DESDE EL ORFANATO [PARTE II] (Jimin x V) - Capítulo 26
Capítulo 26
Jimin POV:
Desde entonces los días pasan sin darnos
cuenta. Nuestros padres llegaron y nos vimos reprimidos a controlar nuestros
instintos. El miedo porque nos descubrieran aumentaba con los días de manera
incomprensible. Pasó tanto tiempo que incluso el verano terminó. Las clases
comenzaron, y mi cumple ya estaba aquí. Diecisiete años, maldita sea.
Habíamos tenido encuentros esporádicos muy
poco frecuentes, todos y cada uno de ellos increíbles pero no volvimos a hacer
el amor. Temiendo que fuera culpa mía mantuve una conversación con él pero me
aclaró que tenía tantas ganas como yo o incluso más pero temía que sus gritos
no pudiesen ser controlados.
Yo tenía el mismo miedo, indudablemente.
Por eso no hicimos nada.
—¡Eres un tramposo! –Grita Suga cuando me
ve meter una bola roja en el agujero de la mesa de billar marcándome un tanto
de manera ilegal.
—Vas a ganar de todas maneras, déjame
coger un poco de ventaja.
—Pero…
—¡Es mi cumple! –Hago un puchero y la
excusa lleva salvándome el culo toda la tarde. Suspira y se marcha junto con
Jin que está sentado en un sofá con su móvil.
Ambos son los mejores amigos. Me han
regalado un reloj nuevo y una funda para el móvil. Los amo mucho pero el ser
consciente de la hora me alarmo pensando que llegaré tarde a casa.
—¡Tengo que irme! –Ellos saben que debo
estar pronto incluso aunque es mi cumple y aceptan con total diligencia mi
marcha. Los abrazo a ambos y Suga retira su enfado para despedirse. Seguro que
lo retornará una vez no esté yo presente. Sin pensármelo más salgo a la calle y
corro para alcanzar mi casa lo antes posible.
En diez minutos, llegando quince tarde,
abro la puerta y me sorprende la oscuridad. Doy por hecho que ya se han ido a
la cama todos y subo directo al cuarto de mis padres para llamar tímido e
informar de que acabo de llegar. Un “Hum” me indica que me han entendido y
regresan a su plácido sueño.
Desciendo a mi piso y paso de puntillas
por la habitación de Tae teniendo miedo de despertarlo pero cuando entro en la
mía me sorprende su cuerpo sentado en mi cama. Yo me paralizo al instante y me
mantengo de pie en la puerta, analizando su cuerpo. Desnudo. Sin ninguna prenda
de ropa nada más que cubierto con una de mis sábanas blanca. Esta está rodeando
su cintura e iluminando su piel con el reflejo de la luz de la luna. Sus ojos
negros me miran inocentes. No veo nada más que todo lo que me muestra. Él. Él y
su perfecto cuerpo siendo ofrecido de la mejor manera posible, sin una sola
prenda de ropa.
Cierro la puerta y me apoyo en ella sin
quitarle los ojos de encima como hace él conmigo. No entiendo este
comportamiento pero no me molesto en querer comprenderlo. Al diablo, que nos
descubran. Que nos condenen al infierno pero por el amor de dios, déjenme pecar
hasta llegar al dulce éxtasis que él me proporciona.
—Hyung… —Me susurra como sabe que me
gusta. Juega con sus dedos en las sábanas que le cubren—. Te estaba esperando.
—Ya lo veo.
—¿No vienes? –Me hace un poco de espacio
en la cama como si eso fuera a tentarme cuando lo que quiero es tirarme sobre
él. Yo niego con la cabeza.
—¿No quieres recibir tu regalo de
cumpleaños, hyung? –Veo sus muslos blancos iluminados, brillantes y tentadores
de ser mordidos. Sus hombros y su clavícula tan frágil. Maldito niño, no me
provoques de esa manera tan suculenta. Se me hace la boca agua.
—¿Qué es exactamente mi regalo?
—Yo.
—¿Tú?
—¿Me harás suplicar de nuevo? –Pierdo el
maldito control, tan aficionado a escaparse de mis manos, y me encamino a la
cama lo más lento que puedo. Reteniendo mi cordura.
—Tae… están en la planta de arriba. –Sabe
a quién me refiero.
—No puedo aguantar más. –Hace un pico con
sus labios y yo me arrodillo al pie de la cama, donde él está sentado. Le miro
y para hacerlo debo levantar mi rostro. Como si mirase al sol, eso hago, mirar
a mi dios. La imagen de la perfección que me ayuda a mantenerme con vida, la fe
que me da fuerza, el amor que me proporciona el placer por el que estoy
dispuesto a matar y a morir si es necesario. Eres mi dios, joder. Eres a quien
rezo para sobrellevar la vida. Mi mundo entero. Compadécete de mí porque estoy
a tus pies rogando por tu misericordia que tanto me merezco. No me hagas sufrir
por más tiempo y libérame de todos los yugos que me has puesto.
Libérame –grito en mi mente— y lo hace en
el momento en que me besa. Sus labios carnosos y delicados me secuestran de la
manera más cruel. Poco a poco me incorporo y me subo con él y, sentándome a su
lado, acaricio sus hombros descubiertos, su pecho deleitándome en el pulso de
su corazón, su cintura y cuando me dispongo a retirar la sábana de él me
sorprenden sus manos traviesas igualando la situación en que nos encontramos.
Me quita la chaqueta y me levanta la camisa mostrándome débil ante él.
Su boca va a mis pezones no para jugar con
ellos sino para proporcionarme un deleite que pueda disfrutar. Todo está en
silencio muy al contrario que la última vez, cuando la música ahogaba nuestros
ruidos. Ahora tendremos que ser nosotros quienes reprimamos nuestra libertad.
Sus dientes muerden mi carne bajo mis pectorales y me doy cuenta que con el
tiempo hemos aprendido qué lugares son sensibles en el otro y cuales nos
producen más placer. Y por desgracia, que conozca mis debilidades no es algo
que me ayude a la hora de aferrarme al autocontrol.
Alzo su barbilla para que vuelva a besarme
de nuevo y sus manos desabrochan mis pantalones. Antes de darme cuenta estoy
como él, tan solo con nuestras partes íntimas escondidas aun por prendas
inútiles. No quiero más de esto y lo cojo en mis brazos, ayudado de sus piernas
que se entrelazan en mi cintura, y le tiro en la cama con la cabeza en el
almohadón. Mis besos comienzan a ser aún más fuertes, más rudos como a él le
gustan aunque no sonoros porque no podemos permitirnos ese lujo. No ahora.
—Hyung… —Gime en mi oído y me despego de
él para mirar su rostro enrojecido—. Despacio, tenemos toda la noche. ¿De
acuerdo?
Asiento preocupado y acaricio su rostro
disfrutando de la imagen ante mí. Es maravillosa y sin duda me he hecho adicta
a ella. Le doy un beso simple en la mejilla y sonríe como un idiota enamorado.
—¿Me quieres, TaeTae?
—Mucho.
—¿Cuánto?
—Tanto que te dejo hacer conmigo lo que
quieras…
—No tientes a la suerte.
—No lo hago, soy más de jugar con fuego.
–Y acto seguido su mano va a mi entrepierna para apretar el bulto en mis
calzoncillos. Yo suspiro y con ello se me van las fuerzas. Le dejo hacer sin
duda convencido de que sabe perfectamente lo que me gusta. Sus dedos juegan
conmigo poniéndome los nervios a flor de piel porque no hace más que rozarme
sin ni siguiera provocar fricción.
—Taee... –Gimo grave para que lo haga
rápido pero no parece oírme y si lo hace me ignora.
Sus largos dedos se introducen en la ropa
y tocan la punta de mi glande tímidos y cautelosos. Yo muerdo mis labios y
aprieto la almohada a cada lado de su cabeza. Me mira a los ojos sabiendo que
me está torturando y le encanta esto. Saca el glande de la ropa y juega más
libremente con él pero no es suficiente para mí. Inconscientemente escondo mi
rostro en su cuello escondiendo mi frustrado rostro ahí y dejo caer el peso de
todo mi cuerpo sobre el suyo.
—Ah… —muevo mis caderas mientras emito gemidos
lastimeros. Cualquiera pensaría que me hace daño y en realidad lo hace por no
ir más allá de lo que está haciendo—. Tae… ah… —Lloriqueo su nombre rogando por
más y me obedece gustoso incorporándose y dejándome sentado en sus frágiles
piernas.
—¿Qué quieres, cumpleañero? –Me pregunta
descaradamente mientras me mira a los ojos.
—Más hyung… —Mi voz es más aguda de lo que
quisiera reconocer pero esto hace que se vuelva mucho más caliente y me
encanta. Mis gruesos labios piden por besos, mis ojos por escenas calientes y
me concede ambas cosas besándome a la par que retira de mí la ropa interior
dejándola colgando de una de mis piernas. La sábana antes en su cintura se ha
perdido por ahí fuera de nuestra vista. Puedo ver su cuerpo a la perfección o eso
me gustaría porque solo puedo ver la nada. La oscuridad que me proporcionan los
párpados porque disfruto de las sensaciones que envuelven mi cuerpo.
Una de sus manos masturba mi polla
mientras la otra se divierte dando pequeños pellizcos a la piel de mis muslos,
aplastados sobre los suyos.
—Tae… —Abro mis ojos para verle mirarme—.
¿Te sentiste bien con la polla de hyung dentro?
—Claro… —Sonríe—. Tengo ganas de sentirla
de nuevo.
—No Tae, quiero que me folles. –Me mira
atónito sin poder creer mis palabras—. ¿No quieres follar a hyung? Sabrá
recompensarte muy bien…
—¿Seguro? –Me pregunta serio.
—Sí, soy el cumpleañero.
—Muy bien, túmbate. –Me hace tumbar con la
cabeza en el almohadón y se sienta entre mis piernas abiertas. Como si no lo
estuvieran lo suficiente las abre un más exponiéndome a él de la manera más
vergonzosa. Su mano regresa a masturbar mi polla y jugar con mis testículos
mientras la otra va a mi boca y me hace lubricar los dedos con saliva. Me
concentro en mi tarea temiendo que duela, y sin duda lo hace porque solo el
primero ya me arranca un suspiro de dolor que habría sido un grito si nuestros
padres no estuviesen en la planta de arriba. Ahora me acuerdo de ellos, maldita
sea y sería terriblemente vergonzoso que inducidos por nuestros ruidos se
atreviesen a entrar.
—¿El segundo? –Me pregunta y yo niego con
la cabeza pero sin atenderme introduce un segundo dígito haciendo que mi
espalda se curve.
—¡Hijo de puta! –Exclamo y golpeo su brazo
cuando estoy de nuevo fuera del terrible dolor que esto supone.
—Es mejor si te relajas, te lo prometo.
—¿Cómo se supone que…? –No me deja
terminar.
—Estás muy apretado hyung. Muy caliente.
–Muerdo mi labio tentado por sus estúpidas palabras—. Me encantaría que te
corrieras con mis dedos dentro. –Mueve sus dedos dentro y fuera y otras en
círculo para dilatarme. Con los segundos el dolor disminuye notablemente y es
incluso placentero.
—Sigue. –Mis manos se aferran al almohadón
bajo mi cabeza.
—Voy a correrme dentro de ti, ¿lo sabes?
–Gime solo para tentar mis oídos—. ¿Quieres que te llene de semen, hyung?
–Asiento a sus sucias palabras.
—Tae, esas son palabras de mayores.
—Vas a ser un buen hyung y vas a gemir mi
nombre cuando meta el tercero.
—No.
—¿Prefieres llamarme Oppa?
—¿Qué tonterías dices? –Se inclina e
inducido por mi atrevimiento muerde mi pezón con toda la fuerza que puede a la
par que el tercer dígito se introduce en mí violando sin avisar. Yo debo ahogar
mi grito pero la verdad es que me encanta. Aprieto mis dientes y cierro los
ojos completamente extasiado.
—Te dije que gimieras.
—Tae… Taehyung… más profundo.
No sé dónde diablos toca pero al
obedecerme me hace sentir mariposas trepando por mi espalda, fuego en mis venas
y una nube de confusos sentimientos en mi cabeza. Estoy delirando y temo volverme
loco por lo que han conseguido sus insulsos dedos.
—Aquí, ¿verdad? –Asiento incapaz de
articular palabra.
—Despacio ahora, ¿hum? –Sabe a qué me
refiero y saca sus dedos despacio.
—Ponte a cuatro patas, por favor.
—¿Ahora lo pides con un “Por favor”? Que
amable. –Le obedezco y apoyo mi cabeza en mis brazos cruzados.
—Relájate. –Creo que me va a penetrar, y
me asusto cuando algo viola mi entrada pero es gratamente excitante. Es su
lengua la que está entrando y saliendo de mí.
—¡Maldita sea! –Mis piernas tiemblan y
contengo todos los gemidos que llegan hasta mis labios.
No tarda mucho en retirarse de mí y
erguirse detrás rozando con su glande mi entrada para mancharla de su presemen
que ya gotea de él. Mi pene también está sufriendo pero no lo toco esperando
para el mejor momento.
—Va… —Entra y poco a poco, a medida que
avanza siento que me parte en dos. Es un dolor extraño a la par que
insoportable. Muerdo mi propio brazo y las lágrimas salen de mis ojos sin
permiso. Hijas de puta, nadie las ha ordenado salir y sin embargo eso me
distrae para olvidar el dolor. Me cuestiono cómo Taehyung ha soportado esto y
la respuesta la encuentro preguntándome a mí mismo porqué yo lo estoy
soportando. Por él. Cuando toda su longitud está dentro espera y masajea mi
polla para distraerme del dolor.
—Tae… —Suspiro.
—Lo soportas bien.
—Claro, yo soy más fuerte…
—No me provoques, por si no te has dado
cuenta… —se inclina y susurra en mi oído—… Tengo la polla en tu culo. ¿Quieres
que embista a ver qué ocurre?
—¡NO! ¡No! –Niego con la cabeza.
—Así me gusta. –Acaricia mi pelo y besa mi
cuello y mi columna. Deja mi polla sola y se recrea en su excitación tocando
mis abdominales y apretándolos. Inconscientemente retrocedo mis caderas y
entiende que quiere que comience con los movimientos. Y así es.
Poco a poco saca su polla hasta su glande
y la introduce rápido y certero. Yo me voy hacia delante con el movimiento y el
sonido de nuestras caderas chocando es una melodía preciosa en mis oídos. Él
gime grave y me pone los pelos de punta cuando emite un sonido parecido al
gruñido de un animal al volver a introducir su polla en mí.
Embiste una, dos, tres veces más y no sé a
cual acaba por perder el juicio aferrando sus manos a mi cintura y golpeándome
tan fuerte como le permiten las caderas. Yo me sumerjo en su locura cuando toca
mi próstata de nuevo y le ruego, le suplico porque lo haga de nuevo. Mis
gemidos son agudos mientras que los suyos guturales.
¿Qué es este éxtasis desconocido? Es algo
completamente diferente a lo que jamás he sentido no es mejor pero es al mismo
tiempo maravilloso porque el dolor ya es inexistente y el placer entra
directamente en la vena, es una inyección de cocaína que me evade de todo lo
que siento para crearme una fantasía que no existe. Hace mucho que he dejado de
controlar mis gritos porque tengo que hacerlo. Tengo que gritar bien alto para
liberar lo que me está quemando dentro.
Miro por encima de mi hombro y el rostro
de Taehyung es todo lo que necesito para dejarme ir en las sábanas. No he
necesitado tocarme y sin embargo me corro con la visión de la boca abierta de
Tae pidiendo aire porque le falta por el esfuerzo.
—¡Jimin! –Mi entrada se estrecha y hace
que se corra dentro de mí por el placer de mis paredes aplastando su polla. Su
líquido caliente me produce un cosquilleo tan agradable que ojalá permaneciese
así siempre.
A los segundos sale de mí y se tira en la
cama sudando. Yo caigo boca abajo en ella y cuando nos miramos no podemos
evitar besarnos de nuevo. Estamos, al menos, cinco minutos sin decir nada en
absoluto recobrando el aire.
—¿Estás bien? ¿Te he hecho daño?
—No. ha estado genial. No sé cómo no lo
hemos hecho antes.
—Lo sé. –Suspiro y sonríe cuando lo hago.
Me pongo boca arriba—. ¿Quiere que haga algo más el cumpleañero?
—Mmm… —pienso unos segundos—. ¿Qué tal si
cambiamos los roles?
—Estoy cansado hyung…
—Joo… —Hago un puchero y él se tumba sobre
mí.
—¿Crees que mi boca podrá sustituir tu
idea? –Asiento animado y me besa en el cuello, baja poco a poco y llega a mi
ingle—. Déjame limpiar primero este estropicio. –Levanta mis caderas y lame el
semen que gotea de mi entrada. Aferro mis manos a las sábanas porque me encanta
como con su lengua explora todos y cada uno de los rincones de mi ingle.
—Tae Tae… ya vuelvo a estar duro. Puedes
proceder.
—No hasta que me lo pidas como es debido.
—¿Cómo es eso? –Besa mi glande mientras yo
me apoyo con mis codos para verle.
—“Lo necesito TaeTae, chúpame como tú
sabes. Necesito correrme” –Imita mi voz de la forma más repugnante que he oído.
—No hablo así.
—Hazlo o te irás a dormir con esto así.
—Tae Tae… —Digo angustiado porque conozco
su carácter— Hazlo ya…
—¿Qué debo hacer…? –Da una lamida a toda
la longitud y tiemblo en sus manos—.
—Maldita sea. ¡Chúpame o violo tu boca
ahora mismo!
—Me encantaría. –Me mira sádico y me rompo
en pedazos al verle tragar toda mi polla de una. Me muero y me dejo caer en la
cama mientras él hace su trabajo.
—Vas a matarme. –Cubro mi rostro con el
brazo esperando porque el éxtasis llegue pronto y sabe cómo provocármelo. Menos
de cinco minutos es lo que tardo en estar al límite y cuando me encuentro con
él le saco de allí y me incorporo—. Una última cosa por hyung—. Sigo bombeando
mi polla hasta rozar la locura de abstinencia—. Abre la boquita y trágatelo
todo como un buen dongsaeng.
No necesito más para que me obedezca y
estando ya de rodillas apunto a su boca y es en ella donde menos semen cae.
Toda mi corrida mancha su cara y no puedo evitar morder mis labios al soltarlo
todo. Su lengua fuera de su boca como una perra me estaba matando. Caigo al fin
en la cama mientras le veo lamerse los labios y los dedos con los que ha
recogido el semen de su cara.
Cae a mi lado y quiere abrazarme pero
antes lamo toda su cara limpiando cualquier rastro que le haya podido quedar.
Se queja cuando lo hago e intenta apartarme pero no le dejo y una vez he
terminado los lametones pasan a ser besos. Y los besos a ronroneos que acepta
encantado.
—Has estado genial, hermanito.
—Y tú. Hay que repetirlo eh…
—¿Hay que esperar hasta mi próximo cumple?
–Pregunto sonriendo.
—Bueno… —piensa—, el mío está muy cerca.
Ambos reímos como idiotas porque sabemos
que no vamos a aguantar hasta su cumpleaños. Esto es una droga demasiado
adictiva como para dosificarla por meses. Espero verme sucumbido a ella cuantas
veces sea posible porque no me importa los riesgos que corra. Prefiero pecar
todo lo que me dure la vida y pagar mis penitencias en la próxima. Dios, te
pido de nuevo que te compadezcas de mi alma que se ha visto tentada por los
encantos de mi hermano. Lujuria, ira, codicia. Pero el pecado más grande son
sus besos.
Comentarios
Publicar un comentario