EL PRECIO DEL ARTE [PARTE II] (BTS) - Capítulo 23
Capítulo 23
Jungkook POV:
19/07/1995
Pasadas las doce del medio día nuestro
estómago comienza a quejarse pero intentamos ignorarlo. Este mismo se siente
levemente intimidado por la cantidad de coches que hay a cada lado de la
carretera. Hemos llegado al centro de Daegú y puede que yo sea el más tranquilo
de todos los que estamos aquí en el coche, porque yo al menos no aparento un
ataque cardíaco. Taehyung a mi lado en los asientos traseros se revuelve de vez
en cuando mirando todos lados pero intentando ocultarse de cualquier signo de
humanidad. Yo le he rodeado los hombros con mi brazo y llevamos así al menos
una hora. Es una sensación reconfortante pero solo intento fingir serenidad y
madurez. Yo mismo me siento terriblemente agobiado por el barullo de una ciudad
a nuestro alrededor. No es nada comparado con Seúl pero habiendo estado días en
el silencio del descampado me siento muy sobresaltado. A pesar de ello intento
disimularlo y distraer a Taehyung con
comentarios ingeniosos que a veces son chistes verdes en los que él ríe por
completa convencionalidad.
Yoongi intenta conducir de forma decente y
serena, pero a veces no puede evitar sobresaltarse cuando ve un coche patrulla
o demasiado tumulto de personas alrededor. Yo no puedo por menos que mirarle a
través del retrovisor e infundirle un poco de valor y paciencia hasta que
llegamos a nuestro destino que hasta ahora está completamente en el aire. No he
podido pegar ojo por todo lo que me contó Yoongi la noche de ayer. Me siento
entre aturdido y decepcionado, pero una parte de mí, una que parecía
completamente inexistente, se siente aliviada y muy confiada de la nueva
relación que tengo con él. Antes no me sentía engañado pero verme ante una
realidad que me había sido esquiva me hace sentir con una confianza renovada.
Ahora puedo verme más seguro de él, y más seguro de mí mismo. Ahora los tres
nos conocemos y eso me hace sentir más aliviado y más unido a estas personas
con las que hemos desaparecido.
—Tenemos que deshacernos del coche. –Dice
Yoongi en forma de recordatorio.
—¿Cómo lo haremos?
—Cuando se haga de noche lo dejaremos
abandonado en un desguace. –Chasquea la lengua, con una sonrisa divertida—. Es
chatarra gratis, no creo que pongan objeciones ni que llamen a la policía.
Tenemos que comprar un periódico para enterarnos de si han puesto una denuncia
por el coche. Si es así le quitaremos la matrícula al coche y retiraremos
cualquier signo de identificación. Procurar no dejar nada en el coche que pueda
relacionarnos.
—Hay ADN nuestro en el coche por todas
partes. –Le digo a Yoongi, preocupado.
—Más me preocupa que te dejes la
identificación o algo así. –Suspira—. Las pruebas de identificación de ADN
pueden tardar un par de días. Si encuentran una foto tuya aquí el margen de
tiempo se reduce. ¿Entiendes? –Me dice entre preocupado pero excitado y yo
asiento mirándole a través del retrovisor.
—¿A dónde estamos yendo? –Pregunta
Taehyung, a mi lado.
—Estoy yendo en dirección a una
gasolinera. Necesitamos hacernos con algo de comida, con prensa y yo tengo que
hacer una llamada.
—Madre mía. –Suspira Taehyung preocupado—.
Nos van a coger. –Dice, nervioso.
—No digas tonterías. –Le espeta Yoongi,
exaltado por la repentina recaída de Taehyung
—Estamos rodeados de gente. –Argumenta
este—. Esto no es como entrar en una gasolinera alejada de la mano de dios,
estamos en pleno Daegú. Habrá como mínimo unas diez personas en la gasolinera,
a parte de los tenderos…
—No te alarmes. –Le dice Yoongi—. Cuanta
más gente mejor, mejor pasaremos desapercibidos.
—O más probabilidades de que alguno de
ellos nos reconozcan. –Digo yo preocupado y Yoongi se escandaliza mirándome a
través del retrovisor.
—¿Tú también te vas a poner negativo? Así
no vamos a ir a ninguna parte eh… —Suspira y yo ruedo los ojos mientras veo un
par de coches adelantarnos por la derecha. Nosotros tomamos un desvío hacia la
izquierda y nos conducimos a la parte norte este de la ciudad—. Tenéis que
mantener la calma. –Dice Yoongi, más calmado y pensativo—. Tenéis que actuar
normal, no querréis llamar la atención. Estamos siendo buscados en todo el
país. Y no he leído prensa internacional, pero estoy por jurar que en los
países de alrededor también se han distribuido fotos nuestras. No nos dejarían
pasar la frontera y nos pillarían en el intento.
—Me lo apunto. –Digo—. Para la próxima
fuga. –Suspiro sarcástico y Yoongi me mira serio por el cristal.
—Lo digo en serio. Lo más peligroso ahora
es hacerse notar. Al menos durante un par de meses en que las cosas se calmen… —Chasquea
la lengua—. Jimin ha cometido una tontería. En cuanto la policía tenga indicios
de que ha colaborado con nosotros ir a casa de sus padres es lo primero que
harán.
—A lo mejor es verdad que se ha ido a
Tokio. –Murmuro y Taehyung nos mira alternativamente
—En ese caso lo espero, porque es lo más
inteligente que podría haber hecho. Alejarse lo más posible. Una cosa te digo,
Jeon. –Murmura, serio—. No quiero volver a verle por aquí. ¿Eh? ¿Me has
entendido?
—¿A qué viene eso?
—Viene a que tal vez ya sepan que
participó con nosotros pero aun no lo han distribuido por los medios. Tal vez
le estén siguiendo la pista a la espera de que se reúna con nosotros y así
puedan cazarnos a todos juntos. –Sentencia Yoongi y Taehyung da un respingo a
mi lado.
—Joder… —Murmura este, mirándome—. No, no
quiero que eso pase.
—Si Jimin tiene problemas, le ayudaremos.
–Digo yo serio, confundiendo a Yoongi al volante.
—¿Qué significa eso? Yo no quiero ir a la
orca…
—No dejaré que eso pase. –Digo serio pero
él rueda los ojos, resoplando.
—Si se hubiera quedado habríamos podido
mantenernos…
—Pero no se ha quedado. –Sentencio, con
voz más alta de lo que esperaba—. Se ha ido la situación está así. No hay más.
—Exacto. –Dice él—. No hay más, y cuanto
mejor nos mantengamos a flote, mejor. No quiero tirarme de cabeza a los
tiburones, Jeon.
—Estamos en pleno Daegú, joder. –Murmuro—.
Estamos en plena boca del lobo. ¿Y me estás diciendo que no quieres tirarte a
los tiburones? Hemos robado cuadros valiosísimos. Hemos salido en televisión,
los tres. Nos persiguen hasta los GEOS. Creo que en cualquier momento nos van a
cortar el camino unos tanques, ¿y tú te preocupas de que Jimin no se haya
quedado con nosotros? –Mis palabras le dejan un segundo en silencio—. A ti lo
que te jode es que no se haya quedado por tu culpa, pero te aseguro que si
hubiese sido al revés tú habrías reaccionado de la misma manera. Porque los dos
sois unos borrachos orgullosos.
—Jungkook. –Me murmura Taehyung
zarandeándome del brazo para que no siga hablando pero ya no digo nada más.
Yoongi ya no me mira a través del retrovisor y sigue conduciendo en silencio
con una mueca hierática Taehyung me mira recriminándome mis palabras y yo le
suelto de mi brazo para cruzarme de ellos y mirar a través de las ventanillas
mientras nos desplazamos a una gasolinera cerca de una estación de autobuses
que dejamos atrás. Hasta que llegamos y nos detenemos me quedo mirando las
rosas que se han marchitado en el salpicadero delante de nosotros. Su olor se
ha disipado ya y solo quedan los pétalos que se desprenden con el mínimo roce
del viento.
Cuando nos detenemos puedo ver dentro de
la gasolinera a unas tres o cuatro personas, al tendero y a uno de los
trabajadores vestido con un traje fluorescente que se encargará de servir la
gasolina. Yo me bajo el primero directo a la tienda mientras Taehyung se hace
cargo de llenar el depósito y Yoongi me sigue, unos pasos más atrás. Me pongo
la mascarilla sobre mi rostro y me vuelvo la gorra que traía puesta mientras
entro saludando con una sonrisa oculta al tendero que me hace un gesto con la
mano. Me voy directo a la comida precocinada cuando Yoongi me detiene.
—Coge algo de fruta también y comida para
horno y microondas.
—Se pudrirá todo…
—Confía en mí. Antes de esta noche
estaremos en un piso con todas las comodidades. –Yo asiento a sus palabras que
son un tanto frías con mi persona y me dirijo a coger una pequeña cesta de
plástico con unos cuantos plátanos y una con manzanas rojas. Cojo unas pizzas
precocinadas y unas bandejas de lasaña. Todo precocinado. También agua, algunos
productos de higiene y un paquete de tabaco. Cuando lo dejo todo sobre el
mostrador el chico ya está contando el dinero y veo a Yoongi al fondo meter un
par de monedas en uno de los teléfonos al lado de la puerta. Marca tranquilo,
pensativo. Y se queda en silencio mirándome de reojo con el auricular en la
oreja. Yo le desvío la mirada y cuando el tendero me da el precio de todo lo
que he comprado yo le extiendo unos cuantos billetes y le pido que me dé un
periódico de los que tiene en el mostrar a su espalda. Lo hace tranquilo y lo
suma a la cuenta. Cuando me devuelve el resto del dinero rápido pasa al
siguiente cliente que esperaba detrás de mí. Tanto alboroto ni siquiera se ha
parado a mirarme a los ojos y eso me hace sentir tranquilo. Con una bolsa de
plástico en una mano y una garrafa de cinco litros de agua camino hasta donde
está Yoongi y me quedo a su lado mientras que miro a través del cristal en
dirección a Taehyung que ha pagado al chico que le ha servido la gasolina y se
sienta en el asiento del conductor con una expresión cansada. Yo escucho atento
la conversación de Yoongi, delante de mí.
—Sí, ese Min Yoongi. –Murmura su nombre en
el teléfono. Yo doy un respingo y miro a todos lados, pero nadie se ha dado
cuenta. Suelto el aire, nervioso—. Sí, ya lo sé. Uno de los gordos, ¿verdad?
–Suspira, con media sonrisa—. Pero esta vez no estoy solo. Sí, con ellos.
–Yoongi me mira con una mueca de complicidad y se vuelve al teléfono—. Te
llamaba por uno de tus pisos en Daegú. Sí. –Un nuevo suspiro de ansiedad por su
parte—. Sí. Tres personas. –Rápido Yoongi me hace una seña de que necesita
apuntar algo pero como no tengo nada yo me encojo de hombros y él hace una
mueca de esfuerzo para recordar—. Vale, avenida 3 con la 29. ¿No? –Asiente para
sí mismo—. Piso 2d. Sí. Sé donde está la llave. Vale. –Otro suspiro—. También
quería pedirte algo, siempre que sea posible. –Asiente de nuevo para sí mismo—.
Queríamos información comprometida de Namjoon. –Chasquea la lengua y rápido me
mira, sonriendo—. Te paso a uno de mis compañeros. –Le dice a la persona al
otro lado del teléfono y me pasa el auricular mientras él desaparece por alguna
parte en busca de un bolígrafo, seguramente, para apuntar la dirección que le
acaban de decir. Yo me quedo con una mano temblorosa mirando el auricular y lo
poso en mi oreja. Carraspeo y suspiro.
—¿Sí? –Pregunto al vacío y rápido una voz
amable y divertida aparece del otro lado mientras yo doy un respingo y miro por
mi espalda.
—¡Hola, muchacho! Soy T.R.N. –Me dice, a
lo que yo entiendo que son sus iníciales como precaución a darme su nombre real—.
Dime… ¿Información sobre Namjoon? ¿A qué se refría Yoongi…?
—Bueno, hola. –Suspiro—. Supongo que si
Yoongi te ha pedido ayuda es porque eres de fiar, así que te voy a contar.
Hemos hecho un trabajo con él, y nos ha hecho una encerrona en la que nos ha
intentado matar y…
—¡No me digas más! –Dice, casi divertido—.
Yo trabajé para él y ahora me veo en un montón de problemas más de los que
tenía antes de empezar toda esta mierda. ¿Sabes qué? No necesito que me digas
nada más. ¿Quieres ir en contra de él, no?
—Sí. Quiero hacerle pagar por habernos
intentado matar y por habernos engañado.
—Que valiente, muchacho. ¿Cuántos años
tienes?
—Eso no importa. –Niego con el rostro,
ofendido.
—Eso es que eres joven, ¿me equivoco? No
me importa, ya era hora de que alguien le plantara cara a ese malnacido.
–Yoongi regresa con un bolígrafo y apunta en el periódico que he comprado la
dirección. Me mira preguntándome un “¿todo bien?” y yo asiento en forma de
respuesta.
—¿Podrías entonces pasarnos toda clase de
información comprometida…?
—Claro que sí, muchacho. Pero negaré haber
colaborado con vosotros a cualquier persona que me pregunte, ¿vale?
—Claro, no hay problema. –Suspiro,
tranquilo.
—Si vais a la dirección que le he dado a
Yoongi allí os haré llegar la documentación. ¿Vale?
—Entendido. –Asiento.
—Eres el universitario ese… ¿verdad? El de
bellas artes…
—Restauración de arte. –Murmuro
avergonzado—. Sí, soy ese.
—Te he visto en televisión, como más de
medio país. Yoongi cuidará muy bien de ti.
—Lo sé. –Miro a Yoongi que me mira con una
interrogación en su rostro.
—Bueno, pues espero que tengáis suerte,
pero te advierto que conseguir la información no va a ser lo difícil, sino que
os hagan caso y que os crean. El problema no está en la realidad, sino en la
mente de las personas y en como la interpretan. –Chasquea la lengua al otro
lado del teléfono y se despide—. Adiós. Corto y cierro. –Suelta con una risa
divertida y yo cuelgo con otra similar. Yoongi coge la bolsa y yo cojo la
garrafa del agua mientras ambos nos dirigimos fuera de la gasolinera en dirección
al coche.
—¿Qué te ha dicho? –Me pregunta Yoongi y
yo sonrío, divertido.
—Nos proporcionará toda la información que
queramos. Nos la mandará al piso. Me ha caído bien. –Digo con una sonrisa y
Yoongi se encoge de hombros mientras nos meten en el coche. Taehyung pasa al
asiento del copiloto y yo me siento atrás, mientras me pongo el cinturón—.
¿Conoces la casa? –Le pregunto.
—Sé dónde está. –Murmura mientras arranca.
—¿Y quién era ese tío? ¿De qué lo conoces?
—Trabajamos juntos, hace mucho tiempo. Fue
de las primeras personas que conocí desde que comencé a trabajar con Namjoon.
—¿Sigue trabajando para él? –Pregunto
asustado y la respuesta afirmativa de Yoongi me hace dar un respingo en el
asiento. Yoongi se encoge de hombros.
—Te dije que era meterse en la boca del
lobo. Pero puede que todo salga bien. –Dice, mientras mira a la carretera y
gira el volante.
—¿Trabaja para él? ¿Y cómo puedes fiarte
de él?
—Porque él está tan atrapado como
nosotros. –Suspira—. Está a las órdenes de Namjoon en contra de su voluntad.
—¿Y de dónde sacará la información?
—Es su secretario de oficina. –Murmura
Yoongi divertido—. Nunca te fíes de los secretarios. Son todo ojos y oídos.
—Madre mía. –Me paso las manos por el
rostro—. Esto se sale de madre. –Yoongi ríe con mis palabras y sigue
conduciendo en silencio.
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