Sin recompensa (JiKook) Capítulo 6 - Agua

CAPÍTULO 6 — Agua

 

Jimin POV:

 

Habíamos acabado de cenar y yo ya estaba fregando los platos mientras Kook estaba sentado viendo la tele. La cena había sido un tormento porque es incapaz de probar la comida. Y cuando la prueba es peor porque la escupe o lloriquea clamando por leche.

—¡Kook! —Le llamé mientras esnifé de mi nariz para poder respirar, estaba empezando a sentirme mal.

—¿Qué? —Me respondió.

—Ven y ayúdame a lavar. —El vino con una expresión casada y de pocos amigos.

—¿Qué hago?

—Mira, yo lavo los platos y tú los secas con ese trapo.

En un principio él sabía manejarse pero cuando tuvo una pila de platos acumulados e intentó colocarlos de golpe en el armario se precipitaron todos sobre él y acabaron rotos en pedazos sobre el suelo. Apagué el grifo de inmediato y me quedé mirando aquel destrozo en el suelo.

—Maldito gato inútil... —amarré su brazo y lo lancé lejos de mi vista—, Vuelve al salón.

Él se fue sin mirarme de nuevo al comedor para sentarse en el sofá. Por un momento me sentí mareado pero evité la flaqueza y me agaché para recoger los pedazos de cerámica blanca. Una vez los grandes estuvieron en la basura pasé el cepillo y la fregona. Me apoyé en el fregadero exhausto y respirando con dificultad.

Regresé al salón y me senté en la otra punta del sofá en el que se había sentado Kook. Respiré profundo mostrando mi cansancio y Kook apenas se movía con una expresión enfadada en su rostro.

—No entiendo porqué estás enfadado. —le solté.

—Déjame en paz.

—Claro... —puse los ojos en blanco

—No me trates como un puñetero niño.

—¿Se puede saber qué te pasa ahora? ¿A caso no eres un niño?

—¡NO! Soy un gato. ¿Es que no lo ves?

—Me he dado cuenta, eres un puñetero inútil, y un manazas.

—¡Ya estoy harto! Realmente no entiendo porqué me torturas de esta manera, para empezar, Kook. ¿Qué imbécil llamaría a un gato así? Y debo aceptarlo porque no me queda otra.

—Kook, no se te ocurra levantarme de nuevo la voz. —ambos estábamos ya en pie.

—Desde que estoy aquí solo he querido gustarte, y la primera noche me aparcas en un trozo tela barata para dormir. Yo quería dormir contigo, para sentir tu olor y me tuve que conformar con una camiseta vieja, y por si no fuera poco a la mañana siguiente por poco no me pateas. Pero eso no es lo peor, siempre que tienes la oportunidad me insultas llamándome "maldito o inútil gato". Ya sé que no me quieres aquí pero ten al menos el valor de echarme a la calle y no hagas mi existencia más horrible. —Estaba rojo de ira.

—¡Si quieres largarte ya sabes dónde está la puerta! —Le señalé la salida.

—No vas a volverme a ver en la vida.

Iba a hablar pero mi visión quedó borrosa por un momento y tuve que apoyarme en la pared a mi lado evitando caerme. Su cola detuvo el movimiento pendular que hacía para detenerse y quedarse completamente rígida. Me miró con los ojos abiertos, pero inerte.

—Por tu maldita culpa he enfermado. —Susurré con los dientes apretados—. Voy a darme un baño. Cuando salga, no quiero verte aquí.

Entré en el cuarto de baño y abrí el grifo para llenar la bañera. A medida que el nivel de agua subía, eché una sales aromáticas que no creaban espuma, tan solo enturbiaban un poco el agua con color azul. Cuando estuvo a punto de desbordarse apagué el grifo y me senté dentro de la pila. Ambos brazos fuera junto con mi cabeza y todo mi cuerpo se vio instantáneamente relajado por la tensión.

Respiré profundo sintiendo la humedad entrar en mis pulmones. Realmente necesitaba esto. Mi mente no estaba al cien por cien. Y estando completamente relajado y a la vez aturdido vi abrirse la puerta del baño y entrar Kook silenciosamente. Mi cabeza estaba colgando del borde pero con un ojo abierto observando sus movimientos.

—¿Qué haces aquí? —pregunté pero él no me contestó nada en absoluto.

Se limitó a desvestirse como había hecho yo y acercarse a la bañera. En mi estado de somnolencia pude admirar su hermoso cuerpo tan cerca de mí. Se ve realmente fascinante.

Miró la bañera llena de agua y se sorprendió por el nivel de esta, acercó su mano mojándola sutilmente y retirándola como si se hubiera quemado. Lo pensó varias veces y agarrándose firmemente al borde entró sentándose en el otro extremo al que estaba yo. Su cuerpo estaba tenso vigilando el agua a su alrededor pero con el paso de los segundo se relajaba.

—¿No tienes miedo? —le pregunté.

—Sí. Mucho. Pero confío en que no me dejes ahogar.

—Te he echado de mi casa. —Mi corazón dolía cuándo dije eso.

—Por favor, cuida de mí. Eres mi amo, es tu responsabilidad.

—No sé cuidar de un gato.

—Aprende, por favor. No me eches a la calle. —sus ojos llorosos me miraban suplicantes.

No le contesté y me limité a observar mi mano vendada que poco a poco desenvolví y dejé al aire. Lentamente la introduje en el agua y la sangre seca se fundía con el azul de la bañera. Fruncí el ceño sin poder evitarlo.

—¿Duele? —me preguntó a lo que yo asentí—. Te cortaste por mi culpa. Lo siento.

Y acto seguido sostuvo mi mano entre las suyas y lamió la herida con su húmeda lengua. Los escalofríos comenzaron a invadir mi cuerpo y mi polla palpitante estaba dando señales de vida.

—¿Cómo he llegado a esto? Pasar de estar duchándome con mi novia a bañarme con un híbrido de gato y niño.

—Has ganado con el cambio ¿verdad? —me miró sonriendo mientras lamía mi mano.

—Sí. —No fue ironía.

Una vez vio terminada mi mano miró mis clavículas marcadas con sus arañazos y se levantó de sus sitio para sentarse en mi regazo y lamer mi cuello. Aquello comenzó a hacerme delirar.

—Para Kook, esto es raro... —pero por mucho que insistí, él no quería escucharme y acabé cediendo a su lengua. Abracé su cintura restregando mi polla dura allí aunque él no parecía darse cuenta de que mis intenciones eran otras más allá de curar mis heridas.

No pude soportarlo más y lo levanté de mí para estrellarlo en la parte contraria de la bañera, tal como había estado minutos antes. Se asustó más por mi gesto que por el golpe en su espalda. El agua a nuestro alrededor se tambaleó hasta que parte de ella se derramó fuera. Me senté en sus piernas estiradas y chupé su cuello, lo lamí y mordí hasta que unas marcas rojas aparecieron en su blanca piel.

Él gemía debajo de mí y me encantaron sus maullidos escondidos. Sus mejillas encendidas y su boca entreabierta. Estaba completamente perdido pero lo estuvo más una vez que llevé la mano a mi polla y masturbé todo lo rápido que pude.

—Hyung... ¿Qué haces? ¿Estás bien? —preguntó confundiendo mi cara de placer con una de dolor.

—Repite eso de que me necesitas. —Rogué.

—Hyung, te necesito. No me abandones tú también. Quédate con migo y seré bueno.

—Ah... Kookie... —gemí en su oído mordiendo allí también— Serás un buen gatito...

Sentí sus manos abrazar mi cintura titubeantes y las descargas eléctricas volvieron más fuertes e interesantes, al descubrir lo dulce que resultaba su tacto en mi piel. Tan delicado... De vez en cuando le sorprendí mirando mi pene erecto bajo el agua y rápidamente desvió su mirada avergonzado, sabiendo que es algo íntimo. Pero a mí me gustaba, sentirme observado, que me tocase, que se deleitase con mi cuerpo. Igual que yo hacía con él. Que me mirase sin pudor.

 

Llegué a moverme sobre él como si me estuviera penetrando. Cuando sentí mi cima apoyé mi mano libre en su hombro y tiré mi cabeza hacia delante para juntar nuestras frentes y probase mi aliento entrecortado. Una vez terminé ensucié el agua con mi semen y lo miré profundamente haciéndole sentir intimidado. Pero él no retiró sus ojos de los míos.

—¿Estás bien hyung? —Preguntó posando su mano en mi mejilla.

—Sí, perfectamente. —Dije con voz débil.

—Estas sudando. Estas mal hyung, será mejor que salgamos...

—No Kook. Estoy genial ahora.

—¿Seguro? —Asentí.

—¿Puedo darte un beso? —Él asintió mostrándome su mejilla pero yo giré su mandíbula y besé sus labios intensamente.

Estaban cálidos y húmedos por haber lamido antes mi cuerpo. Dulces y con sabor a leche y galletas de chocolate. Sin duda es el mejor beso que he dado en la vida, los mejores labios y la mejor sensación que tenido la suerte de vivir.

Antes de que pudiera reaccionar introduje mi lengua dentro de su boca y escruté todos los rincones de aquella maravillosa capacidad tan adictiva. El sabor de su saliva comenzaba a convertirse en adicción y me vi obligado a aferrarme a los cabellos crecientes en su nuca para no perder el control de mi cuerpo de nuevo.

Tiré de su cuello para intensificar el beso y cuando me quedé sin respiración dejé libres esos labios enrojecidos e hinchados. Me miró con los ojos entreabiertos y la boca igual, aun asimilando el beso. Mis manos en sus hombros era una sensación demasiado irreal, sus manos en mis caderas, aun peor.

—Ahora vuelvo —dije y tiré mi cuerpo hacia atrás cubriéndome completamente bajo la superficie del agua.

Ahora realmente sentí sus uñas clavándose en mi cadera y su voz llamándome por encima del agua. Aguanté la respiración poco tiempo y cuando sentí mis pulmones arder salí a la superficie de nuevo.

—¿Estás loco? Podrías haberte ahogado. —Sonreí completamente fascinado por su inocencia.

—Te quiero tanto mi Kookie. —Dije y posé un sello en sus labios de nuevo.

 


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