DESDE EL ORFANATO [PARTE I] (Jimin x JungKook x V) - Capítulo 12
Capítulo 12
JungKook POV:
El verano estaba terminando, y mi
cumpleaños ya se había celebrado. Me sentí tan orgulloso de tener dieciocho
años de edad el único inconveniente era que esperé pasar este día con mis dos
hermanos. Pero uno mejor que ninguno. ¿No?
Él me compró dieciocho pequeños pasteles y
a cada uno le puso una pequeña vela de color rojo. Había sido una bonita idea
aunque no pudimos comérnoslos todos nosotros solos.
—¿Por qué nuca tienes en cuenta mi dieta y
me comprar pizzas, hamburguesas, pasteles…? —dije señalando los pocos que
quedaban después de nuestro atracón.
Estábamos sobre mi cama viendo una
película que me había traído especialmente para mí. Mi película favorita.
—Estás bien, no digas tonterías.
—¡AAHH…! No puedo comer más. Guárdalos
para mamá. –asintió.
Aquel día fue genial. Nos quedamos hasta
tarde viendo películas y videos graciosos en internet. El hecho de que nos
acostásemos no cambió nada entre nosotros, ni para bien ni para mal. Y eso lo
agradecí porque no quería tener una relación tensa con el único hermano que me
quedaba. Sí, que me quedaba, porque hacía mucho que no supe de mi otro hermano
y ya dejé de considerarlo como tal. Había perdido un hermano. No. me lo habían
arrebatado y ya no tuve esperanzas de recuperarlo. Y de saber cómo, yo no tenía
fuerzas.
…
El día siguiente era sábado y ni él tenía
que trabajar ni yo tenía clases, por lo que nos quedamos en casa solos por la
mañana. Y como el aburrimiento nos pudo, comenzamos a discutir como dos
enamorados o como dos niños pequeños, lo que éramos.
—¡No! Suéltame JungKook. –gritaba Tae mientras yo lo tenía cogido y lo
zarandeaba para que soltara una camiseta mía que tenía de la mano e insistía en
que quería ponerse. Era mi camiseta favorita y no m gustaba compartir la ropa,
así que una vez calló al suelo, tiré a mi hyung sobre la cama y rescaté mi
prenda saliendo del cuarto corriendo.
—No vas a alcanzarme –grité detrás de mí
para que pudiera escucharme bien. Mientras lo hice lo vi salir de mi cuarto
corriendo detrás de mí. Éramos absolutamente infantiles pero las situaciones
como esta me encantaban. No importaba lo que fuera, siempre buscaba una excusa
para hacerle enojar.
—¡Vuelve aquí!
—¡No! –terminé de correr por el pasillo y
me dispuse a bajar por las escaleras cuando mi pie tropezó en el primer escalón
y bajé rodando.
Mis huesos se vieron molidos por el peso
de mi propio cuerpo golpeándose con las escaleras. La bajada se me hizo eterna
pero cuando quise darme cuenta estaba ya abajo cubriéndome inconscientemente la
cabeza con los brazos.
—¡JUNGKOOK! –gritó el escandaloso de mi
hermano en lo alto de la escaleras cuando me vio allí tirado. Yo no me quise
mover por miedo de estar más herido de lo que parecía y tal vez esto asustase a
Taehyung que bajó a toda velocidad y con lo torpe que era, lo más probable es
que él se hubiera caído también.
—¿Estás bien? –preguntó una vez se
arrodilló a mi lado—, ¡JungKook! ¡JungKook!
—No grites hyung. Toma tu camiseta
–refunfuñé tirando la camisa que un tenía en mis manos—, ya no la quiero.
—Deja de hacer el tonto. ¿Puedes
levantarte?
—No sé hyung. Ayúdame. –le pedí auxilio
aunque no hacía falta, él me sostuvo los brazos para apoyar mi torso contra la
pared y mantenerme sentado. Estaba mareado sin duda me había golpeado la
cabeza. Cerré los ojos y respiré comprobando que me costaba coger el aire.
—Dime, ¿Qué te duele? Oh Kook, te has
cortado la mejilla. –dijo tocando con su dedo allí y me quejé como un bebé.
—AH, hyung. No toques.
Él comenzó a palparme el cuerpo sin
encontrar nada demasiado grave. Nos miramos con expresión seria y preocupada,
pero yo no me encontraba del todo mal.
—Lo siento –dijo acariciando mi pelo.
—No ha sido culpa tuya. Soy muy torpe.
–tiré de su brazo estirado para darle un beso que tan solo fue un sello—,
Ayúdame a levantarme.
Una vez estuve de pie, mis piernas se
sentían débiles pero no era nada que yo no pudiese manejar. Subimos de nuevo a
mi cuarto y entramos en el baño para curarme la herida de la cara –obligado por
mi hermano—.
Dejó el botiquín sobre el váter y al ver
que dentro no había algodón decidió bajar a la cocina a buscar. Yo me quedé
allí mirando mi reflejo en el espejo. Él era un exagerado, la herida apenas tenía
unos centímetros. Y apenas se notaba. Es un escandaloso pero me encanta.
Toqué aquella zona frunciendo el ceño
porque a pesar de ser tan pequeña dolía como los demonios. Suspiré y noté de
nuevo el dolor al coger el aire. Levanté mi camiseta preocupado y varios
moratones rojos saltaron a mis ojos. Mis costillas no habían sido fracturadas
pero los hematomas habían afectado al diafragma impidiéndome respirar con
normalidad.
Miré aquella gran zona que ahora era roja.
Mañana sería morada y en los días próximos se degradarían a un color amarillo
verdoso.
Presioné mis dedos allí y gemí. A mi mente
aludió la sangre en el polo de mi hyung Jimin el día que golpeó a aquel hombre
en mi escuela. Recuerdo sus gritos de ira y sus manos en puños arrojados a la
cara de su contrincante. Lo estoy viendo ahora mismo. Frente a mí mientras Tae
intenta ocultármelo. Pero yo lo veo. Veo a aquel hombre escupir la sangre que
derraman sus labios rotos. Veo sus manos indefensas intentar evitar lo que la
furia de my hyung le está haciendo. Furia provocada por herirme. Ni eso. Por tocar
mi cuerpo. Por quererme.
Estoy viendo su ira descargada sobre las
almohadas cada vez que discutían él y Taehyung,
como los músculos de su cara se contraen en la rabia y como sus ojos
lloran sin derramar lágrimas. Las plumas de los cojines nevando dentro de su
cuarto. Descendiendo a medida que su cólera decae en un llanto infantil.
Estoy viendo el odio dentro de sus pupilas
el día de mi cumpleaños. Aquel funesto cumpleaños en el que mis compañeros de
orfanato me golpearon. Su esfuerzo por tranquilizarse a sí mismo y no sumirse
en la rabia. Siento el orgullo en mis venas cuando, espiando por los pasillos
lo vi amenazar a aquel niño que apenas superaba el metro veinte de altura que
se descomponía en sollozos. Como un bebé. Se hizo justicia por mí.
Mi subconsciente evoca el recuerdo de un
día en el que nuestros padres reprendieron a TaeHyung por unas malas notas
delante de todos nosotros. Yo me sentí en una gran impotencia mientras veía a
mi hyung ser golpeado por las manos de mi padre y sin embargo, no sé de donde,
Jimin sacó su monstruo escondido separándolos a ambos y arremetiendo contra mi
padre gritando improperios. Es como si lo oyera.
—¡NO LO TOQUES! ¡NO VUELVAS A TOCARLO! –mi
padre no supo reaccionar, y nosotros tampoco.
Miro a mi reflejo en el espejo y sonrío.
Sonrío ante los recuerdos, ante mis ideas. Ante los moratones en mi carne.
—¡Oh JungKook! –Taehyung acababa de llegar
y vio por primera vez los golpes en mi costado. Palideció y aun más cuando vio
la sonrisa estampada en mi rostro.
—Hyung. Ya sé cómo recuperar a Jimin.
…
—Salgamos de aquí JungKook, esto no está
bien. –El responsable de mi hermano insistió pero yo estaba decidido a
encontrar lo que estaba buscando.
Ambos vivíamos sumidos en la misma
ignorancia acerca de nuestro hermano mayor. No sabíamos donde vivía, donde
compraba, que coche tenía, ni siquiera sus horarios de oficina. Y menos
sabíamos sobre su esposa pero yo supuse que mi padre tendría toda la
información acerca de mis dudas en su despacho. Él era la típica persona que
guardaba un la información en papeles archivados y se dejaba de nuevos sistemas
electrónicos.
Entramos en su cuarto y rebuscamos por los
cajones del escritorio, las carpetas de las estanterías. Estábamos ansiosos y
preocupados. Excitados y temerosos. En cualquier momento podrían regresar y nos
darían una buena tunda por encontrarnos aquí, y más si se diese cuenta de que
habíamos tocado sus papeles, por lo que los manejábamos con cuidado.
Mi hermano estaba ya en la puerta decidido
a irse cuando mi voz lo detuvo.
—¡AQUÍ ESTÁ! –él regresó a mí más rápido
que la luz y miró los papeles en mis manos.
Apuntamos aquello de lo que teníamos
interés y después de colocarlo todo tal y como estaba, nos marchamos. En mi
cuarto revisamos toda la información de la que disponíamos: Dirección de la
casa que compartían Jimin y su esposa y horarios.
…
—Ayer te golpeaste la cabeza Kook.
Volvamos a casa ahora que estamos a tiempo. Es una locura.
Estábamos en un supermercado cerca de la
casa de Jimin comprando una tarta de chocolate mientras yo le expliqué a
Taehyung mi plan para recuperar a nuestro hermano y tras terminar mi relato él
no hizo otra cosa que poner pegas y objeciones.
—Es muy sencillo hyung, —Volví a la carga
con mi argumento simplificándolo por sí no me había entendido—, En cinco
minutos, SungJin saldrá de casa a trabajar dejando a Jimin el resto del día
solo porque es su día libre. Nosotros iremos con la excusa de mi cumpleaños y
luego…
—Luego ¿qué? ¿Lo seducimos? ¿Eso es lo que
propones?
—¿No tienes armas de mujer hyung? –le miré
con la lengua fuera y él casi me la rebana con la mirada. Me golpeó pero no lo
suficientemente fuerte porque sabía que so seguía herido.
—Esto no saldrá bien. No echará de su
casa. Nos preguntará de donde hemos conseguido la dirección de su casa. El
tiene esposa por el amor de dios. No le va a ser infiel con nosotros.
—Cualquiera diría que no quieres volver a
estar con él. –se detuvo y me miró grave. Mis palabras fueron duras pero yo no
tenía otra alternativa—. No soy feliz Hyung. Desde que Jimin no está nada es lo
mismo. Ya no sonríes como antes y eso me mata, me está matando hyung. Estoy
dispuesto a cualquier cosa no por ti, ni por nosotros. Por ser feliz. Porque ya
no veo que merezca nada la pena si no es por recuperar a Jimin.
—El tiene una nueva vida ahora Jungkook
—A costa de la nuestra.
…
Estábamos en el coche de TaeHyung,
aparcado frente a la puerta del edificio del mi hyung. Hoy la calle estaba muy
transitada y nuestro coche no era más que uno entre tantos. Estuvimos esperando
dentro hasta que vimos a SungJin salir del portal y entonces esperamos unos
minutos por si acaso. Minutos en los que Tae me torturó los oídos a preguntas.
—¿Quién te dice que se quedará en casa? A
lo mejor se va con amigos a…
—Nuestro hyung es un dormilón. Seguro que
sigue en la cama.
—¿Y si SungJin regresa?
—No lo hará.
—¿Y si Jimin nos echa a patadas?
—No lo hará.
—¿Y si…?
—Basta Hyung. Venga, salgamos. –me dispuse
a abrir la puerta y ya tuve un pie fuera cuando la mano de mi hermano me detuvo
y me volví a él.
—Jungkook, ¿Y si nos acostamos con él? –No
respondí porque no entendí su pregunta—. ¿Qué pasará después?
No tuve valor de decir nada. Me limité a
salir del coche.
…
—¿Por qué has cogido una de chocolate?
–Dijo hyung refiriéndose a la tarta en sus manos una vez estábamos subiendo al
séptimo piso en el ascensor—. Prefiero las de nata y fresa.
—Pero a Jimin le gusta más esta. —Entendía
a mi hermano porque yo también estaba nervioso. Entrelacé los dedos de nuestras
manos y le miré sonriéndole—. Todo saldrá bien hyung. Las cosas no pueden estar
peor de lo que ya son.
Asintió y una vez las puertas se abrieron
nos topamos con un pasillo lleno de puertas. Saqué el papel de mi chaqueta y vi
el número veinte. Caminamos por él hasta encontrarla y allí estábamos, los dos
frente a la puerta de nuestro hermano. Yo no solté la mano de mi hyung y con la
que tenía libre llamé al timbre de la puerta. La musiquilla chirriante sonó en
el interior de la vivienda poniéndome los pelos de punta.
Nada.
Volví a llamar con las esperanzas en un
pozo que salieron a la superficie cuando unos pasos acelerados se acercaron a
la puerta.
—Ya voy~ —dijo musicalmente la dormida voz
de mi hyung. Y una vez abrió, yo retrocedí un paso por miedo. ¿De qué? No sé.
Efectivamente se acababa de levantar
porque estaba con una camiseta blanca de tirantes que siempre usó para dormir y
unos pantalones cortos de deporte con la misma finalidad que la prenda anterior. Me encantaba tener razón siempre.
Sus pelos desordenados y los ojos dormidos denotaban claramente que lo acabamos
de despertar
Pero su mirada somnolienta se tornó viva y
asustada una vez reconoció quien llamaba a su puerta. Sus hermanos. Nosotros
dos sonriendo le infundimos confianza, la suficiente como para que él sonriera
también. Y entonces, lo entendí. No importaba lo que aquí pusiese ocurrir. Ver
a mi hyung de nuevo, sonriéndome, ya valía la pena la más dolorosa de las
torturas. Porque yo lo amaba.
Comentarios
Publicar un comentario