CHOFER (TaeGi) - Capítulo 17
CAPÍTULO 17
TaeHyung
POV:
Cuando llegamos a las puertas del gimnasio salgo primero y recorro el perímetro del coche hasta llegar a su puerta y abrirla para que salga. Camina hasta el maletero, saca una bolsa de deporte y se aleja mientras espero un “hasta luego” o “ven a buscarme, no tardes”. Nada en absoluto. Ignorándome. Igual que hice con el coche de Yoongi. Igual que hice con Jungkook. Que mal es probar el amargor de tu propia medicina.
Cuando se aleja, entro de nuevo en el coche pero en vez de salir del lugar de estacionamiento permanezco allí de brazos cruzados dos horas con los ojos cerrados. De vez en cuando salgo y estiro las piernas. Me doy una vuelta a la manzana y regreso aguardando su llegada. Creo que han sido veinte las veces que he suspirado y otras diez las que me he pasado las manos por la cara cansado. Poco a poco el sol ha ido escondiéndose tras los edificios y se ha despedido de mí muy lentamente, con parsimonia. Una vez ha desaparecido las luces en las calles han saltado como por arte de magia. De golpe y todas a la vez iluminando las aceras y las carreteras. Los coches que pasan a mí alrededor se ven obligados a encender las luces y los edificios muestran ya necesidad de luz en las casas. Comienzo a ser consciente de que repetiré esta rutina el resto de la semana y la siguiente también. Y la siguiente de esta. Veré anochecer cada día igual que veo amanecer cuando voy a trabajar. Sin haberme dado cuenta mi vida se basará en cruzarme de brazos a la espera de que el sol llegue a su punto exacto en que me vea obligado a conducir. ¿Para qué? Para seguir esperando.
Cuando el cielo ha pasado de estar rosa y fuxia a azul oscuro aparece por la puerta del edificio de nuevo el cuerpo de Jimin esta vez algo diferente. En sus mejillas se denota un ardor por el cansancio y el esfuerzo físico pero su pelo está húmedo y limpio. Se acaba de duchar.
Salgo del coche y le abro la puerta para que entre.
—Buenas noches señor. –Digo sin recibir respuesta alguna. Suspiro y me meto en el asiento del conductor y arranco para salir rápido de este sitio. Por el camino, se desprende desde la parte de atrás del coche un olor a lavanda que me enloquece pero no me hace sentir cómodo, a pesar de todo. Sigo pensando que mis manos no se adaptan al volante y mi asiento sigue estando más situado. Muerdo mi labio aguantando un suspiro.
Tras un par de kilómetros llegamos a la puerta del bloque de pisos. Solo con verlo desde la ventanilla me asombro por la estética de este. Moderno, vanguardista. Perfecto. Salgo del coche sin apartar la vista del edificio y puedo ver como en la última planta se extiende un ático con una terraza enorme. Me siento muy envidioso.
—Hasta mañana, señor Park. Descanse. –Le digo y como las últimas veces. Él permanece en silencio absoluto. Algo en mi quiere arder. Siento en mi interior unas pequeñas virutas de pólvora latente a una chispa pasa ser detonadas. Durante todo el día he intentado apaciguarlas pero se han visto sometidas a la locura cuando tras regresar al coche camino del almacén enciendo con mi más humilde intención la radio y la voz de Yoongi aparece en la primera emisora que sintonizo. La palabra “Ítaca” martillea en mi mente y me hace dar un volantazo para cambiar de sentido y conducirme lejos por la carretera.
Con los minutos la población de coches disminuye. Luego los edificios cambian de arquitectura y de estilo un par de veces lo que me denota que estoy saliendo del centro de la cuidad. Tras unos minutos más, llego a la urbanización que estaba buscado y aparco delante de la casa que tantas veces he visto ya. Se me hace inconfundible a estas alturas y sin poder evitarlo me bajo de coche. Pero una vez fuera, detengo mis pasos.
¿Qué hago aquí? Me pregunto confuso. Creo que ni yo mismo lo sé y solo he venido para no tener una excusa para huir sin una explicación. ¡Eso es! Una explicación. ¿De qué? No estoy seguro. Un arrebato suicida aparca ese tema y me concentro en caminar hasta la verja de hierro que delimita los bordes de la casa y llamo al timbre. Desde fuera, puedo oír el pitido que se emite dentro. A los segundos una voz contesta. Educada y confusa.
—¿Quién es?
—Ábreme. –Exijo no con voz áspera. Intento convencerle, no que me tema.
—¿Quién es? –Pregunta con más énfasis en las palabras. No abrirá si no le doy una respuesta.
—Kim Taehyung.
—¿Qué haces aquí a estas horas?
—Necesito hablar con usted señor. –Se oye una respiración fuerte al otro lado y tras unos segundos en silencio, abre la puerta. La empujo y entro en el jardín caminado por las baldosas de piedra que conducen a tres escalones que ascienden hasta la puerta. Antes de llegar a ellos Yoongi abre la puerta y se asoma fuera. Tras verme, sale por completo y subo los escalones con intención de entrar en su casa pero antes de llegar al último me detiene con su mano y me hace retroceder.
—Eh, eh. ¿A dónde te crees que vas?
—Dentro. –Digo sin más.
—Nada de eso. –Se cruza de brazos no sobrepasando el dintel de la puerta—. Lo que me quieras decir, aquí. –Suspiro mirando a todas partes y ahora que estoy frente a la oportunidad de hablar, no sé qué decir. Él me ayuda—. ¿Quieres saber algo en concreto o solo has venido a por una conversación?
—Algo…
—¿Qué es? –Me mira con una ceja alzada sabiendo muy bien qué es lo que me molesta.
—Sabes porque estoy aquí.
—¿Sí? Dímelo.
—¿Qué pasa contigo? –Frunzo el ceño y rápidamente me arrepiento de mi pregunta maleducada pero no se me ocurría cosa más clara que explicarle.
—¿Conmigo? ¿Qué pasa conmigo? –Siento hervir mi sangre.
—Nos acostamos y al día siguiente me cambias por otro. Eso es lo que pasa. –Sonríe cínico y no hace sino ponerme más nervioso.
—Así que eso, ¿eh?
—Como que “¿eh?” –Me cruzo de brazos como él—. ¿Me estás tomando el pelo?
—Nos acostamos. Punto. Y lo del trabajo he pensado que sería mejor no seguir viéndonos. –Ahora soy yo quien sonríe ocultando el llanto que amenaza con salir.
—¿Así de simple? ¿Sin darme una explicación? –Tarda en contestar por lo que me limito a mirar su cuerpo. En él lleva una sudadera gris, simple, varias tallas mayor que él y unos vaqueros ajustados y rotos por todas partes.
—¿Eso es lo que quieres? ¿Una explicación? –Asiento mirándole a los ojos—. Contéstame a una cosa. Si nos hubiéramos seguido viendo, querrías una cita. Repetir lo del otro día, ¿no es cierto? salir conmigo, ¿verdad? Y después, ¿qué? ¿Formalizamos una relación? Mi vida cambiaría radicalmente. Mi carrera se vería afectada.
—Ya veo, así que lo único que te importa es tu carrera. Yo no te he importado nada. No te importa lo que yo sienta, piense o quiera.
—No quiero para ti una vida que no me gusta ni a mí.
—Eso no es excusa.
—No es una excusa, es la explicación que me has pedido. –Le miro esperando que diga algo más pero no lo hace. Yo tampoco hablo respirando fuerte y mirando fijamente a sus ojos. Su expresión no ha cambiado desde que estoy aquí y su pose tampoco. Mira a todos lados suspirando y acaba con una mueca—. Buenas noches.
—No, espera… —Veo como retrocede dentro de su casa y yo intento poner mis manos para que no cierre la puerta pero lo consigue y me quedo ahí viendo la madera tallada y el pomo de metal bañado en oro—. ¡Yoongi! ¡No me ignores! –Golpeo un par de veces la puerta enfadado pero el enfado y la ira desaparecen y se funden tornándose tristeza y arrepentimiento. Bajo los escalones de manera pesada. Camino hasta el coche y cuando estoy dentro muerdo mi labio inferior todas las veces que puedo pero acabo cediendo al llanto y me desplomo sobre el volante cubriendo mi rostro con mis brazos.
Siento un vértigo que trastorna mis sentidos. Una sensación ya conocida. Solo por esta vez intentaré no compadecerme. Regreso a casa, donde debería haber ido desde un principio.
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