señales me permitían.
El ronroneo del que hablé antes ahora se sentía levemente en el volante y con la ventana abierta a mi lado y la música que sintonizó la radio, fue un viaje realmente ameno. Le sugerí a Baekhyun que se durmiera, que intentaría guiarme yo solo pero me aseguró que la ida sería más compleja que la vuelta y estando los carteles en chino, era mejor que él fuera guiándome. No le suponía un esfuerzo por lo que no me negué.
El paisaje fue cambiando poco a poco a medida que nos acercábamos a la costa. Las plantas a nuestro alrededor en el paisaje iban cambiando. Había tonalidades de todas las clases, desde verdes primaverales, hasta rojos fuego. Algo que no cambiaba en el paisaje, lo cual me sorprendía, era que siempre había alguna pequeña casa apartada de la nada. Un pequeño tejado rojo a lo lejos. Más de una vez me dio la tentación de parar y respirar fuertemente el aire alrededor. No lo hice porque si no, pararíamos cada cinco minutos y no quería retrasarlo todo por un simple capricho.
Pasadas varias horas llegamos a Panjin y cruzamos por todo el centro de la ciudad. No hay nada reseñable que se me haya quedado en la mente de esa ciudad. Una ciudad normal, con edificios comunes. Me recordaba a la anterior. Allí nos detuvimos en una pequeña gasolinera para repostar y ambos fuimos al baño a orinar. Baekhyun compró una pequeña botella de agua mineral que consumimos en el camino después. Cuando volvimos al coche me puse de nuevo en marcha y mi acompañante bajó su ventanilla para fumar otro cigarro y que el humo no me estorbara. La verdad es que verle fumar era algo extraño de ver porque no era a la primera persona que veía, pero su forma de hacerlo me resultaba peculiar. Primero se ponía el cigarro en los labios, aprisionándolo también con los dientes, y en vez de dirigir la llama al extremo del cigarrillo, conducía con los dientes el cigarrillo a la llama cercana a él. O bien, si tenía el brazo apoyado en la ventanilla, acercaba la cabeza entera. Me resultó entretenido verle y siempre que lo hacía me lo quedaba mirando. Al parecer a él no le extrañó que lo hiciera pero de seguro que se pensaba que mi interés era más curiosidad por el hecho de fumar que por su forma particular de hacerlo.
A la una y media del medio día llegamos a Jinzhou. Cabe destacar que no era Pekín, pero tenía un encanto de querer modernizarse que resultaba enternecedor. Era la primera ciudad en la que realmente me quedé embobado viendo los edificios alrededor. Los grandes carteles publicitarios me hicieron sentir intimidados y los grandes bloques de edificios me recordaron a Pyongyang, pero aquí era diferente. El movimiento y las personas era más rápido, más animal. Todos caminaban deprisa, todos hablaban en voz alta. Había un regimiento de normalidad, desde luego, pero aquí bullía la vida. Una vida extraña.
Baekhyun me condujo con indicaciones a una pequeña explanada donde poder aparcar entre otros coches y salimos con las piernas entumecidas y todo el cuerpo cansado. Me miró sonriendo mientras estiraba los brazos y me habló.
—Lo has hecho muy bien. Nunca habías conducido tanto, ¿no? –Negué—. Lo has hecho genial. –Sus palabras me hicieron sentir orgulloso y ambos caminamos un rato dando vueltas por las manzanas de alrededor buscando un restaurante económico donde poder comer algo. Mientras caminábamos observaba el paisaje con una infantil curiosidad. Alrededor las personas caminaban despreocupadas, algunas a prisa, otras simplemente paseando, como nosotros. Se notaba un bullicio generalizado y eso me hacía sentir inquieto. El hombre a mi lado estaba ya acostumbrado a ello. Algunos edificios exhibían la bandera de la república popular con orgullo y me hacían entender que eran instituciones civiles. Otras simplemente pequeñas tiendecitas de souvenirs o de comida tradicional china. Desde fuera vi algunas tiendecitas de souvenirs que me dieron curiosidad y entramos en una de ellas a petición mía tan solo para observar qué era lo que China podía ofrecerme como estereotipos baratos. La mayoría eran postales, pequeños juguetes o llaveros de la cultura como edificios o animalitos y algún que otro póster con fotografías de la ciudad en la que nos encontrábamos.
Antes de salir de allí le preguntamos a la dependienta dónde encontrar un restaurante económico donde comer y ella nos condujo una calle más abajo. Cuando entramos en aquel restaurante me sorprendió una mezcla de olores que algunos me resultaban tremendamente familiares pero otros, completamente exóticos. No sabía que eso fuera posible pero al fin y al cabo, nuestra cultura tampoco distaba tanto de la china. El restaurante era muy austero pero al parecer, se comía muy bien por la cantidad de las raciones que veníamos a nuestro alrededor cuando entramos. Nos sentamos en una mesa redonda un poco apartada del bullicio aunque fuera difícil porque era la hora de comer y cuando nos vinieron a atender, Baekhyun me animó a que probar suerte con el idioma. Me hice entender y nos pedimos dos raciones de arroz tres delicias. Una de tallarines con ternera y verduras, dos rollitos y una de pollo al limón. Nos regalaron dos panes chinos que he de decir, que era lo mejor de la comida, y un cuenco de pan de gamba. Nos ofrecieron también un licor pero alegamos que estábamos de viaje y no debíamos consumir alcohol.
—¿Has comido antes algo de lo que hay aquí? –Me preguntó cuando nos dispusieron todos los platos sobre la mesa.
—El arroz sí, y los tallarines también pero no con ternera, sino con bambú. –Asintió y antes de atreverme a comer le dejé empezar primero viendo cómo habría el rollito y lo llenaba de salsa agridulce. Después, dejando que se enfriara empezó a servirse un poco de todo en su plato. El pollo al limón me resultó demasiado ácido para mi gusto y el arroz, demasiado soso, pero comimos mucho mejor de lo que esperaba del precio al que pagamos y salimos completamente llenos. Estábamos tan hambrientos que ni siquiera hablamos.
Cuando salimos hacía un calor tremendo pues eran casi las tres de la tarde y me quité la sudadera amarrándomela a la cintura. Él se fumó otro cigarrillo antes de entrar al coche y cuando estábamos a punto de entrar él me detuvo quitándome las llaves con una sonrisa divertida.
—Mi turno. –Me dijo.
—Pero queda mucho camino por delante. –dije, confuso. –casi el doble de lo que hemos hecho…
—Sí. ¿Y?
—Pensé que conduciría yo un poco más. En Pekín yo no me sabré apañar así que esperaba… —Él terminó mis palabras—.
—…Dejármelo al llegar a Qinhuangdao. ¿No?
—Sí. –Negó con el rostro.
—No te preocupes por eso. Anda, ya conducirás tú más a la vuelta. –Suspiré con un puchero y me metí en el asiento del copiloto mientras él se ajustaba el cinturón en su lado—. Aún tenemos que ir a Huludao y en Qinhuangdao pararemos a tomar un respiro. Después seguiré conduciendo yo. –Él mandaba, así que no tuve más remedio que obedecerle.
—Sí, señor. –Me sonrió y nos adentramos de nuevo a la carretera pero una nueva duda me asaltó—. Perdona la indiscreción, si no es necesario no contestes pero solo se me ha venido a la mente…
—Dime.
—¿Estás casado, hyung? –Me miró pensativo.
—No. –Dijo y volvió los ojos a la carretera—. ¿A qué esa pregunta tan de repente?
—No lo sé. Solo quería hablar de algo. Si no, me dormiré. –Palmeé mi tripa llena e hice un puchero.
—No, no tengo esposa, pero sí estoy prometido con una chica. –Le miré asombrado.
—¿De veras?
—Sí. Nos casaremos en medio año o así. –Asentí.
—¿Cómo se llama?
—LeeNa. –Me sonrió—. Es de padres chinos. Por circunstancias de la vida sus abuelos se mudaron a Corea del Norte en el periodo de la guerra cuando tenían hijos y ella ya nació aquí en el 87. –Asentí. Era algo mayor que él.
—¿Cómo es, si no te molesta la pregunta?
—Pues bajita, con el pelo muy largo y sedoso. ¡Deberías probar su salmón al horno! No he probado cosa tan rica. –Sonrió con el recuerdo—. Es cocinera en un restaurante en Pyongyang.
—¿Qué opina ella de… bueno, de tu trabajo? –Se encoge de hombros.
—Ella ya sabe cómo son estas cosas. No se pueden elegir. –Asentí—. Creo que si se lo hubiera dicho desde el principio a lo mejor no hubiera querido saber nada de mí. Pero se lo dije tiempo después, antes de prometernos. Al principio solo le dije que trabajaba para el ejército, pero como el ochenta por ciento de la nación. –Suspira y me miró a mí—. Supongo que tú no estás casado ni nada, ¿no? –Negué con el rostro—. ¿Alguna chica a la que le hayas echado el ojo? –Negué igual y sonrió—. Aún eres joven, tienes la vida por delante. Tienes tiempo para enamorarte…
Y tanto que lo tuve. Dos veces, de mi esposa, y de ti, mi amor. Pero a pesar de todo, eres tú el único que me ha robado el corazón lo suficiente como para yo ser benevolente, y alejarte de mí.
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Camel o Camel tobacco es una marca de cigarrillos fundada en 1913 por R.J. y P.E.L.G Reynolds Tobacco y perteneciente al grupo Japan Tobacco (JT) que es el tercer fabricante de tabaco más importante del mundo. Centra su producción en la fabricación de cigarrillos de tabaco rubio procedente de Turquía y Virginia (Estados Unidos).
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