AMNESIA [PARTE III] (Jimin x JungKook x YoonGi) - Capítulo 7
Capítulo 7
JungKook
POV:
En mis
mejillas asciende un ardor cegador. Una ira que hasta hace mucho tiempo ha sido
reprimida. Un odio confuso, mezclado con la desesperación y la vergüenza de una
situación comprometedora. Mis manos están hechas puños y difícilmente voy a
poder deshacerme de ellos con suspiros que intentan ser calmados. Muerdo mi
labio inferior mientras bajo a toda prisa las escaleras casi tropezándome en
mis propios pasos pero con una férrea decisión en mi perturbada mente. Con
violencia abro la puerta del portal que da a la calle y miro a ambos lados de
la acera divisando a lo lejos a mi izquierda el cuerpo de Jimin alejándose a
paso normal. En mi mente puedo dibujar incluso una sonrisa satisfecha y una
mirada drogada por la sesión de sexo que acaba de tener, el hijo de puta.
Echo a
correr temiendo que se cruce alguien en mi camino y lo pierda de vista, o que
cruce la carretera y a mí no me dé tiempo por lo que atravesaría entre los
coches porque necesito ver su rostro. Necesito el encontronazo y necesito
gritarle, gritar bien alto que es un hijo de puta. Cuando apenas nos separan
dos pasos cojo su hombro y le volteo para que me mire al principio y por la
violencia del gesto me muestra una expresión descontenta y con un mohín en los
labios, aturdido, asustado, pero cuando me mira y me reconoce, parece incluso
sorprendido y animado. Una sonrisa aparece en sus labios. Una de esas que me
ponen tan nervioso porque sabe como esconder sus ojos en dos líneas y su nariz
se achata, devorándome con su ternura. Se ríe de mí, se ríe de mi situación.
–Kookie…
–Borra su sonrisa en cuanto le golpeo la primera vez. Cae al suelo de espaldas
y una de sus manos va a su nariz pero me arrodillo en el suelo ante su
nerviosismo y vuelvo a golpearle esta vez en el labio lo que le hago girar el rostro
hacia un lado. La sangre de repente ensucia la acera y le grito sin compasión.
–¡Cínico
hijo de puta! ¿Con qué pasar página eh? ¡Eres un hipócrita de mierda! –La gente
nos mira pero temiendo mi ira nadie reacciona. Yo ya no vuelvo a golpear a
Jimin pero cojo el cuello de su camisa frente a su nerviosismo y sus manos
manchadas de sangre van a mis muñecas, con ojos llorosos.
–¿Qué
ocurre, Jeon? –Pregunta tembloroso.
–¿Y ahora
qué pasa conmigo? ¿Hum? ¡¿Qué hago yo ahora?!
Sus ojos
me miran mucho más confusos que antes y no soy ni yo mismo consciente hasta que
no me detengo y rebobino de lo que acabo de decir. De su nariz un río de sangre
se une con el de sus labios cayendo por su mandíbula y sus ojos, a punto de
romper a llorar por la impresión del momento me miran desorientados, como si el
mundo hubiese caído sobre él para golpearle sin motivo alguno. Y así ha sido.
En sus ojos puedo ver reflejado mi patético acto de cobardía y egocentrismo.
…
El sol
desaparece tras una nube unos segundos. Nos da una tregua mientras deja de
reflejarse tan intensamente en el agua y yo al fin puedo alzar la mirada pero
vuelvo a bajarla arrepentido. Mis manos en mi regazo están inquietas mientras
todo mi cuerpo sentado en un banco frente al río Han intenta moverse lo menos
posible tan solo con la única idea de desaparecer de este mundo. Un gemido a mi
lado de entre los labios de Jimin mientras lleva un pañuelo con un par de
hielos al tabique en su nariz. La claridad del día me permite ver y analizar
cada pequeño detalle en su rostro y en cada una de sus dolorosas expresiones
que por mi culpa se ve obligado a obrar. Ya no hay sangre recorriendo su rostro
pero sí aún manchando su labio inferior
y uno de los tapones de papel que se ha colocado en uno de los orificios
de la nariz. El pañuelo que usa con hielos también tiene un poco de sangre, al
igual que su camiseta. Igual que mis manos de sus salpicaduras. Me froto las
manos entre ellas pero no desaparece. Suspiro.
–¿Se puede
saber qué diablos se te ha pasado por la cabeza? –Me riñe mientras yo bajo la
vista a mis pies en el suelo jugando con una hoja caída.
–Lo siento
mucho, hyung. –Susurro lo suficiente como para que él me oiga pero como para no
hacerlo yo.
–¿Me paras
de repente y me golpeas? Da gracias que no he ido a casa a coger los hielos
porque Taehyung te habría pateado, y yo otro tanto de lo mismo. ¿Qué te pasa,
muchacho? ¿Se te han cruzado dos cables? –Suspiro de nuevo.
–Estaba
ahí, en casa de YoonGi. –Me mira confuso.
–¿Dónde?
–En casa
de Yoongi. –Repito–. Escondido en el baño. –De repente comprende mi repentino
humor y suspira recordando mis palabras en la ceguera de la ira.
–¿Nos has
escuchado?
–Sí. Todo,
hyung… –Le miro pero él no me mira, preocupado como está en que su nariz no
siga sangrando.
–¿Estáis
en una relación formal? –Niego con el rostro–. Entonces no me he metido en
nada, no tienes derecho a golpearme así, Jeon. –Suspiro. Y de golpear a alguien
hazlo con YoonGi que te estaba escondiendo y no me detuvo a tiempo. ¿Hum? –Le
retiro la mirada y él gruñe mientras se pone los hielos en los labios que ahora
se ven tremendamente hinchados.
–No–no
en–entiendo tu actitud, hyung. Me tienes desconcertado. –Me mira enfadado por
tener que darme explicaciones.
–¿Qué
quieres decir?
–Un día le
pides el divorcio y al siguiente te acuestas con él. Nos estás confundiendo a
todos…
–Que yo me
acueste con mi esposo no es cosa tuya, a demás, aun no estamos divorciados y si
ambos estamos de acuerdo podemos tener sexo.
–Eso no lo
pone en la demanda de divorcio.
–Eso es
madurez, Jeon. –Me espeta con voz grave–. Le he dejado claro que no significaba
nada y además es una cuenta pendiente que tenía que saldar. Quería despedirme
de la relación con el recuerdo de un buen polvo, asegurándome de que él no
gemía otro nombre. –Me mira y rápido enrojezco–. Lo que no entiendo es en qué
te afecta a ti. ¿Le quieres? Muy bien, de ahora en adelante es todo tuyo.
Cuando se formalice el divorcio… yo… desapareceré y punto.
Ninguno de
los dos dice nada pero yo soy el primero en suspirar con manos inquietas en mi
regazo y le miro confuso.
–¿Fue por
lo que te dije? –Me mira, con ojos interesados–. Que él aún te quería… que me
contaba cosas sobre ti… –Jimin no responde–. Si lo sé no te digo nada. –Susurro
y él me oye.
–Basta ya,
Jeon. ¿No has tenido suficiente? –Me grita–. Tus celos son una tontería ¿no te
das cuenta? No intentes controlarlo todo, eres un niño. –Me mira y yo le miro,
enfadado–. Te has metido en un matrimonio, no en una relación de adolescentes.
No intentes juzgar con tu criterio el comportamiento de dos adultos.
–No hables
así conmigo, hyung.
–¿Qué no
entiendes de que eres un niño? Un niño. –Repite–. ¿Por qué crees que YoonGi te
ha escogido para follarte? Porque eres un niño que no traería problemas, porque
te la metería dos veces y te dejaría tirado como un trapo. Para eso servís los
niños, para nada más. No buscaba nada serio pero tú solo te has montado una
película. –Mi sangre comienza a hervir de nuevo pero esta vez la ira hace que
mis ojos se humedezcan con sus palabras.
–Hyung…
–Es tu
puta culpa que ahora YoonGi y yo estemos como estamos. Es tu culpa que mi
matrimonio se haya ido a la mierda y que me haya tenido que ir a vivir con un
amigo dejando mi casa y mi vida. ¿Y ahora me golpeas porque me acuesto con mi
esposo? Debería golpearte yo a ti, por hijo de puta. Por entrometerte en una
relación y por idiota. –De repente ríe animado–. ¿De veras crees que lo vuestro
va a durar mucho? –Se levanta y se retira el hielo del rostro–. Si lo vuestro
sale adelante, lo cual dudo mucho, me alegro por vosotros. Pero espero que si
te deja te des cuenta de una vez de que eres un pequeño niño que perfectamente
podría haber sido sustituido por otro. ¿Crees de veras que le gustas por lo que
eres? ¿Por cómo le tratas? ¿Por como hablas? ¿Por cómo miras? ¿Por tu
personalidad?
–Jimin,
para. –Susurro pero no se detiene.
–Te
escogió porque solo deseaba que un niño se la chupara y tú caíste, idiota.
¿Querías sexo? Ya lo has tenido. No te imagines más de lo que hay. –Tira con
violencia los hielos en una papelera cercana y creyendo que va a volver me
cruzo de brazos en el banco pero tras girarme al darme cuenta de que tarda en
regresar a mi lado, me doy cuenta de que se aleja calle abajo. Por unos
segundos me debato internamente si volver a búscale o quedarme donde estoy pero
me puede el miedo a escuchar más de sus palabras y me subordino a quedarme
sentado con las manos sobre mi regazo que en pocos segundos van a mi rostro
para cubrirme en el llanto que convulsiona mis hombros.
Comentarios
Publicar un comentario