JUNTO A LA SOLEDAD (YoonMin) - Capítulo 15
Capítulo 15
Jimin POV:
Me cubro un poco más con la manta porque siento que no es suficiente aunque no puedo parecerme más a una bolita de arroz. El libro en mis manos tiembla un poco pero leo perfectamente. Sonrío débilmente por las palabras del autor y me acurruco más en mi cama sintiéndome cansado.
Suga llama a la puerta.
–Jimin… ¿Puedo pasar? –Me pregunta y asiento frunciendo el ceño.
–¿Desde cuándo tú no tienes permiso para ir de aquí para allá? –Se sienta en el borde de la cama sin responder. A los segundos me mira.
–¿Estás bien?
–Claro… ¿Pasa algo Suga?
–No. –Sonríe–. Nada en absoluto. Me preguntaba si te gustaría un masaje… en… bueno, en los hombros.
–¿De veras? Sería genial. –Le dejo espacio tras de mí para que se siente y lo hace lentamente.
Yo sigo leyendo pero no por mucho tiempo porque sus pecaminosas manos me distraen como distraen a un niño con un caramelo. Estas retiran la manta de mis hombros y luego sus dedos presionan allí al principio delicadamente pero con los segundos la fuerza aumenta haciendo que mi cuello se relaje y caiga. Mis ojos se cierran complacidos por el contacto y suspiro haciendo evidente mi agradecimiento por su gesto.
Sus traviesas manos se introducen en el interior de la camiseta y se deslizan por mis pectorales. Al principio es un poco extraño pero es demasiado para mí. Me reclino lo suficiente como para que mi espalada descanse en su pecho. Algo mucho mejor es sentir su aliento en mi cuello y sus labios chocando con este de la manera más dulce que jamás nadie me ha besado.
Yo gimo algo parecido a un quejido. Suspiro y sigo mirando las páginas del libro delante de mí. Libro que cae de mis manos cuando las suyas han ido al borde de mi camiseta para levantarla y quitársela del medio. No sé por qué pero esto me suena familiar. Mientras yo pienso, él sigue besando mi cuello ahora mucho más a su alcance.
Lo siento revolverse un poco detrás de mí y acomodándose de una manera más cómoda para alcanzar mis labios y regalarme un beso caliente e intenso. Mi mano va a su nuca para poder meter más mi lengua en su boca jodidamente caliente. Siento cosquilleos en todo el cuerpo y me obligo a detenerme porque me conozco lo suficiente.
–Suga… ¿qué haces? –Pienso que me dirá algo así como ‘’no sé’’ o ‘’solo relajándote’’. Me equivoco.
–Me he conectado a tu portátil y he visto una gran cantidad de vídeos porno. Y cuando digo que me he conectado lo digo literalmente. Me he enchufado a él y he descargado todos los vídeos. –Mi boca se abre asombrado–. Pero hay uno en especial que se ha reproducido más que el resto. Supongo que te ha gustado, y me gustaría recrearlo para ti.
–Que has hecho… ¿QUÉ? –Aun sigo en shock.
–Sé que te gustará. –Sale de mi espalda para tumbarse encima de mí, obligándome a reclinarme contra el colchón–. Solo déjame probar.
–Yo… yo nunca he hecho esto…
–¿Nunca has tenido relaciones sexuales con un robot? –Sonríe–. Ya lo supongo.
–No… –Me rectifico–. Con un hombre.
–¿De veras? Supuse que sí por la cantidad de porno gay que hay en…
–Para… –Me sonrojo–. Me gusta verlo, nada más.
–En realidad no creo que me estés diciendo la verdad. Tu pulso es acelerado y tus ojos no me miran. Mírame cuando te hablo de algo tan serio como esto.
–¡Solo he tenido relaciones con mujeres, Suga! –Su mano desciende por mi vientre y se introduce en mi ropa interior saltando los pantalones que delimitan mis caderas. No le importa.
Aprieta allí su mano en mi polla ya desnuda para su manos. Mi cuerpo tiembla lentamente. Un escalofrío que disfruto como la mejor y más cara droga que me he permitido nunca. Suspiro y cierro mis ojos abriendo inconscientemente mis piernas a sus deseos más pervertidos.
–Déjame hacer que los recuerdos y las imágenes, las fantasías y las más horribles de tus perversiones se hagan realidad. Retomemos esto.
No se lo piensa y yo tampoco. Desabrocha mis pantalones y los tira por ahí. Me da media vuelta con la misma brutalidad que hacían en el video y me doy cuenta, que por desgracia, seré el pasivo aquí. Cuando me tiene de espaldas, alza mis caderas y sus dedos tocan mi piel por encima de la tela del bóxer, mis nalgas, mis testículos, mi pene que comienza a dar señales de vida, y lo hace metiendo su mano entre mis piernas abiertas.
–Soy sensible, hace mucho que no…
–No te corras antes de tiempo… –Suspiro rezando por cumplir sus deseos–. Como comprenderás hay cosas que no puedo hacer como correrme, o ser pasivo. No puedo tragar tu semen ni dejar que me muerdas ya que mi piel no se auto–recupera. –No quiero oír sus palabras. Solo quiero que su mano en mi pene sea más rápida y fuerte.
Y como creo que entiende lo que siento, silencia sus labios y se tumba sobre mí haciendo presión con su poya en mi entrada, ambos cubiertos con capas de ropa inútil. Me restriego en él y Suga hace lo mismo haciendo que la fricción sea más intensa. Me encanta esta sensación. Yo comienzo emitiendo gemidos y respiraciones fuertes, suspiros y quejidos solo para excitarme con mi propia voz.
–Déjame intentar algo diferente. –Oigo su voz a mi espalda y antes de darme tiempo a reaccionar ya ha atado mis muñecas entre ellas sobre mi cabeza aun teniéndome a cuatro delante de él.
–Esto no sale en el vídeo Suga…
–Lo sé. Solo intento que no te toques antes de tiempo.
–Eso es muy cruel.
–Será genial. Te lo prometo.
Me dejo hacer despreocupado realmente, todo mi cuerpo pide por más contacto y como si leyera mi mente, Suga baja mis calzoncillos hasta que tocan mis rodillas apoyadas en la cama. Ya no sé dónde está el libro que leía tan despreocupadamente ni la manta que me cubría de una manera inocente. Solo siento sus dedos que anteriormente me ha hecho chupar para lubricarlos toquetear toda mi entrada. Su corazón se hace espacio por sí mismo y cuando encuentra la mejor manera de violarme, lo hace sin remordimientos a pesar de los improperios que lanzo al aire.
Doy gracias que está siendo compasivo conmigo porque en los videos porno que veo no se lo piensan dos veces antes de meter la polla entera sin preparar siquiera al pobre pasivo. Cuando cree que es suficiente mete el segundo y al hacerse espacio dentro de mí es como si me partieran en dos. Escuece y es incómodo. Pero siempre soportable.
–¿Cómo estás? –Me pregunta sabiendo que no estoy bien.
–No sé si esto es buena idea. Si dos dedos duelen tanto… –Muerdo el cinturón alrededor de mis muñecas.
–Al estimular tu próstata sentirás olas de placer parecidas a descargas eléctricas. No necesitarás ni masturbarte.
–No te creo.
–Déjame mostrarte como… –No termina porque no es necesario. Él ya se ha quitado la ropa y su polla tantea tímidamente mi entrada y cuando la encuentra es cruel por entrar sin avisarme. Es lento y su glande se hace paso poco a poco pero es horrible, al fin y al cabo.
Grito grave y sonoro. Mi espalda se dobla y mis piernas flaquean. Quiero revolverme y quitarme de él pero si lo hago, será mucho pero por lo que me obligo a mantenerme inmóvil mientras mi cuerpo se acostumbra a su volumen. Se detiene cuando ya no hay longitud fuera de mí y me acaricia tiernamente la espalda.
–¿Duele mucho? ¿Quieres que hablemos de algo para distráete?
–¡No! Solo termina con esto pronto.
–¿Sigues duro?
–Sí, pero ya no siento de mis caderas hacia abajo. –Es cierto.
–Estoy seguro que en unos momentos agradecerás que la tenga más grande que tú. –No puedo creerme las palabras tan descaradas que escupe de su boca.
–Maldito hijo de… –La primera estocada me hace caer de boca en la almohada ahogando un grito más agudo de lo que me gustaría.
–No vuelvas a insultarme. –Me amenaza desde la espalda–. Solo es una advertencia. –Asiento aun con el rostro escondido.
Rápidamente ha encontrado mi punto dulce y me tortura allí con más estocadas descontroladas que con los segundos se vuelven coordinadas. Sin darme cuenta me veo correspondiendo sus movimientos y contribuyendo a ellos para que el placer que poco a poco llega a mí sea más intenso.
Muerdo aún más fuertemente la correa en mis manos ahogando los lamentables gemidos que quieren salir de mí.
–Tócame Suga.
–No.
–Vendré en unos segundos. –Soy rematadamente idiota al avistarle porque al instante sale de mí y me gira dejándome frente a él. Pasa entre mis brazos dejando mis muñecas atadas en su nuca. Parece que le abrazo pero en realidad solo puedo acercarlo torpemente a mí y dejar que vuelva a penetrarme tan fuerte y duro como antes.
Esta segunda vez ya no tiene tanto cuidado y la verdad es que tampoco me importa. De nuevo mi próstata es golpeada sin piedad provocándome delirios que no soy capaz de describir. Respiro con dificultad y busco el aire donde realmente no lo hay, en sus tentadores labios que me besan frenéticamente. Mis piernas se atan a su cadera pero rápidamente se deshace de mi abrazo para erguirse, arrodillarse y tener una mejor visión de mi cuerpo.
Abraza mis caderas y las embestidas vuelven a llevarme al cielo.
–Suga... ah…
De nuevo sale de mí pero mi cuerpo, liderado por una lujuria necesitada, le tira en la cama y me siento rápidamente sobre su polla penetrándome y sintiéndome lleno otra vez. A pesar de todo sigue sin querer que me masturbe por lo que una de sus manos va a mi cadera para controlar más detenidamente mis movimientos y la otra a mis muñecas que ya comienzan a estar rojas por la fricción de la correa allí.
Su cuerpo blanco es todo un espectáculo. Es suficiente como para hacerme venir pero es difícil. Me muerdo el labio disfrutando de la adrenalina en mis venas. La fricción de nuestros cuerpos. Su poya dentro de mí torturándome.
–Ah… Jimin… –Gime poniéndome los pelos de punta mientras caigo sobre él–. Más rápido. ¡Más! –Cierra sus ojos y muerde sus labios como he hecho yo hace unos segundos tan solo para provocarme en sobre manera.
–No me hagas esto, por el amor de dios…
Y entonces es como si me tirasen desde el décimo piso y cayese atravesando la tierra hasta el verdadero infierno, el verdadero, liderado por la lujuria, la vanidad, la ira… Y una vez estoy abajo, subo lentamente hasta el cielo disfrutando de las maravillosas vistas que me proporcionan las nubes en todo su esplendor.
Mi cuerpo tiembla. Mis manos unidas no encuentran nada lo suficientemente sólido como para aferrarse a ello por lo que las dejo libres. Grito sintiendo realmente mi cuerpo sobrevolar el cielo. Y como si supiera que mi límite está muy cerca mira mi poya y mi rostro alternativamente.
Al fin, me corro y mancho su vientre blanco con mi semen pero no parece importarle. A mí tampoco. Respiro fuerte volviendo a la tierra y a mi propio cuerpo. No me muevo lo más mínimo ni siquiera para que salga de mí. Ambos nos miramos y no podemos evitar romper a reír avergonzados.
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