Sin recompensa (JiKook) Capítulo 5 - Humano
CAPÍTULO 5 -
Humano
Jimin POV:
-¡AHHHHHHH!
Me levanto de un salto de la cama despertado por un ruido en el salón, no ha sido un ruido, ha sido un grito de hombre. Me deshago de las sábanas en menos de un segundo y me dirijo al armario para sacar de allí un bate de beisbol. Nada más tenerlo en mis manos ya me siento protegido y me pongo en una postura defensiva a medida que avanzo a la puerta.
-¿Quién anda ahí? -Pregunto mientras abro la puerta.
-Dios mío, dios mío. -Oigo la voz de un chico lamentándose al otro lado.
Nada más cruzar, veo a un chico joven, de al menos quince años de pie frente a mí y lo que más me llamó la atención es que estaba completamente desnudo. Su piel blanca brillaba por la luz que entraba desde la ventana. Y su pelo negro estaba reluciente y brillante.
-¿Quién demonios eres tú? ¿Y cómo has entrado?
-¿Cómo? ¡Perfecto! Ahora ni me reconoces.
-Niño estúpido -dije amenazándole con el bate-. Dime ahora mismo quien eres.
-¿No estás viendo mis orejas? ¿Y mi rabo? -Dijo mostrando unas orejas de gato salientes de su cabeza y sujetando con su mano un rabo de pelo negro que salía de su espalda. Yo solo pensaba en que había un niño desnudo frente a mí e intenté que mi vista no fuera a sus partes íntimas-. Me trajiste aquí el otro día. Soy tu gato Kook.
-¿Kook? ¿Me estas vacilando? -me dispuse a golpearle y él cayó al suelo protegiéndose interponiendo sus brazos entre nosotros. Y entonces, lo vi. Su brazo enmarcando una herida reciente. Como Kook.
-Hyung, por favor, no me golpees. -su voz suplicante no fue lo que me detuvo, fue su brazo mutilado. Bajé el bate y me acuclille a su lado cogiendo su brazo y observando su herida en proceso de curación.
-¿Kook? -Él me miró lloroso-. ¿Qué te ha pasado?
-Y yo qué diablos sé.
-Sabes hablar.
-Sí.
-Y tus orejas... -palpé las orejas en su cabeza, peludas y suaves como las del gato que acaricié ayer por la noche antes de irme a acostar-. A ver tu rabo... -dije girando su cuerpo para verle bien de espaldas pero él se puso en pie ofendido.
-¿Qué coño te pasa? ¿Crees que es una broma?
-No, es solo que... Wow... esto es fascinante.
-A mi no me gusta.
-¿Por qué? -le pregunté ansioso.
-Porque me gusta ser gato, mírame por el amor de dios. Estas piernas gordas -dijo apretando sus turgentes muslos-, esta cosa colgando entre mis piernas... -esta parte intenté no mirarla.
-No seas así. Agradece que seas un chico atractivo. -me miró confundido y le sujeté de los hombros para guiarle al cuarto de baño.
Una vez estuvimos ambos frente al espejo su rostro se descompuso en una expresión de rabia al verse en él.
-Soy horrible. -dijo seco y se giró para no verse más.
La verdad es que era realmente lindo. Los ojos eran exactamente iguales a los del gato con el que he estado estos días, su pelo caía en la frente enmarcando su rostro, sus mejillas sonrojadas y sus dientes blancos y grandes, decorando unos labios carnosos.
-Yo pienso, -dije acariciando sus brazos-, que para tener...
-No me toques.
Y acto seguido golpeó mis manos deshaciéndose de mí con un empujó y saliendo del baño con el rabo entre las piernas, nunca mejor dicho. Le seguí hasta verle sentarse en el sofá y lamer su herida. Me senté en la mesa frente a él.
-No actúes así.
-Ya no importa -dijo ahora lamiendo su hombro.
-¿Estás enfadado con migo?
-Sí
-¿Por qué? Esto no ha sido culpa mía.
-No estoy enfadado por esto.
-¿Entonces?
-Vas a darme a una perrera.
-Ah, -dije acordándome de ayer por la noche-, Creo que eso ya no es una opción.
-Vas a abandonarme como hizo mi madre, y como hicieron mis dueños.
-No Kook, te prometo que no voy a... -me detuve observando como ahora lamía su muslo. Oh dios mío. ¿Cómo se atreve a hacer eso delante de mí? Mis mejillas enrojecieron al instante y no pude formular ninguna frase coherente.
-Una vez me haya curado me soltarás a la calle para no tener cargo de conciencia ¿verdad?
-No. -mi voz ahora era firme.
-Mentira -me miró durante unos segundos pero más tarde volvió a lamerse.
Yo me levanté y me conduje al cuarto para buscar algo de ropa que ponerle encima. Cuando regresé le tiré unos calzoncillos, un pantalón de chándal y una sudadera. Algo parecido a lo que yo portaba.
-Deja de ser un crío y vístete. -de nuevo fui grave y directo.
Me senté a su lado y encendí la televisión mientras él se ponía la ropa, aunque primero la estuvo observando durante unos minutos preguntándose ¿cómo? o ¿por qué ponérsela? Apenas estaba atento al canal o el programa, estaba más pendiente de mirar por el rabillo del ojo qué hacía Kook.
Primero intentó ponerse la sudadera pero tras darle varias vueltas comprendió que era una tarea demasiado complicada y se rindió. Más tarde probó con los calzoncillos y a la primera no lo consiguió, tampoco a la segunda...
Llegó un momento en el que me sentí obligado a ayudarle. Me levanté y me arrodillé frente a él en el sofá.
-¿Puedo? -Le pedí permiso para tocarle y él asintió pasándome la prenda.
-No me gusta ese color.
-A mi tampoco. -dije sonriendo. Le introduje una pierna por el agujero, y lo mismo con la otra. Cuando ya estaban, le ascendí la prenda por los gemelos, y más tarde por los muslos turgentes. Le hice ponerse en pie para cubrir bien sus glúteos y su pene.
-Es incómodo -se revolvió como un niño pequeño-. El rabo sale fuera...
-¿Cómo? -Dije alarmado. Pero el sonrió al mostrarme por encima de su hombro la colita negra que movía alegremente. Yo también sonreí.
Después le puse la sudadera y los pantalones y una vez estuvo vestido, no paró de poner mala cara quejándose de los picores, del calor o de la incomodidad.
Nos quedamos ambos sentados en el sofá, en silencio, probablemente asimilando lo que acababa de suceder. Lo miré y él seguía observándose a sí mismo perplejo. Sin poder evitarlo dirigí mi mano a su cabeza y acaricié su cabello observando cómo las orejas bajaban a medida que yo avanzaba mi mano, y su colita negra, golpeaba ligeramente el sofá feliz. Ronroneó cerrando los ojos.
-¿Te gusta cuando hago esto? -Él asintió sin titubeos. Oí su estómago gruñir-. ¿Tienes hambre?
-Sí, leche. -dijo animado.
-No Kookie... ahora que eres humano debes comer lo mismo que yo.
Nos levantamos del sofá y al verle caminar le vi débil o tal vez titubeante por la falta de práctica. Una vez llegamos a la cocina saqué una bolsa con cereales, fruta, leche y tostadas.
-¿Qué quieres?
-Leche.
-¿Y qué más?
-Solo leche.
-No Kook. Debes comer bien para crecer y ser fuerte.
-No me hace falta -de repente moría a carcajadas-, Ya soy casi tan alto como tú.
-¡YA! -Le señalé con el dedo-. Haz lo que quieras. -Me senté frente a él y mordí una manzana que estaba a mi alcance.
Lo vi intentando servirse un vaso de leche y derramó más de la mitad de lo que se sirvió. Sin embargo lamió todo aquel líquido que se dejó caer. Lo detuve al instante pero él me miró frunciendo el ceño y me vi obligado a dejarle hacer. Idiota.
Cuando terminó de beber la leche le exhorté a que comiese algo y le vi tanteando las posibilidades. Se acercó a la bolsa de cereales de miel y se llevó unos cuantos a la boca, los masticó y los escupió en el vaso vacío. Después probó las tostadas y de nuevo las escupió. Le ofrecí la manzana que yo mismo estaba comiendo y apenas la olisqueó se giró para no mirarla.
-¿Quieres comida de gato? -Me levanté y le puse el saco de pienso delante de él. Lo miró y se metió varios granos en la boca. Los saboreó como si estuviera comiendo caviar-. No sé si deberías comer solo eso...
-Está delicioso hyung... ¿Quieres? -Me ofreció pero me negué al instante.
-Yo prefiero esto. -Dije dirigiéndome al cajón y sacando un paquete de galletas de chocolate. Saqué una y me la dirigí a la boca cuando me detuvo su mirada. Él aun masticaba su pienso pero no apartó la mirada de mí.
Me acerqué a él y puse mi galleta en sus labios, expectante a que la catara. Poco a poco él abrió su boquita e introduje la galleta allí. Mordió y masticó. Sus ojos se abrieron como platos y relamió sus labios dejando el pienso a un lado.
Acaricié su cabeza encantado de ver aquello. Cuando terminó de masticar dirigió su boca a mi galleta de nuevo pero yo lo detuve negando con el dedo.
-¿Quieres mi galleta? -el asintió mirándola-. Muy bien. Tiene todas las que quieras si me das un beso. -Dije y puse mi mejilla.
-¿Beso? -me miró confundido.
-Aquello que hice el otro día cuando te secaba después del baño. -se estremeció de pies a cabeza cuando rememoré sus recuerdos.
-Ah... Que tortura.
-¿El beso?
-No, el agua. Sigo sin saber que es un beso.
-Esto -dije y giré su rostro para dejar su mejilla al descubierto. Besé allí delicadamente para que sintiera mis labios como chocaban con su piel.
-¿Y por qué quieres que yo haga eso?
-A los humanos nos gustan. -Me miró confundido-. No importa, toma.
Suspiré y le di la galleta para que se la comiera. Me gustaba saber que estaba bien alimentado pero no me gustaba tener que explicarle todo lo que los humanos hacemos o no. Me estoy temiendo años de explicaciones.
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