CHOFER (TaeGi) - Capítulo 23
CAPÍTULO 23
TaeHyung POV:
Miro una vez más la hora en mi reloj algo angustiado porque JungKook no regresa de su trabajo. Son las nueve y media de la noche. Estoy en la puerta de un Pans And Company* en el centro de la ciudad. La gente, envuelta en gruesos abrigos y bufandas que cubren sus rostros pasan frente a mí y un pequeño porciento de esta población entra dentro del restaurante donde tanto ansío entrar. Sucumbiendo a la desesperación saco de mi abrigo el paquete de tabaco y enciendo un cigarro para que el humo inunde mis pulmones.
Miro las calles a mí alrededor y se me antoja que dentro de poco pondrán las luces de navidad en las fachadas de los edificios. Me encanta cuando llega esta época en que todo el mundo sale a la calle solo para recibir con los brazos abiertos la llegada de la navidad. Pero cuando me fijo más fielmente en los rostros de los transeúntes me veo en la desesperación al comprobar que cada individuo se centra tan solo en lo que hay frente a su rostro. El egocentrismo ha invadido la sociedad de hoy en día y cada uno solo piensa en sí mismo y sus propios beneficios.
Cuando estoy a punto de llevarme de nuevo el filtro a los labios una mano rápida se interpone entre el cigarro y yo y me lo arrebata de los dedos tirándolo al suelo. Puedo sentir una ira momentánea hasta que veo una bota beige pisar el cigarro con inquina y reconocer esos zapatos me hace sentir más ligero.
—¿Kook? –Pregunto a un rostro escondido en una bufanda roja.
—¿Qué hacías tú fumando? –Me pregunta mientras tira de mi bufanda a cuadros para ahorcarme un poco. Me asusto con su gesto pero río sintiendo que he sido cazado.
—Lo siento, es que tardabas tanto… —Me encojo de hombros pero sé que no le servirá como excusa.
—¡Nada de eso! ¡Ahora mismo me das todo el tabaco que tengas! –Extiende su mano y abre su palma esperando que le dé el paquete que bien sabe que guardo con recelo—. Y que no te vea volver a fumar.
—No voy a darte nada. Ese era mi último cigarro. –Alzo mis manos negando con la cabeza, fingiendo ser inocente.
—¡Ja! No te lo crees ni tú. –Lleva ambas manos a mis dos bolsillos en el abrigo y saca de uno de ellos el paquete blanco que escondía—. ¿Y esto qué es?
—JungKook, ¿recuerdas que soy mayor que tú? Deberías tenerme un poco de respeto y no hurgar en mis bolsillos. –Frunce el ceño mientras, en vez de tirarlo, se guarda el paquete en uno de los bolsillos de su abrigo con estampado militar y sujeta su brazo con el mío.
—¡Cállate! ¿Tanta prisa tenías por que apareciera? Pues ya estoy aquí. Vayamos a cenar.
—Estoy empezando a pensar que subestimas mi autoridad.
—Nada de eso. –Niega con la cabeza—. Siempre te tengo respeto pero primero, para hacer que los demás te respeten, deberías respetarte a ti mismo.
—Puff… —Suspiro mientras me quito la bufanda y la dejo en mi brazo mientras nos incorporamos a la cola que espera a ser atendida por los trabajadores. JungKook sigue sin soltar mi brazo hasta que se ve obligado a hacerlo cuando tiene que coger su bandeja de comida. Ambos, con la comanda en nuestras manos nos encaminamos a una de las plantas superiores donde se disponen varias mesas y escogemos de entre todas una más apartada, al lado de una ventana donde poder ver las magníficas vistas de los transeúntes yendo y viniendo.
—¿Ha salido hoy tarde el señor Min de trabajar? –Le pregunto mientras hecho sobre mis patatas salsa barbacoa. Él niega rápido con la cabeza sonriendo.
—No, no. Al contrario. A las siete ya estaba llevándole a su casa.
—¿Entonces? ¿Por qué has tardado una vida entera en llegar? Me has tenido casi media hora esperándote. –Me quejo con un puchero en los labios.
—Tenía que arreglarme para ti. –Me hace un guiño y yo sonrío como un idiota avergonzado. Esta es, oficialmente, nuestra segunda cita.
—No digas tonterías.
—Es cierto, en realidad he tardado más por otra cosa. –Sonríe tímido y acaba cogiendo aire para expresar sus pensamientos en alto—. Le he dicho a mi madre que estoy saliendo contigo. –El bocadillo que se dirigía a mi boca se detiene a medio camino porque intento asimilar sus palabras. Parecen muy densas y me veo obligado a filtrarlas.
—¿Qué le has dicho QUÉ? –Pregunto haciendo énfasis en la última palabra sin levantar la voz. Él sonríe nervioso.
—¡Sí! Se lo he dicho. Al principio se ha quedado un poco en shock, como es normal. Pero luego se ha alegrado mucho por mí y me ha dado un abrazo enorme. Dice que se lo dirá más tarde a mi padre cuando llegue de trabajar pero que un día tienes que ir a cenar a casa. Estás invitado. –Miro la comida delante de mí y el hambre que me ha causado la espera desaparece instantáneamente.
—¿Yo? –Muerdo mi labio inferior—. ¿Cenar con tu familia?
—Claro… —Asiente convencido—. Porque somos novios, ¿no? –Pregunta y de repente se me cae el mundo sobre los hombros. Todos mis actos parecen pesar el doble en mi conciencia y cómo explicarle que me he acostado con Min YoonGi y que no he sentido remordimiento alguno. Ahora caigo. Él entiende que llevamos saliendo desde la primera cita y por lo consiguiente le he sido infiel. Eso él nunca lo sabrá, al menos por mi parte. Y por su jefe tampoco porque cuando sale el sol, él lo olvida todo.
—Jungkookie, solo hemos tenido dos citas…
—Hyung, —susurra—, ya sé que aún no nos hemos acostado pero no tengo duda de que será genial. –Sonríe llevándose una patata a la boca y yo pruebo el bocadillo en mi plato por primera vez.
—No es porque no nos hayamos acostado…
—¿Me vas a decir que no nos conocemos lo suficiente? No digas tonterías, hyung. Hemos sido amigos mucho tiempo. –Suspiro. Él tiene razón.
—Me encantará cenar con tus padres. –Digo y él sonríe ampliamente.
—¿A dónde vas a llevarme esta noche? ¿A bailar? ¿A jugar al billar? ¡No! ¡Ya sé! A un karaoke.
—¿Te gusta el karaoke?
—¡Claro hyung! ¿A quién no le gusta? –Me encojo de hombros y me veo resignado a llevarle a un karaoke.
(…)
Cuando salimos del establecimiento caminamos hasta unas salas de karaoke, que no faltan en Seúl, y pagamos para una hora en una misma sala. Mientras recorremos los pasillos en busca de la sala que nos han asignado, Jungkook estrecha mi mano en silencio y yo no digo nada. Su mano está fría en comparación con la mía pero es agradable de todas maneras sentir el contacto físico de alguien.
Cuando llegamos me suelta y entramos en la habitación con las paredes forradas de un papel rosa y unos sofás a cada lado de la pared de color negro. Sobre nuestras cabezas se activa una lámpara de discoteca que reparte luces de colores por todas partes.
—¿Empiezas tú? –Le pregunto mientras ambos nos quitamos los abrigos y los dejamos en uno de los dos sofás. Asiente y se acerca a la televisión táctil para seleccionar una de tantas canciones coreanas que hay en su lista. A pesar de que le encanta la música, solo le gusta la de nuestro país por lo que al menos alguna me suena de haberla escuchado por aquí.
—Fantastic Baby. BigBang. –Dice mientras la selecciona.
—Esa es ya un poco vieja, ¿no?
—Las buenas canciones nunca pasan de moda, hyung. –Me reprende y yo me encojo de hombros mientras le veo cantar y aplaudo su entusiasmo. Cuando la música electrónica sin letra inunda la habitación suelta le micrófono y se pone a dar saltos incitándome a mí a bailar. Odio hacerlo pero para calmar sus ánimos accedo y ambos nos envolvemos en la canción y cantamos fuertemente cada una de sus palabras.
La siguiente me toca a mí y escojo Her de Block B haciendo que nuestro delirio por bailar se intensifique y llegados un punto en que ni yo mismo me controlo me veo en los brazos de JungKook que me hace girar en el poco espacio libre en que nos encontramos.
Su siguiente canción es un dúo de Mad Clown, Fire en que me hace participar cantando la parte de la mujer en el video. Mi voz grave no casa con la de ella pero eso hace que sea el doble de divertido. A mitad de la canción alguien golpea la puerta y mientras detenemos la música vemos como uno de los trabajadores del lugar entra y nos pregunta si queremos alguna consumición. JungKook accede sin preguntarme y pide dos cervezas que llegan cuando hemos terminado la canción. Estas son gratis y las bebemos gustosos mientras otra canción inunda la estancia. Number 9 de T—Ara.
Me hace sentir completamente ridiculizado cuando baila como una chica pero peor es el hecho de que yo le animo y me sumo a ello para bailar juntos muy pegados entre nosotros. A parte de ser divertido y vergonzoso a la vez le resulta muy excitante porque dirige una de sus manos a mi cintura para acercarme más si es posible. Suelta el micrófono cuando la canción está terminando y me besa ferozmente quitándome el aliento. El calor en mis mejillas aumenta y mis manos sudan. Me siento muy extraño inducido por la cerveza.
La canción termina y sintiéndome ya fatigado me siento en uno de los sofás mientras JungKook habla y selecciona otra canción.
—Ahora una un poco más lenta. Me siento muy cansado ya. –Sonríe mientras selecciona una canción y se lleva el micrófono a los labios. Yo, me quedo fijo, mirando la botella vacía de la cerveza que acabo de terminarme. La miro de arriba abajo y la sujeto con mi mano aun con su cristal húmedo mojando mi palma. Aún parece estar fría aunque no tenga nada dentro. Tal vez sea yo que estoy muy acalorado.
Una música comienza invadiendo, no, violando mis oídos. Es extrañamente familiar pero como todas las que he escuchado hasta ahora. Sin embargo, algo me dice que esta es demasiado cercana a mí en algún sentido. Los primero acordes y las teclas de un piano suenan por toda la estancia haciéndome temblar y no es hasta que no oigo la letra que no la reconozco. No las palabras. La voz.
Cuando emprendas tu
viaje a Ítaca
pide que el camino
sea largo,
lleno de aventuras,
lleno de experiencias.
No aparto los ojos de la botella deseando que esto no sea más que una vaga ilusión de mi mente pero tras que JungKook repite las palabras me siento sofocado. Agobiado y de repente todas las paredes quieren acercarse entre sí para aplastarme. Aplastarnos a ambos en una pesadilla que yo he creado. Llevo mi mano al cuello de mi jersey y estiro la lana para hacerme espacio y poder respirar mejor pero tal vez sea que el ambiente está muy cargado el culpable de mi ansiedad. Mentira.
No temas a los
lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico
Poseidón,
seres tales jamás
hallarás en tu camino,
si tu pensar es
elevado, si selecta
es la emoción que
toca tu espíritu y tu cuerpo.
No, no le temo a nada. Pero en realidad si hay algo con lo que debo manejar y es conmigo mismo. Mi camino no está claro, preciosa canción. Jamás lo estuvo y en realidad no soy nadie para construirlo porque jamás he sido responsable de mis actos y por ello, ya no puedo sentir remordimientos por JungKook. Ya nada me permite serle fiel porque lo que yo haga, no es más que una parodia que alguien escribe de mi vida. Y yo, no soy más que el títere de algún aburrido titiritero aburrido sin nada mejor que hacer. Hoy soy plenamente consciente de que alguien se ríe de mí con todas sus fuerzas.
(…)
Tal como hicimos la última vez paseamos por un parque cercano antes de acercarle a su casa y en un momento en que nadie transita por las calles nos sentamos en un banco acurrucados en nuestros abrigos. Con su brazo rodea el mío y cuela su mano en mi bolsillo para estrecharla.
—En un tiempo tendremos que dejar de hacer esto. –Me dice mirando los árboles a nuestro alrededor.
—¿Hacer qué?
—Plantarnos en medio de un parque para conversar. En menos de dos semanas bajarán las temperaturas mucho más. Tal vez nieve.
—Ah, sí. Lo sé.
—¿Tienes frío? –Me pregunta y niego con la cabeza. Él besa mi mejilla solo para comprobar la temperatura y asiente corroborando mis palabras—. Hyung… ¿cómo es hacerlo con otro hombre? –Me pregunta y siento todo mi cuerpo arder.
—No lo sé. –Me encojo de hombros.
—¿Cómo que no sabes? Lo has hecho antes, dime. ¿Cómo es?
—Es sexo, Jeon. Sexo.
—¿No me digas? –Pregunta sarcástico y acaba suspirando—. ¿Duele?
—Un poco. –Asiente escuchando atentamente—. Siempre duele un poco al principio pero luego te acostumbras y acabas disfrutando.
—Entiendo. ¿Eres pasivo o activo? –Me pregunta con las mejillas ardiendo.
—Depende la situación y la persona.
—Hum. ¿Cómo fue tu primera vez?
—En los baños de un centro comercial. Fue rápido, un poco doloroso pero muy excitante.
—Qué poco romántico. –Niega con la cabeza—. ¿Y la última? –Mi cuerpo se tensa a tal punto que siento que se ha dado cuenta de ello.
—¿A qué te refieres?
—¿Cuándo ha sido la última vez que te has acostado con alguien?
—Hace tres meses. –Miento—. Con un chico que conocí en una librería. Me invitó a una cena y nos acostamos aquella noche. –Eso sí ocurrió de verdad.
—¿Qué ha sido de él?
—No lo sé. Ambos quedamos en que solo sería sexo de una noche. –Me encojo de hombros.
—Qué triste, —hace un puchero—, espero que usaras protección.
—Siempre la uso. –Miento de nuevo.
—Así me gusta. –Tras unos segundos se revuelve en su asiento sacando su mano de mi bolsillo y rescata de sus pantalones el paquete de cigarrillos para darle un par de vueltas en sus manos y tras mirarlo por todas partes en silencio saca un cigarro y el mechero que se encontraba en su interior. Sostiene ambas cosas en sus manos y me mira sonriendo—. Enséñame a hacerlo.
—¿Hacer qué?
—Fumar. Enséñame a fumar. –Se lleva el cigarrillo a los labios pero yo se lo arrebato tal como me hizo a mí horas antes.
—No. Ni en broma.
—¿Por qué no? –Se indigna haciendo un puchero.
—Eres joven. No te estropees con esta mierda. –Regreso el cigarro dentro del paquete y me levanto del banco dejándole sentado a él frente a mí.
—¿Tú sí puedes hacerlo y yo no?
—Eso es.
—No tiene
sentido. –Niega con la cabeza sonriendo. Algo dentro de mí se contradice. Él
tiene razón, sus palabras tiene sentido pero dentro de mí siento un impulso
irracional a negarme a él. Tiro mi voluntad por la borda igual que lanzo lejos
el paquete de tabaco y desaparece entre la arboleda. Lo veo unos segundos y
después, solo el sonido de su caída me indica que ha llegado al suelo. JungKook
se levanta del banco para abrazarme por la cintura y besar mis labios con una
sonrisa—. Llévame a casa, hyung.
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