DESDE EL ORFANATO [PARTE I] (Jimin x JungKook x V) - Capítulo 8
Capítulo 8
JungKook POV:
Era sábado de madrugada. Nuestros padres
no estaban en casa y Taehyung había salido con sus amigos de la universidad. Un
tal Hoseok y unos cuantos más.
Eran las cinco de la mañana cuando oí los
pasos de Jimin por el pasillo de allí para acá, estaba ablando con su móvil sin
obtener respuesta.
—Coge el maldito móvil, hijo de puta.
–estaba llamando a Tae, o al menos eso intentaba porque no lo cogía—. Me cago
en Dios. ¿Dónde cojones está?
Él volvió a su cuarto y le oí abrir el
armario y sacar ropa. Estaba seguro de que se vestiría para salir a buscarlo y
yo no estaba seguro de que hacer, por lo que seguí inmóvil en mi cama. Una vez
las clases comenzaron de nuevo, Taehyung había conocido a chicos nuevos que
habían repetido último curso. No me gustaban esos chicos, eran muy escandalosos
pero Taehyung parecía estar a gusto con ellos, por lo que salían casi todas las
semanas. Siempre llegaba tarde. Pero jamás se atrevió a no aparecer. Hasta
aquél día, aprovechando que esta noche, nuestros padres no llegarían a casa.
Cuando sentí a Jimin coger las llaves y la
cartera de su cuarto oí la puerta de abajo abrirse y este salió corriendo de su
cuarto para encontrarse a Taehyung subiendo las escaleras. Sus pasos no eran
muy acertados.
—Maldito cabrón. ¿Se puede saber por qué
diablos no puedes coger el puñetero móvil?
—No, no se puede. –La voz era ronca e
incoherente. Estaba borracho.
—Estás borracho. Ve a darte una ducha,
apestas a alcohol.
—¡No me toques! –Gritó seguramente en un
intento que tuvo Jimin de redirigirlo a su baño. Me levanté de golpe. Pero aun
no salí de mi cuarto y me quedé embobado
mirando las sobras que salían por mi puerta medio abierta.
—¿Qué te pasa? ¿Qué has bebido?
—¿Qué cojones te importa?
—¡Me importa porque eres mi hermano! –ya
no pudo mantener Jimin su tono condescendiente y se rebajó a su nivel.
—¡UNA MIERDA! ¡HE DICHO QUE NO ME TOQUES!
¡SUELTA!
Salí en el momento exacto para ver a
Taehyung empujar a Jimin contra la pared y golpearse la cabeza contra esta.
Taehyung se habría lanzado a él si no fuera porque lo aferré por la cintura a
tiempo para hacerlo retroceder. Jimin en vez de reaccionar se quedó estático
con los ojos como platos observando el estado deplorable en el que se encontraba
su hermano. En su mente, se atribuía las culpas.
—¡PARA HYUNG!
—¡SUELTAME! –me dijo pero luego, se
dirigió a Jimin aun revolviéndose en mis brazos—, ¡No te preocupes ahora de mí!
¡No pensaste en mí el otro día!
—¿Dé que habla hyung? –Pregunté a Jimin
que seguía allí de pie sin hacer nada.
—¡Dejaste de ser mi hermano en cuanto
accediste a casarte con esa zorra!
Solté a Taehyung. Ya no atentaba contra
nadie. Sus palabras tuvieron el suficiente efecto como para detener mi cuerpo y
mi mente se colapsó. Nos miramos los tres. Y después, Tae se fue a su cuarto,
Jimin miró al suelo, asumiendo la verdad y yo lo miré a él.
Yo no estaba entendiendo nada en absoluto.
…
Una vez más estaba yo con aquel esmoquin
casi a estrenar.
Un mes había pasado desde aquel día en el
que Tae llegó borracho.
Él no estaba aquí con migo porque no se
creía capaz de presenciar lo que mis ojos estaban a punto de ver. Lo que veía
en ese mismo momento.
Jimin hyung frente a mí y yo tan solo era
uno más entre el público de mi salón. Él y la mujer que adornaba su brazo eran
los anfitriones una vez más. Ambos sonrientes y cada uno con una copa de
champan, una vez más, celebrábamos algo en lo que no habían contando con
nosotros.
—Me complace presentarles—, dijo una voz
que juraría fue la de mi padre. Yo solo tenía sentidos para Jimin—, a los
prometidos.
Todos alzaron la copa frente a sus rostros
para brindar por los futuros novios. Pero mi copa se mantuvo en la misma
posición. Mi cuerpo inerte, sin alma, sin vida, observando la sonrisa de mi
hyung y su copa en lo alto como la de su futura esposa. Sonrió al público
tragando las oleadas de felicitaciones, pero al encontrarse con mi rostro,
negando lo que estaba sucediendo, negándole a él, su elección, su sonrisa moría
junto con nuestras esperanzas. No probé aquella copa que sostenían mis manos.
Me marché, conmovido por el mismo
sentimiento que condujo a Taehyung a marcharse el día de la firma de su
contrato. El que lo conduce cada noche a salir y emborracharse.
…
Subí al ático y desde allí se veía la
ventana abierta con una figura ahí sentada. Siempre que estuvo triste subía
aquí y salía al tejado para sentarse y pensar. Descubrí este hábito suyo cuando
yo ya tenía doce años.
Él podía oírme perfectamente caminar hasta
él y sentarme a su lado por lo que no necesitó volverse para comprobar que era
yo. Tampoco necesité decirle nada. Él estaba vestido de deporte, con pantalones
amplios y camiseta vieja, mientras yo estaba con esmoquin, me hizo gracias
vernos así, aunque no le dije nada.
Ahora estaba tranquilo aunque había
llorado porque sus ojos se mantenían aun rojos e hinchados. Saqué del bolsillo
interno de mi chaqueta un paquete de camel y le ofrecí un cigarrillo que en un
principio se negó a coger preguntándose cuándo había yo empezado a fumar. Pero
más tarde se dio cuenta de que era el menor de sus problemas e incluso le
vendría bien.
Yo cogí otro después que él y los encendí
ambos con el zippo que guardaba dentro del mismo paquete. Yo era joven con mis
quince años para fumar pero tampoco me resultaba difícil conseguirlo, así que…
—Sé que no lo conozco desde hace tantos
años como tú, —dique evitando el nudo en mi garganta—, sé que no he estado tan
cerca de él como tú, ni que lo conozco tan bien pero… yo también lo estoy
pasando mal con esto hyung. Y puedo entenderte. –Me miró dejando que sus ojos
llorasen de nuevo—. Lo que quiero decir es que, no quiero que esto nos separe a
nosotros. Te quiero hyung. Y voy a seguir aquí. Siempre.
Pensé que me abrazaría, pero se limitó a
darme la mano que tenía libre, y el frío del aniño me recordó que a pesar de
todo, Jimin seguía presente en nosotros.
—Jungkook. –dijo una vez terminó de fumar—,
¿crees que él es feliz así?
¿Qué clase de pregunta es esa? ¿Cómo iba
yo a responder? y en caso de hacerlo, ¿Qué debería decir? Diga lo que diga
tengo la sensación de que le heriré más de lo que ya se siente y es lo último
que quiero.
—Hyung, yo me hago la misma pregunta.
—¿Te ha dicho algo?
—No.
Dejé pasar unos minutos.
—¿Por qué está haciendo esto? –Pregunté.
—No tiene otro remedio.
Y con eso ya no quise pregunta más.
Comentarios
Publicar un comentario