POR TI, TODO MENOS MI DIGNIDAD (Yoonmin) - Capítulo 11 - Apuesta

Capítulo 11 - Apuesta


Jimin POV:

 

Ha pasado una semana desde que estuve en casa de Tae y aun busco la oportunidad de arremeter contra Yoongi en cualquier momento pero quiero que sea en el momento adecuado. Y es hoy, es ahora. Quedan cinco minutos para que suene la alarma de clase y todo termine. Viernes. Tengo la excusa perfecta.

Cojo mi móvil en un despiste del profesor y le escribo un mensaje a mi madre:

"Hoy iré a comer a casa de Tae"

Ella me responde a los segundos dando su aprobación y una vez las clases terminan todos nos ponemos en pie, despedimos al profesor y nos marchamos cada uno por su lado. Y el mío es, como siempre con Kookie y Taehyung. Yoongi es el primero en salir de clase con su mochila tan solo en un hombro. Yo espero unos segundos y me uno a mis dos amigos siguiendo el ritmo me este.

Una vez llegamos a la salida giramos a la izquierda pero yo me detengo sabiendo que Yoongi ha ido en la dirección contraria.

—¿Qué pasa Jimin? —Me pregunta Kook.

—Lo siento, he quedado ahora con una chica y se me había olvidado. No vemos ¿Ok? —Sin dar más explicaciones salgo corriendo en la dirección opuesta y alcanzo a Yoongi en unos segundos, pero camino a varios metros de él evitando que me vea.

Le veo caminar lentamente con los cascos en las orejas apartado de cualquier cosa a su alrededor, le envidio demasiado por ser capaz de conseguirlo.

 

 

Yoongi POV:

 

Me siento en la parada como cada día y espero unos cinco minutos a que el bus pase y me recoja. Y como cada día un hombre deja su maletín en el suelo y se sienta en el banco a mi derecha.

—Buenas tarde Yoongi. —Me saluda y yo me veo en la obligación de quitarme uno de mis cascos para escucharle, pero la verdad es que no me quejo. Es un hombre muy agradable de fácil conversación.

—Hola SeokJin. ¿Cómo ha ido el día? —Era una persona mayor con el que el único trato que nos unía era el camino de vuelta a casa los días de diario. Siempre y cuando yo saliera a la hora programada.

—Agotador como siempre. —El pobre hombre trabajaba en una oficina cercana e insistí en que se comprara un coche pero dijo que prefería el transporte público. Un buen hombre—. ¿Y el tuyo muchacho?

—Igual. —El autobús llegó y todos nos subimos.

 

 

Jimin POV.

 

Veo como se sienta en la parada y yo me quedo de pie unos segundos observándolo, me oculto detrás de la gente pero no importa porque él se oculta de mí detrás de un hombre que se sienta a su lado. Es un hombre de traje que le hace hablar y comenzar una conversación.

Pienso en mil posibilidades de quién será esa persona pero no encuentro ninguna que me convenza lo suficiente.

De repente llega un bus y veo como ambos se levantan y se adentran en él. Yo les sigo evitando que puedan verme. Entro entre la gente y me siento en uno de los últimos asientos teniendo una vista perfecta de ellos sin que puedan verme.

—Ha, ha, ha, ha... ¡No puede ser! —Oigo la risa de Yoongi a lo lejos y me siento realmente enfadado por ser esta la primera vez que la oigo, infundida por un desconocido de mierda.

Pasan los minutos y ambos siguen conversando amigablemente.

 

 

Yoongi POV:

 

Ambos nos sentamos al lado del otro como siempre y seguimos hablando sobre su esposa. Según me ha contado es una completa dulzura y de vez en cuando muy graciosa.

—Y ella contestó: Disculpa pero las bulímicas como tú son las que no encuentran marido.

—Ha, ha, ha, ha... ¡No puede ser! —río como nunca. O como siempre porque con este hombre siempre hay algo de que carcajearse. Me encantan los caminos de vuelta a casa porque son lo mejor del día. Desde hace año y medio seguimos esta rutina de acompañarnos el uno al otro hasta que él baja primero.

Nos hemos visto un par de veces fuera de esta monotonía, y es más, vi una vez a su esposa pero son estos momentos los que nos animan la vida. Él me dijo una vez que yo le recordaba a su hermano pequeño que quedó en Busán con su familia. Yo le dije que tan solo lo veía como un hombre más en esta ciudad, lo cual es cierto.

—Su esposa es la mejor, Hyung, ojalá yo encuentre una así. —Ambos reímos por última vez en el día y nos despedimos porque su trayecto toca a su fin. Él se bajó y me dejó de nuevo a solas con la reconfortante música y aun cuando ya no estaba junto a mí en el bus yo seguía riéndome.

 

 

Jimin POV:

 

No entiendo cómo es posible que Yoongi siga riendo como un idiota cuando el tío ese ya se ha marchado. Quiero ir y sentarme a su lado donde estaba aquel gilipollas, quiero intimidarle y llevarle a mi casa para violarlo, y sin embargo me quedo donde estoy con el ceño fruncido y los brazos cruzados guardando en mi mente cada movimiento que hace, cada gesto, su sonrisa. Es hermosa.

 

 

Yoongi POV:

 

Ha llegado mi parada y me bajo rápidamente viendo ya mi casa desde aquí. Camino a prisa porque tengo mucha hambre y aun tengo que hacerme la comida. Envidio mucho a los chicos de mi clase por tener la posibilidad de llegar a casa y sentir desde que entran el olor de la rica comida de mamá. Yo no tengo eso desde que me vine a esta ciudad a vivir. Pero he aprendido a vivir con ello.

Llego al edificio y entro en el portal sintiendo mis huesos congelarse por el frío de fuera. Hoy hace más frío que otros días por lo que agradezco la calefacción cuando llego a casa y me quito mi abrigo junto con la mochila dejándolos en el sofá.

Entro en la cocina, abro la nevera echando un vistazo rápido y asimilando lo que puedo prepararme con lo que veo. Lo más sencillo, un sándwich con patatas fritas de bolsa. Tengo ya medio sándwich de la mano, con una gran manta sobre mis hombros cuando oigo el timbre de mi puerta. Coloco más cómodamente la manta sobre mí de manera que evito toque el suelo y se ensucie y voy a la puerta. El timbre suena de nuevo impaciente.

—Ya voy~ —Canturreo a medida que me acerco a la puerta. Doy un pequeño muerdo al bocata en mi mano y cuando abro la puerta el trozo que he injerido se me atraganta en la garganta.

 

 

Jimin POV:

 

La vista ante mí no puede ser más ridícula, un Suga completamente paralizado, con una manta de color blanco con pelo sintético mordiendo un sándwich que dudo que trague por el susto. Esperaba decir algo instintivamente pero me es difícil ahora mismo. Yo tampoco sé cómo actuar. Quería enfadarme, he venido todo el camino reconcomiéndome en mi odio, pero ahora no puede salir.

—¿Qué diablos haces aquí? —Una de sus manos sujeta la puerta para evitar que yo entre de golpe pero no va a ser necesario.

—¿Tú qué crees?

—Yo no creo nada. ¿No deberías estar en tu casa?

—No.

—¿Me has seguido? —Pregunta susurrando pero no espera que contentes, es una afirmación para sí mismo.

—Con que vives solo eh... —Empujo su brazo y le hago retrocedes un par de pasos a medida que yo me adentro en la casa. Cierro la puerta detrás de mí y camino hacia él.

—Esto es allanamiento de morada, Jimin, puedo denunciarte.

—No lo has hecho en todos estos años ¿por qué vas a hacerlo ahora? —Él no responde y yo me obligo a avanzar más pasos hasta que nuestros rostros se chocan.— Vas a cobrar la deuda del ridículo que me hiciste pasar el otro día. Voy a... —No puedo continuar hablando porque algo se interpone en mis pasos y mis rodillas ceden.

Y sin embargo antes de tocar el suelo unos brazos fuertes se cuelan por mis axilas evitando caer de bruces. Veo medio bocadillo en el suelo tirado y la manta a mi lado hecha una bola. Me incorporo rápidamente y veo el objeto que me ha hecho caer.

—¿Qué diablos hace esto aquí? —Pateo la pelota de baloncesto que estaba en medio de mi camino y esta rebota por las paredes haciendo que regrese de nuevo a mí. Suga sin embargo se preocupa más de recoger la comida y la manta del suelo

—¡No patees mi pelota!

—¿La has robado de clase?

—¿Qué estupideces dices? Es mía. —Le miro sin creerme una palabra.

—¿Tuya? Si no sabes jugar...

—No te importa. —Me la zafa de las manos y la abraza como si fuera su más preciado tesoro tocado por un infiel como yo.

—Está bien, como te he cogido cariño durante todos estos años, vamos a hacer una cosa, —me mira expectante—, jugaremos un uno contra uno y quien gane, golpea al otro.

—¿Cómo que lo golpea?

—Un simple puñetazo.

—No importa quién gane o pierda, vas a darme una paliza de todos modos. —Sin contestar a eso extiendo mi mano esperando cerrar un trato en el que soy completamente recto. Su mano derecha se entrelaza con la mía y muevo ambas sonriendo. Confiado en que no voy a perder.

 

 

 

 

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