POR TI, TODO MENOS MI DIGNIDAD (Yoonmin) - Capítulo 12 - Lluvia

Capítulo 12 - Lluvia

Yoongi POV:

 

—Te dije que mejor dejarlo para otro día, hace mucho frío.

Ambos estamos en camino a la cancha de baloncesto más cercana que es a dos kilómetros porque al niño caprichoso se le antoja jugar hoy.

—Haberte traído tu mantita. De todas maneras la ibas a usar para llorar abrazado a ella.

—Tengo hambre. —Yo no oigo sus provocaciones.

—Vas a tragarte mi polvo.

—Cállate si no quieres que te goleé ahora mismo. —Se ríe con una carcajada muy sonora, demasiado escandalosa para mi gusto.

—¿Tienes miedo?

—No. ¿Debería?

—Por supuesto. Me ves siempre en los descansos cuando juego al baloncesto y sabes de lo que soy capaz. —No sé que me preocupa más, la falta de paciencia para su ego o el hecho de que se haya dado cuenta de mi presencia cada día.

—Tal vez sea que mi presencia te incomoda por lo que juegas tan mal.

—¡Tú! —Agarra el cuello de mi camisa pero yo sigo andando sonriendo olvidando las pequeñas rabietas de niño pequeño que convulsionan su cuerpo.

Continuamos de camino a la cancha y por cada paso siento mi cuerpo más frío que antes. Son las cuatro de la tarde y aunque no es de noche hace frío igual. Y el hecho de seguir con el uniforme no ayuda, me gustaría haber estado más cómodo para esta ocasión pero no debía perder el tiempo con este imbécil por más rato. Solo pienso en una cosa, terminar la partida y regresar a mi calentita casa.

—Trae eso aquí. —Le digo quitándole mi pelota de las manos.

—¿Queda mucho? —Me pregunta como un niño impaciente.

—No, es ahí delante. —Comenzamos a ver una explanada vacía de personas, como no, y la canasta de baloncesto salir de entre los árboles. Sin darme cuenta aporreó la pelota en mis manos y esta cayó al suelo siendo gobernada por las manos pequeñas de Jimin. Corrió botándola hasta allí y sin haber comenzado ya se apuntó un tanto sin estar yo presente.

—Suga, la partida ya comenzó, —yo estoy de pie frente a él y Jimin seguía botando la pelota en mis narices. El juego ha comenzado—. Ponte las pilas o no harás ni un...

No dejo que termine cuando esquivo su cuerpo ya con la pelota naranja en mis manos. Doy dos grandes pasos y la tiro acertando perfectamente dentro del aro de metal. Veo las cuerdas ya ensuciadas por el paso del tiempo moverse a medida que se deshacen del balón y cómo la pelota cae a mi lado botando. La retengo y se la paso deleitándome en su cara de asombro.

Sus manos la recogen perfectamente pero sus ojos no me quitan la mirada de encima.

—No estaba preparado. —Se excusa.

—Ponte las pilas. Dos — Dos.

Él, con el balón en las manos avanza hasta mí ya que estoy en medio entre él y la canasta e intenta esquivarme pero tan solo su cuerpo consigue evitarme, la pelota regresa de nuevo a las manos de su dueño y la lanzo encestando otra vez.

La recoge Jimin, da unos pasos hasta el centro y avanza hasta mí nuevamente. Y nuevamente, vuelvo a recuperar la pelota que cae perfecta en el aro. Seis — Dos. No hace falta que le recuerde la puntuación, cada canasta se clava en su ego.

Esta vez soy yo quien saca, avanzo hasta él y Jimin comienza a hacer gestos extremadamente exagerados tan solo para distraerme pero no funciona. Consigo evitar su cuerpo tan fácilmente que apenas se da cuenta. Tan solo lo asume cuando la canasta es de nuevo atravesada.

Su rostro pasa fácilmente de sorprendido a enfadado, y más cuando ha llegado un punto en el que no le dejo tocar el balón. Inatenta robármelo por todos los medios pero yo tan solo me limito a jugar y encestar todas las veces que me es posible.

—Doce - Dos —le recuerdo solo para sumirlo más en su apuesta. Y sorprendentemente se sigue viendo con ánimos de continuar—. Vamos, ven a por mí.

Yo estoy en medio del campo y espero su cuerpo venir corriendo a mi pero sigue manteniéndose cerca de la canasta. Una vez avanzo, él corre a mí en un ataque sorpresa y enviste su cuerpo contra el mío desequilibrándome y casi haciendo perder la pelota, pero no lo consigue. Intento evitarlo de nuevo pero me es imposible, está haciendo faltas personales pero no las tengo en cuenta porque entiendo que la situación es demasiado humillante.

Miro la canasta lejos de mí, pero pienso, no es imposible. Abro mis piernas y sujeto fuertemente la pelota con las manos. Me dispongo a lanzar.

—Es imposi... sible...

Su voz se apaga a medida que ve colarse por el aro mi preciosa pelota naranja. Rebota una, dos, tres veces y aun seguimos sin poder creernos lo que acabo de hacer. Salto y grito de completa fascinación.

—Deja de hacer el idiota y continuemos. —Recoge enseguida el balón y se lo apropia de nuevo corriendo a la canasta y al intentar encestar no entra. Lo intenta un par de veces más y tan solo lo consigue a la quinta, y porque yo no hago nada. Tan solo observo detenidamente como se consume por su frustración.

—Quince — Cuarto. —Le recuerdo. ¿Quieres continuar? —Me tira el balón haciéndome daño en el pecho. Lo aferro a mí como puedo mientras veo su rostro rompiendo a sudar.

—Por supuesto. Empieza.

Sin pensarlo más y ya sintiendo mis músculos cansados me dirijo a Jimin botando el balón y lo esquivo como siempre, pero creo que ya han sido demasiadas veces porque ha sabido qué iba a hacer, por lo que rodea sus brazos a mi cintura y veo la pelota escapar de mis manos y bota libremente lejos de mí.

No puedo pisar como a mí me gustaría porque mi cuerpo ha sido detenido en pleno movimiento y caigo de bruces al suelo. El ruido probablemente me asustase más que el dolor en sí. Tardo un poco en abrir los ojos y siento mi cuerpo dolorido en varios sitios, pero nada preocupante. Simplemente ya no quiero levantarme.

Este imbécil me ha hecho una falta personal y me gustaría recriminársela. Me giro y le veo observarme serio detenidamente. Asustado y humillado.

—¿Estás bien? —Me pregunta con el aliento entrecortado, igual que el mío. No contesto directamente. Primero asiento y espero unos segundo porque algo húmedo moja mi nariz. Miro al cielo y él sigue mi mirada extendiendo las palmas de sus manos a ser mojadas. En menos de cinco segundos una lluvia torrencial nos invade mojándonos completamente.

Yo me levanto de un salto y recojo la pelota que había desaparecido de mi vista. Regreso a donde está Jimin y salimos los dos corriendo y riendo como dos niños pequeños.

—Maldita sea. —Le oigo maldecir a mi espalda mientras corremos en dirección a mi casa, pero estando a dos kilómetros y después de haber estado más de una hora jugando yo no me veo en la capacidad de aguantar mucho.

Oigo nuestros pasos en los charcos que había de antes y en los nuevos que se están formando, junto con nuestras risas retumbando en las calles por las que pasamos. Vivo en un bario mas apartado del centro, un barrio que me recuerda mucho a Daegu y por eso escogí aquí la casa, sin embargo este es uno de los mejores momentos que he vivido aquí. Correr feliz como un niño queriendo evitar la lluvia.

Jimin me sigue porque no tiene ni idea de dónde está el camino a mi casa pero en un momento en el que le veo girar hacia un lado en el que no es, agarro su mano y entrelazo nuestros dedos tirando de él hacia el camino correcto.

Él no parece querer soltarme y yo estoy agradecido de que siga riendo porque creo que me he hecho adicto a su sonrisa y la forma en la que sus ojos desaparecen cuando esta ilumina su cara.

Me detengo una vez llegamos al saliente de un balcón y descanso allí soltando su mano ya por vergüenza. Ambos sabemos que necesitamos descansar y parar hasta que la lluvia se detenga por lo que nos quedamos recobrando el aliento. Aun con la pelota entre mis manos veo a Jimin acercarse a mí y sujetando mi hombro obligándome a retroceder hasta que mi espalda se golpea con la pared. Su otra mano la apoya detrás de mí como en los tradicionales Dramas. Yo sin embargo interpongo la pelota entre nosotros pero no entiende la indirecta de que se aleje.

—¿Qué demonios haces? —Mi voz es seria y alta, pero sabe que estoy lleno de miedo.

—Golpéame. —Su aliento entrecortado y caliente choca contra mi cara haciéndome sentir tan indefenso. Tengo miedo.

—No ahora. Podían denunciarme. —Digo con sorna pero no me cree. Se acerca más a mí y la pelota entre nosotros desaparece porque él la quita del medio.

—¿Te estoy intimidando? —Tan bajo que apenas oigo su voz en mi oído. Yo intento no darle importancia a su manera de superar una derrota y me limito a mantenerme firme.

—No. Y no se te ocurra levantarte la camisa porque eso no funciona conmigo. —Si es cierto que me ha visto observarle en las gradas también se habrá dado cuenta de que he comprobado su manera de afrontar un partido perdido.

Retira su rostro de mi cuello y me mira detenidamente. Yo sigo imparcial.

—¿No me tienes miedo?

—No. —Miento—. Me da risa que no seas capaz de asumir que he ganado. A mí no puedes seducirme.

—Sí lo asumo. Te exijo que me golpees. Ahora.

Le miro por unos segundos pero él no lo entiende. Me agacho a recoger la pelota que ha tirado y ahora lo puedo mirar claramente desde la distancia.

—No lo entiendes ¿verdad? —Me observa—. Yo no soy como tú.

Y sin decir más camino bajo la lluvia dejándolo detrás decidiendo si pensar en lo que le he dicho o seguirme sin preguntar. Siento la gotas de lluvia colisionar en mi cabeza y hombros y a los pocos segundos ya me siento completamente empapado. Tan solo quiero llegar a casa.

 

 

 

 

 

 Capítulo 11                  Capítulo 13                                              

 Índice de capítulos                                                   


Comentarios

Entradas populares