PARTE DE LA ÉLITE [PARTE I] (BTS) - Capítulo 25

 Capítulo 25

 

JungKook POV:

 

Ya sin maquillaje entro en la habitación viendo allí sobre la cama unos regalos. Paquetes grandes, otros pequeños, pero todos envueltos con papel y lazos del color de nuestra bandera. Todo está pensado o tal vez sean delirios de mi mente y cuerpo torturados por la bota de Jimin.

—¿Kookie? –Dice Tae detrás de la puerta.

—¡Voy! –Abro para que él entre y lo primero que sus ojos ven son los regalos sobre mi cama, igual que hice yo—. ¿Los abres conmigo? –Pregunto en este momento falto de cariño. Él asiente sonriendo y no puede evitar sentarse a mi lado en la cama con su estúpida sonrisa cuadrada.

—Tú primero. –Me dice y rápido cojo el más grande de todos y lo desenvuelvo sacando de la caja varios libros sobre el presidente y la historia del país. Me encantan, los leeré encantado—. Abre este. –Le doy una caja plana y bajita que desenvuelve curioso. Saca de ella una bandera del país que rápido le encuentra un sitio en la pared.

—¿Te gustan? –Me pregunta refiriéndose a los regalos.

—Sí.

—¿No te recuerda a la navidad? A mí sí.

—¿A la navidad?

—Claro, con el árbol de navidad, los regalos, la comida calentita…

—No. No celebramos navidad. –Me encojo de hombros.

—¿No? ¿Por qué?

—No tenemos árboles, no tenemos dinero para regalos y nuestra comida es solo arroz con pastillas. –Le miro ya consciente de que no entiende la verdadera diferencia entre dentro y fuera del muro—. De pequeño le preguntaba a mamá: Madre, ¿por qué los niños de la tele tienen regalos en navidad y yo no? Ella me respondía: Hijo, esos niños que ves en la tele son privilegiados, tienen dinero y viven muy lejos de aquí. Alégrate por tu padre que al fin tiene un día libre al año. –Me encojo de hombros nuevamente para ver el rostro serio de Taehyung delante de mí. Entonces mira todos los regalos dándose cuenta que esto es más que un simple detalle para mí.

—No te preocupes, Kookie. En unos meses será navidad, y podrás disfrutar de los regalos, los árboles, las comidas… Todo.

—Me encantaría.

—Pero ah. Antes viene el cumpleaños de Jimin, luego el de Jin, y luego sí la navidad. ¿Celebrabas tu cumpleaños? –Asiento con la cabeza nostálgico.

—Fue hace poco, en septiembre, y mi mamá me despertó con un abrazo y me dio doble ración de arroz. –Palmeo mi tripa. Sus ojos se ven tristes.

—Entonces tienes que sentirte muy afortunado de estar aquí, entre nosotros.

—Supongo. –Digo mientras abro otro regalo descubriendo en él un álbum de fotos que me han tomado estos días. Sin duda no me reconozco en ellas.

—¿Supones? Ahora mismo vamos a ir a jugar y a pasarlo bien para que no te sientas triste. –Se levanta tirando de mi brazo pero yo niego con la cabeza alicaído, recordando a mis padres nuevamente y comprendiendo el esfuerzo que hacen en sus vidas para que yo sea feliz.

—Aquel día ellos se quedaron casi sin comer por darme más arroz a mí. –Digo y suelto las fotos en las que no soy yo. Este no soy yo. Un nudo comienza a formarse en mi garganta.

—Oh Kookie…

—Tae… ¿Crees que ellos se sentirán felices de saber que estoy aquí? –Asiente energético.

—Claro, todos los padres esperan que sus hijos lleguen todo lo alto posible. Y además, ahora tendrán más para comer. –Sonríe intentando darme ánimos de la manera más estúpida. De nuevo niego con la cabeza.

—No. Ellos seguirán teniendo lo mismo porque el estado solo les concede cantidades diarias por personas. Al faltar yo, falta mi parte de arroz y pastillas. –Sonrío triste por haberle hecho saber algo que desconocía.

—Oh Kookie. –Sin pensarlo por más tiempo me tumbo en la cama con mi cabeza sobre su regazo y cubro mi rostro con su mano para llorar un poco más hoy.

 

 

Una noche más pasa y de nuevo me encuentro en los vestuarios, cambiándome para ir a entrenar, una vez más, con el fusil y un muñeco de plástico. Me quito la camisa de mi torso y la meto en la taquilla cuando la voz de Tae a mi lado me hace sentir un miedo terrible.

—Pero Kookie. Tu hombro está peor. –Me dice pero ya no es el tono que usa sino sus palabras en sí. Todo un escalofrío recorre mi cuerpo e intento no mirarle—. ¿Por qué no se te cura? –Coge la crema de su taquilla en las manos y empieza a mirarla por todas partes, mientras mis ojos se desvían a Jimin sentado en un banco jugueteando con  los cordones de las zapatillas. Tras él, un Yoongi que me mira muy serio. Lee mi mente, sé que puede hacerlo—. ¿Estará caducada?

—No te preocupes, hyung. No me molesta. –Miento.

—Bueno, pero luego antes de irnos me recuerdas que te dé otra vez.

—No hará falta, a mi hyung no se le olvida cuidarme. –Digo y ambos salimos con el resto pero no todos nos hemos ido por lo que veo al regresar para dejar el DC. Me mantengo al lado de la puerta escuchando atentamente unas voces que discuten, por mí, como no.

—Taehyung pude no haberse dado cuenta pero a mí no me tomes por tonto. –Dice Yoongi.

—No sé de qué hablas. –Contesta Jimin despreocupado.

—Claro que sí, ¿qué le has hecho esta vez al pobre muchacho? Solo intenta integrarse.

—Él vino aquí para molestarme, para provocarme con sus estúpidas tonterías. –Dice en un intento de susurrar. Mal hecho, desde luego.

—No es más que un niño, ¿quieres que se rinda y abandone? Tenemos que ayudarle.

—¿Y cómo le estás ayudando tú, Yoongi? Vino aquí a jactarse de que le prestas atención y no quiero ni pensar en qué clase de atención le proporcionas. –Suelta asqueado.

—¿Te molesta acaso? Vaya sorpresa, el señor Park tiene sentimientos. –Se oyen unos bruscos movimientos y siento que Jimin acaba de sujetar a Suga y se acerca para susurrarle.

—Basta de tonterías, hyung. Si te molesta algo, solo dilo y atente a las consecuencias.

—Lo mismo te digo. –Se libra de él.

—Me molesta todo. Tú, él, el resto. ¿Qué me harás? ¡Venga! ¡Dime!

—Me das pena. –Jimin ríe antes las palabras de Yoongi.

—Y tú a mi asco. Me repugnas Min Yoongi. –Sus palabras me hieren incluso a mí, y no soy miembro de la conversación.

—¿Sí? Tú sabrás. –Oigo pasos y salgo corriendo lejos de la puerta. Regreso a las filas junto a Tae y guardo mi DC en el bolsillo. Suspiro con el corazón acelerado y miro a Yoongi salir del vestuario como si nada. En su rostro no se denotan sentimientos. Nada. No le afecta nada. Y sin embargo en el hombre de piedra que aparece segundos después si se le ve una clara ira contenida.

Todo mi cuerpo tiembla.

    

 

 

 

 

 

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