DESDE EL ORFANATO [PARTE II] (Jimin x V) - Capítulo 22

 Capítulo 22

 

Jimin POV:

 

—No creo que ese sea el problema. –Me contradice sonriendo mientras caminamos.

No ha podido resistirse a mis encantos y ha accedido a que demos una vuelta por el centro comercial y después comeremos en algún puesto de comida rápida capitalista. Como él los llama.

—¿Entonces?

—El problema es de la sociedad que se subordina por pereza, no por comodidad.

—Yo creo que es el estado quien, mediante coacción y amenazas, nos obligan a…

—¿Dices que toda una población no es capaz de hacerle frente a cuatro personas?

—¿Cuatro?

—Sí, cuatro trajeados que poseen en sus manos más del noventa por ciento del capital…

—¡Basta, basta! –Detengo su charlatanería revolucionaria—. Ya me has demostrado que sabes de historia, no me tortures más. –Dejo que pasen unos segundos en los que se ríe descontrolado—. ¿Por qué siempre eres así?

—¿Así como? –Entramos en el centro comercial.

—Siempre en contra de todo.

—No es cierto. Hay cosas que tenemos en común.

—Dime una. –Piensa por un momento y por su mente deben pasar mil cosas contradictorias pero se detiene en la única que nos une—. Que te quiero. –Sonríe como un idiota y no me queda más remedio que darle la razón.

Mientras subimos las escaleras mecánicas surge otro tema de conversación mucho más espinoso.

—Hyung. –Le miro y su voz rebaja el volumen—. ¿Se lo contaremos alguna vez a alguien?

—¿El qué?

—No te hagas el tonto, sabes a lo que me refiero. –Lo sé perfectamente.

—No creo que sea posible.

—¿Por qué? –Pregunta decepcionado.

—¿Sabes lo que pasaría si descubren que mantengo relaciones con… —susurro—, mi hermano?

—Está mal visto, lo sé. Pero no digo de contárselo a todos nuestros contactos. ¿Qué pensabas? –Frunzo el ceño—. Solo a nuestros padres. No me gusta tener que ocultarme para besar a la persona que amo.

—¿Crees que a mí me gusta? –Niego con la cabeza—. Es solo que ellos no lo aceptarán.

—No lo sabes si no lo intentamos.

—Me tomas el pelo, ¿cierto? –La conversación no es violenta, nuestras palabras no son duras ni tampoco pretendo hacerle daño pero este era un tema que había que solucionar y dejar las cosas claras.

—Lo digo en serio, hyung.

—¿No recuerdas cómo se puso mamá el día que me besaste? ¿O cómo es papá a la mínima que le fallamos en sus expectativas de nosotros? –Recapacita—. No tengo miedo de lo que puedan pensar, no me importa lo más mínimo su opinión, me preocupa que te golpeen de nuevo.

—No lo harían, ellos entenderían que nos queremos.

—¿Te estás oyendo? –Llegamos a la planta donde está la librería y nos dirigimos a ella.

—Hyung… —Sonríe esperanzado—. ¿No sería todo más fácil si ellos nos ayudasen?

—La verdad es que sería genial, pero no es más que una fantasía, Taehyung…

Entramos y nos perdemos entre los estantes. Tiene una preciosa manía que es rozar con sus dedos el lomo de los libros como si con ello pudiese saber lo interesante que es su contenido. Lo veo coger uno y lo abre por la primera página que le deja. Sonrío porque es hermoso así, la luz de fondo le hace parecer mucho más radiante de lo que ya es a mis ojos. Y la forma en la que se pierde dentro de las páginas es fascinante. Antes de darme cuenta me mira y sonríe avergonzado porque sabe que le miro.

—Sé que eres más de números, —me dice—, pero ¿qué clase de libros te gustan? –Veo en sus manos una biografía de algún filósofo por ahí. No me gusta la filosofía.

—Solo manga.

—¿Solo? –Asiento—. Que aburrido. –Niega con la cabeza y regresa a su mundo. Al rato regresa a mí—. ¿Lees yaoi*? –Me sonríe pícaro y yo enrojezco al instante—.Eso explicaría muchas cosas… —Pasa por mi lado busca en la estantería más cercana a mí.

—¡NO! –Frunzo el ceño.

—A mi puedes decírmelo…

—¡No leo porno!

—A lo mejor deberías.

—¿Cómo? –Sonrío sádico.

—Así mejorarías… —Me quedo atónito ante sus palabras y durante un rato me mantengo en silencio sin saber qué decir—. ¿Te has enfadado? –Sonríe porque era lo que pretendía. Yo me hago el loco y rebusco en una estantería cercana intentando distraerme de él—. Vamos a comer, tengo hambre.

Se encamina para salir de allí pero yo me mantengo con un libro en las manos, rebuscando la calma y la paciencia entre las hojas, con una sonrisa afable y un gesto pacífico. Se gira para mirarme y como no me he movido del sitio regresa, me quita el objeto de las manos y estrecha su mano con la mía para guiarme. Yo me dejo sin tener autoridad sobre mí mismo.

—Idiota, no te enfades. –Bajamos las escaleras para llegar a la planta de restaurantes y sitios de comida rápida. Aprovecha para ponerse en el mismo escalón que yo y abrazar mi cintura con su brazo. Pone la cabeza en mi hombro pero yo me mantengo indiferente.

—Has ofendido mi virilidad. –Hago un pico con los labios. Llegamos abajo y caminamos hasta un Burguer King—. ¿Qué vas a comer?

—¿Yo?

—Sí. –Le miro sin comprender.

—No tengo dinero.

—He traído el que nos ha dejado papá.

—Te lo ha dejado a ti.

—¿Pensabas que mi plan era venir a comer yo solo? –Frunce el ceño—. Pide algo, venga.

Ambos acabamos pidiendo dos menús con hamburguesas de ternera, Coca—Cola, el suyo con aros de patatas y el mío con aros de cebolla. Nos sentamos en una mesa un poco apartada del resto, y cuando estamos el uno frente al otro comenzamos a desenvolver las hamburguesas calientes y jugosas. Somos diferentes incluso en esto. Él desenvuelve por completo la comida mientras que yo mantengo la mitad de la hamburguesa aun con el papel para que me sea más fácil comerla.

Le miro cuando ha dado el primer bocado y sus carrillos repletos de comida se mueven como si fuera un hámster. Tremendamente adorable. Voy a coger una de sus patatas y rápidamente golpea mi mano haciéndome retroceder.

—¿Qué haces? Tú tienes tu comida.

—La he pagado yo. –Hace un puchero con sus labios manchados de kétchup. Me encantaría besarle pero recurro a los demonios para no caer en la tentación. Hago algo aún mejor. Definitivamente cojo una de sus patatas, la restriego en su boca y me la como gustoso. Alterado, mira a todas partes esperando que nadie lo haya visto.

—¿Quieres que nos maten?

—¡Que exagerado eres!

 

 

—Eres muy lento… —Le digo una vez he terminado y a él aún le queda media hamburguesa y casi todas las patatas—. Voy al baño. –Me levanto y me encamino esquivando a gente con bandejas repletas de comida. Entro en los servicios.

Debo esperar, desgraciadamente, porque todos los cubículos están ocupados y antes de mí hay gente esperando. Odio las colas. Es horrible tener que esperar porque otros orinen teniéndome yo que aguantar. Lo más gracioso es que veo a la gente salir y se marcha sin lavarse las manos. Seguro que Tae habría dicho algo como: “Seguro que no es tan asqueroso como la comida que sirven”. Me río yo solo pensando en ello cuando uno se queda libre y es mi turno.

Cuando termino salgo, me lavo las manos y al volver fuera todo mi cuerpo se ve consumido en llamas, una vez más. Mis pasos se ralentizan hasta detenerse a unos metros de la mesa donde está sentado Taehyung, no puede verme pero yo puedo ver todo lo que se me pone delante.

Veo el rostro de mi hermano avergonzado, temeroso y acongojado. Mirándose las manos en el regazo, intimidado por dos chicos que hablan con él. No hacen aspavientos pero sin duda las palabras le están haciendo daño y no me hace falta acercarme más para reconocerlos. Hoseok y otro chico de su clase.

Hoseok empuja la cabeza de Tae con dos de sus dedos para perturbar su subordinada condición. Tae no reacciona, se limita a seguir mirando sus manos. Una de las patatas del plato sale volando a su cara, y le siguen dos, tres más. Este se limpia la cara con la manga de la camiseta y vuelve a su estado de sumisión. Maldita sea.

—¿No nos miras? –Le oigo gritar al chico del cual desconozco el nombre.

Y cuando me decido a intervenir Hoseok coge la Coca—Cola de Tae y la abre, derramándola sobre toda su comida. Aún tenía mucha y la ha echado a perder toda ella. Tae no reacción, ¿por qué no hace nada? Tras eso se marchan dejándolo ahí parado y no se le ocurre otra cosa que mirar en mi dirección descubriéndome a mí y dándose cuenta de que lo he visto todo.

Me acerco a él viendo como se levanta para acudir a mí y regalarme excusas que yo no le he pedido pero hago fuerza sobre su hombro para sentarlo de nuevo y sin decir una sola palabra cojo la bandeja y me encamino para seguir a Hoseok.

—¡Tú! –Llamo su atención y se gira mirándome por encima del hombro. Me reconoce al instante y, con aires de superioridad, me sonríe sin miedo alguno.

Yo soy el primero que no tiene miedo y ante su desagradable reacción le lanzo la bandeja de mi hermano manchándolo a él y salpicando a su acompañante. La bandeja cae al suelo y cuando ya todo el mundo es consciente a nuestro alrededor de lo que sucede aparece Tae a mi lado tirando de brazo intentando controlar mi ira.

—¿Qué diablos te pasa? –Me pregunta Hoseok.

—No vuelvas a tocar a mi hermano.

—La princesa tiene un guardaespaldas, por lo que veo. –Él y su amigo se destornillan igual que unos chicos en una mesa cercana. Yo pierdo los mandos y me lanzo a él pero no llego a tocarle porque Tae me sujeta. Hoseok y su compañero se asustan y retroceden temiendo que la fuerza de Tae no sea suficiente pero tampoco tienen nada que perder porque los chicos de la mesa a nuestra derecha son sus amigos y se levantan en cuanto me ven rabioso.

Ocho contra uno. Esto se pone interesante.

—Hoseok, ¿tienes problemas? –Todos ellos son hyungs, pero yo estoy dispuesto a pelear.

—¡No me dais miedo! Hijos de puta. –Los gestos cambian y sus puños se cierran, todos a la vez y muy bien sincronizados. Yo me aterrorizo pero mi ego me prohíbe que lo exteriorice.

Tae me agarra del brazo y me saca fuera del establecimiento y una vez estamos fuera de la vista de ellos sale corriendo con mi manga en su puño. Me obliga a correr con él.

—¿Por qué corres?

—Ellos nos persiguen. –Me giro y es cierto, nos alcanzarán si no salimos por patas y ahora soy yo quien agarra su mano y corro como el viento para sacarlo de allí.

No nos sentimos seguros hasta no llegar a casa y candar por dentro para garantizar nuestra supervivencia. Nos llevamos las manos a las rodillas y descansamos de la carrera que nos acabamos de pegar. Respiramos fuerte por la boca cogiendo todo el aire que quepa en nuestros pulmones y nos miramos para reírnos a carcajadas de lo sucedido.

—Gracias por defenderme. –Me dice una vez que puede respirar con normalidad.

—¿Estás bien? –Asiente—. ¿Puedes respirar? –Asiente de nuevo sonriendo—. Pues coge aire.

Me mira frunciendo el ceño y yo me lanzo a devorar su boca. Los primeros segundos está sorprendido pero con el paso del tiempo se acostumbra y me devuelve el beso.

—Te amo. –Le digo cuando me veo obligado a separarme de él—. Me habría enfrentado a todos por ti.

—Lo peor es que te creo. –Sonríe—. Idiota.

 

———.———

 

*Yaoi: es un término popular japonés que denota la representación romántica, artística o erótica de relaciones de amor homosexual entre dos varones y este género solo se aplica para los mangas, animes o ficción, con historias creadas y orientadas generalmente para el público femenino.

 



 

 

 

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