DESDE EL ORFANATO [PARTE I] (Jimin x JungKook x V) - Capítulo 13

 Capítulo 13

 

JungKook POV:



 Todos teníamos miedo de ser los primeros en hablar. Jimin porque no sabía que hacíamos aquí, Taehyung porque toda esta situación le abrumaba y yo porque no sabía qué decir. Pero ya que fue idea mí venir hasta aquí, debía ser el primer en hablar.

—Hola Hyung.

—Hola chicos. ¿Qué hacéis aquí?

—Antes de ayer… f-fue el dieciocho cumpleaños de Kookie y pensamos, que, tal vez, tu… —tuve que cortar a mi hyung que tartamudeaba como una niña pequeña.

—¿Podemos entrar? Traemos tarta de chocolate. –Creo que le convenció más la palabra chocolate que el resto de toda nuestra conversación, pero aun así, entramos en su casa. Era una pequeña residencia con un salón, una cocina pegada a este, y un pasillo donde supuse estarían al habitación de matrimonio y el baño. Nuestra casa no tenía anda que envidiar a esto, pero la verdad es que era hermosa.

—Traeré platos. –dijo Jimin que despareció en la cocina. Momento que yo aproveché para recriminar de una manera jocosa a Tae por sus palabras.

—Piensa antes de hablar o te follará aquí mismo por lo lindo que te pones cuanto tartamudeas. –No hice otra cosa que ponerle más nervioso.

—Baja la voz. Y no digas esas cosas sucias. ¡Esas cosas son para mayores! –se puso condescendiente con migo.

—Sabes que ya no hyung.

—Ya estoy aquí –nos interrumpió Jimin trayendo consigo tres platos y un cuchillo. Ups, ese detalle me preocupaba. Jimin sería más peligroso con armas en su alcance en el caso de que intentásemos violarlo. Desde luego fue un pensamiento jocoso por mi parte para calmar los nervios. No quería llegar a ese extremo.

Era extraño estar de nuevo con Jimin, no había cambiado nada en absoluto. Sin embargo al hablarnos, denotaba claramente su nerviosismo y la incomodidad que sentía.

—Estás muy mayor Jungkookie –dijo mirándome más detenidamente, el apodo que él me puso volvía a mis oídos dedicados por su voz. Era tan dulce miel en mi corazón—. Espera, ¿qué te ha pasado aquí? –preguntó cogiendo mi mandíbula y girándola para mostrarle mejor el corte en mi mejilla. Su preocupación me lastimaba pero eso es a lo que habíamos venido. Guerra psicológica.

—No te preocupes hyung, no es nada. ¡Bueno, vamos a comer! –conseguí que Jimin se olvidara de eso por un momento, no era la hora.

Tae y yo nos quitamos los abrigos y los pusimos en el sofá. Yo me quedé con el jersey que traía debajo.

—Contarme ¿Qué tal todo? –Preguntó Jimin una vez se metió un trozo de chocolate en la boca.

—Bien. Yo estoy trabajando en la universidad como profesor de Historia del arte en prácticas.

—WUAU. Eso es genial Tae. ¿Estás feliz? –todos sabíamos que se refería a si su estancia en la universidad era agradable, pero no pudimos evitar a generalizar la pregunta.

—Sí. Es perfecto.

—¿Y tú, JungKook?

—Bien, el año que viene entraré en la facultad de biología y anatomía.

—Dios mío, como ha pasado el tiempo.

—¿Y tú Jimin? –este se giró al rostro de Taehyung. Y respondió de la manera más cruelmente agradable:

—No puedo estar mejor. El trabajo es genial, y el sueldo me permite una buena vida.

—¿Y con SungJin?

¡TAEHYUNG! Grité en mi mente. Sus celos acabarían con el plan.

—Bien. ¿Por qué?

—Ah, —Taehyung sonrió tranquilizándose—, Solo curiosidad.

Pasaron los minutos y los temas que habían surgido no fueron más que cuestiones banales. Por lo que decidí animar un poco en ambiente una vez nos comimos la mitad de la tarta.

—¿Quieres otro trozo Jimin? –Él negó —, pues yo sí, —dije, y una vez partí el pedazo de pastel, me lo dejé caer en el regazo, manchándome—. Oh, mi jersey nuevo. No puede ser, mamá me matará.

—No te preocupes Jungkook. Si no tenéis prisa podemos lavarlo y dejar que se seque. ¿Podéis?

—Claro… —Dijo Taehyung perdido por mi comportamiento.

—Hyung –dije a Jimin una vez estuvimos de pie—, ¿Puedes prestarme algo de ropa? No quiero estar sin camisa aquí.

—Por supuesto. Sígueme. –Taehyung volvió a sentarse en el sofá donde habíamos estado completamente confuso. Yo creía sentir todo bajo mi control.

Seguí a Jimin a su cuarto y una vez allí, abrió su armario y me ofreció una camisa gris que estaba a la vista. Lentamente me deshice de mi jersey manchado dejando a la luz alumbrar todo mi cuerpo. Una vez la prenda estuvo fuera de mí, alargué el brazo para alcanzar la camisa pero Jimin la quitó de mi alcance,

—¿Qué diablos te ha pasado? –escupió las palabras tirando al suelo la camisa que estaba antes ofreciéndome. Se acercó a mí y agarró mi brazo para evitar que cubriese con él los moratones en mi costado—. ¡Contéstame!

—Nada hyung. No ha pasado nada.

—¿NADA? ¿Y ESTO QUE ES?

—¿Qué ocurre? –TaeHyung entró corriendo una vez oyó los gritos de Jimin

—¿Puedes explicarme que le ha pasado a Jungkook? ¿Quién le ha golpeado?

—Cálmate Jimin.

—¡NO ME CALMO! –Jimin golpeó la pared más cercana a él y con esto sentí que mi control se esfumaba poco a poco—. ¿HAS SIDO TÚ?

—¿Cómo? –Preguntó Tae ante la acusación de Jimin—. ¿Crees que soy capad de darle una paliza?

—¿Entonces quién?

—¿Me has acusado a mi? —Tae seguía en su mundo. Algo que vino bien—. ¿Y no ha podido ser nuestro padre?

—Él jamás haría algo así.

—¿YA NO RECUERDAS LAS PALIZAS QUE ME DABA A MÍ?

—¡ÉL SOLO QUERÍA LO MEJOR PARA NOSOTROS!

—Cierto. ¡El único que ha hecho daño a los demás para conseguir lo que quería fuiste tú!

—¿YO? ¿A QUIÉN HE ECHO YO DAÑO?

—¡A JUNGKOOK Y A MÍ!

Jimin rió como un loco. Y acto seguido, cogió el cuello de la camisa de Tae y lo estampó contra la pared.

—¿Y crees que he conseguido algo de lo que yo quería?

—¡PARAR! –Jimin soltó el cuello de Tae y Tae me miró, ambos siendo conscientes de nuevo de mi presencia allí—, Siempre sois iguales. En vez de enfrentar vuestros problemas os limitáis a echaros la culpa mutuamente. He visto esto tantas veces que estoy cansado ya. Todos los problemas están en vuestra cabeza. ¿No os dais cuenta?

—Jungkook. No ha sido buena idea venir. Vámonos. –Taehyung se rendía ante mis ojos y eso me hundió a mí también. Si él tenía alguna esperanza de que su sufrimiento algún día terminase, yo destrocé todo lo que le quedaba.

Recogí mi jersey del suelo y estábamos saliendo por la puerta de su cuarto cuando la vez de Jimin nos detuvo.

—¿Qué te ha pasado JungKook? –Me giré para mirarlo. Su mirada triste ya no estaba dominada por la ira. Ya no gritaba. Era sumiso.

—Yo, me caí por las escaleras de casa ayer. –me miró unos segundos pensativo.

—¿Te has aplicado crema anti—inflamaciones?

—No. —Jimin suspiró y miró las paredes vacías de su cuarto.

—Quedaos aquí. Ahora vuelvo.

Lo vimos pasar por nuestro lado al salir por la puerta y entrar en el cuarto de baño que estaba contiguo a esta habitación. Nos quedamos allí por unos segundos  mirándonos mi hermano y yo completamente perdidos. Mi plan ya no estaba presente. Mi idea era seducirlo, no hacer que entrase en cólera y en un arrepentimiento instantáneo.

Una vez Jimin regresó entramos de nuevo a su cuarto y se sentó en la cama teniéndome a mí de pie en frente gracias a que me había guiado con la mano. Destapó un tubo amarillo de crema y extendió un poco de aquello en sus dedos. Temblé al contacto con mi piel porque estaba frio y el hecho de que presionase sobre los golpes me hacía daño. Pero resistí. Tenía que hacerlo por mi hyung.

—Cuidado hyung.

—¿Duele? –preguntó susurrando.

—Mmm –asentí con un gemido.

El dolor con el tiempo era soportable, o tal vez él había reducido la fuerza en sus manos. Tae, que había estado de pie todo el tiempo se sentó en el otro extremo de la cama observándonos.

Como yo no podía mantener los brazos pegados a mi tronco, no sabía qué hacer con ellos, por eso llevé mis manos adelante y acaricié los cabellos que estaban debajo de mí. Alzó la cabeza mirándome con una sonrisa sin diente. Sus cabellos suaves en contacto con mis dedos era tan agradable. No sabía cuánto tiempo hacía que no sentía esto.

—Lo siento. –susurró Jimin.

—No hace falta que… —intenté disculparle pero me cortó.

—He sido un mal hyung. Siempre. No he sabido cuidar de vosotros y cuando he tenido la oportunidad, me olvidé de vosotros. Pero es mentira. No os he olvidado ni por un momento.

—Ni nosotros a ti. –dijo Tae.

—Lo siento –volvió a repetir esta vez dejando caer lágrimas de sus ojos—. Lo siento por no estar con vosotros. Perdonarme por favor.

Levanté su rostro comenzando a sentir un nudo en mi garganta y lo vi mirarme, con esos ojos tan negros y bonitos. Estaba suplicando por nuestro perdón y yo no sabía cómo reaccionar, mi otro hyung estaba llorando a escondidas también.

—Gracias por venir, gracias por estar aquí ahora. Si no queréis perdonarme lo entiendo. Yo no me perdono. Kookie –dijo abrazando mi cintura y hundiendo allí su rostro—, Te quiero, Te quiero. Te extrañado mucho. Perdóname.

Descendí y cogí su cara en mis manos, tan delicadamente que tuve miedo de romperle.

—Hyung, te amo. Te perdono. Pero, aquí hay otra persona a la que deberías pedir perdón, y no a mí.

Se giró para ver a Tae pero lo sorprendió limpiándose las lágrimas que habían resbalado por sus mejillas.

—Taehyung –dijo sonriendo— ¿Por qué lloras?

—Siento haberte gritado.

—No digas eso. Ven.

Jimin se levantó y abrazó a mi otro hermano y este, lloró como un bebé sobre su hombro. Yo me senté a su lado en la cama bajo ellos y los admiré por su comportamiento. Los admiré por seguir siendo los mismos que siempre, con sus defectos y sus virtudes. Siempre discutiendo pero para toda pelea había una reconciliación.

—Tengo los mejores hyungs del mundo. –sonreí a ellos como un niño pequeño y ellos se separaron riendo aun dejando caer lágrimas.

—Kookie… —dijo Jimin acariciando mi pelo.

—Jimin, me has dicho que me quieres, pero a él no… —dejé caer y ambos enrojecieron como dos niñas, venga allá. Son peores que yo.

Jimin se aclaró la garganta y respiró hondo para pronunciar las dos palabras que terminarían por unirnos cuando en vez de hacerlo, sujetó la barbilla de Tae y besó sus labios. Tan sorprendente. Tan rápido y tierno. Creo que ni él mismo se dio cuenta de lo que acababa de hacer.

—Te he echado de menos, amor. –Yo me quedé paralizado. Y fue entonces cuando empecé a pensar en las consecuencias de todo esto. Recuerdo las palabras de TaeHyung “¿Y ahora qué?” pero las aparté de mi mente lo más rápido que pude para disfrutar del sentimiento tan maravilloso que comenzaba a llenar mi corazón. Añoranza.

—Y yo a ti. –y de nuevo se besaron.

Una vez finalizado el beso, Jimin calló sobre mí tumbándome en la cama y él encima. Atacó mi boca ferozmente dejándome sin aire en menos de cinco segundos. Me aferré a sus labios, los lamí, los mordí calmando mis ansias cohibidas. Y antes de darme cuenta yo ya estaba sin camisa y sin pantalones.

—Jimin… ¿Hemos interrumpido algo cuando llegamos? –dije notando su excitación repentina.

—No Kookie~ Es que llevo mucho tiempo sin hacerlo. –Dijo sentándose sobre mí.

—¿Y SungJin? ¿Ella no te sabe complacer? –Preguntó Tae apareciendo por el hombro de Jimin y mordiéndolo.

—Sabes que no. –ellos estaban a punto de besarse cuando los detuve.

—Jimin, ¿puede quitarte de encima? Duele.

—Oh, perdón.

Se levantó de mí y se sentó en el centro de la cama con la espalda apoyada en la pared. Nos miró sonriente y nos señaló con el dedo para que fuéramos hacia él. Pícaro y sádico, accedimos los dos y acudimos a sus brazos desesperados. Yo quité su camisa mientras Tae bajaba sus pantalones y le dejaba completamente desnudo. Se cubrió con sus manos pudorosas y todos nos reímos de sus mejillas encendidas, sin duda había pasado mucho tiempo desde que nos vimos desnudos, pero no importa, por el amor de dios, somos hermanos.

—Eres hermoso hyung. No te cubras. –quité sus manos y besé sus mejillas sonrojadas—. Hazme el amor Jimin.

—¿Y yo qué, Jungkookie…? –dijo Tae tirándome de una oreja y apartándome del oído de Jimin.

—Tú y yo ya lo hemos hecho. No seas así~

—¿¡Cómo!? ¿Y dónde estaba yo cuando eso ocurrió? –preguntó Jimin ofendido.

—Aquí –Dijimos los dos a la vez.

—Ah…

—A demás yo no me refería a eso. No acapares a Jimin para ti solo.

—Yo no… Ahhh ahhh –se fueron las palabras de mi mente cuando sentí la mano de Jimin masturbando mi pene sobre el calzoncillo. Taehyung estaba en la misma situación que yo.

—Callaos ya.

No me gustaba que me mandaran callar así que cogí a TaeHyung de la nuca y devoré hambriento su boca. Estaba seguro de que no me rechazaría porque los espasmos de su cuerpo, producidos por la masturbación en su pene, le estaban haciendo delirar. Pero todo tiene sus consecuencias, mi pene dejó de ser masturbado.

—Haber si usamos tu boquita para algo más importante. –Yo sabía a qué se refería, y por eso recorrí su abdomen a besos saboreando cada abdominal y una vez llegué a su polla le torturé besando su glande sin ninguna intención de continuar—. Rápido Kookie.

—¿Qué quieres Jimin? –Tae estaba detrás de mí introduciendo el primer dedo.

—Ya sabes…

—Dime hyung. Quiero escucharlo.

—Chúpame Kookie… Como tú sabes.

Una vez comencé su boca se abrió inconscientemente jadeando por más. El sonreía, estaba sonriendo y me encantaban las arrugas que se formaban alrededor de sus mejillas. Tan perfecto. Cuando tres dedos ya cabían dentro de mí, TaeHyung rozó su polla en mi entrada pero Jimin lo detuvo.

—No es justo. Me toca a mí esta vez. –El me sacó de su polla y me pidió que me sentara sobre él. Lo hice gustoso.

Una vez estuve sobre sus piernas, él colocó su pene en mi entrada y bajó mis caderas poco a poco para evitar demasiado dolor. La verdad es que no me importaba sentir dolor. Yo estaba dispuesto a todo.

—JUNGKOOK… Dios mío –Gritó Jimin, yo me limité a apretar los dientes y evitar decirle que la suya es más grande que la de Taehyung. Oh, dios de mi vida.

Taehyung ataco mi cuello por detrás y masturbó mi polla a un ritmo desenfrenado. Me encantaban sus manos. Una vez estuve acostumbrado comencé a moverme al mismo ritmo que la mano de mi hermano sobre mí. Hasta que sentí otro pene más entrando dentro de mí. Por un momento estuve a punto de girarme y pegarle un puñetazo pero ver sus caras al borde de la muerte por el placer me hacía sentir demasiado bien.

Sus estocadas eran firmes y contundentes. El dolor se tornó placer en pocos segundos y una vez que todos estábamos disfrutando de aquella orgía los gemidos fueron más evidentes.

Apenas duramos. Ellos se deshicieron dentro de mí y yo poco después en el abdomen de Jimin. Sentí mi cuerpo somnoliento y me caí en la cama intentando regular mi respiración. A mi lado Jimin cubrió mi cuerpo con una manta y sentí mis ojos cerrarse. Y poco a poco mi cuerpo se amoldó al colchón de tal manera que me fundí en el junto al sueño.

 

 

 

 

Capítulo 12                       Capítulo 14               

 Índice de capítulos

Comentarios

Entradas populares