AMNESIA [PARTE III] (Jimin x JungKook x YoonGi) - Capítulo 8

Capítulo 8

 

JungKook POV:

 

El temporal acompaña perfectamente mi estado de ánimo. A comienzos del verano y una tormenta eléctrica estalla de la nada. De un día a otro en el que parecía haber una continuación de buen tiempo. Camino a paso rápido con una sudadera cubriendo con el gorro mi cabello mientras las gotas de agua caen sobre mi cabeza y mis hombros empapándome compleménteme. Un rayo. Uno de esos que me hace dar un respingo y esconderme mejor bajo los salientes de los balcones sobre las aceras. Ni siquiera estos pueden evitar que me empape y de imaginar tener que ir por medio de la calle me hace pensar que antes de llegar a mi destino probablemente acabase tirado en el suelo por el peso de la ropa mojada.

Han pasado dos semanas desde lo sucedido en casa de YoonGi y la discusión con Jimin. Sus palabras bailaron durante toda la noche en mi cabeza y en los días siguientes en un constante martilleo y flagelamiento contra mí mismo. Quise no creerlas pero cuanto más disparatadas me parecían más sentido cobraban y a la inversa, cuando creían que podían ser ciertas, a mi mente acudían los buenos recuerdos contrarrestando las palabras de Jimin. No es sin embargo que no he contestado una sola llamada de YoonGi ni tampoco sus mensajes. Incluso un par de veces se ha presentado en mi casa y doy gracias a dios que no estaban mis padres porque no podría haber dado explicaciones. No le abrí la puerta y a pesar de que no me despegué de ahí esperando que se marchara, una parte de mí odiaba tener que enfrentar su rostro con la voz de Jimin desde dentro diciéndome lo que no quiero afrontar.

No he tenido tampoco ningún contacto con Jimin. Hasta hoy que me dirijo casi como impulsado por un instinto suicida a su cafetería. Un viernes a última hora de la tarde en plena tormenta y siendo el único ser vivo en la calle que aún se mantiene en pie. Otro trueno me hace encogerme a mí mismo a pesar de que porto un par de auriculares en mis oídos protegidos a duras penas por la capucha. Cuando veo el letrero ya de lejos un vuelco en el estómago me hace detenerme y me paro en seco valorando si la idea de presentarme como si nada es buena o mala. A buenas horas, me digo, y sigo caminando sin querer pensarlo demasiado. Tal vez sea este el tipo de actitud que Jimin juzga como infantil. Ya da igual. No me he mojado para nada.

Nada más entrar unas campanitas sobre la puerta contrasta con el silencio dentro del local donde no hay absolutamente nadie. Las luces son tenues y el cielo no acompaña por lo que me parece más bien un tugurio que una cafetería. Aun así al sonido de las campanas alguien aparece por la puerta de la cocina y con una sonrisa amable se dispone a atenderme pero tras quitarme la capucha de la cabeza y sacarme los auriculares, el rostro de Taehyung me reconoce y rodea la barra para venir a paso rápido y cogerme del cuello de mi sudadera.

–¡Tú! ¡Sal ahora mismo del local si no quieres que te deje la cara como un cuadro! –Sujeto sus manos en mi cuello y le aparto. Al parecer no tiene tanta fuerza como intenta aparentar.

–¿¿Pero qué te pasa?? –Pregunto confuso–. Vaya recibimiento para un cliente. –Me quejo.

–¡¿Cliente?! Mira, no te parto la cara porque estoy trabajando y puedo obtener una amonestación…

–Deja de gritarme. –Me dirijo a la barra en contra de su voluntad–. Quiero un caramel macchiato, por favor. –Le miro con sorna y él se queda a mi lado mirándome con curiosidad.

–¿De veras crees que voy a atenderte después de que le has roto la cara a Jimin?

–Es tu trabajo. –Titubeo–. Y más te vale atenderme o pediré una reclamación… –Sonrío cínico y él con un gran suspiro se dirige tras la barra y comienza a hacerme el café mientras yo me dirijo a una de las mesas y sin poder evitarlo me siento en la misma donde Jimin y yo hablamos por última vez. Me trae buenos recuerdos al fin y al cabo y me dejo caer derrotado sobre el asiento. TaeHyung habla mientras me prepara el café–. Si has venido a ver a Jimin ya te aviso de que no va a verte.

–¿Quién dice que he venido por él? –Él mira fuera y yo frunzo el ceño.

–¿Con este tiempo y a estas horas? Ve a mentirle a otro, muchacho.

–Muchacho. –Susurro para mí–. Como estoy empezando a odiar esta palabra…

–Su café. –Dice de repente poniendo la taza blanca con la espuma acaramelada frente a mí–. Dos cincuenta. –Le pago con monedas sueltas y al fin me olvida regresando al otro lado de la barra y se sienta ahí en un taburete mientras mira algo en su teléfono móvil distraído. Yo comienzo a remover la espuma sobre el café que aún está candente por el vapor que sale y miro a la ventana como las gotas impactan contra el cristal y caen por él algunas más pesadas y con más  velocidad, deslizándose ágiles hacia el abismo que las condenará al suelo. Pruebo el café pero quemo mis labios y lo retiro de mí volviendo a dejarlo sobre el plato de porcelana.

Miro de nuevo fuera y suspiro un par de veces sintiendo como el ardor en mis labios pasa a mis ojos y me froto los ojos con la manga de mi sudadera en mi mano y apoyo mi rostro en mi mano escondiéndome de la vista de TaeHyung en la barra mientras mi rostro está dirigido fuera. Un rayo más parte el cielo en dos y el sonido del trueno hace vibrar los cristales. Muerdo mis labios con fuerza y antes de darme cuenta mis ojos se han humedecido y varias lágrimas caen por mis mejillas obligándome a tirar de mi nariz produciendo un sonoro ruido y evidente de que estoy llorando pero no me deshago de mi mano en mi mejilla.

–¿Qué haces aquí? –Una voz me hace dar un respingo en el asiento y me giro para ver a Jimin de brazos cruzados y de pie, con el mandil puesto, y mirándome confuso. Tas él veo a TaeHyung que está en la puerta de la cocina, saliendo de ella. Él le ha dicho que estoy aquí.

–Tomarme un café. –Le digo como si nada con la voz entrecortada por el nudo en mi garganta y limpio mis ojos lejos de su mirada con la manga de mi sudadera–. ¿No puedo acaso?

–¿De todas las cafeterías en Seúl tienes que venir a esta? –Me encojo de hombros sin poder responderle a eso y me giro de nuevo a la ventana ocultando mi rostro con la mano–. Te estoy hablando, mírame cuando te hablo. –Me dice cogiendo mi muñeca en donde apoyo mi rostro y obligándome a mirarle. No hago el mínimo esfuerzo por quitarme su mano de encima, al contrario. No hago nada hasta que él no me suelta y le miro sin poder evitar mirar su labio partido y una pequeña hinchazón en su tabique nasal. Lo que más me duele es haber estropeado sus hermosos labios. Eso me hace sentir mucho más fuerte el nudo en mi garganta y una lágrima resbala por mi mejilla pero como no puedo apartar la mirada tampoco voy a limpiarme. Él me suelta con desgana y se cruza de brazos de nuevo. Ahora sí me limpio y bebo un poco de café esperando que el nudo en mi garganta se deshaga. O bien quemarlo y derretirlo–. Yoongi me ha estado llamado. Estaba preocupado por ti. ¿Qué diablos has estado haciendo?

–Pshh… –Escupo el aire–. Preocupado… –Murmuro.

–Sí. Me ha dicho que no le coges el teléfono. –Dice mientras se sienta delante de mí. TaeHyung desaparece por la cocina–. Ni le contestas los mensajes ni estás en casa cuando te ha ido a ver…

–¿Y qué más le da? ¿Y a ti? ¿Hum? Tú no has intentado contactar conmigo…

–¿Te gusta que estemos pendientes de ti? ¿Te gusta tener nuestra atención centrada en ti?

–Cállate. –Susurro–. No empieces de nuevo. Ya tuve suficiente la última vez. –Bebo café.

–¿Entonces qué haces aquí si no buscas que te diga dos verdades? –Le miro temeroso de su reacción.

–Solo quería saber cómo estabas…

–Bien. Estoy bien. ¿Hum? ¿No me ves?

–Bien, pues… ya está. –Bebo café de nuevo y le retiro la mirada–. Vuelve al trabajo. –Le digo pero frunce el ceño. Muerdo mi labio que amenaza con temblar. Él no se levanta y eso me pone mucho más nervioso. De repente ríe sarcásticamente y se cruza de brazos cayendo sobre el asiento.

–Buen teatro, Jeon. Pero yo ya no me lo creo. –Sonrío ahora yo sarcástico y suspiro mirando fuera–. ¿No eras tú el chico sin sentimientos? ¿Hum? Te dije que no era bueno engañarse a uno mismo, Jeon…

–Tenías razón. –Suspiro–. Si no hubiera sido yo habría sido otro niñato. –Me mira hierático–. Pero tú… aww… yo creí… –Niego con el rostro mordiendo mis labios.

–¿Qué yo qué?

–Tú eres igual que Yoongi. Solo querías un niño que te la chupara para olvidar la mierda de vida que tenías. –Jimin frunce el ceño–. Y el otro día… cuando hablamos aquí… yo pensé que tú… –Suspiro tragando el nudo en mi garganta–. Creí que habías llegado a sentir algo por mí… –Bebo café con la mano temblorosa. Él no dice nada y yo ya no sé qué decir. Un silencio de varios minutos se instala entre nosotros hasta que de repente habla algo curioso.

–El otro día, cuando me golpeaste… estabas celoso. Pero… ¿De qué? –Pregunta mirándome serio–. ¿De que me acosté con Yoongi? –Miro fuera y asiento pero no parece suficiente como para detenerle–. ¿O porque él se acostó conmigo? –Le miro sabiendo qué quiere decirme pero no le contesto con ojos temblorosos–. Vas a decirme ahora mismo que cojones te ocurre. Ahora mismo. –Repite.

–¿A mí? –Pregunto nervioso.

–Sí. ¿Te crees que soy idiota, Jeon? ¿A qué has venido? ¿A qué vino golpearme? ¿A qué tanto lloriqueo? Un día me dices que te mientes y ahora te deshaces en lágrimas porque te digo que eres un crío. Mírate.

–Lo–Lo siento… –Murmuro.

–¿Es eso todo? ¿No vas a darme más explicaciones?

–No sé qué quieres que te diga.

–¿Qué sientes por mí?

–¿Y qué importa eso? –Le miro enfadado–. ¿Qué importa lo que yo sienta por nadie? Solo soy un crío que sabe chuparla bien. ¿Hum? ¿Qué si me gustas? ¿Hum? ¿Acaso puedo argumentarlo? –Suspiro y bajo el tono de mi voz–. Yo me reiría en la cara de alguien como yo si soltase tal estupidez.

–Sí. –Dice y le miro–. Yo también me reiría. Porque es una mentira como una casa. El mejor chiste del siglo. –Le miro intentando no sentirme ofendido pero me siento así–. El amor victorioso, ¿no? Cupido no puede sentir amor. Tú no crees en el amor.

–También te dije que me miento a mí mismo. –Me mira de repente con una mezcla de emociones en sus ojos que no soy capaz de clasificar–. Y Cupido es torpe, y se ha caído sobre dos de sus flechas. –Jimin va a decir algo pero de repente aparece TaeHyung por la puerta de la cocina vestido ya de calle y con el abrigo y un paraguas de la mano. Jimin se torna inquieto y TaeHyung nos habla.

–Es tarde ya. Jimin, tenemos que cerrar. –Jimin suspira y yo me termino el café y me pongo en pie.

–Me voy ya. –Le digo pero Jimin se pone en pie y nos mira a Taehyung y a mí alternativamente.

–Está bien. –Me habla–. Tus padres tienen que estar preocupados… –Niego con el rostro.

–Están de vacaciones. –De repente parece interesado en ello y cuando me giro para marcharme me sujeta el brazo.

–Entonces no te vayas. Quiero seguir hablando de esto.

–Yo no, hyung. Ya he visto que estás bien. Me alegro mucho y espero que todo lo del divorcio salga bien. Adiós. –Me suelto de su brazo y salgo a la calle cubriéndome de nuevo con el gorro de mi sudadera. El frío fuera contrasta con el calor en mis mejillas por la discusión y eso me hace querer llorar de nuevo pero me contento. No más lágrimas hoy, me prometo.

Y de repente, la lluvia deja de caer sobre mí y una sombra se cierne sobre mi cuerpo. Un paraguas sobre mi cabeza.

–No pensarías que iba a dejarte ir con esta lluvia, ¿verdad?

 



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