JUNGKOOK IN WONDERLAND (JiKook / TaeKook) [PARTE I] [One Shot]
JUNGKOOK IN WONDERLAND [PARTE I] [One Shot]
JungKook POV:
La música suena muy alto y tan solo está siendo
reproducida por un móvil a nuestro lado pero mi cerebro se absorbe por ella muy
fácilmente. Mis amigos dan unas voces tremendas y todas y cada una se interna
dentro de mi mente para reproducirla una y otra vez hasta hacerme sentir
incluso mareado. Comenzamos a pisar hierba de un parque al que hemos venido a
beber pero mentiría si dijera que empezaremos a hacerlo ahora porque por el
camino me he terminado una botella de soju. Es sorprendente incluso para mí
porque hoy cumplo dieciséis años.
-¡Vamos JungKookie! –Dice uno de mis amigos
cuando llegamos y dejamos tiradas las botellas en medio de la nada. La gente a
mí alrededor baila, salta, canta y grita. Este me pasa una botella de vodka y
le pego un trago ya inconsciente de si me gustará o no. De si me sentará bien o
acabaré vomitando. ¿Acaso importa ya? Aquí hemos venido para emborracharnos y
escandalizar a nuestros padres al regresar a casa. Un escándalo más ya que esta
misma mañana llegó una expulsión de mi instituto. Hasta dentro de una semana no
tengo que volver, genial.
-¡Cumpleañero! –Una chica hermosa me llama. No
ni siquiera quien es pero su dedo me indica que debo seguirla. ¿Debo hacerlo?
No, esperaré a terminarme la botella para buscarla después y que me la chupe
como hacen todas.
Los árboles que nos rodean son altos e
imponentes, de noche y con la vista nublada a penas puedo ver hasta donde
alcanzan sus ramas pero se ven hermosos ahora en verano. Llevo puesto, para la
ocasión mi camisa de seda y mis pantalones de ciento veinte dólares. Por no
hablar de mis zapatos italianos que solo pensar que se van a manchar del vómito
de alguno de estos idiotas se me hace la mente humo.
-¡Tenemos aquí tu regalo, Kookie! –Dice una voz
perdida dentro de mi mente y me giro para ver como mis compañeros traen algo
detrás de su espalda. Estoy expectante y ansioso hasta que ponen sobre mi
cabeza aquello que escondían, una diadema con orejas de conejo. Perfecto. Me siento
humillado.
-¡Conejo! –Gritan todos y si no supiera que son
mis amigos pensaría que incluso intentan hacerme sentir mal. Yo intento por
todos los medios deshacerme de esto tan incómodo pero ellos me lo impiden
golpeando mis manos cada vez que lo hago. Yo sonrío mirando al suelo porque si
miro sus caras tal vez les golpee.
-¡Adorable! –Gritan las chicas pero yo no soy
adorable, maldita sea. Soy caliente y sexy.
-Venga chicos, quitadme esto de una vez.
-¡No! –Gritan-. Es tu reto de cumpleaños.
-¿Reto? –Se encojen de hombros y eso hago yo
también resignado a su infantil conducta. ¿Qué puedo hacer sino pegarle otro
trago a la botella de vodka que ya apenas contiene líquido?
Pasan los minutos y las botellas pasan por mis
manos como los labios de las chicas por los míos propios. Es incluso divertido
como ellas se acercan a mí pidiendo por mis encantos cuando es tan fácil como
besarme y dejarme llevar. La sensación de libertad me envuelve hasta
enloquecerme, hasta hacerme sentir que puedo con el mundo entero y todo cambia
cuando la chica aquella de antes se acerca a mí y coge el cuello de mi camisa
para alejarme de la diversión que mis compañeros me proporcionan. ¿Ella sabrá
igualarla?
-Feliz cumpleaños. –Me dice mientras nos
alejamos del barullo y me lleva detrás de un árbol. Nadie puede vernos ya y
menos aún cuando pega mi espalda al tronco y se acerca hasta que siento su
aliento confundirse con el mío-. ¿Quieres tu regalo? –Asiento completamente
ido. Sus manos tocan mi cuerpo, o al menos eso creo. No estoy seguro. Todo me
da vueltas y creo que yo también me estoy balanceando pero la corteza no se
despega de mi espalda. ¿Seguro? No. Nada es ya seguro. Mi estómago da vueltas.
Una, dos. Cuantas hasta que creo que se detiene.
No, oh no.
Los labios de la chica están muy cerca pero la
alejo todo lo que puedo para apoyarme sobre el tronco con una mano mientras mis
hombros se convulsionan vomitando en el suelo a mis pies. Mierda, mis zapatos.
Toda la bebida y la cena de hace una hora sale
a borbotones de mi boca y la chica a mi lado sale despavorida e histérica pero
yo no siento como el vómito mancha mi ropa o como su solo olor me incita a
vomitar de nuevo. Me limito a dejarme esclavo del mareo y la locura del momento
y me caigo en el suelo frente a mi vómito para desmayarme.
…
El olor es muy agradable, es como los zumos de
frutas del bosque me compraba mamá cuando era pequeño. Dulce pero picante, al
principio no parece nada especial pero cuando lo saboreas es incluso adictivo.
Y eso es lo que siento, adicción por abrir los ojos pero no lo hago aun. Mis
manos, ¿es seda lo que tocan? Parece porque se deshace el tacto en mis dedos.
Suave como las mantas con las que me arropaba, con las que tanto tiempo pasé en
invierno. ¿He vuelto a la Infancia?
Abro los ojos lentamente para descubrir que
mucho me temo, no es así. Lo que mis manos tocaban es la hierba bajo mi cuerpo,
de un verde oscuro con un tacto delicado y bien maniobrado. Dios debe ser un
experto para hacerme sentir tanta nostalgia solo con oler y tocar esta
maravillosa obra suya. Miro mi mano delante de mis ojos que se divierte jugando
con los mechones verdes mientras un escarabajo naranja juguetea con mis dedos.
Sonrío atontado pero frunzo el ceño al ver como de su caparazón salen dos alas
de mariposa y vuela lejos de mí.
Ahora sí que me decido a levantar el rostro del
suelo y no veo más que bosque a todo mi alrededor. Un bosque precioso en el que
las ramas de los árboles se enredan entre ellas hasta unirse y ser una sola. Es
de noche, o tal vez sea que la maleza no deje pasar la luz del sol pero me
siento solo y muy perdido.
-¿Dónde estoy? –Pregunto al silencio a mí
alrededor-. ¿Cómo he llegado aquí? –De repente algo negro cae sobre mi rostro y
doy un respingo intentando alejarlo de mi pero me doy cuenta que cae de nuevo
después de alejarlo. Lo sujeto en mi mano derecha y siento que es blando,
peludo, pero lo que más me sorprende es que siento el tacto de mi mano ahí.
Tiro de él hasta hacerme daño y observo más detenidamente esto en mis manos. Es
una oreja de conejo negra que nace en mi cabeza. Y otra a su lado. Maldita sea.
Son como las que me han puesto…
Espera un momento, mi fiesta. Yo estaba ahí y
ahora… ¡¿Qué diablos?!
-¿Chicos? –Pregunto-. No tiene gracias. ¿Dónde
estoy?
Tiro de nuevo de las orejas pero nada, no se
despegan de mi cabeza e incluso estoy empezando a pensar que si me concentro,
puedo incluso moverlas a mi antojo. Palmeo mi cuerpo buscando mi móvil y lo
encuentro en el bolsillo trasero. Sin cobertura, perfecto. Miro la hora
preocupado. Las tres de la mañana. Genial, llegaré tarde a casa.
Unas pequeñas luces aparecen frente a mí y veo
que son luciérnagas. Unas cuantas y todas detrás de la siguiente, formando un
camino de luces que poco a poco terminan en la hierba a mis pies. Allí puedo
ver más claramente como en entre la hierba se extiende un camino de pequeñas
flores rojas que se internan entre los árboles. Tengo miedo de moverme de aquí
porque siempre me dijeron que si me pierdo no me moviese de donde estoy pero la
curiosidad me tortura.
Me agacho a tocar una pero con la cercanía de
mis dedos esta se encoge y desaparece bajo la hierba para aparecer de nuevo una
vez yo me alejo. Es maravilloso y espeluznante al mismo tiempo. Me encojo de
hombros y camino adentrándome en el bosque poco a poco y soy consciente de que
los árboles y los matorrales se mueven lentamente haciéndome un camino que me
guía a sabe Dios donde. Lo sigo sin rechistar sacando de vez en cuando el móvil
para mirar la hora. Debo estar antes de las cuatro en casa.
Han pasado quince minutos y comienzo a tener la
sensación de que estoy andando en círculos. Los árboles parecen todos iguales,
el paisaje no cambia y las puñeteras flores me están tomando el pelo. Enfadado
ya y cansado comienzo a pisotear las flores a mi antojo gruñendo y gritando
como un loco creyéndome con la autoridad para hacerlo.
De repente y sin esperarlo una de las raíces de
los árboles que me rodean sale de la tierra para zafar mi tobillo y revolverme
en el suelo. Grito desesperando mientras veo mi móvil caer por ahí. La presión
que ejerce sobre mí no es demasiada pero lo suficiente como para hacer conmigo
lo que quiera, tanto que me levanta del suelo y me deja colgando en el aire.
-¡Suéltame, hijo de puta! –Aun no puedo creer
que esto me esté sucediendo. Esto es una mala pesadilla-. Maldita mierda. Te
voy a deshojar. –Me revuelvo como puedo pero nada me ayuda hasta que de un
momento a otro me suelta y veo como la raíz regresa a su sitio bajo tierra. Las
flores que marcaban el camino también desaparecen y las ramas a mi alrededor se
encogen y se enroscan en ellas mismas temerosas de algo. Todo se vuelve
silencioso cuando antes el bosque parecía tener vida propia.
Recojo mi móvil del suelo y cuando suspiro para
caminar de nuevo algo agarra mi oreja de conejo y tira de ella hasta hacerme
daño.
-¡Ah! –Miro lo que me agarra y veo algo largo y
peludo rodear mi oreja. Es de color rosa, morado, no, espera. Dios. ¿Qué
diablos? Es la cola de un animal peludo que me aferra con fuerza pero cuando pretendo
tocarla desaparece en mis manos como el humo. Como el polvo-. ¿Quién anda ahí?
-Ha ha ha. –Alguien ríe por ahí y miro a todos
lados buscando a alguien.
-¿Puedes ayudarme? Creo que me he perdido.
-¿Crees? Ha ha ha –De nuevo esa maldita risa
que me saca lo peor.
-Maldita sea, sal que te doy dos hostias.
-¿Ostias? –De repente una cabeza sale de las
ramas de un árbol y me mira boca abajo curioso. Su pelo, rosa y morado caer con
la gravedad y sus ojos negros me miran curiosos. Pero lo peor son los bigotes
de gato que salen desperdigados de su nariz-. ¿Eso se come?
-Sí. Pero con esto. –Le enseño mis puños y sus
ojos se agrandan temerosos. Poco a poco desaparece ante mí disipándose como el
viento-. ¡Espera! ¡No te vayas! ¿Quién eres?
-Ha ha ha. -¿Me está provocando?
-Yo soy Jungkook. ¿Y tú? –Intento mantener una
educada conversación y poco a poco aparece con las piernas cruzadas levitando
en el aire frente a mí. Mi corazón palpita muy fuerte cuando soy capaz de verle
por completo. Es precioso. Un chico como yo, con el pelo en varias tonalidades
de rosa, con dos grandes orejas de gato decorando su cabeza igual que las de
conejo decoran la mía, saliendo tímidamente de entre el pelo. Sus ojos son
negros, su nariz inquieta mientras mueve los bigotes. Su cuerpo está vestido
con una camisa negra y unos pantalones cortos negros también. Su piel es blanca
como la leche y tan solo el pelo está presente en su cabeza y en su cola, el
resto, es como yo.
-¿No sabes quién soy? –Pregunta y me sorprende
con una sádica sonrisa con la que me muestra todos sus dientes. Su cola se
zarandea de un lado a otro tras su espalda.
-No.
-Pues yo sí sé quién eres tú. Eres JungKook.
–Sus ojos hacen una expresión de sorpresa y se lleva una de las manos a cubrir
su boca formando una “O”.
-Claro que lo sabes, te lo acabo de decir.
–Frunzo el ceño.
-¿No sabes quién soy yo? Que mala educación.
-Maldito. ¿Quién eres? ¿Eres un gato?
-¿Tengo pinta de ser un gato? –Me pregunta
ofendido. Yo asiento con una ceja levantada.
-Claro que sí. Tienes orejas y cola de gato.
-Pues tú eres un conejo. –Me señala con el dedo
y de repente empieza a reír y dar vueltas en el aire como si estuviera drogado.
-Hijo de… -Me lanzo a él pero su cuerpo es tan
ligero como el aire y lo atravieso como si de un fantasma se tratara.
-Encantado. –Me dice una vez estoy en el suelo
tirado y me extiende la mano para presentarse-. Soy el gato Min Yoongi. –Así
que sí, es un gato-. ¿Y tú quién eres? –Frunzo el ceño seguro de que le he
dicho mi nombre y él lo sabe.
-JungKook. –Repito mientras me incorporo-. Y
necesito ayuda.
-Te habías perdido, ¿cierto? –Pregunta haciendo
memoria. Vaya, de eso si se acuerda. Saco mi móvil mirando la hora. Genial, el
tiempo corre muy rápido.
-Debo estar pronto en casa. El tiempo se agota.
–No me escucha y le veo levitar a mí alrededor poco a poco buscando algo en mi
espalda. Yo me niego a que me vea y me giro de cara a él-. ¿Qué miras?
-Tienes una cola de conejo preciosa. Parece
esponjosa. ¿Puedo tocarla? –Siento un escalofrío por mi cuero para girar mi
tronco y ver una bolita de pelo negra que sale de mis pantalones. La toco y
efectivamente, forma parte de mi cuerpo. Las manos de Yoongi van allí para
alcanzarla también pero retrocedo asustado y avergonzado por mi aspecto.
-No me toques, bastardo. –Le miro furioso pero
él no entiende mis palabras.
-¿Bastardo? –Gira en el aire hasta quedar boca
abajo como antes-. ¿Eso se come?
-Maldita sea. Este gato está pirado.
-Tal vez el loco eres tú. Ha ha ha. –Ríe de
nuevo a carcajadas y se tira al suelo para agarrarse el vientre.
-Pues mira, no te digo que no. –Le miro con una
ceja levantada hasta que su ataque se detiene y vuelve a estar serio. Entre
comillas claro-. ¿Puedes ayudarme? Quiero volver a casa pero no sé cómo.
-¿Cómo has venido hasta aquí?
-Pues estaba con unos amigos celebrando mi
cumpleaños y… -Sus gritos no me dejan terminar.
-¡CUMPLEAÑOS! –Agarra mis manos y comenzamos a
dar vueltas mientras salta divertido y feliz. Yo me dejo guiar por sus alocados
gestos-. ¡FELIZ CUMPLEAÑOS!
-Déjame terminar. –Le detengo-. Estaba
celebrando mi cumpleaños y de repente, no sé. Aparecí aquí. –Maldita sea, no me
sé explicar.
-¿Cuántos años cumpliste? –Me pregunta con sus
enormes ojos negros mirándome fijamente.
-Dieciséis.
-Pues la solución es muy fácil. –Sonrío
animado-. Si quieres regresar solo tienes que esperar a cumplir quince. –Su
sonrisa infantil se mantiene pero la mía se borra lentamente.
-¿Cómo?
-Es muy sencillo. –Se encoge de hombros.
-No volveré a cumplir quince. Tendría que
retroceder en el tiempo.
-Entonces, retrocede.
-Maldito gato… -hago un puchero y él sonríe-.
Quiero volver a mi fiesta de cumpleaños.
-¡Cumpleaños! –Grita de nuevo pero rápido me
deshago de sus manos que pretendían aferrarme de nuevo-. ¡Solo hay una persona
que puede solucionar tu problema pero shh…! –Pone su dedo índice sobre sus
labios.- Él no debe saber que nosotros sabemos eso.
-¿Eso?
-¡ÉL!
-¿Quién?
-Lo sabemos, bueno, tú en realidad no, pero yo
sí, y él también, pero el otro no.
-¿Quién no sabe qué?
-¡EL TIEMPO SE AGOTA! Debemos ir ya a buscarle.
–Yoongi me agarra el brazo y ambos nos encaminamos de nuevo entre la maleza.
-¿A quién vamos a ver?
-Al experto en soluciones sin problemas.
-¿No sería de problemas sin solución?
-¿Qué tontería es esa? Entonces ¿qué vas a
solucionar si no se puede? –Suspiro exasperado-. No le hagamos esperar, al
sombrerero Park Jimin no le gusta que le hagan esperar. Pero menos aún le gusta
que no le hagamos esperar.
¿QUÉ DIABLOS?
…
Llevamos alrededor de una hora caminando sin
rumbo, al menos esa es la impresión de seguridad que me proporciona el híbrido
a mi lado. De vez en cuando se para en seco y nos damos media vuelta para
volver por el camino por el que hemos venido. Otras desaparece y regresa a los
segundos. Mira a todos lado e intenta guiarse pero no lo consigue.
-¿Estamos llegando? Estoy cansado. –Digo y
sonríe.
-Sí, ya falta poco.
-¿Cuánto?
-¿No lo sé? Tal vez faltan un par de semanas.
-Eso no es estar llegando.
-¿Ah no? –Piensa unos segundos-. Entonces queda
mucho aún. –Suspiro resignado. El paisaje no cambia, los árboles son los mismos
una y otra vez, todos obedeciendo a nuestros pasos para abrirse camino. De
repente algo toca mi cola de conejo y me giro para no ver nada. Asustado llevo
mi mano a mi trasero y acaricio la bolita de pelo receloso-. ¿Ocurre algo? –Me
pregunta.
Niego con la cabeza y ambos continuamos andando
pero poco a poco oigo un murmullo. Algo cerca que me pone los pelos de punta
hasta que la sensación vuelve de nuevo y miro con el rabillo del ojo
descubriendo la cola peluda y larga del gato juguetear delicadamente con la
mía.
-¡Eh! ¿Qué haces? –El murmullo se vuelve más
intenso y es más sonoro a medida que el rostro de Yoongi se acerca al mío. Está
ronroneándome.
-Hueles bien. –Me dice y restriega su cuerpo
con el mío moviendo sus bigotes-. Y tengo tanta hambre…
-N-no puedes comerme. Soy un conejo ¿recuerdas?
–Hace un puchero y se eleva en el aire para que su rostro quede por encima del
mío. Siento un subidón de adrenalina y de repente su estúpida e infantil
sonrisa que se torna sádica con los segundos. Y sin embargo cundo que creo que
va a devorarme porque sus colmillos son brillantes y temerosos, sus orejas se
tensan y se mueven descontroladas. Sus ojos felinos se estrechan hasta que no
son más que dos líneas negras verticales y su pelo se pone de punta.
-¡Ven! ¡Escóndete! –Me agarra la mano y nos
lleva detrás de un matorral donde nos escondemos mientras escuchamos unos pasos
acercarse-. ¡Las orejas! –Susurra y con sus manos agarra mis orejas y tira de
ellas hacia abajo mientras me quejo pero a medida que las voces son evidentes
me silencio soportando las uñas de sus manos internándose en mi carne.
-¿Dónde estará? –Pregunta uno de ellos con una
voz grave. Me asomo entre la maleza para ver a dos hombres vestidos con trajes
muy elegantes, todos de blanco. El pelo de uno es corto y blanco también pero
el otro es un poco más alto y con el pelo castaño.
-Son guardias del Rey. –Me susurra Suga en la
oreja de conejo. Miro más atentamente a esos hombres los cuales cada uno lleva
un fusil rojo en la mano, y de su cuello colgando, dos collares con corazones.
Uno lleva tres corazones y el otro cinco.
-Lo mataremos en cuanto lo encontremos. –Dice
el otro enfurecido.
-No, Namjoon, tenemos que llevarlo ante el Rey.
–Con los segundos se van y podemos regresar a levantarnos pero las manos de
Yoongi no me sueltan.
-Puedes ya soltar mis orejas.
-Oh, lo siento. –Sonríe avergonzado y de nuevo
caminamos lejos por el lado contrario por donde han aparecido esas personas
hasta que nos topamos con una pequeña taza de té. Me agacho a recogerla y ahora
en mis manos puedo ver que es preciosa. De porcelana blanca con dibujos en oro
y puntura roja. Yoongi me mira sonriendo-. Ya estamos cerca.
…
De repente la frondosidad del bosque se termina
y llegamos a un claro no muy extenso donde una mesa enorme y alargada nos
aguarda. Allí, en el extremo más alejado a nosotros, un hombre con un sombrero
rojo enorme habla solo mientras agita una taza de té como la que tengo yo en
mis manos.
-Él es.
-¿Quién?
-Park Jimin, el sombrerero.
-No es gran cosa. ¿Él me ayudará a salir de
aquí?
-No.
-¿NO? –Casi grito-. ¿Me tomas el pelo?
-¿El de la cola? Sí. –Suspiro calmando mis
ganas de romperle la boca.
-Me dijiste que él solucionaría mis problemas.
-¿Yo dije esto? -Piensa unos segundos-. Si lo
dije tal vez sea cierto. –Se encoge de hombros-. Venga, vamos a saludarle. Ah,
un consejo. –Susurra antes de que nuestra presencia sea evidente-. No le tomes
mucho en serio, está un poco loco. –Lleva su dedo índice a su sien y lo gira
demostrándome que tal vez el más cuerda aquí sea yo.
-Oh Dios mío. –Suspiro para mí. A medida que
nos acercamos llego a comprender la conversación que este hombre tiene consigo
mismo.
-Claro que es interesante, señor, pero su
teoría me parece del todo errónea debido que no ha tenido en cuenta el grado de
saturación. –Mira al otro lado de la mesa a su lado-. ¡Exacto! A eso me
refería, si no se miden las cantidades puede ocurrir un desastre. ¡Todos
moriríamos! –Piensa unos segundos-. Aunque tal vez, esa sea la solución.
-Sombrerero Jimin. –Le llama Yoongi a mi lado
cuando estamos ya en la mesa. Jimin detiene su discurso y nos mira sin darnos
importancia.
-¿Sí? –Yoongi comienza a levitar y desaparecer
para retornarse al lado del Jimin. Yo avanzo caminando poco a poco-. Estúpido
gato, nos has interrumpido el tan intenso debate que compartíamos. –Señala a
las sillas vacía a su alrededor.
-Perdone, pero aquí alguien reclama por su
atención. –El gato me señala con su zarpa y Jimin me mira deteniéndose en mi
aspecto de arriba abajo.
-¿Quién es este? –Pregunta mientras que Yoongi
se encoge de hombros.
-No me ha dicho su nombre el muy maleducado.
-¡Claro que lo he dicho! –Mis manos forman lentamente
dos puños-. Soy Jeon JungKook. –Ambos me miran un segundo en silencio y
entonces Yoongi reacciona tapándose la boca para que no le vea mientras habla
pero sus palabras son altas.
-Hoy es su cumpleaños.
-¡¿CUMPLEAÑOS?! –Grita Jimin y me mira sonriendo-.
¡Enhorabuena! En ese caso estás invitado a mi reunión. –De repente se gira y
mira a Yoongi tornando su expresión seria-. Tú no, vete.
Yoongi a su lado en el aire le mira furioso y
con el ceño fruncido y antes de desaparecer pasa su cola peluda por la nariz de
Jimin haciéndole enfadar. Una vez ya no está me deja a solas con Jimin y me
percato de su aspecto. Un sombrero grande y rojo sobre su cabeza que se ve a
kilómetros. Su pelo granate, sus ojos pequeños pero muy oscuros. Sus labios
gruesos. Sobre su cuerpo, una camisa de manga larga desabrochada y un chaleco
igual. Ambos dejan ver su torso y sus abdominales bien marcados. Una corbata
roja que no pinta nada en absoluto y unos pantalones negros bien ajustados a
sus gruesas piernas.
-¿Cómo has dicho que te llamas, conejo?
-Jungkook.
-Conejo te llamarás a partir de ahora. –Suspiro
ya cansado de lidiar con dementes.
-Señor sombrerero, me gustaría saber si… -Me
interrumpe.
-Por favor, antes que nada, toma asiento. –Con
su mano abarca todas las sillas vacías a su alrededor y yo asiento sentándome
en una de ellas pero su grito me detiene-. ¡Ahí no! Está el comandante del
ejército opresor del pueblo esclavo. –Mis manos tiemblan y mis piernas las
siguen al ver una silla vacía-. Ven conejito, siéntate aquí a mi lado. –Retira
una silla al lado de la suya donde preside toda la mesa. Su sonrisa traviesa es
perturbadora.
Me siento a su vera y miro la mesa a nuestro
alrededor. Llena de tazas como al que aún guardo en mi mano. Pastelitos, dulces
de todas clases y teteras con humo.
-Ya que es tu cumpleaños te doy el permiso para
que te sirvas a tu antojo. –Sonríe y con la taza que antes encontré me sirvo té
y cojo un pastel de nata para ponerlo en un plato. Mi boca se hace agua y
mientras muerdo el pastel veo como la taza repleta de té humeante se desplaza
lejos de mí. Unas patas de insecto salen de su base y se zarandea derramando el
té que serví en ella. Miro a Jimin y mira la taza enfadado.
-La ta-taza… esa… -Señalo.
-Es una engreída. –Coge uno de los tantos platos
que hay en la mesa y con toda su furia lo tira sobre la taza que ya se interna
de nuevo en el bosque-. ¡No vuelvas! –De nuevo me mira-. No te preocupes,
conejito. Esta no se irá. –Me da una nueva taza con te y sigo comiendo
tranquilo.
-Jimin… yo…
-Ah, sí, cierto. ¿Qué es lo que te ha traído
hasta mí? Espero que sea importante para interrumpir mis asuntos.
-Pues verás, estaba celebrando mi cumpleaños y
de repente desperté aquí. –Hace un puchero con sus labios mientras asiente-. No
sé donde estoy ni cómo he llegado pero solo quiero volver a casa. –Saco mi
móvil para mira la hora-. El tiempo se agota.
-¡EL TIEMPO SE AGOTA! –Grita y tira la taza de
té con la que estaba bebiendo contra la mesa rompiendo esta y el resto en
pedazos. Yo me encojo en mi mismo esperando a que se calme.
-¿Dónde estoy? –Pregunto.
-En el País de las maravillas. –Dice simplista
mientras coge otra taza y la llena de té.
-¿Cómo en el cuento de Alicia? –Pregunto no
pudiendo aguantar la risa-. Esto debe ser una broma. –Pruebo el té que es dulce
y caliente. Es agradable.
-¿Alicia? –Pregunta-. No sé quién es esa.
-¿Y tú qué? ¿Te comiste la galleta que te hace
empequeñecer? –Pregunto y río nada más decirlo.
-Muy gracioso, ahora no te ayudaré con tu
problema. –Se encoge de hombros y niego con las manos.
-No, no. Perdóname.
-¿Alguna vez has pensado en hacerte un
sombrero? –Me pregunta mientras mira mi cabeza-. Debe ser todo un reto con esas
protuberantes orejas. –Su mano va a una de ellas y le dejo cogerla, para que la
acaricie y la manosee-. Wow que suave.
-Gracias.
-¿Y los dientes? ¿También vienen en el lote?
-Ja. Que gracioso. –Sonríe y sus ojos
desaparecen en una maravillosa fila de dientes blancos-. ¿Vas a decirme como
salir de aquí o no? –Retiro mi oreja de sus manos y él me mira serio.
-¿Quién te ha dicho que yo puedo ayudarte?
–Frunzo el ceño.
-Yoongi, el gato. –Abre su boca formando una
“O”.
-Que hijo de puta, me quiere ver muerto ese
cabrón.
-¿Muerto?
-La única persona que puede ayudarte es el Rey.
Pero si yo te llevo, -comienza a susurrar-, me cortará la cabeza.
-¿Por qué quieren matarte?
-Porque el Rey me encargó que le hiciera un
sombrero con una corona pero me equivoqué con las tallas y cuando se lo puso le
quedaba enorme. Le dije que un día lo llenaría con su ego pero le debió sentar
mal. –Se encoge de hombros y yo sonrío por su historia, pero al comprobar que
él no se contradice entiendo que es una historia cierta.
-Oh… ya veo.
-Ahora va por la vida sujetándose el sombrero
con una mano mientras sujeta la guadaña con la otra. –Todo su cuerpo tiembla al
verse sumiso a ella.
-Debe verse adorable. –Sonrío.
-Bueno, conejito, ¿y tú de dónde vienes?
-Vengo de la tierra, donde no hay híbridos, ni
sombrereros locos, ni reyes que corten… -pienso-. Bueno de eso sí.
-Seguro que tampoco hay chicos como yo. –Me
guiña un ojo y mis mejillas arden. Yo me limito a encogerme de hombros y para
distraerme miro la hora de nuevo.
-Llegaré tarde. –Suspiro mientras le veo tomar
el té de su taza-. ¿La conversación era interesante?
-¿Qué conversación?
-La que mantenías con tus invitados. –Señalo
las sillas vacías-. Parecía un asunto muy inteligente.
-¡Desde luego! ¡Un asunto crucial para el
mantenimiento del país!
-¿Ah sí? ¿Y qué es eso?
-La cantidad de azúcar que se debe echar al té
para que sea perfecto. –Mis orejas que estaban atentas, descienden
decepcionadas.
-Vaya…
-¿Te gusta la magia, conejito? –Asiento-. Te
haré un truco pero prométeme no estar triste. –Hace un puchero con sus labios y
asiento de nuevo.
Veo como de la cinta que rodea la base de su
sombrero rescata un as de picas. Me enseña la carta y le da varias vueltas para
mostrarme bien ambos lados de esta. La lleva hasta su taza de té y la unta
dentro hasta empaparla. Entonces, y sin pensarlo mucho se la lleva a la boca y
se la come llenándose los carrillos y tragándola gustoso. Cuando termina me
mira y frunce el ceño.
-¿Qué me miras? –Me pregunta.
-¿Y el truco?
-¿Qué truco?
-El de magia que me has prometido. –Se encoge
de hombros.
-Mira tu taza de té. –Lo hago desanimado y en
la superficie veo una pica de cartulina flotando. Sonrío sin poder evitarlo
porque aunque nada a mí alrededor sea normal, me encanta la magia y rescato de
mi taza el trozo cartulina-. Cómelo, está delicioso.
Lo hago y es dulce como una galleta. Se deshace
en mi boca.
-Ha sido divertido. ¿Sabes hacer algo mejor?
–Asiente.
-Te llevaré con el Rey.
-¿De veras? –Sonrío y él me mira divertido pero
cavilando algo dentro de su mente.
-Pero como comprenderás no voy a hacerlo
gratis, ya que si voy me estoy condenando a muerte.
-¿Qué quieres a cambio?
-Mmm, ¿qué tienes para ofrecerme?
-No lo sé. –Toco mis bolsillos pero no
encuentro nada más que mi móvil y no estoy dispuesto a darle esto.
-Quiero sexo.
-Oh. –Le miro directamente-. Pero aquí, no he
visto a chicas. –Miro a todos lados buscando a alguien-. ¿Deberíamos llamar a
Alicia? –Sonrío pero le veo levantarse de su asiento y agarra fuertemente mi
brazo para levantarme a mí también.
-Nah, contigo tengo suficiente.
-Pero. Pero… -Intento zafarme de su agarre pero
es muy fuerte-. A mí no me gustan los hombres. –Se encoge de hombros.
-A mí tampoco. –Me empuja sobre la mesa y miro
a todos lados.
-Pero, ¿vamos a hacerlo delante de toda esta
gente mirando? –Busco excusas como un estúpido.
-¿Qué gente conejito? –Mira las sillas vacías-.
Aquí no hay nadie. –Mis ojos se agrandan y lo hacen aún más cuando quitan su
chaleco y su camisa dejándome al descubierto su cuerpo musculado. Con una de
sus manos sujeta mi cintura sobre la mesa y con la otra tira las tazas y las
teteras al suelo rompiéndolas todas con un sonido estridente.
Mis manos van a su sombrero y lo quito de su
cabeza dejando su pelo al aire. Poco a poco se tumba conmigo sobre la mesa y su
labios se acercan de forma camicace a los míos. No puedo evitar juntarlos y
besarle saboreando el té que yo mismo estaba tomando sin embargo él es dulce y
su saliva es como la miel. Como azúcar líquido. Es excitante a la par que
adictivo. Su lengua se atreve a colarse dentro de mi boca y me sorprendo al
comprobar que no opongo resistencia alguna.
Poco a poco desabrocha mi camisa y sus ojos se ven infantiles y divertidos
cuando ve mis pezones. Su mano desaparece por un momento y regresa con un
cuchillo aferrado a ella. Mi corazón palpita rápido pero su inocencia permanece
en su rostro y le veo meter el cuchillo en melaza y restregarlo por mi pecho.
-No soy una tostada.
-No pero voy a comerte igual. –Se encoge de
hombros con una sonrisa infantil en el rostro y no me queda otra que llevar mis
manos a su cabello y entretenerme allí mientras su lengua se divierte con mi
cuerpo y el azúcar en mi piel.
-Ah. –Me quejo cuando muerde mis pezones. Su
pierna se frota con mi polla poniéndome duro al instante. No me reconozco. Me
estoy excitando con un hombre.
-¿No decías que no te gustaban los hombres?
–Pregunta cuando su mano alcanza el bulto en mis pantalones.
-Ni a ti.
-Ya pero me pone que nadie se resista a mis
encantos.
-Cállate y soluciona el problema que me has
creado. –Desabrocho mis pantalones y me los quito con los calzoncillos también.
Me quedo expuesto a él, desnudo debajo de él y me mira devorándome con los
ojos. Sonríe sádico y desabrocha sus pantalones.
-¿Recuerdas que soy yo quien te ha pedido sexo?
Vas a hacer lo que yo te diga. –Me extiende tres dedos-. Chupa. ¡No! Espera
tengo una idea mejor. –Alcanza un bote con mermelada y mete sus tres dedos
dentro y los saca embadurnados de mermelada de fresa. Los mira relamiéndose los
labios y se coloca entre mis piernas para levantar una de ellas y dejar al
descubierto mi entrada-. Oh… tienes una colita adorable. ¡Muévela! –Me dice y
hago un esfuerzo haciendo que se zarandee-. Oh… -dice con una sonrisa y su
expresión cambia de repente para introducir los tres dedos de golpe dentro.
-¡¡AHHH!! –Me retuerzo debajo de él y mis
orejas se tensan. Hago un puchero mientras él saca y mete sus dedos dentro de
mí.
-Pobre conejito. No llores. –Dice con voz dulce
mientras busca algo dentro de mí ya sin preocuparse por dilatarme.
-Rápido, por favor. –Le suplico y saca sus
dedos levantando mis caderas para chupar y lamer mis nalgas manchadas de
mermelada. Su larga lengua se introduce en mi entrada haciéndome curvar la
espalda. Siento sus mejillas chocar con mis nalgas en el intento de violarme
con su lengua y es realmente excitante.
-Para ser un conejo sabes muy dulce.
-Hum… -Digo ya sin voluntad para hablar.
-Ponte a cuarto. Como un buen conejito. –Le
obedezco tampoco con criterio ni autoridad y una vez tengo el culo en alto siento
la mermelada resbalar por mis muslos. Le siento colocarse detrás de mí y jugar
con mi colita negra unos segundos antes de sentir su glande tantear mi entrada.
Poco a poco se introduce dentro y oírle gemir es muy caliente, me incita a
soportar el dolor para continuar satisfaciéndole.
-Mmm… Ah… Más. –Digo moviendo mis caderas.
Choca brutalmente mis caderas con sus muslos y me hace temblar las piernas.
-Conejito… -Gime y cuanto me gustaría que
gimiera mi nombre. Maldita sea-. Qué dulce eres. Mmm…
Poco a poco me embiste con más fuerza hasta el
punto de hacerme gritar y cuando estoy a puto de correrme sale de mí para darme
la vuelta y ponerme boca arriba. Se tumba sobre mi cuerpo aplastándome. Me
encanta.
-Tengo leche dulce y calentita, ¿quieres
sentirla dentro? –Me pregunta haciendo que mis mejillas pasen de un rubor
cansado a una ardiente vergüenza. Asiento sin poder evitarlo y de nuevo se mete
en mí para movernos de nuevo en un éxtasis abrumador. Sus gemidos y mis gritos
ocupan todo el espacio que abarcamos y el sonido de nuestras pelvis chocando
nos incita a continuar aún más.
Cierro fuertemente mis ojos llevo mis manos a
sus hombros para arañar y apretar allí dejándome llevar por el orgasmo más
fuerte que me ha invadido nunca. Ambos nos manchamos con mi semen y al sentirse
atrapado por mi entrada se corre dentro mientras todo su cuerpo tiembla en mis
brazos.
Nos miramos suspirando y antes siquiera de
incorporarse rescata el sombrero y se lo coloca en su cabeza como si lo
necesitase para vivir. Se ajusta de nuevo los pantalones y se baja de la mesa
dejándome a mí sobre ella desnudo y abierto de piernas. Me mira relamiendo el
dulce que ha esparcido por todo mi cuerpo. Maldita sea, estoy pegajoso.
-Conejito, eres el mejor.
-Gracias, ¿me ayudarás ahora?
-¿A qué?
-A llevarme ante el Rey, joder.
-Ah claro. –Sonríe y se acerca a besar mis
labios, los cuales están aún más dulces que antes.
Un disparo suena a lo lejos y ambos nos
tensamos y nos incorporaos asustados.
-¡Coge tus ropas! –Se revuelve recogiendo las
suyas propias-. Es hora de irnos.
…
Caminamos a medio vestir por el bosque. Ambos
cansado de haber estado huyendo probablemente de los guardias con lo que nos
encontramos antes. De nuevo me encuentro rodeado de maleza que se abre a
nuestro paso para guiarnos a la nada y acompañado de un individuo extraño y
perturbador.
-¿Puedes caminar bien? –Me pregunta por las
relaciones que acabamos de tener.
-Sí. No te preocupes. –Sonrío avergonzado-.
Estamos yendo a buscar al rey, ¿cierto?
-No.
-¿Cómo que no?
-Vamos a ver a la oruga Hoseok
-No, no. –Me detengo en mi caminar-. No me
hagáis perder más tiempo. Quiero ir a ver al rey para que me saque de aquí.
–Jimin se para unos metros delante de mí.
-Si no vamos a ver a Hoseok no podremos ir al
castillo para ir a ver al rey y poder hacer que regreses a casa. –Suspiro
resignado comprendiendo que no tengo más opciones.
-¿Me lo prometes? ¿No tardaremos? –Saco mi
móvil ya muy nervioso. –Apenas me quedan quince minutos para regresar. –Sus
ojos me prestaban atención hasta la última palabra donde poco a poco mira algo
encima de mi cabeza y me veo obligado a mirar hacia arriba descubriendo unos
ojos felinos que me hacen dar un respingo y apartarme de ese maldito gato
púrpura que aparece y desaparece a placer.
-¿Qué es esta habladuría? –Pregunta y desciende
hasta colocarse a la altura de mis ojos.
-El conejo, que tiene muy poca paciencia.
-Ya veo. –Levita lejos de mi pero de repente se
detiene y olisquea el aire buscando algo que le ha llamado la atención. Poco a
poco se acerca a mí y olisquea mi pecho, luego mis piernas y acaba en mi
trasero donde se aleja asustado y mirándonos a ambos alternativamente.
-¿Qué pasa, gato? –Pregunta Jimin infundido por
el miedo de Yoongi.
-¿Por qué huele dulce? –Pregunta con los ojos
muy grandes-. ¿Se puede comer? –Dice señalándome y Jimin asiente.
-Claro. –Mi estómago da un vuelco y veo, con
ojos temblorosos, como la curiosa mirada de Yoongi me observa mientras se
relame los labios. Sus manos aferran fuertemente mi camisa desabrochada y lame
mi pecho con una áspera lengua. Miro a Jimin que me mira sonriendo.
-¡Quítamelo! –Grito histérico. A los segundos
Yoongi se retira de mí satisfecho y lamiendo sus bigotes y sus manos.
-Vamos a ver a Hoseok para que nos lleve al
castillo del rey, ¿vienes? –Las orejas de Yoongi se tensan.
-¿Hoseok? –Frunce el ceño-. No me cae bien. Me
da miedo. Dice cosas raras. –Jimin se encoge de hombros y yo me llevo una mano
a la frente preguntándome cómo diablos será si estos dos ya son raros de
cojones.
-Venga, ven con nosotros al castillo.
-Nah, tú lo que quieres es que me corten a mí
la cabeza. No, no.
-Ven con nosotrossss…. –Suplica Jimin y a mí ya
me da igual con tal de que nos movamos. Yoongi acaba resignado.
…
Caminamos durante horas pero en el reloj de mi
móvil tan solo han pasado cinco minutos cuando poco a poco comienzan a crecer
setas en los troncos de los árboles. Por el suelo a medida que caminamos y en
medio de la nada también. Cada una mayor que la anterior y de colores extraños.
Comenzaron siendo marrones y colores ocres pero ahora incluso rosas y azules.
-Ji-Jimin, -me asusto-, ¿eso de ahí es humo?
–Señalo delante de nosotros donde una espesa niebla comienza a acercarse hacia
nosotros.
-Sí. –Todos seguimos caminando.
-¿Hay fuego?
-No, nada de eso. –Agarra mi brazo cuando ve
que me he detenido y tira de mí para que continúe-. No te asustes. No hay
ningún fuego.
Con los pasos me doy cuenta que el olor no es
de brasas ardiendo ni nada parecido sino que es un olor no desagradable pero
tampoco extraño. Respiro profundo y es refrescante a la par que cítrico y
dulce. Yoongi por el contrario tose a mi lado.
-Hoseok siempre está igual.
-¿Este humo lo provoca Hoseok? –Jimin asiente.
-Es un fumeta. –Este niega con la cabeza y yo
me encojo de hombros esperando por llegar ya. No tardamos demasiado hasta que
nos detenemos delante de una seta más grande que nosotros tres. En la
superficie una gran nube de humo no nos deja ver aquello a lo que tanto
necesito.
Jimin tose y se quita el sombrero para moverlo
de un lado a otro y crear aire que despeje el humo sobre la seta. De esa manera
nos deja ver a un chico joven como nosotros, boca abajo y con la boquilla de
una cachimba en la boca. De su nariz dos ráfagas de humo blanco aparecen
obligando a Jimin a abanicar con la mano. Los ojos cerrados, los brazos
cruzados en el pecho, la cabeza colgando del borde de la seta y su cuerpo por
todo lo largo de esta.
-¿Hoseok? –El chico abre los ojos cansado y nos
mira a los tres frunciendo el ceño.
-¿Sí?
-Aquí el conejo necesita de tu ayuda.
-Hum. –Dice y cierra los ojos de nuevo
aspirando de la cachimba una vez más. Lleva puesto tan solo unos pantalones
cortos azules. Se le ve delgado y esbelto.
-¡Hoseok! –Grita Yoongi y este al fin se
incorpora y se tumba boca abajo mirándonos
de nuevo mejor-. Tenemos que ir al castillo del rey.
-¿Para qué queréis ir?
-Aquí, el conejo, es de otro lugar. –Jimin ríe
mientras habla-. De un lugar donde no hay híbridos.
-Ya veo. ¿Y por qué ir de nuevo a ese triste
lugar? Quédate aquí y no me hagas moverme más.
-Pero, yo… -Digo pero me interrumpe.
-No me pises la marihuana, hijo de puta. –Digo
y al mirar a mis pies veo hojas de marihuana crecientes en la base del hongo.
-Lo, lo siento mucho. –Retrocedo un paso.
-Sentir. –Dice Hoseok cerrando de nuevo los
ojos-. ¿Qué es el sentir? Una palabra derivada de sentimiento, y que es el
sentimiento más que la ausencia de insensibilidad.
-¿No sería al revés? –Pregunto haciéndole abrir
los ojos para mirarme furioso-. La insensibilidad es la falta de sensibilidad,
de ahí que se le añada el prefijo “in-“.
-¡Conejo! –Me regaña Jimin golpeando mi brazo y
susurrándome-. No le hagas enfadar o no irás a ninguna parte.
-Ya me da igual, Hoseok, llévanos al castillo.
-Eh, -dice sin prestarme atención y señala a
Jimin sacándose la boquilla de la boca-, ¿no eres tú al que van a matar? ¿Y
quieres ir al castillo?
-Sí. –Dice firme.
-Vas directo a la guillotina. –Se encoge de
hombros y Jimin traga de manera sonora.
-Solo llevo al conejo, luego me vuelvo.
-Como la cagaste. –Su voz comienza a ser
cansada y le da otro tiro a la cachimba-. Menos mal que el príncipe tiene las
orejas grandes para sujetar bien la corona, sino, se la remplazaría por su
propia cabeza.
-¡Cállate ya y mándanos al castillo! –Grito.
-Castillo. –Dice y suelta humo de su boca
estampándolo en mi cara haciéndome toser.
-Paciencia, pequeño.
-No tengo tiempo. Quiero volver a casa, ya.
–Por mis exigencias, poco a poco su piel se torna de un color azul que me
asusta. Sus ojos se fruncen y sus dientes muerden la boquilla fuertemente-.
¿Quieres que te golpee la cara? ¿EH? –Avanzo pero los brazos de Jimin me
detienen alejándome e intentando calmar mi ira creciente de mi agobio.
-Basta JungKook, aquí no se hacen las cosas
así.
-Venga, Hoseok, no me jodas. –Le dice Yoongi-.
Llévanos ya. ¿Qué más te da si estos mueren?
Hoseok parece recapacitar y se lo piensa dos
veces. Acaba asintiendo y nos acercamos todos y a mí, el primero, me extiende
la boquilla de la cachimba de la que estaba fumando. Miro a mis dos
acompañantes y asienten indicándome que debo fumar de ella. Me encojo de
hombros y doy una calada bien fuerte sintiendo el humo entrando en mis
pulmones. Es tan fuerte que me provoca incluso mareo y debo cerrar los ojos al
echar el humo porque todo a mí alrededor se ha vuelto una niebla densa y de
color blanco.
Cuando el mareo en mi mente ha desaparecido
muevo mi mano abanicando el humo lejos de mí y el sombrero de Jimin a mi lado
hace el trabajo mejor que yo. Yoongi tose a mi lado y al disiparse la niebla se
nos presenta un camino serpenteante de rosas rojas que desembocan a lo lejos en
un castillo completamente infantil, con colores y formas infantiles. Parece de
juguete porque en todo lo alto, un gran corazón rojo adorna la cúpula del
castillo.
-Ahí está, el castillo del Rey Taehyung, el Rey
de corazones.
…
Poco a poco el camino de rosas nos conduce,
aunque lentamente, al castillo. Jimin preocupado mira a todas partes y Yoongi
aburrido intenta mantener una conversación.
-Odio al estúpido rey. –Dice y me temo que no
es el mejor lugar para despotricar contra el tío que manda aquí.
-¿No es buen rey? –Pregunto curioso.
-No es bueno en nada. Sus padres murieron
cuando él nació y ha sido rey desde bebé. No sabe como gobernar nada.
-Supongo que con la edad se aprende todo.
¿Cuántos años tiene?
-Quince. –Mis orejas se mueven atentas a sus
palabras.
-¿Es más joven que yo?
-Eso parece.
-Vaya…
-Es muy infantil. –Dice Jimin-. Nos tortura a
todos porque se aburre y nos amenaza con cortarnos la cabeza porque se siente
celoso. No tiene amigos.
-¿Por qué no tiene amigos?
-Porque nadie lo soporta. Es engreído, egoísta,
manipulador…
-Ya veo. –De repente Yoongi detiene sus pasos y
sus pupilas se vuelven dos líneas verticales. Jimin parece conocer bien esa
expresión y nos hace escondernos entre los matorrales. Ante nosotros pasan los
mismos dos guardias que antes y dejo de respirar hasta que se van.
-Oh dios, mío. Casi nos pillan. –Habla
lastimero Jimin llevándose las manos al gorro.
-Tranquilízate, Jimin, ya pasó.
-No, no. Van a cortarme el cuello. –Lleva ahora
sus manos ahí y se aprieta muy fuerte. Como intento de distraerle arranco una
de las flores del arbusto y se la ofrezco con una enorme sonrisa en la boca
pero esta desaparece al ver como el rojo de la flor se desliza por los pétalos
y cae por mi mano manchándome. En realidad es una rosa blanca lo que se esconde
debajo-. Sangre, sangre como la que brotará de mi cuello. –Los ojos de Jimin
parecen salirse de sus órbitas y aún más cuando unos gritos provenientes del
final del camino nos sorprenden.
-¡Alto ahí! –Los dos guardias vienen corriendo
hasta nosotros y veo a Yoongi despedirse de nosotros con una sonrisa triste en
el rostro y esto, la sonrisa que incluso a mi me apena, es lo último que veo de
él.
-¡Seréis llevados ante el Rey! -Llegan hasta
nosotros y capturan a un Jimin paralizado y a mí haciéndome soltar la rosa
blanca que cae en el suelo a mis pies.
-Al fin, -digo-, alguien que colabora.
…
Nos llevan a rastras durante bastante tiempo en
el que Jimin incluso ha perdido su sombrero por intentar resistirse. Yo simplemente
me dejo guiar por ellos ya que me llevan a donde quiero ir. Antes de llevarnos
con el rey nos hacen esperar tras una gran puerta en forma de corazón donde
Jimin comienza a perder los estribos hablando para sí mismo. Prefiero no
prestarle atención o yo también acabaré por ponerme nervioso.
-El Rey de Corazones os espera. –Nos dice el
hombre con el collar de tres corazones. En donde los tres la palabra “Jin” se
repite. Asiento y ambos entramos seguido cada uno de un guardia con un fusil.
El pasillo es largo sobre el que descansa una alfombra roja que nos conduce
hasta un altar y un trono donde un chico como yo se sienta ahí. Cuando ya no
podemos caminar patean nuestras piernas para que nos arrodillemos y ambos
cedemos a la fuerza. Jimin me mira sonriendo y me habla en susurros.
Esa corona es la que yo le hice. –Miro de nuevo
al rey, del cual media cara se me es imposible de contemplar porque el borde de
la corona en forma de corazón rodeado de una tiara de oro le cubre en sombras-.
Preciosa, ¿cierto?
¿Qué diablos? Ahora sonríe y se enorgullece del
pecado por el que le van a castigar. Suspiro exasperado y miro de nuevo al rey
ante mí, sentado en su trono completamente despreocupado y con aires de
superioridad.
-Le presentamos, su majestad, a los dos hombres
que serán jugados por usted. El primero es Park Jimin, el sombrerero. –Ante ese
nombre, Taehyung sujeta con ambas manos el borde de la corona y la alza para
poder ver con sus ojos al criminal que le ha obligado a cargar con el peso de
ese estúpido sombrero. Jimin se limita a sonreír tímido mientras que yo quedo
embobado por tener la imagen completa de su rostro al fin descubierto-. Y a…
-El guardia me mira esperando que diga mi nombre.
-Jeon JungKook.
-¿¿TE LLAMAS JUNGKOOK?? –Pregunta Jimin a mi
lado-. ¿Por qué me has dejado llamarte conejo todo este tiempo? –Dejo caer mi
cabeza derrotado.
-Y a Jeon Jungkook. –Sigue el guardia-.
Culpable por arrancar una de las rosas de vuestro jardín.
-Muy bien. –Dice TaeHyung sentándose de nuevo
en su trono.
-¿Procedemos a la ejecución, señor?
-Claro… -Se encoge de hombros y un hombre con
una guadaña aparece dispuesto a matarnos.
-¿Qué clase de juicio es este? –Nadie me presta
atención y el hombre se dirige a Jimin para poner sobre su cuello el filo de la
guadaña y tantear lentamente el lugar donde cortará. Jimin sonríe y comienza a
carcajearse pero de repente la risa se torna llanto y consigue infundirme a mí
también el miedo de que mi muerte, igual que la suya, es inminente-. ¡ESPERA!
–Digo y me levanto del suelo llamando la atención de Taehyung que pretendía
marcharse de la sala. Este curioso, levanta el borde de la corona para verme
mejor.
-¿Sí?
-¿Te gustan los tratos? ¿Hacemos un trato?
–Camino lentamente subiendo hasta el altar y me pongo a su altura. Varias armas
me apuntan pero él hace que las bajen y me escucha atentamente.
-Claro… ¿Qué propones? –Su ceño se frunce y me
mira serio.
-¿Qui-quieres un amigo? –Pregunto
tartamudeando.
-¿Un amigo? –Pregunta mientras su comisura se
alza entusiasmado con la idea.
-Sí, seré tu amigo si nos perdonas la vida a
ambos. –Mi vida le da igual pero Jimin le hizo pasar vergüenza durante años y
por eso no contesta y mira al sombrerero con un mohín en los labios. Doy un par
de pasos hasta que llego a él y me mira asustando como cojo su corona y la
levanto para ver sus ojitos tímidos. La coloco mejor sobre su cabeza y sonríe
agradecido y avergonzado-. ¿Eh? ¿Qué me dices? Seré un peluche conejo. Solo
para ti.
-¿No te irás nunca? –Niego con la cabeza.
-Mejor que morir. –Me encojo de hombros y veo
como liberan a Jimin y se despide de mí con una sonrisa traviesa y un guiño.
Sale corriendo por la puerta y entonces siento la suave mano de Taehyung
estrechar la mía.
-Vámonos. –Me dice sonriendo feliz.
…
-¡Eso no vale! –Le digo cuando me ha tirado el
peluche con el que jugaba a la cara y se ha subido a la cama donde cree que no
puedo alcanzarle. Se ríe temeroso tan solo con una camisa y la ropa interior
puesta. Su corona, guardada en una tribuna no es ya nada que pueda darle un
poder sobre mí. Es tan solo un niño jugando.
Me acerco a él y agarro sus piernas con mis
brazos para hacerle bajar y él se agarra a mí mientras doy vueltas para que
grite. Lo hace temeroso de que le suelte pero no lo haría nunca. Cuando al fin
vuelve a estar con los pies en la tierra se sienta de piernas cruzadas en el
suelo con la respiración agitada y sonríe satisfecho. Antes de darme cuenta ya
es de noche y hemos pasado horas juntos.
He podido notar que no es tan desagradable ni
egoísta como decían. Es un chico como yo, como cualquiera de nuestra edad y es
más, me encanta estar con él. Hablamos y nos contamos cosas, me ha cuidado y se
ha preocupado por mí antes cuando le dije que tenía hambre y necesitaba cenar.
Todo un manjar me ha hecho preparar solo para mí.
Me siento frente a él en el suelo y le miro
también cansado.
-¿No tienes sueño? Ya es tarde. –Le digo pero
él me mira preocupado.
-¿Te irás cuando duerma? –Me pregunta
lloriqueando y con un puchero.
-No, claro que no. –Niego con la cabeza.
Asiente cabizbajo.
-¿Puedo preguntarte algo? ¿Qué hacías por mis
jardines? ¿Te perdiste?
-Sí, en realidad no. Es decir, yo vine a verte,
necesitaba que me ayudases a regresar a casa. Dijeron que tú sabrías como
ayudarme.
-¿De dónde eres?
-Soy de la Tierra. –Asiente comprendiendo.
-¿Eres alguien importante allí? Es decir, ¿eres
un rey como yo? –Niego con la cabeza-. ¿Un príncipe? –Niego de nuevo.
-Solo soy un chico que se estaba emborrachando
y que cayó al suelo mientras vomitaba. Ni siquiera estoy seguro de ser un
conejo. –Estiro de mis grandes orejas hasta hacer una mueca. Él lleva su mano
allí para acariciar suavemente y me cuesta reconocerlo pero me gusta.
-No deberías beber. –Niega con la cabeza-. Eso
es muy malo. –Me encojo de hombros.
-Es la única forma que tengo de soportar a mis
amigos.
-Entonces ellos no son tus amigos. –Me enojo de
hombros de nuevo-. Conmigo no has tenido que beber. –Retiro su mano de mi oreja
y le miro serio.
-De donde vengo yo, no es tan fácil. Si no
bebes y no tienes amigos te marginan y te pegan.
-Ya veo… -De nuevo parece alicaído-. ¿Tienes
personas que te quieren allí?
-Sí, mi mamá y mi papá.
-Yo no los conocí. –Hace un puchero y al fin,
después de unos minutos me mira sonriendo-. Has sido el mejor y único amigo que
he tenido nunca, y he pasado un día genial, gracias a ti. Te daría mi reino
porque te quedaras siempre conmigo pero no puedo privar a un hijo de sus
padres, ni a unos padres de su hijo.
-¿Qué quieres decir? –Suspira resignado y se
levanta para alcanzar una carta y un bolígrafo. En ella escribe algo y me lo
da. Veo, sobre un as de corazones, un número de teléfono escrito.
-Para ti. –Coge la carta y la mete en el
bolsillo de mi camisa-. Para que me recuerdes siempre. –Frunzo el ceño.
-Pero… yo…
-Shhh… -Posa su índice en mis labios y rápido
silencio sorprendido-. Prométeme que te cuidarás y que serás feliz, mi
conejito. –Sin esperarlo se acerca a mí y antes de juntar nuestros labios
sonríe tímido pidiendo un permiso que desde luego tiene. Ellos son frágiles,
dulces y cálidos. Temblorosos porque estoy seguro nunca ha besado a nadie y
nada más cierro los ojos, me arrepiento porque ya no siento el contacto en mis
labios y caigo del suelo por un abismo donde sonrisas felinas, sombreros
enormes y cartas de corazones me conducen sin piedad a un remolino de humo con
olor a menta y limón.
…
-¡JEON JUNGKOOK! –Oigo los gritos de mis amigos
a lo lejos, como si entre ellas y yo miles de filtros no dejasen que el sonido
llegue a mí claramente. Zarandean mi cuerpo pero no tengo sensibilidad para que
sea suficiente como para despertarme, y mi sentido orientativo, está como es
lógico, completamente destruido. Por lo que no sé donde estoy y menos aún si
estoy de pie o tirado en el suelo.
-¿Estás bien, JungKook? –Abro uno de mis ojos
para ver la hierba sucia y medio muerta enredándose entre los dedos de mi mano.
A su lado, varios zapatos que pisotean el suelo rápidos y nerviosos.
-¡Abre los ojos! –Gritan y ahora el sonido es
mucho más claro, tanto que me llevo mi mano a mi oído y tapo allí mientras un
pitido se reproduce incesante dentro de mi cabeza. La vista se me nubla unos
segundos y cuando todo termina intento incorporarme mientras llevo la manga de
mi camisa de seda a limpiar el vómito de mi boca. Unas manos curiosas intentan
ayudarme a incorporar mi cuerpo pero me deshago de ellas con un brusco
movimiento que me hace caer de espaldas contra el tronco del árbol. Miro a mí
alrededor, maldita sea. Estoy en mi cumpleaños.
-¿Qué te ha pasado, Kookie? –Me pregunta uno de
mis amigos mientras palmea mi hombro intentando parecer reconfortante. Yo,
enfurecido y algo indignado me quito las orejas de conejo sobre mi cabeza y las
tiro a la hierba viéndolas ahí, como se ríen de mí.
-Nada, estoy bien. –Me intento levantar pero de
nuevo unas manos se interponen en mi camino y me mantienen sentado.
-Te has desmallado, -me dicen-, no te muevas.
–Con bruscos movimientos las aparto de mí mientras me deshago de ellas. Me
pongo en pie y compruebo que mi móvil sigue en su sitio para rescatarlo y
llamar a un taxi que venga a buscarme. Solo quiero irme a casa y dormir porque
todo mi cuerpo está cansado y pesado.
-¿Qué haces? –Me preguntan cuándo cuelgo.
-Llamar a un taxi, me vuelvo a casa.
-¿Cómo? –Se miran entre ellos enfadados y
ofendidos-. No puedes irte, es tu cumpleaños.
-Seguid con la fiesta sin mí. –Guardo mi móvil
y camino en dirección a la carretera a esperar mientras de música de fondo, sus
voces y gritos de desprecio se almacenan una detrás de la otra para ayudarme
con mi decisión de marcharme.
-¡Cobarde! ¡Impresentable! ¡Vete, no te
necesitamos!
A los minutos el taxi aparece a mi lado y le
doy la dirección de mi casa para que lleguemos cuanto antes. Miro la hora en mi
móvil y solo el acto me hace recordar todo el sueño que acabo de tener. Ahora
es vago y muy lejano en mis recuerdos y sin embargo, ha sido tan real que al
llevarme la mano a la cabeza siento una decepción enorme al no encontrar unas
grandes orejas peludas de conejo.
Miro los grandes edificios desde la ventanilla
trasera y las luces son tan llamativas, tan preciosas. Estaré en casa al fin y
algo dentro de mí se siente triste al pensar que tal vez, este sueño con el
tiempo acabe siendo olvidado por mi vaga mente. Pero yo creo que no, cosas como
estas no se olvidan, la maldita sonrisa de ese estúpido gato Yoongi, el placer
y la locura del sombrerero Park Jimin, el humo cegador de Hoseok. Llevo mis
dedos a mis labios para intentar sentir nuevamente la calidez del beso de
Taehyung.
Suspiro cansado y juraría que si me esfuerzo un
poco aun puedo oler la melaza y la mermelada que ensucian mi cuerpo. Niego con
la cabeza porque ya me creo loco y no quiero acabar con la mente fundida como
Yoongi. Me cruzo de brazos y al hacerlo algo presiona mi pecho desde la camisa.
Frunciendo el ceño llevo mi mano al bolsillo y
con el corazón desbocado descubro un as de corazones con un número escrito. Lo
miro más detenidamente en mi mano y esperando no se evapore en mis dedos saco
mi móvil y rápido, marco el número que hay dibujado. Las esperanzas aumentan
cuando no me cortan la llamada por ser un número inexistente y con cada pitido
de espera mis manos tiemblan, muerdo mis labios nervioso y suspiro tantas veces
cuanto me dan los pulmones hasta que alguien descuelga la llamada. Un silencio
de un segundo y de repente, una voz conocida.
-¿Conejito?
FIN
———.———
💬 Gracias por llegar hasta aquí. Esta es la primera parte de dos. (Si quieres seguir leyendo la continuación de esta historia, puedes regresar atrás o acceder en este enlace): "JungKook in Wonderland (JiKook/TaeKook) [Parte II][OneShot]"
Espero que esta historia te haya gustado y estés preparado para una nueva parte. Disfruta.
———.———
Comentarios
Publicar un comentario