JUNTO A LA SOLEDAD (YoonMin) - Capítulo 13
Capítulo 13
Jimin POV:
Salgo corriendo tras Suga por las escaleras.
–¡Trae eso aquí, no seas estúpido! –El sonido
de nuestras risas abarca todo el ruido a nuestro alrededor. Estoy borracho,
ebrio de sus estupideces y sus infantilismos que me torturan con su delicada
dulzura.
Le persigo escaleras abajo para quitarle el
objeto en sus manos que se niega a destruir. Y antes de darme cuenta ya estamos
en el salón corriendo de un lado a otro.
–Déjame hacer esto, quedará genial. –Llega
hasta las plantas aún en el interior del salón y se arrodilla en mi pequeño
cactus para clavar en sus púas superiores una pequeña estrella amarilla de
papiroflexia que ha hecho.
Termino de correr y permanezco de pie a su lado
observando detenidamente su gran acierto, es demasiado adorable. Me encantaría
decirle lo estúpido e infantil que es pero en vez de eso estrecho su mano y
ambos nos quedamos embobados ante el pequeño intento de Suga por tener un árbol
decorado en esta época. Por fin, ha llegado la navidad.
…
Ambos caminamos por el centro de Seúl unos días
antes de navidad y ha sido una completa locura ya que apenas podemos pasear a
gusto por la cantidad de personas que hay a nuestro alrededor. Es de noche y ambos
disfrutamos de las luces cegadoras a nuestro alrededor.
Sin ser consciente o tal vez ya como hábito,
doy su mano para no perderlo de vista y ambos avanzamos hasta llegar al
supermercado al que debo entrar para comprar comida. Haré una gran compra. Y no
he podido aparcar el coche en el garaje de este por lo que tendré que caminar
con las bolsas de la mano hasta allí. Menos mal que Suga ha venido conmigo.
Pero antes de entrar dentro, me detiene.
–Jimin, yo debo ir a hacer unos recados.
–¿Recados? ¿Qué diablos dices?
–No digas palabras feas, –me reprende sonriendo
aun con mi mano en la suya–, estaré esperándote aquí cuando salgas, te lo
prometo.
–Entiendo. –Aún no estoy convencido de sus
palabras pero he aprendido que es incorregible–. No me iré sin ti. –Besa mi
mejilla y se va perdiéndose entre las personas. No me queda otro remedio que
seguir solo a partir de aquí.
…
Tiro del carro en mis manos y me detengo cada
poco para llenarlo un poco más. Miro la cantidad de fideos instantáneos en las
estanterías y cojo los que más me gustan. Más tarde unos sacos de arroz,
verduras, fruta, unos cuantos dulces que me apasionan, congelados, leche,
huevos…
Tiro de toda la comida cuando una voz lejana me
obliga a girar.
–La mejor compañía…
Miro a mi alrededor buscando el hablante y no
es más que un prototipo de robot como el que yo tengo, encerrado en una vitrina
y desde luego, sin tener nada que envidiar a mi pequeño Suga. Me acerco y no me
doy cuenta de que me adentro en la sección de su compañía, patrocinada por este
supermercado en concreto. Uno de tantos seguramente.
Miro a todas partes deslumbrado por la claridad
de sus pasillos. Estanterías blancas repletas de accesorios, complementos,
ropa… con precios altísimos, desde luego. No puedo permitirme nada de esto a
pesar de que me muero de ganas por agradecerle de alguna manera todo lo que he
hecho por él. Pienso que con el último libro publicado he conseguido algo de
dinero así que hoy, sintiéndome optimista, me permitiré un capricho.
Alguien me habla a mi izquierda. Una mujer
hermosa.
–Disculpe caballero. ¿Puedo ayudarle? ¿Busca
algo en concreto?
–La verdad, es que si necesito ayuda. –Sonrío y
ella me devuelve el gesto–. Tengo uno de estos y me gustaría hacerle un regalo
por navidad. Seguro que no se lo espera porque no estoy muy a favor de estas
cosas. Aun así, quiero hacerlo, pero no me gustaría gastarme demasiado dinero.
–Por supuesto, señor. ¿Había pensado en algo?
Como puede ver tenemos ropa de todos los estilos, maquillajes, tintes para el
pelo, abalorios…
–Me gustaría que fuera algo más original…
–¿Le parece buena idea un collar personalizado
con el nombre de su robot?
–¡Eso suena genial! ¿Cuánto cuesta?
–Tan solo 10.000 Wons.
–Está bien. –Me acompañan hasta el mostrador y
allí me pide el nombre de este. –Suga.
–¿Suga? –Me pregunta pensando que no ha oído
bien. Asiento–. Un nombre muy particular.
–No lo escogí yo, un amigo que me odia mucho me
dijo algo así como que llenaría mi vida de dulzura. Sugar, azúcar en inglés.
–Ella ríe tímida y al mismo tiempo divertida por mis palabras.
–Precioso nombre señor. Espéreme aquí unos
segundos que enseguida vuelvo con su collar.
Asiento de nuevo y miro todo a mí alrededor y
veo un grupo de chicas que miran tímidas en mi dirección. Yo sonrío cual
donjuán soy y ellas se cubren sus sonrisas con las manos fingiendo un pudor que
realmente no tienen sino que la sociedad en la que vivimos les obliga a
representar. Una con el pelo rubio y corto, rizado en las puntas. Otra con una
gran melena negra y la tercera, la que con más descaro me mira, con una trenza
que cae castaña sobre su espalda.
He vivido esto mil veces, yo me hago el
interesado fingiendo no estar atento a ellas e inducidas por mi carácter acuden
a mí para restregarme sus atributos por la cara. Para al fin, no tener excusa
para no mirarlas. Por desgracia para ellas, yo no estoy interesado en sus
inocentes atributos femeninos aún sin desarrollar bajo una mano experta.
–Oppa… –Ellas se apoyan en mi carrito.
–Hola chicas… ¿os habéis perdido?
–Claro que no Oppa… –La rubia me habla–. Eres
justo la persona a la que buscábamos.
–¿No me digas? Pues acabáis de encontrarme…
–Ellas ríen descontroladas.
–Mañana es noche buena. Vamos a salir de fiesta
y nos gustaría que un chico tan guapo como tú acudiera para hacernos compañía.
–¿No soy más que un trofeo que exponer?–. Y después de la fiesta, a lo mejor
papá Noel deja algo en tu árbol…
–¿Desde cuándo las niñas os habéis vuelto tan
atrevidas? –Sin duda ellas ya tienen una fiesta en sus hormonas.
–Oppa… no seas tímido… –la chica de la trenza
se acerca a mí e introduce un papel en el bolsillo de mi abrigo–. Llámame más
tarde y… –Deja pasar unos segundos de tensión–. Hablamos…
Ellas se van y puedo al fin respirar tranquilo
y libre. La dependienta se acerca con el collar en sus manos.
–Aquí lo tiene. –La palabra “Suga” en un metal
plateado, rodeado de una cadena del mismo color es lo que veo. Me encanta–.
Perdone la espera pero no quería interrumpirle, lo vi muy ocupado… –Me sonríe
de lado y puedo ver su poca timidez. Otra loca.
–Perdone el espectáculo. Ha sido muy
lamentable. –Me disculpo mientras ella guarda la joya en una pequeña caja y
esta a su vez en una bolsa. Me la da sonriendo.
–No se preocupe. –Le doy el dinero a cambio–.
Muchas gracias, y feliz navidad.
–Feliz navidad. –Me voy empujando el carro pero
su voz detrás de mi me detiene obligándome a escucharla.
–Suga es muy afortunado de tenerle. –La miro
mientras mi sonrisa aumenta con sus palabras, asiento agradecido y
completamente animado
…
Las bolsas ya están en mis manos y salgo a la
calle sintiendo el frío en mis mejillas que en unos minutos estarán rojas y
doloridas. Miro a todas partes aun bajo el techo de la fachada resguardándome
del frío pero no veo a Suga por ninguna parte. Miro el reloj. Ha pasado casi
una hora desde que nos hemos separado y aún no ha regresado. Me preocupo pero
intento no ponerme nervioso por su ausencia. Respiro profundamente y siento las
bolsas ya pesando en mis manos por lo que las dejo a un lado en el suelo y me
pongo a su lado de brazos cruzados y sonrío. Sonrío feliz con la única bolsa en
mi mano, la de su collar.
…
El supermercado está a punto de cerrar. Ya no
siento las piernas ni los brazos, por no hablar de mi rostro que es lo que está
expuesto al aire. La gente en la calle ha disminuido considerablemente y mi
comida se estropeará si sigo aquí, a pesar del camino de vuelta a casa que
tardo mínimo media hora en llegar.
Ha comenzado a nevar y eso no hace sino ponerme
más nervioso. ¿Dónde diablos está? Llevo cuarenta minutos esperándole y no ha
aparecido por ninguna parte. Hace ya rato que me he sentado junto a mis bolsas
refugiándome del frío que el aire trae inevitablemente. Estoy enfurecido,
triste, preocupado, nervioso, inquieto y completamente exasperado, cansado de
esperar.
No tengo ninguna manera de contactar con él, y
no puedo irme, le prometí que me quedaría aquí y no me iría sin él. Pienso en
mil cosas tales como que tal vez esté esperándome en el coche porque sepa que
ha llegado tarde, tal vez se ha perdido, lo han secuestrado, lo han desguazado.
Mi estómago da un vuelco y siento unas inevitables ganas de vomitar en este
instante, pero unos pasos acelerados vienen en mi dirección y puedo ver, a los
segundos a Suga aparecer tras la pared en la que yo estoy apoyado. Él se
detiene al mirarme y yo me levanto de inmediato.
–Sé que estás enfadado, lo siento. –Trae una
bolsa cogida en ambas manos sujetándola con sus antebrazos como si dentro
hubiera un paquete pesado–. Perdóname. No me golpees te lo suplico, yo…
No oigo sus palabras, no me importan, salgo
corriendo hasta que mis brazos alcanzan su cuerpo y lo estrecho entre ellos
aunque el paquete esté en medio. Respiro profundamente al fin tranquilo.
–Maldita chatarra, no vuelvas a hacerme esto.
Pensé que te había pasado algo.
–¿Te has preocupado por mí?
–¿Crees que me he congelado aquí por nada? –Regreso
a coger las bolsas–. Volvamos a casa, quiero un chocolate caliente ahora mismo.
…
La carretera ya es oscura, las luces de mi
furgoneta iluminan el camino de regreso a casa y él a mi lado permanece quieto
y paciente como si nada. Aun con el paquete apoyado en sus piernas y sus manos
protegiéndolo. Me siento muy curioso sobre cuál es el motivo por que he tenido
que esperarle bajo la torrencial nieve. Suelto el volante para dirigir mi mano
allí pero él aparta la bolsa de mi alcance.
–¡No sueltes el volante!
–No pasa nada Suga, y… ¿qué es eso que llevas
ahí? ¿Qué has comparado? –Mi semblante se ensombrece–. Y más importante… ¿De
dónde has sacado el dinero?
–¿Aún no te has leído las instrucciones? –Niego
con la cabeza–. Venimos con 100.000 wones que puedes usar a tu gusto.
–¡¿Cómo?! ¿Y me lo dices ahora? ¿Sabes que bien
me vendría ese dinero?
–No te alteres al volante Jimin. Y cálmate que
no es nada importante.
–Ahora sí que exijo saber qué demonios hay ahí
dentro. –Hago otro amago pero me golpea la mano con la que casi le alcanzo.
–Cállate y conduce. –No sé por qué pero le
obedezco colocando una mano en el volante y la otra en la palanca de cambios
relajada. Suspiro y doy un respingo cuando una de sus manos estrecha la mía tan
solo como una forma de pedirme perdón por el golpe. Le perdono al instante.
Pasan los minutos y permanecemos en silencio
hasta que él se decide a romperlo.
–Jimin, –le miro un segundo–, ¿puedo hacerte
una pregunta?
–Claro…
–Hemos estado cerca de la casa de tus padres,
¿cierto? –Asiento–. ¿Por qué no hemos pasado a saludarlos en esta época?
–No creo que hubiera sido buena idea…
–¿Por qué no?
–No me llevo bien con ellos. No hablamos mucho.
–Sería una situación tensa, ¿cierto? –Asiento
de nuevo–. En ese caso, has hecho bien.
–¿Eso crees? –Le miro sorprendido y él gime
asintiendo como respuesta.
–Si crees que no sería bien para ti… pues… ya…
–Estira su mano para alcanzar algo en mi bolsillo y lo saca de allí
sosteniéndolo en sus manos–. ¿Qué es esto? ¿Un número de teléfono?
–Ah… sí. Una chica me lo dio en el
supermercado. Quería invitarme a una fiesta mañana por la noche o algo así.
–Oh… –piensa unos segundos–, esperaba darte mi
regalo a esa hora.
–¿Regalo? –Se aferra tristemente a la caja en
sus piernas con el número aun en sus dedos pero yo se lo arrebato y abro la
ventanilla del coche arrojándolo fuera. Veo como el viento se lo lleva
rápidamente y sus ojos me miran, adornados con la mejor sonrisa del mundo.
–Eres un interesado. Ahora me has fastidiado la
sorpresa. –Hace un puchero lindo que me enternece.
–Te amo, Suga. ¿Realmente creías que iba a
darte de lado por irme con unas furcias?
–¿Has dicho que me amas? –Su sonrisa se hace aún
más enorme y yo enrojezco al instante dándome cuenta de lo que mis labios han
dejado escapar.
–Eh… Nop.
Comentarios
Publicar un comentario