DESDE EL ORFANATO [PARTE II] (Jimin x V) - Capítulo 10

 Capítulo 10

 

Jimin POV:



—Eso es precioso…

—No lo es, es repugnante JungKook. Me sentí sucio conmigo mismo durante semanas. No me quité el sabor de él. Sus ojos mirándome me culpaban cuando en realidad me pedían por más. Pero no tuvo más, nunca más.

—¿No te volvió a pedir más besos?

—No, y si lo hizo le di largas para evitarlo a toda costa. –Me mira decepcionado como si esperase algo más—. Tenemos que avanzar un poco. Un verano por la tarde años después. Yo tenía doce y él once.

 

 

Todos los años, antes de que el verano tocase a su fin ponían cerca de la ciudad una feria. Viniste con nosotros los primeros años como sabrás pero luego la quitaron. No tuvieron presupuesto o no sé qué.

Los problemas económicos de los feriantes poco nos importan aquí. Al fin ambos tuvimos la estatura apropiada para montar en todo lo que se nos antojara sin la autorización de adultos. Disfrutamos como críos pero nuestras diferencias en gustos personales tal vez nos restringieron bastantes para disfrutar juntos de las atracciones.

Nuestros padres paseaban de allí para acá intentando seguir nuestro ritmo pero una vez nos dieron una cantidad de dinero a cada uno nos perdimos por ahí a nuestro libre albedrío. Poco a poco con los minutos el sol se escondía y las luces de las atracciones se hacían mucho más llamativas pero nada lo era más que el delicioso olor de palomitas, manzanas de caramelo o porquerías similares.

—¡HYUNG! –Le veo señalar una de las atracciones que más odio de todas—. Montémonos aquí.

Maldito hijo de puta. Sabe cuánto odio estas cosas y aun así me hace entrar con él a la casa del terror. Estoy seguro de que ha estado esperando todo este tiempo a que se hiciera de noche solo para traerme aquí. En un principio me veo obligado a negarme, pero después de que su aegyo me suplicara no tuve otro remedio. Pagamos dos entradas y nos sentamos en un pequeño vagón de dos personas.

—Sigo pensando que esto es una tontería. –Digo quitándole importancia. El vagón comienza a moverse y yo me sobresalto.

—¿Tienes miedo? –Sonríe cínico conociendo la respuesta.

—Claro que no. –Probablemente mi palidez le demuestre que miento pero me conoce lo suficiente como para que no le haga falta ni mirarme.

Nos introducimos en un túnel completamente a oscuras y tan solo sé que mi hermano sigue a mi lado porque oigo sus estridentes risas. Oigo también los raíles chirriar y unos sonidos que intentan ser terroríficos de fondo. No pasan apenas cinco segundos que hemos entrado cuando un hombre, obviamente disfrazado, cubierto de falsa sangre y vísceras nos salta en medio del camino alumbrado con luces rojas y naranjas titilantes. Grita como si realmente estuvieran matándole y yo grito con él dando un bote en mi propio asiento.

Mi hermano por el contrario ríe como un descosido disfrutando de la maldita escena. El hombre desaparece y mi corazón vuelve a latir haciéndome consciente de que he agarrado la pierna de mi hermano en acto reflejo por sobrevivir. Nos miramos sonrojándonos y le suelto de inmediato a tiempo de que una chica pálida y con el pelo largo y negro, ocultándome su rostro aparezca de una de las paredes laterales –como no, de mi lado del vagón—.

—¡Voy a matarte Taehyung!

 

 

Ya nada me afecta, nada puede dañarme porque la protección de mis manos ocultando mis ojos como si de un niño pequeño se tratase me ayuda lo suficiente. Salimos del túnel y no he dejado de oír la risa histérica de mi hermano a mi lado sentado durante todo el trayecto.

—¿Ha pasado ya? –Le pregunto aun escondido en las palmas de mi mano.

—Sí, cobardica. Baja de ahí antes de que te lleve el vagón de nuevo dentro. –Rápidamente me descubro el rostro y salto fuera de ese trasto infernal temiendo que me arrastre de nuevo a esa pesadilla.

—Ha sido horrible. ¿Cómo puede gustarte eso?

—Ha sido divertido, no seas aguafiestas. –Rápidamente cambia algo en su mente y me agarra del brazo para guiarme corriendo a un puesto de algodón de azúcar—. ¡Quiero uno hyung…! –Saca del bolsillo su monedero de color rojo pero su rostro cambia radicalmente al comprobar que no tiene dinero suficiente.

—¿Qué ocurre?

—No tengo suficiente. Me lo he gastado todo. –Sus hombros caen decepcionado y muerde sus labios suspirando. Cuenta de nuevo las pocas monedas que tiene asimilándolo.

—Ven anda… —Le agarro del brazo y le acerco al puesto obligándole a escoger algo. Feliz y conmovido pide un algodón de azúcar y lo pago encantado viendo su rostro tan dulcemente agradecido.

—Gracias hyung… —Susurra—. Eres el mejor.

—Lo sé. Pero como compensación te vas a subir conmigo a una última atracción. –Asiente emocionado hasta que descubre dónde quiero que vayamos.

—Pero hyung… —Mira la altura de la preciosa noria frente a nosotros—. Sabes que me dan miedo las alturas…

—Y a mí las estúpidas atracciones de terror, y bien que he subido. –Ve que no hay otra salida y accede. La cola para entrar se nos hace eterna y al fin pago dos entradas y subimos a un pequeño cubículo individual para dos personas. El espacio es suficiente para otras dos pero así es mejor.

Miro a nuestro alrededor divisando el horizonte –ahora poco prometedor porque aún no hemos subido nada de altura— y hay una ventana detrás de nuestro asiento. Una enfrente y dos a cada lado. Tae a mi lado sentado está inquieto, saboreando el azúcar tan solo para distraerse pero a medida que esto empieza a moverse y tambalearse levemente se ve nervioso.

—¿Estás bien? –Le pregunto algo preocupado.

—Sabes que no. –No despega su vista del dulce. Serio y algo enfadado no me mira. No me lo he pensado demasiado cuando por ternura le doy la mano y entrelazo nuestros dedos. Sobresaltado me mira confundido por lo que acabo de hacer. No lo entiende y yo tampoco pero cuando le sonrío todo parece estar bien porque ejerce fuerza en mis dedos.

—Me encanta esto. Míralo. Las luces, los sonidos lejanos…

—Yo solo veo una cabina que se va a desprender en cualquier momento.

—No seas negativo. Mira esto. –Me giro un poco y él imita mi gesto para apoyarnos en la ventanita detrás de nosotros y ver todo el campo lleno de atracciones. Las luces bailando al son de una música amortiguada por la altura y las paredes que nos rodean—. Es como volar. Estamos lejos de todo y de todos. Aquí nadie nos puede hacer nada. —Mira exactamente lo que yo estoy observando y escucha atentamente mis palabras—. No hay nada mejor que esto.

Una vez más me equivoco en mis palabras porque sin querer desvío la mirada a él y puedo ver todo lo que he descrito reflejado en sus maravillosos ojos. Las luces iluminando su cara, la música seguida por un leve movimiento de cabeza que acaba en nada cuando la apoya en su brazo sobre la repisa de la ventana que al mismo tiempo es el respaldo del asiento.

Una de sus manos aún sostiene el algodón de azúcar mientras que la otra sigue entrelazada en la mía. Maldita sea. Es demasiado para mí ver sus preciosos labios sin la sonrisa que tanto me gusta por un capricho de mi egoísmo. Preciosos labios sucios de azúcar rosa. Demasiado tentadores, demasiado perfectos para mancillarlos con mis simples pensamientos.

Suelto su mano y apoyo mi cabeza en mi brazo ahora libre. Le miro deleitándome en mi propio pensamiento y acaba sintiendo curiosidad por mí extraño comportamiento.

—¿No vas a disfrutar de las vistas?

—Eso hago, idiota. –Va a recriminarme algo cuando la noria se detiene y se sobresalta mirando a todas partes—. No te preocupes. Se detiene para que otras personas monten. No se ha estropeado.

—Estamos arriba del todo. –Mira por la ventana algo excitado.

—Tae… —Me mira con sus ojos grandes y despiertos.

—¿Sí?

—¿Por qué creces tan rápido? –Frunce el ceño—. No crezcas, por favor.

—Hyung…

—Quiero que seas siempre mi hermano pequeño. ¿Dónde está el bebé que lloraba por todo? –Sigo apoyado en mi brazo.

—¿Qué dices ahora Jimin? Demasiada azúcar… —Ríe algo confundido.

—Siempre te querré. –La noria vuelve a moverse ahora para descender. Él asiente a mis palabras. Mira fuera unos segundos y de nuevo me mira a mí.

—Yo a ti también.

—¿Te lo has tenido que pensar? –Río sin darle importancia.

—Estaba pensando que no quiero a nadie más.

—¿Cómo?

—Eres la única persona a la que quiero. Eres mi hermano, y mi mejor amigo. Solo te tengo a ti. Así que ¿cómo no voy a quererte?

Todo mi mundo se ve sumido en olas de adrenalina y éxtasis acompañado de una paz abrumadora. Le amo.

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo 9                            Capítulo 11            

 Índice de capítulos

Comentarios

Entradas populares