DESDE EL ORFANATO [PARTE II] (Jimin x V) - Capítulo 6

 Capítulo 6

 

Jimin POV:



—Espera hyung, voy a tirar esto ya. –Señala su zumo y se levanta para tirarlo al cubo de la basura. Asiento y detengo mi cuento.

—¿Te está gustando hasta ahora? –Le pregunto curioso y siento que tarda demasiado tiempo en regresar.

Claro. –Me grita desde la cocina. Pero en realidad no es la cocina donde está. Regresa dando saltitos y antes de sentarse frente a mí habla de nuevo—. Cierra los ojos hyung…

Yo le obedezco sumisamente y sus cálidos labios me asustan posándose en los míos rápidos y torpes. Como está jugando conmigo yo me tomo la molestia de hacerle rabiar mordiendo su labio inferior y tirando de él hasta que se queja. Abro los ojos para verle apartarse de mí con el ceño fruncido.

Hyung… eres muy malo conmigo. –Se sienta de nuevo en la cama con algo a su espalda escondido.

—No me provoques Kookie… —le miro receloso—. ¿Qué es eso que escondes? –Me acerco a él para descubrirle, pero se lo esconde aún más.

No, no. –Niega con la cabeza—. Popo*. –Frunce sus labios esperando que le bese y allá que voy sonriendo tan tiernamente por su dulce aegyo. Me fascina y al mismo tiempo me aterra que después de tanto tiempo él siga poseyendo el magnífico aegyo que le vi la primera vez que entró en casa.

Primero no es más que un sello en sus labios pero poco a poco le hago cerrar los ojos por el placer de mis labios al devorar los suyos. Con los segundos voy acercándome más a él y respiro más fuerte. Introduzco mi lengua y siendo consciente de mis habilidades le hago delirar con mis manos, una en su nuca intensificando el beso y otra en su muslo para provocarle.

Con todo, lo que más me gusta de él es que aún es un niño pequeño e inocente y antes de que se dé cuenta en mis manos descansa el tan deseado objeto que escondía. Me deshago de sus labios.

—¡Hyung! –Se enfada haciendo un puchero adorable que beso de nuevo pero tan solo por un segundo. Miro mis manos. En ellas está el álbum de fotos que me llevé de casa de mis padres antes de marcharme a vivir con mi esposa. De nuevo cuando nos fugamos me lo traje conmigo.

—¿Por qué has traído esto? ¿Y de dónde lo has sacado? –Le pregunto sabiendo que estaba bien escondido.

Idiota, estaba en un cajón por ahí. Estos cincuenta metros cuadrados no dan para demasiado. –Cabizbajo, asiento por sus palabras.

Me lo llevé conmigo a casa cuando me casé con SungJin. –Toco la portada rosa pastel  pintada de flores azules y amarillas—. Lo miraba cada vez que me quedaba solo y lloraba al ver nuestras fotos…

Hyung… —Palmea mi hombro compadeciéndose de mi situación—. Ya pasó todo eso…

—Ya lo sé. –Lo abro sintiendo como la primera imagen me seduce a continuar, pero me detengo en esta que es especial. El día de mi nacimiento.

—Siempre me destornillo con esto. –Kook ríe a carcajadas por la foto del pequeño niño enrojecido e hinchado que tiene frente a él. Señala la imagen con su dedo mientras con la otra mano tapa su boca.

—Eres un idiota. –Pero tiene razón.

—Cállate. Sabes que es verdad. Mírate…

—Habría que haberte visto a ti, seguro que naciste con orejas de conejo. –Hago una mueca rara para que se ofenda pero él sigue inmerso en mi foto—. Déjalo ya, —paso a la siguiente imagen. Una más y otra, y otra…

—Esta es adorable. –Dice deteniéndome en una de tantas. Es vergonzosa la foto que veo ante mí. Taehyung y yo, ambos desnudos y en la bañera repleta de espuma.

—Es horrible.

—Os veis tan adorables…

—Me acuerdo bien de ese día. –Rio yo solo—. Era cuando teníamos siete y seis años. Yo acababa de dar un estirón en mi crecimiento y la diferencia en nuestras alturas era notable.

—El último estirón que diste, ¿verdad, hyung? –Ríe descontrolado palmeándose la pierna por las graciosas palabras que acaba de soltar. Golpeo su brazo haciéndole callar al instante pero esto es algo a lo que ya estoy acostumbrado. Soy el mayor y me tienen el mínimo respeto. Suspiro y comienzo, de nuevo, con mi historia.

 

 

Ambos estábamos jugando al escondite por toda la casa un día de invierno. La lluvia sonaba por toda la casa y las ventanas crujían por el sonido del viento contra ellas. Los días como estos eran aburridos porque la televisión fallaba de vez en cuando dado que la antena se veía sometida a los vaivenes del clima. Nuestro padre estaba en su despacho metido y nuestra madre en sus cosas. Nos vimos obligados a ser niños por una vez y jugar al escondite.

Durante un rato fue entretenido pero la competitividad entre nosotros crecía irremediablemente haciéndome cumplir estrictamente las normas del juego y si no, yo me inventaba unas propias con mucho más criterio. Recuerdo que me tocó buscarle a él y no sé cómo siempre lograba esconderse de mí a la perfección. Era imposible encontrarlo excepto por un defecto. No entendía que todo él me atraía con una fuerza sobrenatural.

Entré en el cuarto de nuestros padres y con algo de recelo comencé a llamarle por su nombre.

—¿Tae? Si estás aquí es trampa, dijimos que no vale en la habitación de papá y mamá. –No oigo nada excepto una rápida respiración debajo de la cama. Me hago el loco—. TaeTae… ¿Dónde estás? Si sales te doy un regalo… —nada—. Oh, pues te había traído una tableta de chocolate pero como no…

—¿Chocolate? –Veo su preciosa cabecita asomar por las sábanas colgantes del pie de la cama. Sus preciosos y grandes ojos me miran expectantes pero al ver mis manos solitarias de cualquier premio vuelve a esconderse rápidamente avergonzado por caer en mi sencillo engaño.

—¡AHÍ ESTÁS! –Me tiro al suelo y me introduzco debajo de la cama viendo como su pequeño cuerpecillo intenta salir por el otro extremo. Yo no le dejo agarrando su tobillo. Nos revolvemos como dos lagartijas en el barro.

—¡Suéltame!

—¡Te he pillado!

—Me has engañado hyung. –Se deshace de mi agarre y sale de la cama pero antes de que yo le siga se arrodilla para verme a mí aún debajo—. Eres un tramposo, ahora seguro que no me alcanzas, perdedor.

Se ríe de mí y sale corriendo fuera del cuarto. En lo que yo quiero salir de debajo de la cama él ya está en el segundo piso. Cuando yo llego a él ya está en el bajo. Lo odio tanto y corro como si me ardiera el culo solo por alcanzarle y hacerle saber que no soy un perdedor. Cuando llego al salón le veo acorralado buscando un buen sitio por donde salir corriendo pero lo único que se le ocurre es abrir la puerta de la terraza y salir al patio donde llueve a cántaros. A él no le importa y a mí tampoco porque salgo detrás de él sin preocuparme en absoluto.

No tiene muchos sitios donde esconderse de mí por lo que rodea una y otra vez los columpios esperando que yo como un idiota le sigua el juego inacabable pero me creo más listo que él y atravieso aquello pillándole por sorpresa. Lo embisto y caemos al suelo, él bajo el peso de mi cuerpo se ve impotente y grita mi nombre para que me aleje de él. Como sabe que no voy a obedecer, busca otras alternativas que es morderme los brazos que le oprimen.

La lluvia nos está empapando, la tierra mojada que estaba en el césped nos cubre por completo manchándonos de barro asqueroso y sus dientes clavados en mi brazo son demasiado dolorosos viéndome en la obligación de apartarlo de mí empujándole aun más la espalda contra el frío suelo. Se sorprende por mi pequeño acto de revancha y todo se detiene.

Veo su rostro acongojado y aterrorizado. No ha sido para tanto pero él se ha parado en seco con su juego y sus ojos titilantes se llenan rápidamente con agua, no estoy seguro si de la lluvia que cae en su rostro o de sus propios lagrimales. Su barbilla manchada de barro tiembla y quiere romper a llorar pero yo no le dejo.

—¡No llores! –No sé si me puede el sentimiento fraternal o la bronca de mi madre si descubre que de nuevo le he hecho llorar.

—Hyung… —Gime como puede con todo mi peso en su cuerpo.

—¡NIÑOS! –Mamá está dentro del salón llevándose las manos a la cabeza por nuestra imagen aquí fuera. Sale corriendo y me agarra de un brazo levantándome de Taehyung y me da unos buenos azotes que hace que todo mi cuerpo se vea convulsionado.

Taehyung es el siguiente en ser levantado del suelo y golpeado igual que yo. Entré dentro del salón viendo como la mano de mi madre se estampaba repetidas veces contra el trasero de mi hermano haciendo lo que yo estuve a punto de conseguir, provocar que llorase.

 

La espuma cubría nuestros dos cuerpos mientras nuestra madre, arrodillada al pie de la bañera nos lavaba el pelo uno por uno como buena madre que era. En este momento yo solo tengo ojos para Taehyung frente a mí ya habiendo olvidado los azotes que nos ha propinado mamá.

—Ahora vengo. –Dice cuando estamos limpios y seguramente vaya a buscar unas toallas calentitas y secas—. Jimin, cuida de tu hermano.

Estoy harto de oír esa frase cada dos por tres porque solo por ser el mayor soy el responsable de sus actos y lo que le pueda suceder. Como si Tae no tuviese unos hombros sobre los que cargar con la responsabilidad. Creo que este ha sido uno de los motivos más importantes por los que durante el resto de nuestras vidas nos vimos obligados a asumir unos papeles familiares que no nos correspondían. Nos venían demasiado grandes, a mí hacerme cargo de sus errores y a él imitar mis logros e incluso pretender superarlos. Siempre fue así, y me temo que ninguno supo acarrear con ello porque mi vida se me escapaba de las manos y la suya no avanzaba. Pero, ¿qué te voy a contar a ti que no sepas? ¿Verdad Kookie? Volvamos a la tierna infancia.

Una vez mi madre se fue él quedó en completo silencio jugando con un pequeño patito de goma con un termómetro incorporado para medir la temperatura del agua. Lo hacía moverse como si realmente nadase pero no parecía entretenido porque estaba más pendiente de mis manos jugando con la espuma a mí alrededor.

Lo veo expectante y sonríe poco a poco a medida que sabe que le miro, y que todo lo que haga a partir de ahora va a estar dedicado a su entera felicidad. Cojo un poquito de espuma en mi mano derecha y se mantiene allí temblando como la gelatina que tanto le gusta. La de fresa es su favorita.

Muerde su labio nervioso porque sabe lo que viene a continuación cuando coloco mi mano entre nuestros rostros casi a la misma altura y sopló todo lo fuerte que puedo. La espuma sale disparada en todas direcciones. Por el aire caen pequeñas pompitas de colorines, reflejando la luz del techo, en mi mano aun queda algo pero es su rostro el que más afectado se encuentra con su nariz y mejillas manchados de espuma blanca.

Ríe y salpica en el agua para hacerme rabia a mí también pero lo único que consigue es cubrir mi pelo con espuma. Me mira divertido y se incorpora un poco para acercarse a mí y moldear la espuma en mi cabeza haciendo dos orejas. Agarro su cintura fuertemente temiendo que se resbale y cuando ha terminado se sienta de nuevo comprobando su preciosa obra.

—¿Gracioso?

—¡Lindo! –Para compensar y agradecer su esfuerzo llevo mis manos a mis mejillas e imito un pequeño hámster lo más inocente que puedo. Él muere de risa y yo de ternura por comprobar con qué simple gesto puedo hacerle feliz.

Llega nuestra madre y al vernos sonríe como una idiota y corre fuera de nuevo. Regresa a los segundos con una cámara en las manos para inmortalizar este precioso momento.

 

 

Señalo la imagen en el álbum

Mírame, salgo rematadamente lindo, mientras que Taehyung parece idiota… —Río yo solo y miro a Kook frente a mí serio.

Se lo diré. –Saco mi lengua haciéndole ver lo poco que me importa.

—Le contaré, —susurro—, que el otro día gastamos todo su lubricante para hacer cosas de mayores…  —enrojece al instante recordando el calentón que ambos sufrimos el otro día en el cuarto de baño y no tuvimos nada mejor a mano que el lubricante de Tae que guarda ahí.

—Pero se enfadará contigo también.

—Sí, pero el que necesita el lubricante eres tú y si ya no hay… —dejo en el aire el final de la frase haciéndole entender que sufrirá las consecuencias de no tener nada que le ayude con la penetración, y TaeTae enfadado no se lo piensa…

—¡HYUNG! –Me golpea con los cojines a su alcance. Pobrecito...

 

———.———


*Popo (뽀뽀): “Beso” en coreano.

 

 

 

 

 

 

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