DESDE EL ORFANATO [PARTE II] (Jimin x V) - Capítulo 13

 Capítulo 13

 

Jimin POV:



Los gritos desesperados de Suga y Jin llenan mis oídos en la sala de recreativos. Ambos tienen un fusil de juguete en sus manos, conectado a una máquina con una pantalla delante de ellos. Siempre me pasa lo mismo, ellos dos se pican y acabo quedándome fuera de esto. Pero no me importa, me divierto de todas maneras viéndoles sufriendo por ganar en un estúpido juego. ¿Así nos veremos Tae y yo? Espero que no.

—¡Hijo de…! –Jin es muy tierno, nunca acaba sus palabrotas por un pudor impropio de un chico de su edad.

—¡Cállate ya! Vas ganando idiota. –Sonrío con ellos mientras miro detrás de mí y me sorprende las risas de unas chicas de edades cercanas a las nuestras. Son cinco y todas forman un círculo mirándonos.

Vuelvo a girar la cabeza sin que se note demasiado y ríen como pequeñas niñas llenas de vergüenza. Yo sonrío también porque sé que me miran a mí. La verdad es que no me fijo en su físico, ni en su rostro. No me interesa nada de ellas más que la curiosidad por saber qué diablos miran en mí.

—Este trasto es una mierda. –Dice Suga asqueado y deja la pistola de plástico de mala gana.

—¿Vamos a los bolos?

—Más tarde. Ahora hay que atender a las señoritas. –Dice Jin alardeando de su inexistente belleza y atusa su pelo saludando a las chicas que estaban tan lejos antes. Ahora vienen en nuestra dirección.

—Hola. –Saludan todas a la vez poniéndome los pelos de punta. Hay dos con el pelo recogido en una coleta. Otras dos con el pelo suelto y la última con un recogido algo extraño. No me gusta en absoluto. Todas con ojos pequeños, mejillas hinchadas y labios secos. No me gusta nada de ninguna y sin embargo me siento obligado, por algo más fuerte que yo a saludarlas y complacerlas en todo lo que me pidan.

—¿Jugáis con nosotros? –Pregunta Suga comprometiéndome en algo que no me interesa. Ellas asienten y nos vemos obligados a jugar todos juntos una partida a los bolos. Dos grupos de cuatro personas. Estoy, por desgracia, en un grupo en el que son todo chicas menos yo. Es extrañamente excitante a la par que horriblemente vergonzoso.

A la espera de mi turno me siento en uno de los asientos cercanos a las pistas y mantengo en mi mano una lata de inofensivo refresco. Una de las chicas, la del pelo en un moño, se sienta a mi lado y comienza una infantil conversación sobre algo de lo que no tengo el mínimo interés.

—¿Cómo te llamas? –Me pregunta al fin enderezando la conversación.

—Jimin. ¿Tú?

—ByungHan. –Sonríe como una idiota mientras yo doy por sentado que lo es. Tiene la misma edad que yo, va a una escuela cercana a la mía… y más cosas inútiles que tengo que escuchar pero no sé en qué momento la conversación se vuelve interesante.

—¿Entonces buscas una pareja?

—Sí. –Cubre su boca mientras ríe tímida—. Mis amigas te han visto y creo que eres perfecto para mí.

—¿Y por qué piensas eso?

—Eres muy guapo y seguro que haríamos una preciosa pareja. –Odio que sea tan directa y sin embargo me excita en sobremanera.

—¿Tú y yo?

—Sí.

—Primero tendríamos que tener una primera cita, ¿no crees?

—¿No consideras esto una cita?

—No. Esto es demasiado infantil.

—¿Quedamos mañana? Nuestra primera cita. –Asiento—. Dame tu número de teléfono y mañana te llamo para concretar la hora.

Ella se yergue un poco y besa mi mejilla rozando levemente su mano con la mía de manera que me dé por aludido pero que parezca algo casual. Yo mientras, escribo mi número de teléfono en una servilleta de papel y se la entrego sonriendo. Ella emocionada se levanta y sale corriendo a su círculo de amigas para que la elogien por su premio.

Mañana será mi primera cita y estoy realmente emocionado.

 

 

—¡HYUNG!

—¡¿QUÉ?! –Pregunto en su mismo tono de voz.

—¿Cómo se te ocurre? –Golpea repetidas veces mi brazo esperando que con ello el pasado cambie. Idiota.

—Ya no puedo hacer nada Kook…

—¡HIJO DE PUTA! –Sigue golpeando ahora con una de las almohadas.

—¡BASTA! ¿Quieres que siga o ya no te cuento nada más? –Se sienta de inmediato queriendo que siga—. No solo no puedo hacer ya nada sino que eres un puñetero impaciente.

 

 

La mañana del día siguiente transcurre rápida, me la paso durmiendo. Como no. sin embargo después de comer es otra cosa.

—Hyung… —Dice Tae cuando estamos los dos lavando los platos en la cocina—. Ayer cuando saliste fui a alquilar tu película favorita. Eduardo manostijeras. –Me mira sonriendo como un niño pequeño—. ¿La vemos juntos después de terminar con esto?

—¿Crees que mamá nos dejará hacer palomitas? –Susurro esperando que ella no me oiga.

—No, pero las haré de todas maneras si quieres. –Mira a todos lados como si le persiguiera un criminal. Susurra—. Ve, yo termino con esto. La película está en mi mochila. Ponla y espérame allí. Ahora mismo subo.

Yo acato sus órdenes y no puedo creerme lo maravilloso que es, intenta compensarme no porque haya hecho algo malo sino para asegurarse de que esta vez no volveré a marcharme. Yo subo emocionado las escaleras y entro en su cuarto apagando las luces y bajando la persiana para que haya la mínima visión posible y podamos disfrutar de la película a gusto.

Encuentro el CD por ahí en su mochila y lo introduzco en el DVD todo lo rápido que puedo. Antes de que empiece le doy a la pausa y espero sentado en la cama pero antes de llegar a ella mi móvil vibra en mis pantalones. Lo cojo y es un número desconocido.

—¿Si?

—¿Jimin? Soy ByungHan. —¡MIERDA!—. ¿Puedes salir hoy a las seis? Conozco una heladería preciosa que han abierto hace poco y después podemos ir a pasear por el parque.

Sin duda conozco la heladería de la que me habla y es preciosa a la par que sus helados son los mejores, me muero por uno ahora mismo.

—Eso suena genial.

—Perfecto. ¿Quedamos en el parque de la…?

Veo como la puerta del cuarto se abre y entra Tae con un gran cuenco de palomitas calientes. El olor es más que evidente y seguro que mamá se ha dado cuenta. No le parece importar. Solo quiere estar conmigo. Su sonrisa es preciosa. Mírala, no puede ser más guapo. Camina alegre hasta la cama y se sienta con las piernas cruzadas y el cuenco entre ellas. Se lleva la primera palomita a la boca y mastica antes de preguntarme:

—¿Todo bien? –Sus ojos quieren permanecer animados pero sin duda saben que cuando me llaman es por algo importante. Asiento para no preocuparle.

—¿Jimin? ¿Estás ahí? –Soy consciente de nuevo de la voz al teléfono.

—Creo que debemos dejarlo para otra vez.

—¡¿Cómo?! –Grita—. No puedes hacerme esto.

—Lo siento. Tengo cosas mejores que hacer. –No me importa, ya no me importan ella o las convencionalidades que deba tomar en estas circunstancias. Solo veo a mi hermano ahí esperando por mí.

Cuelgo la llamada y apago el teléfono para estar completamente incomunicado. Por hoy soy solo para él.

—Mira hyung, ya empezó. –Señala la pantalla y yo salto sobre él casi volcando el cuenco de palomitas.

—Ven, déjame espacio. –Le aparto un poco la espalda del cabecero para sentarme detrás de él y poder colocarlo entre mis piernas abiertas. Mis brazos enrollan su cintura y se acomoda en mi cuerpo dejando que apoye mi barbilla en su hombro—. ¿Me das de comer? –Susurro en su oído provocándole escalofríos, pero asiente y me alimenta con el más dulce de los manjares. Su presencia.

 

 

 

 

 

 

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