Sin recompensa (JiKook) Capítulo 10 - Placer
CAPÍTULO 10 — Placer
Jimin
POV:
Me senté en el sofá aburrido mientras Kook se duchaba. Había aprendido a ducharse solo y me sentí lleno de orgullo la primera vez que lo hizo. Perdió su miedo al agua más rápido de lo que hubiera imaginado.
Pasaron varios días y la convivencia no hacía más que mejorar pero seguía habiendo algo que no terminaba de gustarme y era que siempre que tenía la oportunidad, mi pequeño gatito me acosaba pidiendo que le diese placer, me lo pedía tan dulcemente y con su boquita rosa llamándome que cualquier día caería por él.
Pero no había cedido hasta ahora porque no estoy seguro de que sepa cómo voy a proporcionarle el placer. Sin embargo insistía en que estaba listo.
Y no me equivoqué al decir que no se sacaba eso de la cabeza porque cuando salió de la ducha tan solo estaba con una toalla en la cintura y sentó a mi lado en el sofá.
—Hyung, ¿estás aburrido?
—No, estoy viendo la tele.
—¿Sabes que los gatos podemos sentir lo que nuestro amo siente?
—Eso te lo acabas de inventar.
—No exactamente. Ahora en realidad no estás aburrido, estás tenso. Y evitas mirarme porque estoy sin ropa. ¿Verdad? —Este chico iba a matarme.
—Y si lo sabes ¿por qué diablos no te pones algo?
—Estoy bien.
—Pero yo no. —Mi tensión no hacía otra cosa más que aumentar.
—¿Puedo besarte?
—No. —Por desgracia me moría de ganas.
Quería besarlo más que nada pero estaba tentándome. No debía ceder a sus chantajes. Pero el parece que no escuchó mis negativas porque besó mi cuello y próximamente mi mandíbula hasta llegar a mis labios. Como yo intenté rehuirle, ambos caímos en el sofá.
—Kookie, para ahora.
—Hyung, hazlo rápido.
—No sabes que es lo que me pides —se separó de mi pero él se sentó en mi regazo, debí tener cuidado porque yo llevaba un vaquero y él estaba sentado en sus testículos.
—Dime... ¿Cómo se hace el placer?
—Se llama sexo, Jungguk. Lo que tú harías con una hembra pero entre nosotros.
—¿Entre nosotros? Pero nosotros somos machos. No podemos reproducirnos.
—No es para reproducirse Kookie... es para disfrutar del acto.
—Yo no disfruto por procrear.
—Los humanos pueden.
—Pues entonces hagámoslo...
—Sigues sin saber cómo. Va a dolerte al principio.
—¿Y a ti no?
—No pretendo ser el pasivo aquí. —Dije riendo yo solo.
—¿Pasivo? ¿Yo soy pasivo?
—No eres nada porque no hemos hecho nada.
—Soy lo que tú me pidas, pero hagámoslo ya.
—¡NO SÉ SI QUIERO! —grité quitándomelo de encima.
—¿Por qué?
—Hay muchas cosas que no entiendes. No sabes cómo excitarme, no sabes ni cómo excitarte tú. No sabes que me cuesta verte desnudo porque entre hombres es raro. No sabes que solo besarte ya supone que pueda perder el control...
—Déjalo hyung, —se levantó del sofá y se fue al cuarto—. No importa.
Me quedé allí sentado pensando en todo lo que nos había pasado y sin embargo yo no confiaba en él. Tenía miedo constante a que se fuera de mi lado a pesar de engañarme a mí mismo repitiéndome una y otra vez que estaba mejor solo. Diciéndole que se marche cuando jamás le dejaría irse. Tenía miedo de todo.
…
Pasaron un par de días y por fin llegó el bendito sábado. Pasé el día tumbado en el sofá sin hacer nada en absoluto tal y como a mí me gusta hacer los sábados. Desde el otro día, no había vuelto a insistir con el tema y sinceramente fue algo que eché en falta cuando estaba con migo. Como ahora, en el que estábamos él y yo juntos viendo la TV.
—Kookie... Pásame el porta—cigarros y el zipo.
—No si no me llamas por mi nombre.
—Junggukie....
—Aish... Los sábados no te mueves ni para coger esto. —Me pasó ambas cosas y antes de que se volviera a sentar en el sofá le dije:
—Ven, siéntate aquí. —Le indiqué el suelo a los pies del sofá. El no dudó un segundo y se sentó cara a cara con migo—. No amor, date la vuelta, viendo la tele.
El obedeció cada palabra que le dije y cuando estuvo con su cabeza allí, rasqué con mi mano la zona detrás de su oreja. Todo su cuerpo tembló al instante en el que posé allí mi mano pero se dejó hacer disfrutando de aquello.
Yo con tan solo una mano libre me metí un cigarro en la boca y lo encendí rápidamente. Saqué el humo por mis fosas nasales y el ambiente, en un par de minutos ya estaba entre tinieblas.
—Jimin... —Kookie susurró—. ¿Por qué fumas?
—Ya estamos... No puedo fumarme un cigarro sin que alguien me haga la misma estúpida pregunta. ¿Qué? Ahora me dirás que lo deje, ¿verdad?
—No, no, hyung —se giró para verme— En realidad te iba a pedir que me dejases probar...
Yo volví de nuevo a acariciar su cabeza como una forma de pedir perdón y acerqué el filtro a sus labios suavemente.
—Coge aire a partir del filtro, mete el humo en tus pulmones, y luego suéltalo. —Lo hizo exactamente como yo le dije ya que aprendió a costa de verme hacerlo a mí un par de veces al día. A medida que lo soltaba se atragantó y comenzó a toser débilmente. Me reí de su inexperiencia y cuando el ataque de tos terminó le besé dulcemente en sus labios para probar por primera vez la nicotina en ellos.
Pobrecito, no quiso probarlo de nuevo.
—Kookie... es hora de irse a la cama... será mejor que vayas a cepillarte los dientes y hacer pis.
—Pero hyung... los sábados vamos más tarde.
—Hoy no quiero. Vamos ve.
—Pero hyung... —me miró unos segundos suplicante—. No tengo sueño.
—Ve. Ahora. —mi tono fue más firme y entonces sí me hizo caso.
Me terminé el cigarro y apagué la tele junto con las luces. Llegué al cuarto de baño y vi a Kookie ya enjuagándose los dientes. Escupió y me miró a través del espejo.
—¿Terminaste? —pregunté. Él asintió sonriendo y mostrándose a sí mismo los dientes—. Pues métete en la cama ya y espérame, ahora voy.
Cuando me quedé solo en el cuarto de baño e hice todo lo correspondiente, me miré antes de salir y suspiré pesadamente. Entré de nuevo en el cuarto y lo vi hecho una bola en la cama dando la espalda al lugar donde yo dormía. Me introduje allí y me cubrí con las mantas.
—Buenas noches Kook.
—Buenas noches hyung.
—Te amo —la oscuridad ocupaba toda mi vista pero con los segundos me acostumbraba a ella.
—Yo también.
—Hoy no has sacado el tema.
—¿Qué tema? —Se giró para verme, ahora yo estaba boca arriba y él acurrucado a mi izquierda.
—Lo del placer... y eso...
—Ah... Ya no quiero. No importa.
—¿Ah no?
—No, entiendo que tú necesitas a una persona que entienda y sepa cómo hacerlo. —Pensé en decir algo. Él estaba siendo totalmente sincero, pero no me dejó decir nada—. A demás, cómo vas a hacerlo con un gato estúpido. Lo siento hyung, pero tienes razón. Soy feo y estúpido, no sabría como...
—¡BASTA! —Tembló a mi lado—. ¿Qué dices de que eres feo?
—Ya te lo dije la primera vez. Tengo un cuerpo raro... no me gusta.
—Pero yo lo amo.
—Mentira.
—No hables más, por favor. —Me subí sobre él y le besé con toda la pasión que pude.
Mis manos vagaron por su cara, por sus hombros hasta llegar a su cintura y aferrarme allí. Las suyas por el contrario permanecieron en mi pecho sin querer alejarme pero manteniendo un mínimo de distancia. Cogí ambas piernas y las entrelacé a mi cadera simulando una penetración aun con la ropa puesta. Me estaba volviendo loco solo de pensarlo.
—Kookie... puedes tocarme lo que quieras. No deje tus manos quietas porque parece que no quieres esto...
—No sé qué hacer hyung...
—Solo déjate llevar. ¿Mmm? —Asintió y volvimos a besarnos.
Todo mi cuerpo estaba en llamas pero en lo que me preocupé fue en que el suyo estuviese igual. Bajé mis manos a su abdomen y una vez allí quité toda la ropa que estaba en mi camino, tanto la camiseta como los pantalones y calzoncillos. Tan blanco, tan perfecto. Estaba totalmente desnudo bajo de mí, pero yo quería observarlo por completo, por lo que me senté en la cama sobre su regazo y quité todas las mantas que nos cubrían.
—Eres perfecto. —Me senté en su pene y me moví intentando masturbarle solo con el movimiento. Sus gemidos comenzaron a oírse escondidos. Alcancé sus manos que estaban por ahí perdidas y las introduje dentro de mi camiseta para que tocara mi abdomen mientras me movía adelante y atrás.— Quítame la ropa Kookie... —él lentamente me quitó al camisa aunque tuve que ayudarle e igual con los pantalones. Le era difícil ponerse él mismo la ropa como para quitársela a alguien.
Una vez terminó cogí ambas manos y las sujeté encima de su cabeza evitando que se moviera. Me tumbé sobre él de nuevo y mordí, besé y lamí su cuello. Su piel era tan dulce en mi boca que habría podido pasarme la noche así, pero decidí usar mi boca para otra cosa. Seguí un curso de besos hasta su ingle y una vez allí levanté sus piernas para ponerlas en mis hombros. Sus muslos descansaban allí tentadores a ser mordidos, pero contuve mis impulsos centrándome en que esto fuera placentero para él.
Masajeé lentamente sus testículos bajo su pene ya duro y su cuerpo comenzó con espasmos temblorosos. Mi otra mano alcanzó su pene y lo masturbé primero lentamente y luego rápido. Mientras hacía esto no paré de mirarlo, tan avergonzado...
Sus brazos cubrían su rostro rojo y su boca abierta no hacía otra cosa más que intentar encontrar aire para rellenar sus pulmones. Su vientre ascendía y descendía junto con su respiración entrecortada y sus piernas estaban aferradas a mí pero sin fuerza. Su pene duro en mi mano comenzaba a lubricar pre semen que utilicé para repartirlo en toda la longitud y hacer más fácil los movimientos.
—¿Estás bien Kookie? —le pregunté solo para saber cómo respondía un sonoro "SÍ"
—No sé hyung... siento cosas raras.
—¿Te gusta?
—S—Sí...
—Esto va a gustarte más, mírame. —le obligué a que disfrutara de la visión de su polla siendo tragada por mis labios y desapareciendo en mi boca. No pudo aguantar mucho tiempo el contacto visual porque rápidamente se desmoronó en el colchón sujetando mis cabellos con ambas manos.
A medida que me acostumbraba al volumen en mi boca aumenté la velocidad de la mamada hasta el punto en el que le hice delirar en el placer. Mi nombre se oía en toda la casa siendo gritado por su boca. Pidiéndome más. Suplicando por que continuase. Solo con eso yo estaba enloqueciendo.
Su cuerpo no pudo contener los espasmos y se deshizo en mi boca llenándome esta con su semen caliente. Lo tragué todo de una vez y rápidamente lo miré a él, de nuevo con los brazo cubriendo su rostro.
—¿Kook?
—Lo siento hyung, —dijo con el aliento débil y entrecortado—. No sé que me ha pasado...
—¿Cómo? No has hecho nada malo...
—Pero hyung...
—¿Te ha gustado? —Vaya pregunta... asintió avergonzado.
—Mucho. ¿Esto es el placer, verdad?
—Sí. ¿Quieres más? —El asintió y volvió a tumbarse en la cama esperando a que yo regresase a chuparle pero esta vez había otra cosa en mi mente—. No Kookie... Esta vez, será diferente. —Me miró perplejo—. Ponte a cuatro.
—¿A cuarto?
—De rodillas, mirando al cabecero y con la cabeza en la almohada. —Mi tono tal vez no fuera tan dulce como quisiera para trasmitirle confianza pero mi pene ya dolía demasiado y me extrañó no haberme corrido solo con chuparle.
Me miró un segundo pensando en las palabras que le dije y tras comprenderlas hizo todo lo que le pedí. Una vez su culo estuvo respingón frente a mi cara me arrodillé tras él, e incliné mi cuerpo para llegar a su oreja. La cual mordí unos segundos antes de hablar.
—¿Confías en mí? —asintió y yo no me lo pensé dos veces cuando le obligué—. Chupa estos tres dedos.
Él los lamió imitando en todo lo posible lo que yo hice con su polla y una vez estuvieron lubricados los llevé a su entrada mojando allí para introducir el primer dedo.
—Hyung... —sus quejidos eran más por el hecho de no saber que estaba haciéndole, a porque le estuviese haciendo daño, pero yo ya le avisé de que esto le podía resultar molesto, incluso doloroso.
Moví el dedo haciendo espacio para el segundo y una vez pensé que era el momento introduje el segundo. Me puse esta vez de rodillas y acaricié su espalda desde su cuello hasta terminar el extremo de su cola que adornaba la preciosa entrada del gatito. El tercero le pareció más doloroso porque maullaba de incomodidad. Me pedía que parase y que sacase aquello pero yo solo pensaba en que le acabaría gustando.
—Va a doler Jeongguk, pero más tarde será muy placentero. —Me miró por encima del hombro con el ceño fruncido, pero asintió confiando plenamente en mí.
El glande palpitante de mi polla entró primero abriendo el camino para el resto. Él apretaba las sábanas intentando no gritar y yo me deleitaba en su interior. Gemí por primera vez en la noche y mi gemido grutal salió acompañando a mis uñas clavándose en su cadera. La cola frente a mí se enrollaba en mi pierna apretando con la poca fuerza que tiene una pequeña cola de gato. Cuando estuvo completamente dentro, esperé unos segundos, sacando la voluntad de los rincones más recónditos de mi ser, solo para no hacerle daño y dejar que se acostumbrase.
—Hyung. —lloriqueó dejando caer sus lágrimas en las sábanas blancas—. Esto duele mucho...
Decidiendo que debía esperar un poco más comencé a masturbar su pene para tornarlo duro de nuevo. Sus gemidos volvieron a hacerse audibles de nuevo y fue entonces cuando comencé con las estocadas. Fuertes y directas a su próstata. Debí encontrarla rápidamente porque sus gemidos se volvieron gritos de placer, acompañados por los míos.
Salí de él con rapidez y le di la vuelta a su cuerpo para ponerlo boca arriba. Le penetré de nuevo violentamente pero no se vio a disgusto con ello, al contrario, entrelazó sus piernas a mi cadera e intensificó las estocadas para que pudiese llegar más dentro de él.
—Hyung, más rápido, más fuerte...
—Eres muy caliente Kookie...
Mi cuerpo se vio sumido en los espasmos y mis ojos se cerraron instintivamente sabiendo que estaba a punto de correrme. No pensé, simplemente dejé mi cuerpo relajado y seguí con las firmes inmisiones dentro de él hasta que vine en su interior. Me tomé unos segundos pero él seguía duro por lo que me vi obligado a abastecerle hasta que viniese pero yo ya estaba cansado por lo que me senté y le obligué a hacer lo mismo en mi regazo.
Fui yo ahora quien se tumbó con su culo sobre mi polla. Me introduje dentro de él y saltó sobre mí. No le hizo falta que le dijese nada, estaba a merced del placer y de sus instintos para conseguirlo. Sus ojos me miraron cegados de lujuria y su cuerpo tembloroso se aferró a mí pidiéndome atención. Mi mano fue a su pene y lo moví para que viniese rápido. Estaba pensando en que yo no disfrutaba del momento pero no había mejor manera de disfrutarlo que abrir los ojos y ver su rostro mojado y rojo y su cuerpo amoldado al mío para darnos placer a ambos.
En unos segundos vino en mi mano manchando mi abdomen. Sus gritos y gemidos se apaciguaron y se bajó sentándose frente a mí recuperando el aliento.
—Creo que me has dejado con un problema aquí. —Señalé mi polla dura.
—¿Qué debo hacer?
—¿Recuerdas cómo te he chupado yo? —asintió energéticamente—. ¿Sabrías hacérmelo a mí?
Se arrodilló frente a mí y de una vez tragó mi pene. Mi tronco se retorció sintiendo olas de placer recorrer mi cuerpo. No tardé mucho en correrme en su boca y tal como yo hice se tragó todo mi semen frunciendo el ceño disgustado por el sabor.
—¿No te gusta mi leche? —le pregunté sonriendo.
—Me gusta más la que tú me compras... —regresamos a acostarnos en la cama y nos cubrí con las mantas perdidas por el suelo.
—Yo amo la tuya —besé sus labios sintiendo allí mi gusto—. ¿Cómo estás?
—Genial hyung, gracias.
—¿Por qué?
—Por enseñarme el placer. Es lo mejor del mundo. Pensé que mi corazón salía de mi pecho, y mi cuerpo temblaba pero me gustaba.
—No tienes que dar gracias por eso. Eres muy bueno haciendo esto, me ha gustado mucho también. —Bostezó a mi lado—. ¿Tienes sueño?
—Si hyung...
—Ven —se acurruqué en mi pecho sintiendo su respiración rápida aun—. Te amo.
—Te quiero mucho hyung...
Ambos caímos rápidamente en un profundo sueño inducido por el cansancio. Por primera vez en mucho tiempo dormí feliz sabiendo que ya no debía preocuparme más, todo lo que había estado buscando estaba aquí a mi lado, durmiendo junto a mí en la cama.
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