DESDE EL ORFANATO [PARTE I] (Jimin x JungKook x V) - Capítulo 10
Capítulo 10
JungKook POV:
Nunca pensé que tendría que presenciar
algo así. Mi Hyung Tae y yo sentados juntos observando ambos como nuestra vida
se sumía bajo el mar. Ahogándonos. Eso sí. Con traje y corbata. Estábamos
asistiendo a la boda de nuestro hermano a regañadientes, todo hay que decirlo,
pero era nuestro deber, deber de hermanos.
Estaban pronunciando sus últimas palabras
antes de ponerse los anillos y mi hermano y yo nos dimos la mano. Sus
esperanzas tal vez me contagiaron algo de fe a mí también y esperé, que al
vernos Jimin recapacitase y diese marcha atrás. Lo esperé hasta que de sus
labios salieron las malditas palabras que lo condenaron, nos condenaron a los
tres.
—Sí quiero.
Y tras que su mujer las dijera también,
los anillos fueron colocados en sus correspondientes dedos, y ambos se besaron
frente a nosotros. Y de todo lo sucedido, lo que más me impactó fue que los
labios de mi hermano besasen otros que no fueran los míos o los de Taehyung. Me
sentí violado. Robado. Me habían quitado algo que era mío y estaban
mancillándolo frente a mis ojos. Por días ese sentimiento se mantuvo dentro de
mi mente. Me sentí tan pequeño. Yo ya no era nada para él, porque jamás podría
ser alguien lo suficientemente valioso para él.
¿Y qué hice? Llorar por noches. Por días.
Lloré con mi hermano y lloré cuando nadie me veía porque realmente necesitaba
sacarlo a fuera. O acabaría matándome. Matándonos.
…
Encendí la ducha y esperé a que la bañera se
llenase. A medida que el agua crecía eché jabón para que oliese bien. Me
encanta este olor. Una vez el agua
estaba casi hasta el borde, introduje mi cuerpo dentro dejando que la fatiga se
la llevase el agua que sobraba. Ha pasado un mes desde la boda de Jimin y desde
entonces soy incapaz de conciliar el sueño. Con el tiempo aprendes a vivir con
esta sensación de vacío constante. Desesperación infantil.
Flashback on:
—HYUNG HYUNG HYUNG –grito a Jimin el cual
he visto pasar por enfrente de mi cuarto con una toalla y ropa limpia.
Se detiene en su camino y yo salgo de mi
cuarto animado.
—¿Si Kook?
—Por favor hyung, por favor –supliqué
tirando de sus pantalones como un niño caprichoso de diez años, lo que era. Me
había acostumbrado a ducharme con él y lo cojo como un mal habito. Y con mis
súplicas, aunque se hiciera el tonto, sabía muy bien que le estaba pidiendo.
—¿Qué quieres Kookie…? No entiendo.
—Sabes muy bien hyung… —como vi que no
funcionaba, dije con la boca pequeña—: Hyung… ¿puedo ducharme contigo?
—¡Claro que sí pequeño! –siempre me dio
vergüenza pedirle este tipo de cosas porque él ya era un chico grande y yo solo
un niño pequeño. Envidioso de su cuerpo. Avergonzado por el mío.
Me alzó en brazos y me llevó en su regazo
hasta el baño. Una vez allí me sentó en el váter y me desvistió cuidadosamente.
Primero la camisa teniendo cuidado de no hacerme daño en el cuello al sacarla.
Luego los pantalones y los calzoncillos en último lugar dejándome completamente
expuesto a él. Así es como le gusta.
Después él. Cada vez que se desvestía me
hacía un pequeño estriptis sin que él fuera consciente. Era todo un espectáculo
para mí y cada vez que hoy me desvisto imito inconscientemente su forma de
hacerlo. Mostrando delicadamente cada nueva parte del cuerpo. Con una decisión
pudorosa.
Me enamoré de sus gestos. De la forma en
la que hablaba. Del mal habito que tiene de sonreír constantemente. Jodida
sonrisa que ahora tanto añoro.
—Ven Kookie –me dijo y yo salté sobre él
para que sus brazos me cogieran. Entrelacé mis piernas en él y ambos nos
sumergimos en el agua.
—Pensé que te ducharías.
—¿No te gusta bañarte? Puedes irte si
quieres yo me…
—¡NO hyung! –Rodeé su cuello con mis brazos—,
me gusta.
Besó mis labios sin vergüenza.
—Lávame el pelo Kookie.
Yo, torpemente, cogí agua con mis pequeñas
manos y las echaba por su cabeza para mojar sus cabellos castaños, pero lo
único que conseguía era cubrir sus ojos con el agua.
—Así adelantaremos más. –Mientras yo
seguía en su regazo, él hundió su torso bajo el agua aguantando la respiración.
De esa manera consiguió mojar todo su pelo.
Una vez salió a la superficie me vio de
brazos cruzados y con una facción seria fingida.
—¿Qué ocurre?
—Eso no lo vuelvas a hacer hyung.
—¿Por qué?
—¿Y si te ahogas?
—Tú estás aquí cuidándome… ven, túmbate.
Tiró mi cuerpo hacia atrás haciendo que mi
espalda se pusiese al nivel del agua. Yo me asusté e intenté incorporarme pero
el me frenó.
—No voy a hundirte tonto. Solo voy a
mojarte el pelo.
—Hyung. No sé nadar.
—Tampoco podrías aquí dentro.
—Digo que nunca he aguantado la
respiración como… —intenté explicarle una vez estuve con la parte posterior de
mi cabeza bajo el agua. Mi corazón latía rápido pero su mano en mi nuca estaba
salvándome.
—Ya aprenderás. No hay prisa yo te…
—Ahora hyung. ¿Cómo hago? –me miró
intentando convencerse a sí mismo y pensando en las consecuencias que tendría
el haber provocado mi ahogamiento.
—tápate la nariz con una mano y coge aire
con la boca. No cojas demasiada ni demasiada poca. Cierra los ojos y deja
hundir tu cabeza. Cuando creas que debes salir, sal y yo te ayudaré. Estaré
aquí cuando salgas.
Y así hice. Seguí todas sus instrucciones,
y una vez estuve bajo el agua sentí la presión en mis oídos. Los latidos de mi
corazón y su respiración fuera de agua. Podía oír ruidos que provenían del piso
inferior y podía sentir las vibraciones del agua en mi piel.
Cuando la falta de aire comprimía mis
pulmones el ritmo de mi corazón aumentó considerablemente y vi el momento de
salir. Y él pareció leer mi mente porque nada más me lo propuse, su mano en mi
nuca me impulsó hacia arriba, hacia la luz fuera del agua.
Flashback
off.
Mis oídos se vaciaron de agua y la presión
en mis pulmones fue restituida por el magnífico oxígeno llenándome. Mis ojos se
abrieron, pero el mentiroso de mi hermano me traicionó. En no estaba allí para
mí. Siete años más tarde y aun cuando salgo a la superficie siempre espero que
esté ahí para ayudarme.
Sus dedos, fuerte y regordetes aferrados a
mi cuello entrelazados con mis cabellos mojados. Debo delirar porque veo sus
ojos soñadores y sonrientes frente a mí felicitándome por ser tan valiente.
Pero más orgulloso estoy yo de él por ser tan buen hermano. Por ser el motivo
de mi valentía. Por darme la fuerza y la fe. Porque confiaba en que él estaría
para mí.
Ahora, la fe y la confianza murieron junto
al orgullo y la valentía. Ya no soy valiente. Ya no tengo fuerza para continuar
sosteniéndome. Sosteniendo a mí hermano para no caer los dos. Nos aferramos
tanto a una droga llamada ilusión, que hoy pagamos las casusas de nuestras
sobredosis.
Comentarios
Publicar un comentario