PALABRAS CIEGAS (YoonMin) - Capítulo 7

 CAPÍTULO 7


Jimin POV:

 

De fondo, en algún lugar perdido del bar, un tocadiscos reproduce una canción que desconozco y si me esfuerzo, incluso puedo escucharla pero el esfuerzo hoy no está presente en mí y menos cuando tengo a Taehyung a mi lado que me hace ver mucho más distraído de lo normal. Si su presencia me incomoda, solo evadirme dentro de mi mente es la alternativa. Sin embargo, y aunque no lo pretenda, la cerveza en mi mano ayuda, y apoyándome con el codo en la barra del bar, la miro como tan delicadamente la espuma se deshace y se desvanece para convertirse nuevamente en ese líquido que tanto me gusta. El camarero, un hombre mayor y de pelo cano, se pasea de un lado a otro atendiendo a la escasa clientela o bien limpiado vasos de allí para allá como si no me hubiese dado cuenta que ha limpiado el mismo vaso tres veces seguidas o bien para distraerse, o bien para aparentar. Eso debería hacer yo, aparentar que la compañía es agradable, pero por encima de todo me siento nervioso, debería haberme llegado una nueva carta de Yoongi.

–¿Qué tal estos días? –Tras una suma de temas de conversación sin sentido alguno y menos sin fundamento, al fin se atreve a preguntar por lo que verdaderamente le ha incitado a llamarme y quedar a tomar una cerveza.

La luz es tenue, triste incluso.

–Bien. Haciendo nada. –Él sonríe con mis palabras pero a mí su risa solo me causa náuseas.

–Vamos, anímate. Seguro que en unos días te acostumbras e incluso disfrutas. –Suspiro y él mira al camarero en la otra punta de la barra y me mira a mí de nuevo–. ¿Qué tal GiSol?

–Igual. No ha empeorado, pero tampoco parece estar mejor. –Es ahora él quien suspira y junta las manos para acariciarlas entre ellas.

–Lo siento. –Dice y yo me encojo de hombros. Llevo a mis labios la cerveza cubriendo la parte superior de mi labio con la espuma. Me limpio con el dorso de la mano mientras me fijo en la montaña de periódico y revistas en la barra cerca del camarero.

–¿Tú qué tal todo? –Antes de que me conteste, llamo al camarero–. ¡Disculpe! ¿Puede pasarme el periódico de hoy? –El camarero asiente ilusionado por tener algo que hacer a parte de su ya labrado teatro y escoge entre la montaña de periódicos el que está encima, por lo que entiendo que es el más reciente. Se acerca hasta mí y lo pone a mi lado entre Tae y yo pero lo desvío a mi lado contrario donde él no pueda estar atento a qué miro entre las páginas.

–Bien. Ahí ando.

–¿Ya te has buscado a alguna con quien casarte? –Pregunto con una sonrisa pícara y él sonríe avergonzado como cada vez que sale el tema.

–No, Jimin. Mi madre está buscándome citas con las hijas de sus amigas pero yo no… no estoy interesado.

–¿Qué dices? Si no estás interesado es porque ya le has echado el ojo a alguien. –Le guiño un ojo pero como siempre se cierra en su vergüenza y termina la conversación con un resoplido fastidiado. Yo aprovechó el silencio para mirar más detenidamente las páginas de sucesos sin encontrar nada que me agrade.

–Lo miras con mucha inquina. –Me dice de repente y yo desvío la atención para atender a sus palabras. Me mira triste–. ¿Tienes problemas de dinero? –Me pregunta como si hubiera estado cavilando la pregunta durante mucho tiempo y me hace pensar que tal vez me haya citado para algo más que pasar el rato.

–Yo… bueno, sí pero… –Suspiro.

–He hablado con un amigo, Hoseok. Va a mudarse este fin de semana a un chalet a las afueras y necesita alguien que le ayude con la mudanza… –Le miro indignado y completamente frustrado con sus palabras–. Me ha dicho que puede pagar bien, Jimin. Sé que el tratamiento de tu esposa…

–No necesito la caridad de nadie. –Le corto e incluso puedo haber alzado un poco la voz. El camarero me mira tenso.

–No es caridad, es solo trabajo, Jimin…

–Yo ya tengo un trabajo. –Me cruzo de brazos prestándole toda mi atención al periódico delante de mí mientras Taehyung se vuelve hacia delante suspirando, tal vez frustrado por el fallido intento de su petición. A los segundos ya no es capaz de contenerse y dice lo que rezaba para que no dijese.

–No es el dinero, ¿verdad? En ese caso, te tiene absorbido. –Palmea el periódico siendo consciente de que estoy en las páginas de sucesos.

–No tengo un problema. –Asumo.

–Yo no estaría tan seguro. –De nuevo suspirando y con el ceño fruncido saca de su americana una tarjeta de presentación de un tal “Jung Hoseok” arquitecto y diseñador de interiores–. La mudanza es este fin de semana. Haz el favor de llamarle, puedes sacarte unos dólares. –Cojo la tarjeta para romperla en dos y dejarla sobre la barra, acompañada de las suficientes monedas como para pagarme la cerveza. Con total sosiego y calma cierro el periódico, cojo mi chaqueta y desaparezco por la puerta con los dientes apretados y la férrea convención de que yo no tengo un problema. El mundo se empeña en no creerme.

 

 

 

 

 


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