CHOFER (TaeGi) - Capítulo 24
CAPÍTULO 24
TaeHyung POV:
El lunes despierto de nuevo sintiéndome cansado pero ya acostumbrado a la rutina. Vestirme, desayunar y llegar al garaje ya no es tan pesado como antes, al contrario. Es en este tiempo en que puedo pensar con más calma y tranquilidad y aunque me vea obligado a seguir una rutina me hace sentir libre. Me pregunto si no se deberá a la ausencia de personas a mí alrededor. Ya nada es seguro en mi vida.
Tras apearme del autobús entro en el garaje en busca del coche de Jimin pero el dueño me detiene con esa hipócrita sonrisa y me mira de arriba abajo interponiendo su brazo en mi camino al coche.
—Hoy Jeon JungKook me ha llamado diciendo que se encuentra mal de la tripa. –Me dice y yo frunzo el ceño no comprendiendo por qué me cuenta esto. Rápido se resuelve—. Me lo ha dicho temprano por lo que no he podido buscar un sustituto así que tendrás que encargarte de su turno.
—¿Yo? –Pregunto confuso—. Señor, ¿no puede hacerlo otro?
—Lo siento, no hay otra solución.
—¿Y el señor Park?
—¿Qué pasa con él? –Me pregunta confuso.
—Tengo que ir a buscarle de inmediato.
—Sí, sí. –Se aleja de mí a la puerta de su despacho y alcanza un papel amarillo con un horario dibujado a lápiz en sucio—. Tendrás que ocuparte de ambos. –Siento un cosquilleo por todo mi cuerpo—. He hecho un esfuerzo titánico para poder cuadrarlo todo pero creo que se puede hacer.
—Según esto tengo que ir a buscar al señor Park ahora, llevarle a su trabajo. Volver para cambiar los coches e ir a buscar al señor Min y llevarle a su trabajo. Esperar a que salga para llevarle a su casa, volver aquí, cambiar de coche, ir a buscar al señor Park, llevarle al gimnasio, esperarle, llevarle de nuevo a casa. Regresar aquí, cambiar de coche otra vez, ir a buscar al señor Min para llevarle a una entrevista y llevarle de vuelta a su casa.
—Tardas más en decirlo que en hacerlo, Taehyung. –Alzo una ceja incrédulo por el esfuerzo que debo hacer hoy.
—No lo creo señor. Esto me mantendrá ocupado todo el día, literalmente. –Miro más atentamente el horario—. Esto es una locura, en lo que dejo al señor Park en su oficina y regreso aquí para coger el coche del señor Min e ir a su casa pasan al menos veinte minutos sin tener en cuenta el tráfico. Pero según esto, —señalo el papel—, debo tardar diez.
—Eso no es mi problema. –Se encoge de hombros y se marcha de nuevo a su despacho para cerrar la puerta detrás de él y dejarme solo con el problema. Suspiro y me conduzco al coche de Jimin para entrar dando un portazo y salgo del establecimiento lo antes posible dejando que la ira me conduzca en mis actos. El primero de ellos, llamar a JungKook.
—¿Sí? –Contesta su voz al otro lado mientras sujeto el móvil contra mi hombro a la par que conduzco.
—Kook. ¿Se puede saber de qué vas?
—¿Hyung? –Pregunta con una voz débil y antes de terminar la palabra tose unos segundos.
—¿Cómo es que estás enfermo, maldita sea? Me ha tocado ocupar tu puesto de trabajo.
—Lo sé hyung. Pero me he puesto enfermo esta noche. Debí coger frío cuando quedamos el otro día y he despertado con fiebre y dolor de estómago.
—Creo que me va a dar un ataque de ansiedad, y como me vea que no llego a tiempo a buscar a alguno de estos dos hijos de puta me salto todos los semáforos. Lo aviso. –Oigo su risa al otro lado de la línea. Este sonido me hace sentir mejor sin darme cuenta.
—No te enfades, hyung. Le dije al jefe que te diera mi sueldo de hoy por el trabajo extra y así lo hará. ¿Te parece bien?
—No me esperaba menos. –Reconozco haciendo un puchero con los labios.
—Idiota. –Pasan unos segundos en silencio—. ¿No vas a preguntarme qué tal estoy? –Suspiro.
—¿Cómo estás? ¿Tienes mucha fiebre?
—Un poco.
—¿Cuánta?
—Un poco. –Repite seguramente haciendo un puchero.
—Aliméntate bien. –Arranco el coche de nuevo que estaba parado en un semáforo—. ¿Vale?
—Hyung…
—¿Hum?
—¿Vendrás a verme?
—¿Ahora?
—Luego cuando termines. Cuando puedas. Quiero verte un rato, te echo de menos. –Me suplica y asiento resignado.
—Está bien pequeño, ahora tengo que colgar.
—Te amo hyung. –Mi columna vertebral sufre extraños escalofríos.
—Y yo a ti, adiós. –Cuelgo la llamada y guardo de nuevo el móvil en mi bolsillo sintiendo de nuevo la ansiedad creciendo dentro de mí. Mis ojos bailan entre el reloj y la carretera calculando y registrando en mi mente el nuevo horario que se me ha asignado hoy y caigo en la posibilidad de que tal vez para mañana también. Suspiro apesadumbrado y repito este acto hasta que estoy en la puerta del edificio de Jimin esperando por él y como si supiera que hoy específicamente me lleva el tiempo arrastrando y tirando de mí en vez de ser yo quien lo conduzca, tarda diez minutos más de lo debido en bajar. Nada más que entra en el coche arranco y salgo veloz a la carretera.
—Hoy no me has abierto la puerta. –Me dice seco mirándome en el retrovisor.
—Lo siento señor. Tengo algo de prisa.
—Oh. –Muestra un fingido rostro de sorpresa—. Es verdad, doble turno, ¿cierto? –Me mira sonriendo con una sádica picardía y todo mi cuerpo arde al mostrarme que sus diez minutos de retraso han sido aposta. Maldita sea.
(…)
Nada más aparco frente a su oficina miro el reloj en el salpicadero del coche. No me dará tiempo a ir a buscar el coche de Yoongi y menos aún de llevarle a su trabajo. La voz de Jimin me saca de mi ensoñación antes de salir del coche.
—Si llegas un minuto tarde de las seis a la vuelta, haré que te despidan. ¿Entendiste? –Asiento con un gruñido siendo incapaz de ser más respetuoso y nada más desaparece del interior del coche me incorporo de nuevo a la carretera y siendo realista, me conduzco con este coche a la casa de Yoongi esperando que no me reprenda por ello porque peor habría sido no poder llegar a tiempo a su programa diario.
La carretera se me antoja mucho más lenta y pesada que otras veces aunque el recorrido sea normalmente el mismo. Siento que hoy hay mucho más coches que me impiden el paso y muchas más señales de tráfico que me prohíben pisar a fondo. Siento como si no diese lo máximo de mí para llegar a tiempo pero bendita suerte que llego exactamente un minuto antes deL que el horario me marcaba. A punto estoy de salir del coche para llamar al timbre de su casa cuando la puerta de esta se abre mostrando a un Min Yoongi radiante y espléndido como siempre.
Algo en mi mente me hace preguntarme cuándo fue la última vez que le vi y lo recuerdo como un choque brutal con intenciones asesinas de querer acribillarme. La noche en la que tuvimos relaciones en casa de Jimin y en la mañana posterior cuando le llevé a su casa. Conversamos en aquel descampado pero tras una amable conversación en la que entendí que no se podía solucionar nada de la situación, le retorné a su casa y regresé a la mía para dormir y procurarme olvidar de todo lo sucedido. Siento que han pasado años desde entonces. Desde aquél día pero apenas han pasado dos semanas. Nada. No ha sido nada.
Mientras le veo avanzar por el jardín de su casa me fijo en su traje de hoy y me resulta extrañamente familiar. Hago un pequeño esfuerzo y recuerdo que fue la primera vez que le vi cuando portaba ese traje. Marrón a cuadros y una corbata oscura. Su pelo brilla como aquella vez a la luz del sol pero el sol de hoy es más tímido y su luz no es tan intensa. No importa. Él brilla por ambos.
Por unos segundos mira a su alrededor buscando su coche pero tras no verlo con su vista se percata de mí y me mira ladeando el rostro. Resignado aunque algo temeroso aún se adentra en el coche sentándose en el asiento del copiloto a pesar de tener la opción de sentarse atrás.
—¿Y este coche? –Pregunta confuso mientras arranco—. ¿Dónde está mi coche? ¿Le ha pasado algo?
—No, señor Min. No le ha pasado nada. Es que me estoy haciendo cargo de dos turnos y…
—Sí, sí. Lo sé…
—No me daba tiempo a ir a buscar su coche, señor. He pensado que era mejor que llegase a tiempo con este coche que llegar tarde con el suyo. –Le miro de reojo—. ¿He hecho mal?
—No. –Se encoge de hombros—. Solo me había preocupado. –Asiento comprendiendo sus palabras y mientras me incorporo a la carretera principal le veo como mira a su alrededor y de repente se gira en su asiento para mirar detrás de él. A los asientos traseros—. ¿De qué me suena este coche? –Se pregunta a sí mismo y como no soy nadie para refrescar su dañada memoria me mantengo en silencio hasta que de repente parece sentir un ligero ardor en las mejillas y se muerde el labio inferior tornándose erguido de nuevo en el asiento—. Ups. –Dice y no puedo evitar sonreír por su gesto.
Durante el resto del trayecto nos mantenemos en silencio hasta que llegamos a sus estudios de grabación y se baja del coche diciéndome adiós con la mano en vez que con palabras. Pareciera que algo ocupa su mente y no quiere abrir sus labios por miedo de que se escapen sus ideas entre ellos. Sin más remedio aparco el coche cerca de una cafetería que ya había visto varias veces antes y entro en ella para hacer tiempo en lo que termina su programa.
—¿Qué quiere señor? –Me pregunta una camarera con el uniforme del local y el logotipo en el delantal.
—Un café con leche y canela, por favor. –Veo como ella lo prepara y en vez de dirigirme con él a una mesa como haría otras veces prefiero mantenerme en la barra y ver como la chica trabaja solo por entretenerme con algo. Sobre la espuma de la nata hay esparcidas, como copos de nieve, pequeñas motas de canela que desprenden un olor intenso y acogedor. Lo remuevo viendo como se funden y se mezclan con el café y el sonido de la chica trabajando acompaña el movimiento de mi cuchara. A los segundos, alguien viene a interrumpir mi calma sentándose a mi lado en un taburete y llamando la atención de la camarera que estaba ocupada con otra comanda.
—Por favor, ¿podría cambiar de canal? Está a punto de empezar Yoongi’s show, si no es molestia. –Miro a mi derecha rápidamente en lo que el nombre de Yoongi sale de sus labios. Unos labios gruesos y jugosos. Sus ojos, grades y brillantes miran la pantalla expectante a que cambie de canal y sus manos juegan nerviosas con una taza de café negro amargo que desprende un olor un tanto desagradable. Al darse cuenta de que le miro, sus ojos se dirigen a mí un poco nerviosos y su sonrisa infantil me inquieta—. Disculpe si estaba usted viendo…
—No, no. –Niego con la cabeza mirando el canal de noticias que se televisa en la tele sobre nuestras cabezas. Miro de nuevo al hombre y descubro una chapa en su chaqueta en que puedo leer su nombre, Kim SeokJin, y el de una empresa de productos cosméticos. Debe ser una de esas personas que trabajan en una tienda de productos para mujeres, de esos carísimos que solo algunas pueden permitirse.
—Este programa siempre me alegra las mañanas antes de ir a trabajar. –Sonríe y yo asiento. Nada más lo dice el programa comienza con el rostro de YoonGi sonriendo a la pantalla. Nunca sonríe así en la vida real pero de todas las personas que estamos aquí viendo esto creo que soy el único que lo sabe.
—Buenos días. –Dice su voz animada—. Bienvenidos un día más a… —Su voz se ve aplastada por la de Jin a mi lado.
—Dicen que tiene problemas con las drogas. –Niega con la cabeza mientras lo dice y suspira—. No creo que sea cierto. Las cadenas de cotilleos se forran a costa de buenos ídolos como él. –Asiento a sus palabras aunque solo yo sé una verdad indiscutible.
—¿Cómo es que saben esas cosas de él?
—No lo saben nunca pero se basan en fotos y cosas así para alargar una suposición fraudulenta. No, no. Este hombre no hace ese tipo de cosas. –Bebo un poco de mi café sintiendo que necesita un poco más de azúcar pero no hago nada.
—¿Le gusta Min Yoongi? –Pregunto animado.
—¡Caro! ¿Quién no ama a Min Yoongi? Es cantante, compositor, presentador, lo tiene todo.
—¿Usted lo conoce en persona? –Por su animada expresión pareciera que sí pero al rato niega con la cabeza.
—Pocos son amigos de Min Yoongi. Fuera de los platos no tiene muchos amigos y se pasa el día en su casa componiendo. –Asiento comprendiendo.
Miro de nuevo la televisión viendo como un grupo de chicas han ido hoy de invitadas al programa de televisión y Yoongi las saluda a todas con un abrazo. Siento que luego me apestará el coche con el olor de esas mujeres.
—Sobre este hombre hay tantos rumores que no se puede saber cuáles son verdad y cuáles no. —Dice de nuevo Jin—. Que si sale con una actriz de doramas, que si se droga, que si se emborracha con frecuencia. He oído decir incluso que se acuesta con hombres. –Una carcajada rompe el flujo de mis pensamientos—. ¡Vaya estupidez!
—Ya… —Termino mi café y suspiro mirando el fondo de la taza donde se ha quedado un par de gotas que colorean el fondo de un tono marrón caramelo.
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