DESDE EL ORFANATO [PARTE II] (Jimin x V) - Capítulo 19
Capítulo 19
Jimin POV:
Los días pasaban y si el ambiente en casa
no era lo suficientemente tenso, entre Tae y yo saltaban chispas, pero no de
las que me gustan. –Rio yo solo y hago reír a Kook con una sonrisa triste en
los labios—. Me miraba con rencor, unas veces. Otras con tristeza esperando que
me compadeciese de él. Otras ni me miraba, y esas eran las peores. Sentarme a
la mesa a su lado y verlo levantarse a causa de mi presencia. Ser el causante
de sus sentimientos me estaba torturando pero esperé que con el tiempo esto se
normalizase a la par que sus marcas en el rostro desaparecían.
Mis padres se acostumbraron a la situación
y comenzaron a ser más compasivos con Tae dejándole salir los viernes cuando
las clases terminaban. A mí no me gustaba ni un pelo porque estaba
completamente desinformado. ¿Con quién estaba? ¿A dónde iba? Todas las
posibilidades pasan por mi cabeza y ninguna me parece apropiada.
Es viernes, las once y media de la noche y
llega tarde. Estoy en la ventana de mi cuarto esperando por su regreso pero
nada, nada en absoluto. No sé qué diablos se le pasa por la cabeza para no
llegar ya. Me pongo unos vaqueros, una sudadera cualquiera y recogiendo mi
móvil y llaves salgo de casa informando a mis padres de que salgo a buscarlo.
Camino a grandes zancadas por la calle
incapaz de controlar y menos aún organizar mis sentimientos. Miro a todas
partes y como no tengo un destino fijo camino en dirección al centro de la
ciudad, donde se mueve el ambiente a estas horas. Llamo a Tae. Suena durante
unos segundos, por supuesto porque siempre está atento a su móvil pero de
repente deja de sonar y unos agudos pitidos muy seguidos me sorprenden,
indicándome que ha colgado la llamada.
—Maldito hijo de puta… —Susurro a mi mismo
esperando que me oiga donde quiera que esté.
Apenas he caminado medio kilómetro, todo
este tiempo estando solo en la calle, cuando unas voces tímidas me sorprenden
viniendo de la puerta de una casa cercana a donde estoy yo. Veo a un chico y a
una chica. Maldita sea. Es Taehyung con una chica de su clase. Detengo
bruscamente mis pasos y me escondo en la seguridad que me da la sombra de la
casa. Los oigo hablar.
—Me lo he pasado muy bien TaeTae. –¡Solo
yo puedo llamarle así!
—Yo también. Y la película ha sido genial.
–Así que es eso, han ido al cine. Todo mi cuerpo tiembla al pensar que estoy
siendo testigo de la despedida después de una cita. Mi hermano sonríe, le está
sonriendo a esa maldita chica que ni siquiera sé quién es. No la conozco y ya
la odio como al mismo diablo.
—¿Podemos quedar otro día? –Ella estrecha
su mano y sus dedos juguetean con la palma de Tae. Siento todo mi cuerpo arder.
—¡Claro! –Cierra sus ojos porque la enorme
sonrisa que ilumina su cara no le deja otro remedio. Ella se acerca a él. Él a
ella, e inclina su rostro para besarla.
El beso no dura más de tres segundo pero
parece que han sido años. En estos tres segundos he sentido arcadas, un vómito
de repugnante bilis putrefacta. He sentido como si cada una de las células que
compone mi cuerpo se retorciera en dolor y se prendiesen fuego unas a otras,
quemándome a mí por entero. –Mátame—. Grito dentro de mí y ojalá alguien lo
hiciera porque no puedo soportar que mi hermano bese otros labios que no sean
los míos. ¿Estoy celoso? Imposible, dado que he sido yo quien se ha apartado de
él y le ha dado completa autonomía para hacer esto. Pero no, no lo consiento.
—A dios, no vemos. –Ella inclina su cabeza
como despedida y él se da media vuelta volviendo a la calzada. Cuando ella ha
desaparecido dentro de casa Tae pasa por donde yo estoy sin verme. Camina con
la cabeza mirando al suelo. Muerde sus labios y me recreo en el odio que ese
acto me proporciona.
Dejo que camine unos metros más mientras
yo le sigo hasta que se mete por una calle sin grandes casas. Nada más que
bloques de pisos vacíos. Yo mismo le enseñé este atajo para volver pronto a
casa. Pero hoy llega muy tarde.
—¿Dónde estabas? –Grito y le asusto cinco
metros más adelante de mí. Se gira con los ojos bien abiertos y parece que
apenas me distingue entre la oscuridad en que la noche nos ha consumido.
—¿Jimin?
—Llegas tarde. ¿Dónde estabas? –Reitero la
pregunta como si no me hubiese oído.
—Estaba fuera.
—Lo sé. Con esa furcia de tu clase.
—¿Qué has dicho? –Frunce el ceño y se
acerca peligrosamente a mí—. ¿Nos has seguido?
—No me ha hecho falta. Os he visto en su
puerta.
—¿No puedo estar con una chica de mi
clase?
—Define “estar”.
—Es mi novia. –Alza su rostro orgulloso de
sus palabras. Yo deshago el mío en el asco.
—No me hagas vomitar.
—¿Esto también está mal? –Comienza a
gritar y hacer aspavientos con los brazos para dar más énfasis en sus palabras.
—Ya hablaremos de esto. Ahora hay que
regresar a casa. –Agarro su brazo controlando mi fuerza y camino unos pasos con
él hasta que se deshace de mi agarre.
—¡Suéltame! –Se aparta un metro pero yo lo
vuelvo a sujetar.
—No seas crío.
—Eres tú el crío que no me deja vivir.
¿Qué diablos te pasa? –Lo arrastro calle adelante—. No puedo ser feliz contigo
ni sin ti.
—Deja de decir estupi… —me interrumpe.
—Ella me gusta mucho más que tú. –Me
detengo en el acto inducido por sus terribles palabras y cuando me giro para
mirarlo sus ojos me apuñalan con su frialdad—. Y besa mejor que tú. Ella me
entiende, tenemos mucho en común. Más que tú y yo. Ella es…
—¡Cállate de una vez! –Agarro el cuello de
su camisa furioso con todo lo que entra en mis oídos.
—¡Te odio! –No sé qué diablos me pasa pero
no puedo controlarme por más tiempo y golpeo su cara con la palma de mi mano
abierta. Si quisiera le podría dar una paliza pero esto es suficiente para que
todo mi rencor salga. Pero al instante en el que lo hago me arrepiento porque
su rostro girado en la dirección en que lo he golpeado me recuerda cosas que
preferiría mantener ocultas y me revela verdades que no quiero asumir. Soy como
mi padre.
—Tae… —Tartamudeo—. Yo… lo siento…
Él está atónito. No comprende lo que ha
pasado pero el dolor y picor en su mejilla se lo confirma. Le he golpeado y no
va a perdonármelo jamás. Oye mis súplicas pero no las quiere asimilar. Con su
mano en su mejilla y sus ojos derramando lágrimas sin gemidos camina en
dirección a casa sin mirarme, sin dirigirme la palabra. Estoy temblando sin
remedio y me siento tan rastrero como mi padre, como mi abuelo. Me arrepiento
cada segundo que pasa y no sé que podré hacer.
—Vuelve aquí. –Salgo corriendo para
alcanzarle y como veo que no me obedece le agarro de los brazos guiándolo a un
pequeño espacio entre bloque y bloque de pisos donde la luz apenas entra.
Susurro—. Mírame. –No lo hace—. Lo siento. Me he enfadado y no sabía cómo…
Aish… —suspiro no encontrando las palabras adecuadas.
—Te odio, hyung…
—Lo sé. Si quieres salir con esa chica,
yo… a mí… no me importará.
—¿De veras?
—Pero que sepas que te amo. –Suelto sus
brazos ahora que no se resiste y acaricio su rostro y su pelo—. Y que te amaré
siempre.
—Hyung…
—Te espiaré mientras te cambias, y me
colaré en tu cama por las noches para dormir contigo. Cuando nadie mire, te
besaré. Te daré la mano para animarte siempre que quieras, te compraré los
regalos más caros y bonitos solo porque quiero. Cuando llores, te consolaré y
cuando rías espero que sea por mí. No quiero que te rías con otras personas.
Nadie volverá a ponerte una mano encima. Nadie podrá hacerte daño si yo puedo
evitarlo. Estaré a tu disposición en todo lo que me pidas porque seré tu
escudero, tu caballero y tu príncipe. Si quieres placer, aquí estoy y si no lo
quieres, estaré igual porque nadie puede sustituirte.
Me canso de hablar y beso sus carnosos
labios tan delicadamente que espero me ruegue por más. Y así es, nos besamos
todo lo que nos pide el deseo y nos dejamos llevar lejos de la realidad que nos
rodea y amenaza con separarnos. No me importa. Le amo demasiado.
…
—Hyung, —Pregunta Kook—. ¿Qué pasó
entonces con la chica esa? –Sonrío por la pregunta.
—No volvieron a quedar y al lunes
siguiente, cuando la vio en clase rompió con ella.
—¿Cómo puedes estar seguro de eso? ¿Y si
estuvo saliendo con los dos? –Me pregunta solo para fastidiarme.
—Yo la vi llorar durante días escondida en
los baños.
—Nuestro TaeTae es un rompe corazones.
–Ambos negamos con la cabeza divertidos.
Comentarios
Publicar un comentario