JUNTO A LA SOLEDAD (YoonMin) - Capítulo 12

 Capítulo 12


Jimin POV:


La lluvia cae torrencialmente ahora mismo. Las gotas de agua gotean incesantes en los cristales y los rayos las iluminan seguidos del trueno correspondiente. Cuando eso ocurre, la onda hace que todos los cristales se tambaleen y giman con un sonido aterrador. Ya ha llegado noviembre.

Veo a Suga sentado en el sofá con un sweater negro que le he prestado pero me doy cuenta de que le queda horriblemente grande y me permite ver sus blancos hombros a través del cuello del jersey. Está inexpresivo, mirando a la nada y sin dirigirme la palabra. No sé cuánto tiempo ha pasado ya pero hace mucho que no me sonríe, que no me habla, que no me dice siquiera, nada que pueda hacerme enfadar. De nuevo hay paz en mi casa, pero esta no es la paz que yo ansiaba.

Veo también sus piernas a través de los cortes intencionados que tienen los vaqueros que también porta hoy. Su maldita piel se ve perfecta a través de mi ropa y no puedo evitar sentir la envidia más malsana que he podido experimentar. Respiro profundo y salgo del salón para subir a la planta superior. A mi cuarto.

Una vez llego me siento en la cama y cubro mi rostro con mis manos, y las retiro hacia mi frente retirando en pelo de mi cara. Suspiro y es entonces cuando me doy cuenta de que la camiseta que ha llevado Suga estos días está aquí tirada a mi lado. La alcanzo y sin mirarla la llevo a mi nariz para oler el dulce aroma que desprende su cuerpo inhumano. Sonrío débilmente y siento mi humor mejorar con los segundos pero mirándola más detenidamente veo que una  de las costuras laterales está completamente desgarrada.

Analizo mejor el desgarrón y toda la felicidad se estampa contra el suelo por querer volar demasiado alto. El desgarre es más grande que mi propia mano y todo el odio sale a la superficie porque la maldita chatarra ha roto una de mis camisetas favoritas.

Bajo corriendo las escaleras preso de mi ira.

–¿Se puede saber qué diablos es esto? –Me mira serio y nada sorprendido por la altura de mi voz. Me contesta exactamente lo que no debe contestar.

–Una camiseta.

–Sí, eso ya lo veo. Me refiero al agujero que hay aquí. –Se lo muestro–. ¿Esto es lo que haces con mi ropa? ¿Encima de que te la he prestado?

–No creí necesario decírtelo. La coseré.

–¿Tú? No me hagas reír trasto inútil. ¡No sabes hacer nada en absoluto! Debería haber dejado que te pudrieras con tu ropa. Me gasto el dinero en comprarte pendientes y me quemo la mano para salvarte. Te doy un techo y electricidad para que vivas, ¿y no eres capaz de decirme que has roto mi ropa? –Le tiro la camiseta a la cara y él la recoge en sus manos para mirarla atentamente al mismo tiempo que escucha mis palabras.

–Jimin…

–¡Déjate de excusas! Estoy harto de que no me des nada más que disgustos. Todo era mucho mejor cuando tú no estabas. Maldito Jungkook. Ojalá nunca hubieras aparecido por mi casa, maldita sea. No eres más que un trozo de chatarra que no sabe nada sobre la vida que a mí me gusta vivir. –Me voy en dirección a la cocina refunfuñando como un viejo solo porque no quiero verle por más tiempo–. No eres más que problemas. Te odio y odio que vivas en mi casa.

Sigo hablando pero el ruido de la puerta al cerrarse de golpe me detiene y me pone los pelos de punta. Me doy media vuelta para mirar al salón pero él ha desaparecido. Me quedo por uno, dos, incluso tres segundos inerte. Deleitándome en el silencio que me proporciona esta sensación de soledad. El latido de mi corazón es fuerte pero tal vez sea porque lo siento en mi garganta.

Mi respiración es sonora y puedo oírla a pesar de los estridentes truenos que quiebran el cielo fuera. Mis manos tiemblan y no puedo evitarlo por más tiempo. Salgo corriendo a la puerta para abrirla y ver a Suga caminar hacia ninguna parte. Solo lejos de la casa.

–¿A dónde te crees que vas? –No me contesta. Sigue caminando–. ¡Contéstame! –Se detiene y me mira.

Yo no salgo del umbral porque la lluvia me calaría como le está calando a él. Me mira pero no dice nada. Espero a alguna reacción de su cuerpo pero lo único que hace es cansarse de esperar y de nuevo da media vuelta y camina. ¿Y qué hago yo? Debo estar completamente loco pero salgo disparado, para cuando llego a él, agarrar su brazo y le obligarte a mirar mis ojos.

–¿Se puede saber que haces? –Debo gritar para que me oiga porque la lluvia a nuestro alrededor es muy ruidosa.

–Me voy. Es lo mejor para ti. –Él grita también.

–¿Para mí? ¿Qué diablos dices? Entra en casa. –Tiro de él pero es inamovible.

–Mi única función es hacer feliz a la persona para que sirvo y si no he conseguido mi cometido en tanto tiempo lo mejor será que me vaya. ¿No crees?

–Pero…

–Siempre estás enfadado, siempre me gritas insultos que no alcanzo a comprender. No muestras felicidad cuando estás conmigo a no ser que sea intentando hacerme a mi infeliz. No te oigo más que palabras sucias que te incitan más ira.

–¡No es cierto!

–No alcanzas a entender todo lo que hago por ti, Jimin. Estoy ahorrándote el esfuerzo de tener que devolverme dentro de dos meses y que puedas disfrutar al fin de tiempo sin mí.

Mientras yo respiro fuerte e intento que el agua no caiga en mis ojos cegando la imagen que tengo delante, él se mantiene firme haciéndome sentir débil y golpeado por sus duras palabras. Estoy herido en lo más profundo de mí. Me gustaría decir que en mi ego o mi prepotencia pero ha dado en mi debilidad nada más salir por la puerta.

Ya no veo ante mí a un idiota bajo la lluvia. Veo todos y cada uno de los gestos de los que me he enamorado. La forma en la que me mira. Como cuida de lo que sabe, es importante para mí. Oigo su voz parafraseando las palabras que un día salieron de mi corrompido interior. Veo sus lágrimas salir por la culpabilidad de mi acto suicida. Siento su risa recorrer todo mi cuerpo poniendo mis pelos de punta de puro placer. La calidez de sus labios en lo míos. Su pudor incorruptible tan solo derrumbado por mi curioso lívido. Sus mejillas sonrosadas y sus incesantes recriminaciones.

Todo. Lo necesito todo en mi vida y me he engañado pensado que la soledad es el fin para encontrar la felicidad mientras que es esta todo lo que he tenido siempre.

Muerdo mis labios, temeroso de pensamientos impuros y mis manos recorren sin vergüenza su cuello a la altura del mío. Sus mojados cabellos se enredan con mis dedos en su nuca y creo que no puedo aguantar más cuando me lanzo a su boca para devorarla. Él al comienzo no entiende que esta sea la situación adecuada para lo que estoy haciendo pero al tiempo reacciona correspondiendo el beso de la mejor manera que sabe.

Me equivoqué toda la vida pensando que podría vivir sin contacto humano. Y en cierto modo, he conseguido mi propósito ya que él, por mucho que se esfuerce no es humano, y por eso me encanta. Puedo sentir su lengua traviesa violar mi boca antes de que yo estuviera preparado, no me importa. Lo amo más que a nada.

El beso termina cuando creo que me he mojado suficiente y ya nadie puede librarme de una ducha caliente.

–Suga. –Digo con mi rostro aun pegado al suyo–. Te necesito. Te necesito más que a nada y no vas a irte a ninguna parte. ¿Entendido? Volvamos dentro. Por favor.

Accede aun atónito de mi comportamiento bipolar. Le entiendo. Yo también estoy impresionado. 




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