DESDE EL ORFANATO [PARTE II] (Jimin x V) - Capítulo 9
Capítulo 9
Jimin POV:
Aquella noche los remordimientos no me
dejaron dormir. Di por lo menos cincuenta vueltas en la cama hasta que los
rebordes bien recogidos de esta se salían por todas partes y dejaban que el
frío entrase dentro. Quería dormir por todo lo más sagrado pero no podía. Hay
un cuarto entre la habitación de Tae y la mía pero juraría que oía sus
lamentos.
Respiro profundo y me aferro a las sábanas
luchando conmigo mismo para no levantarme pero algo más fuerte que yo me obliga
a hacerlo. Imaginar su rostro rojo de llanto me mataba. La verdad es que no sé
siquiera como estaba porque mi madre me mandó a mi cuarto antes de poder verle
salir junto con mi padre de aquel cuarto. Estoy aquí desde entonces y por el
pequeño reloj despertador de mi mesilla veo que son las tres de la mañana.
Hora más que razonable para que un niño de
mi edad esté ya es su séptimo sueño pero no es así. Camino lentamente pero muy
decidido fuera de mi cuarto y cuando estoy en el pasillo me detengo escuchando
todo lo que esté a mi disposición. Nada. Continúo con mi camino de pasos
furtivos hasta llegar a la puerta de su cuarto.
Escucho por ella sin abrirla y de nuevo
nada. Lentamente giro el pomo y me asomo dentro no viendo más que oscuridad y
un pequeño bulto en la cama. Me acerco pensándomelo, ahora sí, porque tengo
miedo de que me eche de aquí. Tengo miedo de que rompa a llorar y me grite
traidor. No quiero que pierda el amor que siente por mi tan solo por mi
cobardía.
—TaeTae… —Le llamo pero no me contesta.
Veo su cuerpecito encogido bajo las sábanas sin dejar espacio a su rostro para
respirar. Está de espaldas a mí y no veo otro remedio para llamar su atención
que subirme a la cama e introducirme dentro esperando que el calor y peso de mi
cuerpo allí le haga reaccionar.
Cuando estoy allí puedo sentir con más
claridad que llora escondido entre las mantas. Tira de su nariz y tiembla
débil. Todo mi yo se ve sometido a una oleada de sentimientos muy extraños.
Incontrolables. Innumerables.
—Dongsaeng… —Acaricio su espalda que es lo
único que veo y reacciona a mi contacto girándose y mostrándome sus ojos rojos
e hinchados. Sus mejillas coloradas probablemente por los golpes de nuestro
padre y sus manos temblorosas limpiándose las lágrimas que caen de sus
preciosos y perfectos ojos.
No me habla, tampoco esperaba que lo
hiciera pero no siento que me tenga rencor por nada, ni tampoco miedo o
decepción. Solo está confundido, al igual que lo estoy yo. Me duele tanto el
corazón, creo que no puedo soportar tanto dolor aquí dentro y lloro yo también
sintiendo como cada golpe que le ha sido propinado me lastimase a mí también.
Pero yo no lo hago como él. Yo dejo que las lágrimas fluyan por sí solas sin
gemidos, sin convulsiones. Manteniéndome lo más fuerte posible, solo por él.
No pasa mucho tiempo hasta que él se
decide a abrazarme y descansar su rostro en mi cuello siendo correspondido en
el gesto. Acaricio su pelo a mi alcance y disfruto todo lo que puedo del
contacto que me proporciona. Ambos tumbados en su cama. Arropados y algo
temerosos de que nos vuelvan a ver en una situación como esta. Me temo que nos
distanciaremos por un tiempo. O al menos eso pensaba hasta que su cálido
aliento inundaba mi piel. Su rápido corazón sonando, no, retumbando en mis
oídos. Su aroma, su esencia creciendo y almacenándose en mi subconsciente. Creí
que éramos personas independientes pero en ese momento supe que ya no podría
vivir sin él. Viviría por él y para él.
…
Los días pasaron y nada volvió a ser lo
mismo.
En casa se respiraba una notable tensión
en el ambiente. Mi madre estaba silenciosa como una buena esposa sumisa, mi
padre nos miraba receloso de nuestros impuros actos y Tae no mostraba la mínima
empatía por nada ni nadie. Algo cambió en nosotros cuando descubrimos hasta que
punto era capaz de llegar mi padre por corregir un pequeño defecto de su ideal
de familia perfecta.
Constantemente me preguntaba con temor
cuando sería la próxima vez que perdiera los estribos y quién sería su próxima
víctima. Solo recaba para no serlo Tae o yo.
Pero al contrario que el miedo vino, se
fue. Poco a poco.
Un mes había pasado desde entonces y era
difícil seguir pero había que hacerlo. Las comidas volvían a ser algo divertido
donde mantener una buena conversación animada, nuestra madre nos recompensaba a
espaldas de mi padre con pequeños regalos inocentes por lo que vivimos aquel
día. Tae y yo volvimos poco a poco a ser tiernos y adorables niños que se
divertían con el más mínimo detalle. Todo había pasado.
—Taehyung… ¿Por qué estás triste? –Le
pregunto estando ambos sentados en su cama un día antes de irnos a dormir. Todo
el día había estado esquivo y huyendo de cualquier contacto conmigo o con
nuestros padres.
—No puedo decirlo hyung…
—¿Por qué?
—Es un secreto. –Agarro sus manos y le
obligo a mirarme para que se sincere conmigo.
—¿No confías en mí?
—Hyung… —Me mira titubeante pero acaba
cediendo—. Hoy el profesor me ha reñido, y mañana me ha castigado.
—¿Papá y mamá saben…? –Me interrumpe.
—¡No! Ellos no saben, y no pueden saberlo.
—¿Qué has hecho para que te castigara? –Me
aferro aún más fuerte a sus manos para hacerle saber que puede confíar en mí.
—Un chico de mi clase me llamó alien por
mis orejas grandes y porque soy el más pequeño de clase. Me dijo que soy raro y
feo, hyung…
—¿Quién te dijo eso?
—Un chico de mi clase. –Reitera no
queriendo darme más información de la necesaria.
—Mamá y papá deben saber esto porque…
—¡NO! –Suelta mis manos y gesticula
nervioso—. ¡Creí que podía confiar en ti! Eres un mentiroso, hyung…
—Pero esto es importante. Si te tratan
mal… —Comienza un nuevo llanto.
—¡Me lo has prometido! –Suspiro
exasperado.
—Está bien, está bien. No diré nada.
—Ya no te creo. –Niega con la cabeza—.
Prométemelo. –Saco mi dedo meñique y se lo muestro para darle total confianza.
Espero a que él estreche el suyo con el mío pero no lo hace—. Esto no es
suficiente.
—¿Cómo te demuestro que…?
—Un beso, hyung. –Me paralizo al oírle
hablar de eso de nuevo. No hemos vuelto a hacer nada parecido desde aquella vez
y no esperé que él tuviera el valor para hacerlo de nuevo.
—Sabes lo que pasó la última vez. No está
bien Tae…
—Hyung, nadie nos ve. –Debería ser yo, el
hermano mayor quien arrastrase su inocencia hasta la perdición pero es él quien
me tienta demasiado. ¿Cómo negarme cuando me lo pide su más dulce ternura?
—Será nuestro secreto. –Ya no sé ni lo que
digo. ¿Qué debo ocultar? ¿El inocente beso o su bullying en clase? Miro la
puerta detrás de mí y asegurándome que nadie nos puede reprender me atrevo a
hacer lo que le provocó una paliza de nuestro padre.
Agarro sus manos de nuevo y él las acepta
encantado. Las aprieta fuertemente hasta que sus dedos quedan blancos por la
presión, sin duda está nervioso. Me hubiera encantado que hubiese sido un sello
rápido, sin riesgo, sin sentimientos. Que equivocación.
Le dejo hacer y no puedo ser más
temerario. Curioso de sus propios límites carnales se acerca a mí sin perder un
segundo de vista mis labios y los besa al principio sin más. Un beso pero no se
aparta de ellos. Dos, tres más lentos y tiernos. Sus carnosos labios se solapan
con los míos aún más jugosos.
Siento cosquilleos trepando por mi columna
vertebral y asentándose en la base de mi cerebro. Quiero apartarme de él pero
no puedo. Esto está mal, muy mal. Pero bendito pecado, tan delicioso y
tentador. Cierro mis ojos como si todos mis sentidos me pidieran para disfrutar
del sabroso sabor de su exquisita saliva. Sabe dulce. Muy dulce porque ha
comido chocolate hace apenas cinco minutos.
Oigo el sonido de nuestros labios al
chocar una y otra vez. No sabemos cómo hacer esto, estamos perdidos pero no nos
importa. Nos creemos perfectos en este momento, sin complejos, sin vergüenza,
solo un tremendo miedo a ser descubiertos. Me siento sucio y a la vez
maravillado por todo lo que soy capaz de sentir en este simple contacto.
Mátenme –pienso— porque estoy incumplido todas las normas establecidas, estoy
siendo un delincuente, un ladrón y un acosador.
Y todo termina cuando nuestras lenguas
entran en contacto por primera vez. Húmedas y calientes se sorprenden y me veo
obligado a detenerme ahí.
Dios mío. Estoy temblando.
Comentarios
Publicar un comentario