DESDE EL ORFANATO [PARTE II] (Jimin x V) - Capítulo 25

 Capítulo 25

 

Jimin POV:

 

El viernes por la mañana es horrible. No puedo mirar a Taehyung a los ojos y esto me está matando. Se sienta a desayunar alicaído, recoge la mesa sin mirarme a la hora de preguntarme, se sienta a mi lado en el sofá y cuando le abrazo, tímidamente se retira abrazándose las piernas. Tengo miedo de preguntarle, de besarle, de tocarle. No quería que esto pasara.

—Hyung, —rápidamente me giro con una sonrisa en la cara—, voy a salir un momento.

—¿A dónde vas?

—Falta leche y arroz.

—¿Quieres que vaya contigo? –Me levanto animado pero él ya está poniéndose los zapatos.

—No será necesario. –Antes de poder reaccionar ya se marcha por la puerta y yo me quedo ahí paralizado, inerte y confundido. Vuelvo a tumbarme en el sofá y froto mis ojos cansado.

Me canso de auto compadecerme y me levanto yendo a la planta superior. Siempre que me siento de esta manera me tomo un baño y eso voy a hacer. Llego al cuarto de baño y cierro la puerta. Enciendo el reproductor de música y pongo algo suave, tranquilo, que me calme los nervios. Y lleno la bañera.

Poco a poco el nivel sube y cuando está por la mitad echo espuma para que se forme cuanto antes. Me desvisto y entro sentándome aún con agua cayendo del grifo. Respiro y el olor del gel llena mis fosas nasales. Apago el grifo cuando ya no hay espacio para más y me reclino sumergiéndome en el agua. Salgo a los segundos y me retiro el pelo hacia atrás. Apoyo mi cabeza y disfruto de la música.

Desgraciadamente es música clásica de un CD de Taehyung, si ya de por sí no puedo sacarlo de mi cabeza, ahora es incluso peor la agónica tortura que no me deja vivir. Siento una opresión en mi pecho que me hace querer llorar a todas horas. Un dolor de cabeza incesante que amenaza con volverse crónico si la situación no se soluciona pronto.

No puedo soportarlo por más tiempo y aprovecho que nadie va interrumpirme para dejar que los sollozos producidos por el nudo en mi garganta me ayuden a llorar. Tapo mi boca temiendo que sean demasiado altos pero ¿acaso importa? Quisiera gritar pero no soy escándalos y me conformo con apretar mis puños para que las uñas se claven en mis palmas. Duele pero apenas lo siento, insensible por la pérdida de confianza que tenía con Taehyung.

Pierdo la noción de tiempo cuando la puerta del baño se abre y me sobresalto al ver el rostro de Taehyung entrar serio a la par que curioso. Todo él se alarma al verme llorar pero yo me limpio la cara con mis manos húmedas y sonrío para hacerle saber que no pasa nada en absoluto. No entablamos una conversación ni compartimos palabras. No nos hace falta.

Mi sonrisa desaparece al ser analizado por sus pequeños ojos curiosos. Muerdo mi labio que aún tiembla y mis ojos pican enrojecidos. Pero parece que no los ve o al menos no quiere fijarse en ellos porque poco a poco comienza a desvestirse.

—¿Ya has ido a comprar? –Le pregunto no queriendo ser testigo del estriptis que estoy presenciando.

—Sí, hyung. –Termina de quitarse la ropa—. ¿Puedo? –Me pregunta antes de introducirse en la bañera y yo asiento pero pensando que se va a introducir en el otro extremo recojo mis piernas para hacerle espacio.

Me equivoco pensándolo porque se sienta en mi regado con una pierna a cada lado de de mi cintura. Puedo notar su pene contra el mío, creando una fricción deliciosa. Pero esto no es caliente, es perfectamente agradable. Algo del agua se ha derramado fuera y esta está al límite. No me importa. Sus manos, tiernas y delicadas, acarician mis mejillas eliminando cualquier rastro de lágrima que quiera perturbar su visión.

Sonríe y me besa. Es la sonrisa más triste que le he visto jamás y sin embargo me reconforta. Maldita sea, le amo tanto. La música lenta acompaña todos y cada uno de sus movimientos. Sus labios rozan con los míos, los lame, los besa. Yo agarro su cintura pero no le muevo. Solo le abrazo sintiéndole cerca de mí de nuevo. Estoy confundido por su comportamiento pero me encanta.

Las yemas de sus dedos juegan con mis cabellos y su beso se trona más agitado y ardiente con los segundos. Me veo sumido en su lengua. En sus labios que tan bien saben jugar con mi cordura. Veo el agua moverse acorde con su movimiento, provoca una fricción que me está volviendo loco. Y para terminar su mano une nuestras pollas y las masturba a la vez.

—Hyung… hyung… —Gime solo para provocarme.

—Tae… —Rozo su abdomen con mis manos  y brilla por el agua y la espuma que le cubre. Es como una sirena, me encanta todo de él. No me queda más remedio que reclinarme sobre la cerámica y dejarme llevar por sus manos.

—Hyung… —Me mira con los ojos titilantes—. ¿Me das dos dedos?

Le extiendo mi mano para que haga con ella lo que quiera y me selecciona dos dedos centrales y con el bote de gel vierte algo del líquido sobre ellos. Este resbala con un color rosado por mis dedos y lo extiende un poco para cubrirlos por completo.

—Tae, tae. No quiero hacer esto. –No me escucha porque sabe que solo busco su propio interés.

Coloca mi mano entre sus piernas y me obliga a jugar con su entrada pero yo me siento muy incómodo.

—Antes de que se quite el gel. Rápido hyung. –Poco a poco me dice lo que tengo que hacer—. Mete primero uno y luego… ah… —Le interrumpo acatando sus órdenes.

—¿Así, mi vida? –Muerde sus labios mientras yo intento dilatar su entrada.

—El otro, hyung. –Alzo mis cejas preguntándole si es lo correcto pero él asiente y le obedezco. Cuando ambos están dentro hago que se siente dentro del agua para que se muevan los dedos con más fluidez.

La luz se refleja en su piel. El agua brilla en sus ojos. Su sonrisa me está dañando el alma pero nada se compara a su interior, caliente y apretado que me seduce a continuar y penetrar con los dedos aún más profundo. No voy a ser impaciente. Estoy así con él durante varios minutos hasta que se termina por acostumbrar y me pide otro dedo más. Obedezco y tres ya le resulta doloroso pero resiste por mí. Se ayuda de sus manos apoyadas en mis hombros para saltar e impulsarse. Me estoy muriendo solo de verle así. Tan caliente y entregado a mí.

—Hyung. –Le miro con los ojos vidriosos—. ¿Lo hacemos? –Asiento como un estúpido y me levanto un poco hasta que mi cintura está fuera del agua. Unta gel en sus manos y lubrica mi polla con ellas. Yo tiemblo porque el contraste del frío líquido con mi polla caliente es demoledor pero me encanta.

Cuando cree que basta se coloca mejor entre mis piernas y coloca mi polla en su entrada. Lo hace todo él para que luego yo no me culpe por su dolor pero también para asegurarse que lo hace a su gusto. No me preocupa, ya participaré más en otra ocasión. Quiero que esto le guste tanto como me gusta él a mí.

Poco a poco me introduzco en él y sus ojos apretados me denotan el dolor que siente. No parece importarle porque sigue descendiendo hasta que no hay más que meter. Quiere empezar a moverse pero yo le detengo haciéndole esperar. El agua se estabiliza con los segundos y me deleito con su rostro enrojecido.

—¿Estás bien?

—Sí.

—Te quiero.

—Y yo a ti.

—¿Por qué eres tan caliente?

—Porque sabes encenderme, idiota. –Río—. ¿Quieres que me mueva?

—¿No deberías esperar más?

—Sabes que si empiezo vas a pedirme más.

—Por eso te lo digo. –Y sin dejarme decir más asciende y se deja caer produciéndome escalofríos por todo el cuerpo. Mis brazos van a rodear su cintura inconscientes y le ayudo a moverse poco a poco para darme placer, pero no estoy aquí para eso. Con cada embestida busco un punto en concreto –todo lo que me permite mi cordura— y sé que lo encuentro en el momento en que sus brazos apoyados en mis hombros flaquean. Se ve obligado a abrazar mi cuello y es ahora cuando tomo el control de sus movimientos para hacerle la experiencia mucho más placentera.

—¡Más rápido! –Grita completamente fuera de sí.

—¿No iba a ser yo quien pidiese…?

—¡Cállate y fóllame rápido! –Sus gemidos se vuelven gritos y estos, sollozos de placer que me están torturando los oídos. Cuando el éxtasis nos llama a los dos lame y muerde mis labios perdido en su propio placer y yo me pierdo en el calor de su interior. Maldita sea. Es muy apretado.

No aguanto por más tiempo y me corro dentro de él ensuciando su interior y el agua a su alrededor. Al sentir mi semen llenándolo tiembla, se aferra más a mí y mordiendo sus labios se corre sin tocarse.

Cuando el éxtasis pasa se deja caer en mis brazos y le rodeo con ellos sacando mi pene de él. Se deja acariciar por mí unos segundos reconfortándole pero al rato se levanta y se sienta frente a mí en la bañera. La observo y mucha del agua está en el suelo colándose por la rendija de las cañerías. La espuma oculta nuestro semen por ahí y nosotros somos un desastre ahora mismo.

Respiración entrecortada, mejillas enrojecidas y cuerpos sudorosos. Sus labios están hinchados probablemente igual que los míos.

—¿Estás bien?

—Mejor que nunca. –Me sonríe y me alegro de haberle sabido complacer.

—¿Te duele?

—No, por ahora.

—Que sepas, que esto hay que repetirlo más a menudo. –Asiente convencido—. Pero cuando se te haya quitado el dolor de cadera. –Frunce el ceño—. Ahora no lo notas, mañana me cuentas…

Río burlándome de su futuro estado y él me salpica con el agua sucia manchando mi cara. Como dos niños que somos peleamos dentro de la bañera como hacíamos años atrás.

 


 

 

 

 

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