IDENTIDADES [PARTE I] - Capítulo 32

 CAPÍTULO 32


Jungkook POV:


El sonido de los cubiertos contra la cerámica de los platos comienza a ser incluso molesto ya que no se detiene. No está la televisión puesta y no hay demasiado tráfico en la calle por lo que no se oye nada en absoluto. No hablamos, incluso parecería que no respiramos. Como ya he dicho antes, a veces necesito hablar incluso para discutir, esta no es una de esas veces. Mi mente está demasiado ocupada, no solo asimilando la información que me acaba de proporcionar sino pensando aun que haré.

Hay una balanza frente a mis ojos que sostiene por un lado, mi empresa, mi puesto de trabajo, mi vida, mi país, mi moral. Toda la educación que he recibido y mis principios. En la otra parte, Jimin, y su hija. ¿Qué pesa más? Me pregunto viendo ante mí como ambas partes se equilibran a la perfección.

—¿Me pasas el agua? –La voz de Jimin sentado en el suelo frente a mí, en el otro lado de la mesa interrumpe el flujo de mis pensamientos devolviéndome a la realidad. Asiento y le doy una pequeña botella con agua mineral—. Gracias. –A los segundos parece él quien necesita romper el silencio—. Estás muy callado, que raro, Kookie.

—Estoy pensando.

—Ya… ¿Y qué piensas?

—Que no tenía que haberte conocido. –Digo serio comiendo como si nada.

—Oh… —Se silencia por unos minutos pero de nuevo regresa a mantener una conversación—. Yo también me arrepiento de haberte involucrado. Pero no había otra solución. –No contesto—. Pareces enfadado…

—Termina tu investigación y márchate. –Sigo sin mirarle, no puedo hacerlo.

—No seas así… —Suelto los cubiertos y llevo mis platos a la cocina. No he terminado la comida pero tampoco tengo hambre. Cuando paso por su lado en dirección a las escaleras me detiene su voz—. En cuanto termine recojo y subo, ¿vale?

—No. –Me mira sin comprender—. Vete a tu casa. O si no puedes, quédate en el sofá. Pero no subas conmigo.

Sin palabras al fin. Ya no dice nada y tampoco lo pretende porque su mente asimila cuidadosamente mis frías palabras. Yo termino por llegar al cuarto y me desvisto poniéndome una camiseta holgada y así, tan solo con ropa interior me meto bajo las sábanas. Le doy la espalda a la puerta y cierro los ojos intentando controlar mi corazón desbocado hasta que ya no son sus latidos lo que oigo sino el grifo de agua abajo y la vajilla chocando entre sí. Está fregando, genial, mañana no tendré que hacerlo yo.

Poco a poco las ideas y los pensamientos vuelven a abordar mi mente violándola de la manera más cruel. Quiero volver a ver la foto de su hija para saber qué me dice esta. Quiero que ella me pida que le deje vivir. Quiero que él me suplique por su vida. Quiero que alguien me obligue a reaccionar no que dejen en mi mano la vida de dos persona y me pidan escoger. ¿Es demasiado pedir que me apunten con un arma? supongo que no porque bajo la cama en la que estoy tirado hay unas cuantas.

Oigo abrirse la puerta del cuarto y no necesito girarme para saber quién es. Sus pasos no intentan ser disimulados, al contrario, son demasiado evidentes. Se acerca a la cama y se sienta en ella. Deja caer todo su peso y se mete entre las sábanas abrazando mi cintura.

Yo me revuelvo en su abrazo y me giro para verle  con sus grandes ojos mirándome.

—¿No te he dicho que no subieras? No quiero dormir contigo.

—Por favor. No quiero estar solo.

—No me hagas chantaje emocional. Vete de mi cama. –Intento empujar su cuerpo pero se aprovechar de ello para agarrar mis brazos y dejarse rodear por ellos. Cierra sus ojos y coloca su rostro en mi cuello.

—Kookiee… —ronronea.

—No voy a dormir con un norcoreano. Bastante que lo hago con armas debajo de mi cama.

—¿Qué diferencia hay entre tú y yo? –Saca su rostro para hablarme y preguntarme estupideces.

—Yo no soy un asesino, para empezar.

—Ambos tenemos ojos rasgados, ambos tenemos pesadillas por las noches y ambos adoramos la tranquilidad y la estabilidad.

—Yo no tengo hijos, no miento a todo lo que me preguntan, fumo y bebo, tengo dinero, no se manejar armas…

—Te amo. Y tú me amas.

—Tú no me amas, y yo, no te amo.

—Ves, eso tenemos en común. –Silencio mis labios que se ven sumidos en el peor de los pecados cuando son besados por los de Jimin. Rápido me aparto pero parece ser suficiente porque vuelve a acomodarse en mi pecho para regular su respiración y a los minutos, es inerte. No se mueve pero no me suelta. Cae dormido y me obligo a hacer lo mismo porque tal vez inconsciente, al fin pueda descansar.

 

 

Capítulo 31                    Capítulo 33

⇽ Índice de capítulos


Comentarios

Entradas populares