Sin recompensa (JiKook) Capítulo 9 - Relax

CAPÍTULO 9 — Relax

 

Jimin POV:

 

—Este chico quiere verla... —Dijo mi profesora dirigiéndose a la directora de mi instituto. Ella aceptó mi vista y yo pasé a su encuentro.

—¿Qué quieres? —Me preguntó una vez nos dejaron solos y me senté frente a su escritorio.

—Me gustaría informar de tres chicos de mi clase, que ayer fueron a mi casa para amenazarme y tras ello entraron y me dieron una paliza —exageré los hechos para que mostrase más atención—. Llevan años metiéndose con migo en horario escolar, pero ahora que han llegado a ir a mi propia casa, me siento desprotegido.

—¿Y por qué has venido a mí? No es más lógico que se lo digas a tus padres...

—Imposible, —la interrumpí viendo que ella no colaboraba—, vivo solo. Mis padres están en Busán y no me gustaría preocuparles.

—Está bien... escribe aquí los nombres de los chicos que han sido y tomaré las medidas que yo crea pertinentes.

Hice lo que me pidió y le escribí los tres nombres en un trozo de papel que puso frente a mí. Cuando terminé se lo entregué y me pidió marchar pero antes de salir por la puerta me detuvo.

—¿Chao KwanJi? —Asentí serio—. Este es mi hijo.

—Lo sé.

 

 

Los días pasaron y los tres chicos no fueron expulsados, y menos reprendidos por lo sucedido sin embargo sus voces estaban apagadas en lo que se refería a insultarme, por lo que el ambiente seguía siendo tenso, pero al menos era algo más libre.

Uno de estos días llegué a casa y nada más entrar Kookie saltó a mis brazos y me miró emocionado.

—Bienvenido hyung —Lo miré cuando terminó el abrazo perplejo.

—¿Qué has roto? —mi seriedad le asustó.

—Nada... ¿no confías en mí?

—¿Tengo que contestar? —Se cruzó de brazos frente a mí mostrándose convincente— ¿Por qué tan animado?

Dejé la mochila en el primer rincón que encontré y me siguió hasta la cocina. Saqué una botella de agua de la nevera y bebí sintiendo mi cuerpo aplastado por sus brazos a mi alrededor.

—¿Estás cansado hyung? —me preguntó asomando su cabeza por encima de mi hombro.

—Bastante ¿por qué? Estas muy extraño.

—Tengo un regalo para ti. —Me hizo caminar por toda la casa hasta la otra punta que era el cuarto de baño.

Una vez entramos, no hizo falta que encendiera las luces porque estaba todo decorado con las velas que guardaba por ahí, con un par de baritas de incienso y la bañera llena de agua caliente y sales aromáticas. Me quedé completamente asombrado de que un gato supiera hacer todo esto él solo.

—¿Cómo diablos...?

—Solo quiero recompensarte por todo lo que haces por mí. Sé que estas muy estresado y más con lo de los chicos estos del otro día y pensé en formas de hacerte sentir relajado. Pero rascarte detrás de la oreja, que es lo que me gusta a mí no te iba a servir, busqué ideas en el portátil...

—¡¿Has tocado mi portátil?!

—Sí, te he visto varias veces y es relativamente fácil. Busqué ideas y esto es lo que parecía lo más fácil, encontré velas e incienso que me parecieron perfectos y los coloqué así para que no hubiera necesidad de encender la luz.

—¿Has sabido encender todo esto?

—Sí, es igual que cómo tu enciendes tus cigarros y como tenías varios mecheros por ahí perdidos... Me he quemado un par de veces pero está bien...

—¿Cómo que te has quemado? —Cogí instintivamente sus manos pero con la poca luz que había no podía ver nada. Él tampoco me dejó que le inspeccionara más.

—Vamos hyung... o el agua se quedará fría... —me empujó más dentro y no tuve más remedio que hacerle caso. Tal vez tenía razón y esto me vendría bien.

Comencé quitándome la chaqueta y más tarde la camisa junto con los pantalones y cuando ya estuve en ropa interior le miré expectante observando cómo él también se desvestía.

—¿Qué haces?

—Quiero bañarme contigo hyung...

No tuve más remedio que acceder y me introduje, una vez desnudo, en el agua caliente sintiendo todo mi cuerpo relajado. Mis músculos se amoldaron a la cerámica y mis ojos se cerraron sintiendo el cuerpo de Kook entrar frente a mí y sentarse como la última vez.

—Si haces esto por el cartón de leche lo siento pero no va a funcionar. —Dije una vez ya no me podría impedir salir.

—No es por eso hyung, es otra cosa... —abrí uno de mis ojos para mirarle por encima del hombro.

—¿Qué es? —se levantó de donde estaba y se sentó de rodillas entre mis piernas abiertas para estar más cerca de mí.

—Quiero placer hyung... —susurró mirándome. Probablemente enrojecí al instante.

—¿Kookie...? No ahora...

—No me llames así... —le ignoré y tiré de muevo la cabeza hacia atrás esperando que se aburriera de insistir—. Hyung, ¿me oyes? Quiero que me enseñes. ¿Qué debo hacer?

—No molestarme...

—Pero hyung... —lloriqueó—.Está bien, ¿Cómo te doy placer?

Aquella pregunta me dejó un poco atónito y muy caliente a la vez. Jamás pensé que le oiría decir algo así.

—Ahora no quiero... —mentí.

—Puff... —suspiró y se volvió a su posición inicial—. Seguro que no es tan maravilloso como dices.

—Será eso...

—¡Hyung! —Tras gritarme suspiró viendo que yo no le mostraba atención—. ¿Alguien más sabe hacer placer?

—Todo el mundo sabe. Hombres y mujeres...

—Oh... entonces genial... —su voz se volvió animada—, mañana cuando te vayas a clase saldré a la tienda a buscar chicas hermosas que me ayuden a...

—¡NO! —sin querer me vi celoso por culpa de un maldito gato... — te encerraré para no poder salir.

—¿Recuerdas que soy un gato? Me tiraré por la ventana para salir y caeré de pie.

—¿Se puede saber qué estupideces dices? —agarré su brazo y me mostró su más sádica sonrisa.

—Hyung... también puedo irme por la noche cuando duermas... o...

—¡Basta! Si quieres irte ya sabes dónde está la puerta. —solté su brazo mostrándome indiferente.

—No digas esas cosas hyung —se tornó triste. Avanzó hasta mí y besó mis labios repetidas veces—. Yo solo te quiero a ti, idiota.

Sonreí como un tonto egocéntrico, cómo me he podido dejar seducir tan fácilmente por un maldito gato. Le miré de nuevo sentarse y sus ojos me decían que esperaría todo lo que yo necesitase porque me quería. Y yo a él. Pero su amor se veía más fuerte ya que dependía totalmente de mí.

—¿Es por la chica que vivía antes aquí?

—No —dije siendo sincero.

—¿No la echas de menos? —Volví a negar con la cabeza—. Hacíais buena pareja.

—¿Cómo sabes eso?

—En las fotos que tienes guardadas en el cajón... —era normal, no podía esperar que estuviese en casa todo el día y no investigase mis cosas. No me enfadé por ello.

—Ah...

—¿Qué pasó? ¿Por qué no sigue aquí?

—Yo no quise que siguiera. —ambos comenzamos una conversación sería.

—¿La echaste a la calle?

—No seas estúpido, ella volvió con sus padres. Tan solo vive a dos kilómetros de aquí. Y no es que viviese aquí, solo pasaba mucho tiempo aquí, nada más. La casa y todo es mío.

—Pero... ¿por qué la echaste? ¿No erais pareja? En una de las fotos la besas...

—Dejé de amarla.

—Oh... Si no quieres hablar de esto...

—No me importa contártelo todo, pero me vas a ver de otra forma. —Mi voz se tornaba fría por momentos.

—Cuéntamelo.

—La conocí... —suspiré haciendo memoria. Me sorprendí a mi mismo al serme dificultoso el hecho de intentar recordar—, un día de verano en un comercio, ambos miramos móviles y nos interesamos por el mismo. Comenzamos a hablar y me resultó muy interesante. Sus gustos eran parecidos a los míos en comida y música. Algunas películas y actores... —Kook me escuchaba expectante—. Empezamos a salir a los meses de habernos conocido. Ella insistió en presentarme a sus padres pero siempre le di largas... —reí al acordarme—. Me gustaba ir a tomar helado con ella y manchar su nariz de crema para luego besarla, traerla a mí casa y que ella se quedase a dormir después de haber hecho el amor. Despertar con sus besos, con el olor del desayuno. Llegar a casa y llamarla para preguntarle cómo le había ido el día y decirle que la echaba de menos.

—Parecías feliz...

—Sí, o al menos eso creía, pero ella pasaba el día con sus amigas hablando de mí como un trofeo. Sus padres tan solo miraron en mí la cantidad de dinero que tenía en la cuenta. Mis clases empeoraron por depender de ella y dejé de tener tiempo para mí. Ella dejó de saber cómo complacerme. Ya no la deseaba como antes. Pero lo peor era que me intentó manipular en muchos aspectos cambiando mi forma de ser. Me prohibió fumar, vestir con ropa amplia porque decía que me hacía ver bajito. Me obligó a ponerme alzas en los zapatos y a ir al gimnasio. Kookie... Un día desperté y al vi durmiendo a mi lado. Sin molestarla me vestí y salí de casa para comprarme un paquete de tabaco y a medida que se consumía el cigarro entre mis dedos encontré el valor para terminar con eso...

—¿Qué hiciste?

—Regresé a casa y me encontré con ella llorando preocupada y nada más se calmó sola al verme le dije "Lo nuestro se acabó, recoge tus cosas y vete de mi casa" tardó varios segundos en asimilar lo que le estaba pidiendo pero una vez lo asimiló rompió de nuevo a llorar pidiendo perdón y explicaciones. Como ella no quiso colaborar yo le recogí las pertenencias y las saqué al rellano esperando que ella las siguiera. Y así fue, una vez estuvo fuera cerré en sus narices. Ya no quería verla más.

—¿No le diste ningún tipo de explicación?

—Sí, mientras le animé a irse no paré de repetirle "Ya no te amo más" pero ella no lo entendía.

—Vaya hyung... no lo sabía. Pero no te preocupes —su voz era animada— la próxima seguro que será genial y la amarás para siempre.

Me quedé pensando por un momento en decirle algo así como "ya la he encontrado" pero preferí divertirme un rato.

—Gracias Jeongguk, estoy seguro de que será una chica muy hermosa. Pero cuando ella venga a vivir aquí, ¿qué haremos contigo?

—Oh... —quedó pensativo por un momento—. No molestaré, te lo prometo, yo dormiré en el sofá.

—No, no, Jeongguk... tendías que marcharte.

—¿Cómo? —dijo preocupado.

—Sí, aquí no entramos tres personas. A demás, seguro que a la chica que venga le asustará vivir con un medio gato adolescente en casa.

Kook bajó su cabeza mirando sus manos en el regazo.

—Sí hyung, será lo mejor... —su boca no podía evitar formar un pico tembloroso. Con el paso de los segundos el labio se volvió tan inquieto que se vio obligado a mordérselo para contener las lágrimas.

—Tendrás que acostumbrarte a estar en la calle solo, por lo que esta noche no vas a dormir aquí. Dormirás en un banco helado del parque.

—Si hyung.

—Ah... y estoy pensando en comprar un perro para que viva con nosotros... porque...

—Si hyung...

—Y se acabó la leche. —ya no sabía cómo provocarle—. Vas a comer la basura que sobre de mi comida.

—Si hyung, yo haré lo que me pidas... —las lágrimas comenzaron a caer de sus tiernos ojos.

—Entonces bésame.

—Si hyung. —se incorporó para acercarse pero yo le tiré a mí agarrando su brazo con brutalidad. ¿Cómo podía ser tan inocente?

 

Él se sentó en mi regazo y yo besé sus labios con hambre, con deseo pero también con todo el cuidado que pude para que entendiera que era un tesoro para mí. El beso fue húmedo y salado por sus lágrimas.

—Te amo...

—Si hyung...

—Deja de decir eso Kookie... No te vas a ir a ningún lado idiota. Eres todo lo que quiero. —Él no entendía que clase de broma era esta por lo que le abrí mi corazón—. Odio los perros Kook, soy capaz de arruinarme y morir de hambre solo para que tú tengas algo que llevarte a la boca, jamás voy a dejar que duermas en otro lado que no sea junto a mí en mi cama y nadie va a venir. Nadie va a ser como tú. No quiero una chica preciosa. Te quiero a ti.

Él me miró escuchando atentamente cada palabra pero no conseguí que sus lágrimas se detuvieran.

—¿Y por qué me has dicho eso?

—Perdona amor, solo quería saber cómo reaccionarías. Te amo.

—Mmm...

—¿Tú no me amas?

—No. Eres muy cruel conmigo... —Mordí su pezón que estaba a mi alcance. Retrocedió un poco al instante—. AUCH... ¿ves?... eres un mentiroso... no me quieres...

Mis manos estaban en sus caderas, en su cintura, todo él era tan perfecto que me volvía loco solo de acariciarle. Pero retiré una de mis manos para llevarla detrás de su oreja y rascar allí tiernamente. Ronroneó tan solo con aquello después de haber dicho que soy mala persona... No cabe duda que es un gato. Inclinó su cabeza disfrutando de mi mano y sus ojos se cerraron. Se abrió rápidamente una sonrisa en su cara y se dejó llevar por el masaje.

—¿Me amas ahora?

—Te amo, te amo...

—¿Qué más puedo hacer para hacerte sentir feliz?

—Acaríciame la espalda. —Sabía a lo que se refería por lo que acaricié la longitud de su columna provocando que su cola se moviese levemente contenta—. ¿Esto es el placer hyung?

—No amor, el placer es mucho mejor.

—No hay nada mejor que esto... —miré su sonrisa tonta con los ojos cerrados. Era la cosa más hermosa que he visto en la vida.

—Estoy de acuerdo.

 


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