DESDE EL ORFANATO [PARTE II] (Jimin x V) - Capítulo 16

 Capítulo 16

 

Jimin POV:

 

Los días pasan poco a poco y siento como si nuestra relación, desde ese momento se hubiese estrechado. Me abraza con frecuencia, me cuenta más cosas sobre él, cosas que ni siquiera sospechaba como que tiene el mal hábito de cambiarse de ropa interior dos veces al día. No es por ser raro pero solo lo hago una. En fin… es mi hermano, y adoro todo de él.

Nuestros padres no se enteraron de lo sucedido y doy mil gracias por ello. Él pudo aprender y yo compartí mi sabiduría con alguien. Es decir, ¿qué hay de malo? Pensé que todo se quedaría en un recuerdo, en una simple anécdota que poder rememorar. Sin duda me había equivocado porque después de aquello él se había vuelto adicto a mí, y yo a él.

—Hyung… hyung… —Alguien me zarandea el brazo y me despierto asustado en mi propia cama. Con lo que me había costado dormirme.

—Maldita sea, ¿Qué ocurre? –No hace falta que me conteste porque se interna entre mis sabanas sin ningún permiso—. ¿Qué haces?

—Tuve una pesadilla…

—Mentira. –Desde luego le conozco y no me despierta por una simple pesadilla. Irremediablemente ya permanece tumbado a mi lado y puedo sentir su cálido aliento rozando mi cara. Está nervioso y algo inquieto—. ¿Qué hora es? —Intento incorporarme para mirar la hora en el reloj pero él me detiene aferrándose a mis brazos.

—Hyung, hyung. –Hace que le mire de nuevo—. No te muevas.

—¿Se puede saber qué diablos quieres? –Tímidamente se acerca más a mí hasta que nuestros cuerpos permanecen muy juntos. Susurra.

—Quiero hacerlo otra vez. –Veo su pícara sonrisa

—¿El qué?

—¿Qué va a ser? –Sin pensárselo demasiado sus curiosas manos llegan a mi abdomen y esquivan mi camisa haciendo que el frío de sus dedos me dé escalofríos. Rápidamente detengo esto aferrándome a sus muñecas.

—¿Qué estás haciendo? Si quieres aliviarte puedes hacerlo tú solo.

—Ya lo he hecho solo pero no es lo mismo.

—Pero esto no está bien Tae… Se deshace de mi agarre tras un pequeño forcejeo y acaba rodeando mi cuello con sus manos. Aún está tumbado a mi lado pero la distancia entre nosotros no supera los dos milímetros. Debo apartarme, quiero apartarme de él pero no puedo.

—Te quiero hyung, ayúdame con esto… —Sus piernas se enrollan con las mías más de lo que me gustaría y sus manos acarician mi pelo tan delicadamente que me enternece. Sus palabras son traicioneras porque su mejor arma es el chantaje psicológico. Su puchero ya es evidente. Sus ojos brillan y lo hacen aún más cuando me ven resignado a sus deseos. Asiento y la sonrisa que adorna su rostro se hace mucho más evidente. Maldita sea. He caído.

—Está bien, pero no puedes hacer ruido. Están dormidos. –Hablo de nuestros padres—. Y esta es la última vez. ¿Entendido? –Asiente pero no me cabe la menor duda de que no me está prestando atención, está más pendiente de soltar mi cuello y rodear mi cintura con sus curiosas manos.

Ha aprendido demasiado porque no solo sabe cómo excitarse a sí mismo sino como hacerlo conmigo. Uno de sus muslos se revuelve bajo las sábanas y acaba entre mis piernas. Asciende lentamente hasta que mi ingle le detiene y se deleita allí para crear una fricción suculenta. Yo ayudo con mis caderas de manera inconsciente.

Como si no fuera suficiente sus manos exploran mi vientre y descienden hasta la costura de mis pantalones que ahora parece un verdadero abismo, y nada más que una fina línea cuando se han internado dentro. Las yemas de sus dedos, ágiles y fisgonas llegan a mi pene y juegan con él para despertarlo y provocarme un placer que nunca antes había sentido.

Y mientras mi cerebro enloquece por la aglomeración de sensaciones y sentimientos, mis ojos no le quitan la vista de encima. Ni él a mí. Muerde sus labios provocándome de la manera más cruel posible. Maldita sea. Míralo, está jugando conmigo y me encanta.

—Tae, Tae… —Gimo sin querer—. Más despacio. –Me obedece y ahora puedo realmente delirar con sus manos masturbándome.

—Ya me duele hyung. –Es hora de recompensarle por sus habilidades.

—¿Me dejas hacer una cosa?

—Lo que quieras siempre y cuando me guste.

—Genial. –Me incorporo en la cama y me tumbo sobre él para tenerle perfectamente en mi control. Me ayudo de él para quitarle toda la ropa y dejarle indefenso. Está muy confundido y yo algo nervioso—. No hagas ruido. –Asiente y yo empiezo a besar su cuello, luego su pecho y hago un recorrido hasta su entrepierna. Estoy completamente oculto por las sábanas mientras su rostro está a la superficie. No me importa.

Cojo su pene ya duro y beso el glande como he visto en algunos videos subidos de tono. Nunca he hecho esto y no sé si lo haré bien pero espero saber guiarme por todo lo que ha almacenado mi mente. Suspiro y regreso a lamer su polla. Despacio pero con fuerza. Una de sus manos va rápidamente a mi cabello y me despega de donde estoy. Retira las sábanas y me mira con las mejillas ardiendo.

—¿Qué ha sido eso? –Se incorpora y se sienta con la espalda en el cabecero.

—¿No te ha gustado?

—¿Eso se puede hacer? –Asiento.

—Y más cosas, pequeño. Solo déjame hacerlo. ¿No quieres que siga?

—Sigue, por favor. –Lloriquea y, de rodillas frente a él, retomo mi misión. Hacerle correr en mi boca.

Una de mis manos va a enrollar su pierna para que me deje el camino y la otra para ayudarme a tragar poco a poco su delicioso falo. Al principio muy lento pero cuando sus gemidos se vuelven impacientes por salir aumento la velocidad. Mis labios me ayudan a deslizar y mi saliva a lubricar.

Muerde sus labios mientras que con sus manos araña mis hombros completamente ido por la excitación. Respira por la boca muy fuerte. Aprieta sus ojos y juraría que se va a correr de un momento a otro pero no quiero perderme su expresión. Veo como tiembla en mis manos, como gime y como algunos de los gemidos se los traga porque teme que sean demasiado fuertes. Soy torpe, lo reconozco, pero me encantan las sensaciones que le estoy causando.

—Hyung, hyung… —Amo esto. Me estoy perdiendo en su voz rogando por mí. Y el momento ansiado llega. Se deshace en mi boca y trago todo gustoso de haber sido el causante. Pero ahora soy yo el que necesita ayuda.

—¿Vas a dejarme así? –Pregunto y me siento en sus muslos. Sabe a lo que me refiero pero aún se está recuperando y dudo que sea capaz de nada ahora mismo.

Saco mi pene por encima del elástico de los pantalones  y me masturbo estando ya muy duro. No tardaré mucho y por lo que veo él se da cuenta cuando empiezo a temblar sobre él. Una de sus manos me ayuda con los movimientos y acabo por mover mis caderas haciendo fricción pero parece que eso no le gusta y tira del cuello de mi camiseta para acercarme a él y dejar que bese mi cuello a su gusto. Muerde, lame y yo me siento ir. Pero todo cambia cuando asciende hasta mis labios y me besa de la mejor manera posible. Estando yo rozando mi límite de cordura. Sin duda me tira de ese borde y me estampo contra algo llamado placer.

Ya no me importa nada. Suelto mis manos de mi pene y dejo que él siga mientras las llevo a su cuello y devoro sus labios rememorando aquella vez. Sin duda esta es mil veces más caliente. Seguramente note mi saliva algo viscosa por su semen, pero no me paro a pensar demasiado en ello. Él me hace llegar rápido y placentero en sus manos y le mancho el vientre no todo lo que me gustaría.

—¿Estás bien hyung? –Me pregunta con sus grandes ojos mirándome.

—Me has besado, Tae… —Digo lo evidente aún fascinado. Me siento en sus piernas relajando todo mi cuerpo.

—Sí, ¿está mal, hyung?

—Muy mal Taehyung, está muy mal. –De nuevo me acerco a él con el aliento entrecortado y beso tímidamente sus labios húmedos de mi propia saliva. Un sello dulce, a la vez tierno y jugoso. Me encanta esto. El clímax ya pasó y no puedo sentirme más feliz que ahora mismo. Me temo que no va a poder cumplir su promesa, esta no será la última. No lo permitiré.  

 

 

 

 

 

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