HEREDEROS (JiKook) [PARTE II] - Capítulo 13

 CAPÍTULO 13


JungKook POV:

 

Despierto por el sonido de una vibración alrededor. Después a lo lejos, una música de campanitas reconocible, albergada en algún lugar dentro de mi mente y abro los ojos mirando alrededor, descubriendo el brazo de Jimin rodeándome la cintura y su rostro escondido en mi espalda. Dormido, con un puchero en sus labios rozando mi piel. Al moverme de su lado le veo fruncir el ceño pero acaba dándose la vuelta y desapareciendo de mi vista. Yo me incorporo y me levanto con agilidad sin hacer demasiado ruido y sin mover demasiado la cama para que no termine por despertarse. Salgo de esta conduciéndome al salón en ropa interior y descubriendo allí mi teléfono móvil con ese pitido y la pantalla iluminada. Es el despertador que me avisa de que tengo que coger el vuelo de regreso a casa.

La sensación de realidad es dolorosa, cruel, fría. Me gustaría detener el tiempo en este mismo instante pero me temo que así no es cómo funciona la vida y me veo obligado a continuar como si alguien me empujase por la espalda para seguir dando pasos. Como si mis manos estuviesen atadas y alguien me condujese como un esclavo por medio del desierto. Así es la vida. Una férrea arma de dientes afilados.

Dejando el móvil sobre la mesa lo primero que hago es vestirme a prisa con algo de ropa que encuentro dentro de la maleta. Un jersey de cuello alto negro y unos pantalones de traje gris. Unos zapatos elegantes y el abrigo lo dejo fuera de la maleta, por si llega a hacerme falta en algún momento, dado que es de madrugada y por mucho que la primavera nos haya alcanzado sigue haciendo frío por las noches. Después voy al baño, hago mi higiene matinal y regreso al salón para llenar mi maleta con todas mis cosas que he traído y que encuentro esparcidas por todas partes. Se hace extraña la sensación de marcharme sin un objetivo, cuando mi verdadera meta está en esta casa. Se siente terriblemente confuso pensar que estoy haciendo lo correcto cuando en realidad me atormenta la idea de marcharme. No quiero pensar lo largo que se me hará el viaje de vuelta ni todo lo que me costará no pensar en que estoy haciendo lo incorrecto, pero recordar sus palabras pidiéndome que me marche y agradeciendo la oportunidad que se le brinda aquí en Estados Unidos, me hace querer desaparecer, no de su casa, sino de la Tierra.

Cuando tengo todo listo para marcharme me encamino de vuelta al interior del cuarto y me quedo unos segundos apoyado de nuevo sobre la cama. Observando la delicadeza de su expresión dormida, la dulce mueca de sosiego. Sus labios brillantes por su saliva, sus ojos moviéndose debajo de sus párpados. Quiero despertarle para informarle de que me marcho. No quiero imaginarme la escena de que se despierta sin encontrarme a su lado, mirando alrededor, tocando las sábanas confuso y llamando por mi nombre, pero menos quiero despertarle y perturbar esa dulce mueca dormida. Me inclino sobre él y beso con sutileza sus labios a lo que él, dentro del sueño, no corresponde, pero no me importa. Llevarme su sabor en mis labios me hace no importarme ya nada en absoluto y enterrando mis dedos bajo un mechón que cubre su frente y retirándoselo susurro un dulce “Te amo” y salgo del cuarto cerrando las puertas detrás de mí.

Con la mirada busco cualquier medio de despedirme de él y al internarme en la cocina encuentro un blog de notas con algunos ingredientes escritos en la primera hoja, dado que esta debe ser su lista de compra. Paso a la siguiente y arranco la hoja mientras comienzo a escribir sobre ella.

“Supongo que es mi turno de escribirte una nota de despedida. Siento que tenga que ser así, pero no quería despertarte y mi vuelo sale muy pronto. Estás tan hermoso, tan dulce. Pareces un pequeño mochi de fresa. Perdóname por inmiscuirme en tu vida aquí en Estados Unidos, perdóname por meterme en tu vida desde un principio. Nunca debí aceptar el caso de tu empresa, nunca debí intentar seducirte. Pero supongo que ya es tarde para arrepentirse. No sabes lo mucho que te agradezco todo lo que has hecho por mí, todo lo que has dejado por mi culpa y todo lo que has perdido, por mi causa. Pensé que eras un completo idiota al deshacerte de la protección de tu padre y tu empresa, pero me he dado cuenta que era yo el que estaba equivocado. Tienes un alma buena, y tus actos son nobles al darlo todo por protegerme. Te amo, eres lo mejor que tengo. Y no pienso perderte. Esto no es una despedida definitiva. Esto es el comienzo de una nueva vida, te lo prometo. Espérame.”

 

 

Lo primero que escucho al sobrepasar la puerta de la casa de mi padres en un lunes al anochecer, son los pasos de mi madre en zapatillas de estar por casa descender rápidamente las escaleras. Aparece con una bata beige y con las manos extendidas hacia mí con una expresión preocupada. Cuando llega a un metro de distancia de mí me recibe con un abrazo que me hace dar un respingo y su voz preocupada me sobresalta, me inquieta. Me hace sospechar de su conducta. Con sus manos en anillos protuberantes me acaricia y me retira el cabello del rostro.

—Mi niño, ¿Cómo se te ocurre irte tan lejos sin avisarnos siquiera? –Pregunta con una mueca enfadada—. Nos has preocupado cuando desapareciste de madrugada y no estaban tus cosas. Siempre avisas cuando te vuelves a tu piso… y el dinero en la tarjeta, y la desaparición de los papeles… —Deja de hablar cuando se da cuenta de que se ha sobrepasado a medida que yo frunzo el ceño, no esperando oír el nombre de Jimin de sus labios. De sus sucios y pintarrajeados labios.

—Madre, estoy bien. Ya está todo solucionado. No volveré a escabullirme de esta manera. –Le digo posando mis manos sobre sus hombros a lo que ella retrocede unos pasos y deja hacer acto de presencia a mi padre que baja por las mismas escaleras aun con el traje de su trabajo y con una mirada seria, pero no enfadada. Camina hasta mí y cuando está a varios pasos me sonríe, nostálgico y me pide que le acompañe con una mueca humilde, a su despacho en la tercera planta. Yo asiento y mientras dejamos a mi madre atrás, yo subo con mi padre y con mi bolsa de viaje de la mano, dejando la maleta abajo. Cuando llegamos a su despacho él cierra detrás de mí y estoy esperando por una bofetada en una de mis mejillas o incluso una cruel paliza. Pero no llega en ningún momento y mientras me da un par de palmaditas en el hombro camina hasta su escritorio y se sienta, volviendo a prestar atención en lo que estuviera haciendo antes de que yo llegase. Me habla como si mi presencia estuviese en un segundo plano.

—¿Me has traído la información?

—¡Ah! –Exclamo asintiendo y dejando mi bolsa de viaje en el suelo mientras me inclino sobre ella y la abro sacando de su interior la carpeta transparente que contiene la información de Jimin sobre la empresa. Se la extiendo a mi padre y este la deja por ahí, sobre la mesa, sin darle mucha importancia. Ahora sí paso a ser su interés principal.

—¿Y bien? –Pregunta. Yo frunzo el ceño.

—¿Y bien qué, padre?

—¿Qué has sacado en claro de tu viaje? ¿No dijiste que necesitabas hacerlo para aclarar las cosas?

—Sí. Ya está todo resuelto.

—¿Qué significa eso? –Pregunta.

—Que él me ha explicado que nuestra situación no podía mantenerse, que era mejor separarnos porque yo me estaba viniendo abajo y él no podía seguir de parásito en mi casa. Vio una buena oportunidad en el empleo que tu le diste y ahora es feliz en Estados Unidos. –Digo, con voz animada pero sin demasiada emoción, haciendo evidente mi decepción en cuanto a la situación que ha resultado—. Mientras él sea feliz, a mi no me importa donde esté… —Esta última frase termina por convencer a mi padre y le veo asentir volviendo su rostro a la pantalla del portátil.

—Espero que a partir de ahora no vuelvas a hacer escapadas raras ni a desobedecer tus responsabilidades en el trabajo.

—No volveré a hacerlo, padre. Se lo prometo. –Él asiente satisfecho.

—Muy bien. Ponte al día, mañana tenemos una reunión con tu equipo de marketing, y el sábado que viene has quedado con el señor Wan. –Sentencia cuando estoy a punto de salir por la puerta. Yo me quedo levemente paralizado mirándole con una expresión confusa.

—¿El señor Wan? ¿Por qué con él?

—Por asuntos que no te conciernen. –Me contesta con frialdad y cortando el tema—. Ve a descansar. Mañana tienes que estar presentable.

Yo asiento, con una expresión confusa, y salgo de la puerta de su despacho con la bolsa de viaje de la mano. Bajo a la segunda planta y veo a uno de los empleados meter mi maleta dentro de mi cuarto. Yo le sigo y cuando me quedo a solas en mi cuarto me siento en la cama con una expresión derrotada y confusa. Tremendamente confusa. Se suponía que no tendría que volver a pasar por esto. Se suponía que todo sería mejor a partir de ahora. Esto lo que Jimin pactó…

Me llevo las manos al rostro. He visto a mis padres interpretar demasiadas veces como para saber cuándo lo están haciendo y esta vez, me he metido yo en el papel de la víctima. Soy yo el engañado y es una sensación tan fría y nauseabunda que creo que no me desharé de esta viscosidad sobre mi piel durante mucho tiempo.   

 

 

 

 

Capítulo 12                    Capítulo 14 

 Índice de capítulos                                               

Comentarios

Entradas populares