DESDE EL ORFANATO [PARTE II] (Jimin x V) - Capítulo 5
Capítulo 5
Jimin POV:
Su diente nuevo ya empezaba a asomar por
la encía un día que tuvieron él y nuestro padre una tremenda discusión. No sé
si se puede llamar discusión porque con cinco años como él tenía no se puede
tomar enserio nada en absoluto de lo que dijera pero yo sabía que aquel día no
estaba bien. Ya desde que se levantó estuvo de morros y en la hora de comer
pareció explotar.
Nuestro padre nos informó de que este fin
de semana que estaba a punto de llegar viajaríamos a ver a nuestros abuelos.
Ellos estaban mayores y algo enfermos y quería asegurarse de que los viésemos
más a menudo pero algo pareció cambiar en la mente de TaeHyung que golpeó con
los puños bien cerrados en la mesa haciendo que toda la vajilla temblara
levemente.
—¡No! ¡NO QUIERO IR! –Nuestro padre, ante
tal reacción a sus palabras comenzó a vocear y despotricar contra mi pobre
hermano que lo único que había hecho su infantil mente era expresar sus más
inocentes pensamientos. Los gritos descontrolados de mi padre le hicieron
saltar de la silla y salir corriendo escaleras arriba.
Yo debía mantenerme en mi silla sentado,
seguir comiendo y hacer como si nada. Imitar el gesto despreocupado de mis
padres pero no pude evitar disculparme, saltar de la silla y correr en su dirección.
Grité su nombre esperando que saliera a mi encuentro pero no fue así.
Primero entré en su habitación esperando
encontrarlo allí pero tras buscarlo por todas partes decidí entrar en su cuarto
de baño. Tampoco se encontraba allí. Le llamé pero no contestaba. Como último
recurso miré en mi cuarto y nada más entrar, supe donde estaba.
En mi escritorio había una manta marrón
tirada encima, cubriendo perfectamente el hueco que hay para el cuerpo. Donde
normalmente me cuelgan los pies cuando estoy sentado en la silla pero yo le
enseñé a cubrirlo de manera que tuviéramos un pequeño espacio escondido para
nosotros solos.
Todos los niños hacen esto. Y esta
estúpida idea es lo mejor que tenemos porque nuestros armarios no tienen apenas
fondo, bajo nuestras camas nos invade un extraño sentimiento de claustrofobia y
en el trastero entre nuestros cuartos… no. demasiado sucio.
Me acerco a la mesa y golpeo la madera dos
veces imitando el gesto de llamar a la puerta. Unos gemidos lastimeros me
reciben cuando retiro levemente la manta y hay oscuridad, desde luego, pero sé
distinguir perfectamente su cuerpo encogido en un rincón, abrazado a sus
piernas y con el rostro escondido por sus brazos.
—Dongsaeng… —Ronroneo introduciéndome yo
también—. ¿Qué ha pasado?
Ni me mira ni me contesta. Él es así, se
ha introducido en su mundo de pucheros y no he logrado nunca sacarlo de allí.
Pero siempre lo intento con las mejores palabras que soy capaz de
proporcionarle.
Ya estamos ambos en tinieblas por el
grosor de la manta que no deja pasar la luz y no sé cómo este lugar consigue
tranquilizarme y hacerme sentir seguro. Me encanta la intimidad que nos
proporciona y sin duda a él también.
—¿Estás enfadado con papá? –Susurro y él
asiente tirando de su nariz—. ¿Y con mamá? –Asiente de nuevo dejando caer
grandes lagrimones que acaban empapando las mangas de sus brazos. Me destroza
verle así—. ¿Y conmigo? ¿He hecho algo malo?
—No hyung… —Me muestra sus ojos lloroso de
nuevo.
…
—Hyung.
–Interrumpe Kook mi historia.
—¿Sí?
—¿Tae Tae
siempre estaba llorando? –Ríe con sus
propias palabras pero me temo que debo asentir como respuesta a su pregunta.
—Eso es, de
pequeño siempre había sido muy sensible, todo le molestaba, todo le parecía
mal.
—Pues como
hoy. –Ambos reímos y me obligo a continuar.
…
—¡No! –Niega que yo sea el culpable de su
llanto y se tira a mi cuello para abrazarme—. El abuelo siempre me pega. No
quiero que me pegue más. –Llora en mi hombro dándome una información que yo ya
conocía. No era nada nuevo para mí porque muchas de las veces que le azotaba yo
estaba presente. Pero ¿qué podía hacer? Es nuestro abuelo y no tenemos
autoridad. Nada se puede hacer.
—No llores TaeTae… —Siempre que estaba
triste lo llamaba de esta manera que tanto sé que le reconforta—. No voy a
dejar que te vuelva a pegar. –Humo, le estoy vendiendo humo que se escapa de
mis propias manos porque yo no soy nada ni nadie para prohibirlo.
Le abrazo y él se deja caer en mi regazo.
Le acuno con su cabeza en mi brazo y mi otra mano sujetando su cuerpo para
moverlo lentamente, como hace mamá cuando sabe que está cansado y tiene sueño.
Su rostro mojado está escondido en mi cuello y llora ahí por unos minutos más.
—No hyung, no quiero que me pegue…
—No llores, hermanito. Ya pasó todo. No va
a golpearte. –Se quedó por primera vez en mi vida dormido en mis brazos. Fue la
sensación más rara de toda mi vida. Como su cuerpo poco a poco queda inerte en
mis brazos pero sus manos se aferraban fuertemente a mi camisa temiendo que
alguien me arrebatara de él.
…
—Ese fin de
semana fuimos a casa de los abuelos. Como cada vez mi abuelo le quiso reprender
por algo sin mayor trascendencia y creyéndome capaz de tomarme la justicia por
mi mano le defendí.
—Eso es
precioso hyung…
—Me llevé por
él todos los golpes que se merecía. Y más si era posible.
Comentarios
Publicar un comentario