DESDE EL ORFANATO [PARTE I] (Jimin x JungKook x V) - Capítulo 9
Capítulo 9
JungKook POV:
Aun por las noches, su rostro se aparecía
en mis sueños como el mayor monstruo que haya aparecido en mi vida. Ella, era
el diablo que buscan los niños bajo sus camas antes de acostarse. Sin embargo
ella no está aquí, estaba junto a mi hermano llenando su cabeza de grandes
futuros inalcanzables.
El monstruo al que yo temo tiene nombre y
apellidos, Min SungJin. La prometida de mi hermano. No quiero esforzarme en
recordarla demasiado, pelo negro, grandes labios y una cara tan desagradable
que conseguía quitarme el sueño por las noches.
Ella era la hija de un empresario como mi
padre. Y nadie me tuvo que explicar nada para entender que todo había sido un
matrimonio por conveniencia por ambas familias. Ni siquiera estoy seguro de que
Jimin estuviese muy al tanto. Pero ya no importa.
Hoy hace dos meses que no veo a mi hermano
Jimin. Ambos se fueron a vivir a una casa para probar la convivencia antes de
casarse y desde entonces, no he vuelto a saber nada.
Taehyung iba y volvía sin hacer caso a
nuestros padres, sin hacerme caso a mí. Y me gustaría decir que nos unimos más
pero sería mentira. Seguimos tal y como antes, solo que ahora, había un grane
espacio entre nosotros. Jimin.
Se aproximaba la navidad.
Y tal como vino, se fue.
Pasaron meses.
Otoño.
Primavera.
Verano.
Invierno.
Yo ya no era consciente de cuánto tiempo
pasó.
Yo ya tenía diecisiete años y mi hyung Tae
24, ambos jugando a la playa de mi cuarto a un juego cualquiera cuando sonó el
timbre y bajé corriendo a abrir. Mi madre ya comenzaba a hacer la cena y un
olor muy agradable entraba en mis fosas nasales alegrándome el alma. Alma que
se sumió en tinieblas una vez abrí la maldita puerta.
—Hola Jungkookie –Dijo Jimin ante mí.
Yo me quedé paralizado sin poder responder
a su saludo y como él comprobaba que estaba en shock, me abrazó sin mi
consentimiento. Dos años sin abrazar a mi hermano. Dos jodidos años sin
tocarle. Sin verle. Sin que me hablase.
Y ante toda esta aglomeración de
sentimientos dentro de mi mente, me quedé inerte esperando que entendiese que
no era recibido en mí de nuevo.
—Te he echado de menos conejito. –Se
separó de mí ignorando mi frialdad—, Que alto… Ya somos iguales…
—No, —le corté— no somos iguales.
Me miró por un momento fingiendo extrañeza
esperando a que yo rectificase mis palabras, pero no ocurrió.
—¿Quién es Kookie? –Apareció TaeHyung en
lo alto de las escaleras asomando su cuerpo al vacío más absoluto.
—Tae. –Dijo Jimin alzando la vista por
encima de nuestras cabezas temeroso pero sonriente.
Taehyung lo miró y pude sentir como su
propia sangre se helaba en cuestión de segundos. Como su cerebro asimilaba que
el rostro de su hermano estuviera frente a nosotros de nuevo. Lo que no sabía
era su próxima reacción. ¿Lo abrazaría? ¿Le cerraría la puerta?
Me desilusioné al ver su sonrisa morir
junto con su corazón y dar media vuelta para meterse de nuevo en mi cuarto.
Probablemente para probar si continuar con la partida reanimaba su cerebro.
…
Estábamos como hace años, los tres
sentados a la mesa junto con nuestros padres, los cuales ahora estaban alagando
a Jimin, por su cambio en vestir, por su madurez, por su trabajo, su futura
esposa, su nueva casa, su cocho. Juraría que no necesitaban un motivo. Llegó un
momento en que lo adularon por el simple placer de hacerlo.
—Padres, en realidad yo no he venido solo
a cenar, he traído algo para todos vosotros.
Una vez terminó de hablar, sacó de su
chaqueta unos sobres de color rosa salmón y los muso sobre la mesa. Los sobres
brillaban con luz propia por las letras bordadas en dorado que los adornaban.
—Os invito formalmente a mi boda, que será
dentro de dos meses, en la primavera.
En cuanto nuestros padres comenzaron sus
alabanzas de nuevo, el ruido de la silla de mi hermano Tae al correrse hacia
atrás nos detuvo a todos. Este se levantó con los ojos cubiertos por el
flequillo y sin excusarse salió del salón para subirse a su cuarto.
Mis padres fruncieron el ceño, enfadados
pero Jimin los calmo alegando que iría a hablar con él. Yo subí tras él, lo
cual a este no le gustó demasiado.
—Tae —susurró una vez estuvimos frente a
su puerta—, ábreme, hablemos por favor.
Sorprendentemente la puerta se abrió y nos
dejó entrar cerrado posterior mente para evitar que nuestros padres pudiesen
interrumpir.
—No entiendo tu comportamiento Taehyung,
¿acaso no quieres lo mejor para mí? Por favor… solo…
Yo solo estaba como espectador sin
intenciones de colaborar pero me sentí obligado a estar allí. Eran las personas
a las que amo. Jimin soltaba palabras sin sentido que fueron interrumpidas por
Tae.
—¿Te has acostado con ella? –sus ojos le
miraban, fríos y calculadores.
—¿Solo te interesa eso? –Escupió Jimin
asqueado.
—No. Tengo mil preguntas, pero a las demás
no vas a contestar más que mentiras.
—No voy a contestar a eso. Yo no estoy
aquí para darte explicaciones de mi vida privada.
—¿Desde cuándo no formo parte de tu vida
privada? Que yo sepa tu y yo hemos…
¡Nada! –Interrumpió Jimin—, Tú y yo no
somos más que hermanos. Nada más. –Jimin aprovechó un momento en el que
Taehyung se había petrificado para recobrar la postura y hablarme a mí—,
JungKook, también he venido aquí para pedirte algo especial. –Tae nos miraba
expectante—. ¿Quieres ser mi padrino?
Mi hermano con la boca abierta estaba a
punto de romper a llorar, no sé si por las frías palabras de Jimin o porque su
proposición había sido dirigida a mí, y no a él.
Yo también quería llorar. Quería abrazar
el regazo de mi madre y sollozar hasta quedarme sin lágrimas. Deseaba volver
atrás en el tiempo pero no estoy seguro de mi capacidad para cambiar lo que
ahora era mi presente. Me limitaría a saber apreciar aquellos momentos. En
aquel de entonces quise volver a las palizas que me propiciaban en el orfanato.
Esta situación era más dolorosa. Pero yo me mantuve firme. Inamovible. Porque
entonces entendí que significaba ser hermanos.
—No hyung. –El me miró confundido—,
Asistiremos a tu boda porque somos tus hermanos pero yo no pienso participar en
este juego capitalista. No estoy de acuerdo con tus elecciones pero las respeto
y no intervengo. Ahora, no me pidas que sea un actor más en tu farsa. Nos
perdiste en cuanto fuimos un segundo plano tras tu carrera y tu deber de buen
hijo. Así que deja de fingir. Yo ya no me creo nada de ti.
Tras asimilar mis palabras dio media
vuelta y se fue. Tan fácil como eso y mi hyung rompió a llorar. Me abrazó y
lloró en mi hombro como yo debería haber hecho en su lugar.
…
La música estridente abarcaba todos mis
sentidos. Ahora entendía porque mi hermano salía sin control. Esto era
maravilloso. Podía moverme libremente sintiendo mi cuerpo volar tras las tres
copas que me tomé. Mi hermano necesitó más de estas para llegar a mi nivel pero
aceleró su proceso tomando una pastilla de éxtasis que no me dejó catar.
Después de que Jimin escuchara lo que le
dije bajó junto con nuestros padres y continuó su cena como si nada hubiese
pasado.
—Vámonos –dijo mi hermano vistiéndose y
pasándome ropa suya para que me cambiara también. Su ropa oscura y sexy quedaba
genial en mi cuerpo.
—¿A dónde vamos? –pregunté inocente.
—No importan. Solo vámonos de aquí.
Caminamos sin rumbo y acabamos en una
discoteca abarrotada de gente
Ambos gritamos y bailamos juntos. Sentí
mis brazos tan ligeros como hojas mientras los balanceaba al ritmo de la
música. Me sentía mareado pero lleno de vida. Caliente.
Me acerqué a mi hermano y bailamos juntos,
muy cerca uno de otro. Agarré sus brazos y los acerqué a mi cuerpo para que me
tocara. Quería ser tocado por sus grandes manos, y una vez estábamos con
nuestros cuerpos unidos morí su cuellos sin reparar en la gente a nuestro
alrededor.
—Vamos al baño. –grité en su oído ya que
era la única forma que tenía de oírme aunque me hubiera gustado susurrárselo
con voz ronca.
Caminamos esquivando a gente que al igual
que nosotros allí estaba bailando y gritando desenfrenadamente. Una vez
llegamos cerré y nos metí en uno de los cubículos candando por dentro.
Comenzamos un beso muy ardiente no más que necesitado. Aferré su cuerpo al mío
y él agradeció el contacto separándose para quitarse su camisa, y más tarde la
mía siguió el mismo camino.
Hice que se sentara en el retrete frente a
mí y yo me senté en él rozando nuestras erecciones. Sus gemidos eran la mejor
droga que conocía y de la que me habían cohibido durante mucho tiempo. Eché de
menos su boca en la mía. Sus labios maltratando los míos provocándome placer
inmensurable. Tiré de su cabello alzando su rostro al mío para que me mirara.
—Te amo hyung.
—He extrañado mucho esto. No pares.
Jamás se me habría ocurrido parar. Me
levanté de él y me desvestí completamente volviendo a sentarme. Volvía a
besarlo con brutalidad mientras le desabroché los pantalones sacando su polla
ya dura. Pretendía sentarme de una vez sobre ella pero me detuvo.
Lo miré por primera vez en la noche
preocupado y su rostro estaba rojo pero no por la situación. Estaba tragando
las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos.
—¿Ocurre algo hyung?
—No quiero hacerlo así.
—Hyung… ¿Quieres que yo te…?
—¡No! –de detuvo—, no quiero hacerlo
estando borrachos. No aquí, no ahora. Es tu primera vez Jungkook.
Su voz aumentaba con el paso de las
palabras y no me quedó otro remedio que entenderlo y estar de acuerdo. Era
cierto. Nunca había llegado a tal extremo con mis hyungs.
—Está bien. Pero al menos deja que te
alivie.
Abrí sus piernas una vez me bajé de él y
me arrodillé para lamer su longitud, no quise torturarlo, quería que esto acabara
cuanto antes y él viniera rápido. Una vez lo hizo se corrió dentro de mi boca y
yo toqué aquel líquido saboreándolo delante de él.
—Ven, —me dijo poniéndonos en pie y
tocando mi pene pero yo lo detuve.
—No hyung, yo ya me he corrido.
Dije avergonzado y él se limitó a sonreír
y esconder su rostro en mi hombro. Lo abracé porque lo echaba de menos a él a
pesar de pasar la mayor parte del tiempo en la misma casa, apenas tuvimos este
tipo de encuentros sexuales.
Una vez salimos del cubículo nos lavamos las
manos como niños bien educados y nos miré por un momento en el espejo.
—¿Qué hacemos ahora hyung?
Él no me contestó de inmediato. Y cuando
lo hizo, no me dio una respuesta.
—No llevaba el aniño.
—¿Cómo hyung?
—Jimin, —su nombre en mis oídos dolía—, No
llevaba el aniño que me regaló. Solo tenía el de oro de prometidos.
Mi cuerpo se tensó y lo miré como sus
labios estaban curvos en una triste sonrisa pero sus ojos contenían lágrimas.
—Y yo soy un imbécil que sigue
esperanzado. –Dijo mostrándome su mano aun con el anillo ahí.
Yo no lo entendí. Cómo después de tantos
meses, dos años en concreto aun seguía pensando que un día volvería Jimin y
todo sería como antes. Estaba a dos meses de casarse y de heredar la empresa
que le haría millonario y mi hermano tenía la remota idea de que tal vez
regresaría y podríamos continuar con una fantasía que nosotros mismos habíamos
creado. Me puse de su parte porque es débil. Porque está ciego pero no voy a
ser yo quien lo guie.
Estaré con él porque a mí también me
habían hecho daño, pero yo entendía el comportamiento de Jimin. Sin embargo
Taehyung, estaba enamorado.
Comentarios
Publicar un comentario