HEREDEROS (JiKook) [PARTE II] - Capítulo 16

 CAPÍTULO 16


JungKook POV:

 

Camino pasillo adelante conduciéndome a través de la oficina desde el departamento de marketing con un gran taco de folios con dirección a al despacho de mi padre.  El camino es lento y tortuoso. Algunos de los empleados se dedican a detenerme y darme una innecesaria conversación que olvido en el momento en que desaparecen, otros me ordenan cosas como si yo estuviese para atender órdenes de nadie y otros me preguntan nimiedades de las cuales no tengo la respuesta. Otros simplemente quieren entretenerse dentro de sus horas de trabajo con una amena conversación, pero yo solo deseo entregarle esto a mi padre para que lo lea y poder encerrarme de nuevo en mi despacho donde la soledad me rodee y me acompañe hasta el final del día.

Cuando me acerco a la puerta del despacho de mi padre la secretaria me detiene con un gesto de su mano y se levanta levemente de su escritorio, confusa.

—¿Ocurre algo? –Pregunto pero ella, dado que no soy un empleado cualquiera, no sabe como restringirme el paso y lo hace con una voz formal y una expresión hierática.

—Su padre está hablando por teléfono. Me ha dicho que no se le moleste.

—Solo dejaré esto sobre su mesa. Tiene que leerlo, solo serán dos segundos… —Digo volviendo a acercarme con la mano al pomo de la puerta mientras sujeto con mi brazo el tocho de papeles. La mujer posa una mano sobre mi brazo extendido y yo la miro, desafiante.

—Me ha dicho que no entre nadie. –Repite pero yo la aparto y entro en el despacho para recibir una mirada sorprendido de mi padre mientras tiene su móvil sobre su oreja. Está escuchando algo al otro lado mientras sigue con la mirada mis pasos alrededor de la habitación y yo le dejo los papeles en la mesa. Los estaba esperando por lo que no le son una sorpresa, pero cuando estoy a punto de salir me hace un gesto con la mano para que me detenga mientras parte de él sigue concentrado en escuchar lo que está hablando por teléfono. Yo me quedo quieto, paralizado, con la mano cerca del pomo de la puerta y con un gesto me hace que cierre está conmigo en el interior. Su mirada hacia mí mientras está escuchando en su teléfono me hace sentir tremendamente intimidado, como un adolescente al que le acaban de pillar un paquete de cigarrillos en el cuarto. Yo trago saliva y me quedo de pie, escuchando como mi padre responde a quien quiera que sea que esté al otro lado.

—Sí, no se preocupe, hablaré con él y le prometo que obtendrá una disculpa. Claro, señor. No se preocupe. –Mi padre suspira mirándome—. Sí, se lo haré saber. Vale. Adiós.

Yo me quedo ahí parado, con las manos nerviosas y la mirada danzando desde cada parte de su despacho incluso parándome en su vestimenta. Cuando mi padre ha terminado de hablar termina la llamada en su móvil y lo deja sobre la mesa, despacio, pensativo. Con una mirada de condescendencia en sus ojos pero sé que no es más que una decepción camuflada de compasión. Junto con su silencio yo me revuelvo dentro de mi cuerpo, inquieto, intranquilo.

—Jeon… ¿Por qué eres así…? –Pregunta negando con el rostro y yo me llevo las manos a los bolsillos de la americana.

—¿A qué se refiere, padre? –Le pregunto, intentando sonar lastimero pero no puedo evitar que salga de mí un deje de incomodidad y ofensa, dado que sé que va a venir una riña y no me siento culpable por nada en absoluto. Mi padre vuelve a negar con ese rostro decepcionado y yo aprieto mi mandíbula.

—El señor Wan me ha llamado. –Oír ese nombre de los labios de mi padre se ha convertido en mi peor pesadilla y siento como un escalofrío me recorre de pies a cabeza obligándome a hacer una mueca confusa y disgustada.

—¿Qué quería ese bastardo? –Pregunto a lo que mi padre me mira sorprendido por mis palabras y alza el rostro, ofendido.

—Modera tus palabras, Jeon. –Me ordena.

—He sido amable, padre.

—Me ha llamado porque está muy descontento con tu comportamiento… —Suspira.

—No lo diga como si mi profesor hubiese llamado desde la escuela. –Me quejo—. Solo le hace parecer más cínico.

—Me ha dicho que el otro día le golpeaste. –Continúa haciendo caso omiso a mis palabras a lo que yo ruedo los ojos y hago las manos dos puños—. ¿Cómo puedes comportarte así, Jeon?

—¿Golpearle? ¿Se puede saber cómo? Me tenía atado de manos…

—¡No me importa como lo hicieses! –Grita, cortándome—. El señor Wan está tremendamente ofendido por tu comportamiento.

—Ya pagué mi ofensa el otro día, no tiene de qué quejarse.

—¿En qué piensas, Jeon? ¿No sabes que la mayoría de nuestras ventas dependen de su trabajo con nosotros?

—Me parece genial, pero me estoy cansando de ser el puto personal de ese hijo de puta.

—No me importa. Trágate tu maldito orgullo y haz algo por esta empresa aparte de calentar un asiento en el consejo de marketing.

—Usa el tuyo para satisfacer al señor Wan y ganarte esta empresa. –Digo a lo que él se levanta de su asiento e hincha su pecho, orgulloso, indignado.

—¿Qué has dicho? –Pregunta, de forma retórica. Yo vocalizo.

—Que la próxima vez que el señor Wan quiera un culo para azotar, le pongas el tuyo. –Mi padre mira al escritorio, suspira y ríe, cínico.

—Con que esas tenemos. ¿Hum? Tú sabrás lo que haces, pero como no hagas tu trabajo me temo que voy a tener que echarte de la empresa. –Sentencia, pero esta nunca me ha dado tan poco miedo. Yo sigo inquebrantable.

—¿Y quién pondrá el culo para el próximo viejo verde con el que hagas tratos? ¿Vas a darles a mamá? –Él me mira, sonriente.

—No me creerás… —Comienza a decir, juguetón, sonriente y confiado—. Pero tengo un candidato en Estados Unidos que podría ser perfecto para el puesto… —Yo le miro desafiante y él me devuelve una mirada altiva. Frunzo el ceño y aprieto la mandíbula.

—No serás capaz…

—¡Claro que lo soy! Vaya tontería…

—Él nunca cedería. –Digo, firme, de nuevo con la autoridad del conocimiento—. Él no es así…

—¿No es como tú, dirás? Claro que no. Él es mucho más listo y decente.

—¿Entonces?

—Pero todos tenemos debilidades…

—¿Hum?

—Por ti haría cualquier cosa. –Señala alrededor—. Dejó este país por ti, ¡qué no haría si le digo que corres peligro… qué haría si le digo que te sustituya! Con tal de no verte en brazos de otra persona seguro que es capaz de ceder… —Dice y acabo de descubrir lo retorcida que puede ser la mente de mi padre. Me introduzco en ella y parece un oscuro laberinto en medio de una oscura noche. No veo más allá de la neblina en el pasillo y sé, sin embargo, que en algún lugar tiene que haber una salida a estos altos muros de hormigón, pero no consigo encontrarla y la esperanza va deshaciéndose.

—Eres un maldito hijo de puta… —Murmuro y él se encoge de hombros volviendo a sentarse en su silla y señala el teléfono móvil sobre la mesa.

—El señor Wan quiere que vayas a su casa para pedirle disculpas. –Dice sentenciando la conversación a lo que yo tiemblo.

—Tienes que estar de broma. No pienso ir a su casa.

—Creo que si lo harás, tu puesto y el de Jimin en la empresa dependen de ello y no solo eso, si no quieres que me ocupe de que Jimin te sustituya en tus trabajos más te vale que te esfuerces…

—Te odio. –Le digo a lo que él no le da importancia y me señala la puerta para que me marche. Yo lo hago con una mueca angustiada y con una expresión pálida y acongojada, a la par que enfadada, salgo del despacho dando un portazo y encaminándome a mi propio despacho y encerrándome allí con una ira contendida que comienza a devorarme por dentro. Miro todo alrededor y me gustaría tirar todo lo que hay sobre el escritorio, lanzarme yo mismo por la ventana o hacer arder todo el edificio. Me gustaría sacar de alguna forma el dolor que está quemándome desde dentro pero no lo consigo y respirando profundo solo lo acumulo en una pequeña parte de mi alma, a la espera de que un día explote.

Me siento en mi silla y me miro las manos sobre el escritorio. Estoy tembloroso, inquieto, confuso. Solo tengo claro una cosa que consigue retenerse en mi mente, el amor ha sido la mejor arma de destrucción, el mejor ácido, el más potente veneno. Nos mata a los dos cuando creíamos que el amor nos liberaría. No lo ha hecho. Nos ha encerrado en frías jaulas de acero.

 

 

 

 

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