JUNTO A LA SOLEDAD (YoonMin) - Capítulo 8

Capítulo 8


Jimin POV:


Veo llenarse el cubo ante mí de agua al que antes he añadido algo de jabón. La espuma se forma rápidamente y me recuerda a todas las veces que me bañaba en la gran bañera de mis padres y mi madre hacía que se formase espuma para que yo jugara con ella. Pero esta no es para jugar, es para limpiar mi furgoneta.

–¿Qué haces? –Me pregunta la voz de Suga detrás de mí.

–Voy a limpiar el coche. Tú quédate aquí dentro.

–¿No quieres que te ayude?

–No será necesario. –Y sin más salgo con el cubo y una esponja dispuesto a comenzar la mañana trabajando.

 

 

El agua en el cubo ya está completamente sucia y el coche reluciente. Miro mi precioso cuatro por cuatro negro y sonrío ante él. Sonrío como un tonto pero no me importa, nadie puede verme. Tiro el agua del cubo por la tierra que me rodea evitando que con el aire se forme polvo. Recuerdo a mi abuela hacer esto un par de veces al día pero yo soy muy perezoso para igualarla.

Miro el día precioso que hoy hace y respiro fuertemente después de haber estado una hora bajo el sol trabajando. Estoy en tirantes y pantalón corto pero lo que daría por quedarme en ropa interior o darme una duchar de agua fría ahora mismo. Pero no es el momento.

Entro en casa de nuevo con el cubo ya vacío y la esponja en su interior para guardarlo en la cocina pero cuando estoy haciéndolo miro a la terraza donde mi precioso bebé está junto con su tierra desparramado por el suelo fuera de su tiesto. Suga acuclillado allí frente a él con las manos cubiertas de tierra. El cubo cae de mis manos y salgo corriendo.

–¡¿Qué diablos crees que estás haciendo?! –Empujo su cuerpo que cae al suelo apoyado en sus codos. Me agacho para recoger el cactus en mis manos a pesar de estar haciéndome daño–. Maldito hijo de puta. ¿Cómo se te ocurre hacer esto?

–Solo lo estaba trasplantando. –Le miro con lágrimas ya formándose en mis ojos.

–¿Cómo?

–He notado que sus raíces necesitan más espacio que el que tenían en la antigua maceta y estaba cogiendo una de esas grandes que tienes allí. –Coge una en sus manos–. No crecerá si no le das espacio para hacerlo.

–Pero… –Tartamudeo confundido–. Dijiste que había que destruirlo y pensé…

–No, me hiciste entender que era lo que más querías y solo estaba cuidándolo. Además, necesitaba agua. Todas lo necesitaban, llevas tres días y catorce horas sin regarlas. En pleno verano.

Miro la pequeña planta ante mí, en mis manos y siento tal ternura que no puedo evitar que mi corazón se conmueva. Deposito el pequeño cactus en sus manos inertes y sentándome a su lado veo todos y cada uno de sus movimientos. Sus manos llenando la nueva maceta con tierra, haciendo un hueco para allí, posteriormente enterrar en cactus. Me quedo embobado en la delicada forma en que ahueca la tierra alrededor de la base para que quede compacta. Como limpia los bordes de la maceta y como una vez terminado todo lo riega dejándolo en el sitio que antes ocupaba.

Ambos nos levantamos y tan solo él se fija en el suelo a nuestros pies lleno de tierra.

–Voy a limpiar todo esto. –Pasa a mi lado pero cuando veo su espalda le detengo por el brazo y limpio sus codos sucios. Me mira por encima del hombro curioso y cuando sabe qué hago se deja hacer como si no le importase.

A mí sí me importa.

 

 

La noche llegó antes de lo que me hubiera gustado y era hora de dormir.

–Estoy listo. –Me dice sentándose en el sofá conectando su cargador al enchufe.

Yo me acerco y me acuclillo frente a él. Me mira expectante y yo sonrío trasmitiéndole una tranquilidad que es totalmente ficticia. Miro los pendientes en sus orejas. No he vuelto a escucharle nada relacionado con ellos por lo que entiendo ya no le molestan, sin embargo no para de preguntarme por el mío. Cada día me ha curado el orificio con alcohol y me ha pedido perdón. Una disculpa que yo no he tomado en serio.

–Bloqueo. –Sus párpados caen junto con su cuello. Debería levantarme e irme pero me encanta observarle de esta manera. Como tantas veces cojo su rostro en mi mano pero este sentimiento que me recorre es completamente nuevo. Mi otra mano va a su pierna y me impulso para levantarme hasta poder besar sus labios.

En mi mente es solo un juego, o eso me hago creer a mí porque siento mi cuerpo lleno de adrenalina por estar besando un trozo de plástico. Sus labios están calientes, cálidos y blandos. Juraría que son de verdad, si no fuera porque no corresponden mi gesto.

–Suga. –Sus ojos se abren cuando yo ya me he distanciado de él, pero hace algo que realmente no me esperaba y me sorprende gratamente, no sé si para bien o para mal. Lleva las yemas de sus dedos allí donde mis labios estaban unos segundos antes. No sé que me ha podido delatar. A los segundos las aparta.

–¿Por qué me desbloqueas si no es de día? –Esta conversación ya me suena. Y para no variar, sus mejillas se hinchan haciéndose ver mucho más adorable de lo que jamás le he visto.

De nuevo besos sus labios y rápidamente deshincha sus carrillos. No se aparta pero tampoco colabora dejando hueco a mi lengua. Me limito a un beso inocente y sincero. Sus ojos no se cierran. Su cuerpo no se mueve. Pero su aliento cálido me hace sentir un poco más culpable. Le hace un poco más humano.

Cuando me separo de él, nos miramos.

–Jimin… yo…

           –Bloqueo.


 



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