AMNESIA [PARTE III] (Jimin x JungKook x YoonGi) - Capítulo 3
Capítulo 3
JungKook
POV:
La mañana
del sábado se presenta mucho más amena de lo que habría imaginado. El calor ya
empieza a hacer mella no solo en el ambiente sino también en el humor de las
personas. El sol y la luz nos sacan poco a poco de las tinieblas y nosotros
mismos, Yoongi y yo, estamos de nuevo sumergidos en la misma fantasía que nos
quisimos construir meses atrás. Tras haber pasado la noche juntos en su casa
ahora me veo en ropa interior observando cómo las tazas de café dan vueltas en
la base de cristal del microondas a la espera de que la ansiada campanita suene
y me avise de que mi desayuno está listo. A lo lejos, oigo el descarado sonido
de la ducha, de las gotas cayendo y estampándose contra la cerámica del suelo.
Puedo escuchar cómo Yoongi se deja caer posiblemente el bote de jabón y como
con un insulto lo recoge para dejarlo en su sitio. Ambos necesitábamos
ducharnos después de una noche de sexo. Al contrario de lo que pensaba ha sido
más reconfortante después de todo lo que ha pasado. Ya hace dos semanas que
Jimin se marchó y ya hace dos semanas que ninguno de los dos teníamos el
contacto íntimo que, a pesar de incómodo, ha sido muy necesitado.
La
campanita suena y no puedo evitar dar un respingo mientras cojo las dos tazas y
camino con ellas hasta la mesa baja en el salón donde ya hay un cuenco con
magdalenas y unas cuantas galletas de chocolate. La televisión está prendida en
un programa de dibujos infantiles que a mí me gusta, a pesar de todo, pero que
recibe una extraña mirada de Yoongi cuando sale de la ducha tal vez sintiendo
que ha pasado la noche con un niño. Yo me encojo de hombros y me siento en el
suelo sobre la alfombra de pelo que tanto me gusta y en donde aún recuerdo la
sangre sobre ella. Intento no pensar en ello y remuevo mi café con leche
mientras Yoongi se adentra en el cuarto y sale con una sudadera gris que cubre
tan solo hasta sus muslos y con los pies descalzos se encarama en el sofá
frente a la tele y alcanza su café para probarlo y comprobar que está a su
gusto. Hace un puchero por el calor y continúa bebiendo a gusto.
–¿Ves Hora
de aventuras? –Me pregunta señalando la televisión y yo asiento, animado–.
Ahora entiendo porque estás tan traumatizado…
–¿Qué
insinúas?
–Que estás
pervertido. Estos dibujos son perturbadores.
–Yo
también te quiero hyung. –Le digo con una expresión enfadada pero él ríe unos
segundos y regresa a beber el café.
–¿Has
hablado con tus padres sobre lo del fin de semana?
–Sí. Ya he
terminado mis exámenes aunque tengo que seguir yendo a clases la próxima
semana. Así que por tema de tiempo a estudiar no hay problema y como eso es lo
único que a mis padres les importa, pues no hay problema.
–¿Qué les
has dicho?
–Por el
amor de Dios, Yoongi, no estés nervioso. Soy mayor, con decirles que me voy a
pasar el fin de semana a casa de un amigo se dan por satisfechos.
–Si
necesitas algo sabes que puedo hablar con ellos…
–No hay
problema, no me trates como a un niño, por favor. –Suspira y asiente mientras
sigue mirando a la pantalla de televisión haciendo muecas extrañas junto con
las reacciones de los personajes. Yo dejo el café sobre la mesa y alcanzo una
galleta de chocolate que antes de devorar pregunto al aire–: ¿Sabes algo de él?
–Yoongi niega con el rostro tragando el café en su boca.
–No. Nada.
Le he llamado esta semana como unas cinco veces pero no me lo ha cogido
ninguna. O bien cuelga, o lo deja sonar o bien lo apaga. No sé ya que hacer…
–Cuando
quiera algo ya sabremos de él, no te preocupes. –Yoongi asiente y yo miro a la
pantalla para que otra duda acuda a mi cabeza–. ¿Por qué no vas donde trabaja?
–No
quiero. Tuve una trifulca con su compañero de trabajo, con el que creo que está
viviendo. Basta que vaya para que sea todo peor.
–Entiendo…
–Suspiro–. Déjalo estar, disfruta estos días para pensar y todo se aclarará.
–¿Hay algo
que aclarar? Todo está dicho. Él no me ama y yo ya no puedo hacer nada más.
Tampoco sé si merece la pena. Solo me gustaría hablar con él a solas y pedirle
perdón, o no. No sé. ¿Qué debería hacer?
–¿Se lo
preguntas al chico con el que le has puesto los cuernos? –Le pregunto y él
suspira resignado con una sonrisa cómplice del adulterio. A los segundos una
confesión quiere salir de mis labios y sin contenerme más tiempo se lo suelto–.
¿Sabes? El día en que Jimin nos pilló haciéndolo, una pequeña parte de mí,
quería que nos viera.
–¿Te van
esas cosas? –Me pregunta sonriendo pero yo niego con el rostro.
–No me
refiero a eso, sino a que quería que se enterara. Quería quitarme la presión de
encima.
–¿De veras
lo querías? –Me pregunta un poco decepcionado.
–Solo una
parte. Entiéndelo…
–Sí, lo
entiendo. –Me corta–. Yo también lo quería así. Tal vez por eso,
inconscientemente me arriesgaba tanto trayéndote aquí y esas cosas… –Asiento y
suspiro mientras cojo una madalena. Miro a mi alrededor y le pregunto algo más.
–¿Se ha
dejado algo?
–¿Algo
como qué?
–Me
refiero a que si se va a presentar de improvisto a pedirte la vajilla de su
madre… –Ambos reímos.
–No lo sé.
No quiero pensar más en ello. –Asiento y camino hasta la cocina con la taza y
la lavo un poco metiéndola después en el lavavajillas. Cuando regreso veo a
Yoongi riendo con la televisión y yo sonrío junto con él mientras camino a la
habitación y saco de mi maleta un pantalón de chándal que ponerme, pero cuando
estoy ajustándome la cintura de este a la cadera, el timbre suena y doy un
respingo dirigiendo mi mirada a la de Yoongi en el sofá que se ha girado para
mirar la puerta con la misma asustada expresión que yo. Ambos caminamos cerca
de la puerta y Yoongi se asoma a la mirilla en silencio y soltando un largo
suspiro cuando mira en mi dirección y niega con el rostro informándome que
nadie de relevancia hay al otro lado. Más relajado me conduzco al sofá y me siento
en él mientras con el rabillo del ojo observo la conversación entre el
desconocido vestido de traje y YoonGi.
–¿Señor
Min Yoongi? –Yoongi asiente y el señor saca un sobre blanco en donde se
verifica de la dirección y la persona a la que le está entregando el sobre.
–¿Y esto?
–Una
demanda formal de divorcio. Del señor Park Jimin. –Yo doy un respingo en el
sofá y Yoongi recoge el sobre casi paralizado ante la desinteresada mirada del
desconocido que tras entregarle el sobre se marcha y Yoongi, muy despacio y
medio atontado cierra la puerta sin perder de vista el nombre de Jimin puesto
en el sobre. Yo me quedo en tensión sobre el sofá y camina a paso lento hasta
sentarse a mi lado y dejar caer el sobre de su mano mientras escupe un largo
suspiro y se cubre el rostro con ambas manos no queriendo llorar pero sí tal
vez saturado. Yo paso mi mano por sus hombros, acongojado.
–Vamos,
Yoongi, no te hundas que no pasa nada. Sabías que este momento tenía que
llegar. –Yoongi niega con el rostro mientras comienza a murmurar tembloroso.
–No pensé
que tan pronto, joder. No me ha dado tiempo a pensar qué diablos voy a hacer
con el piso, con el dinero…
–Yoongi,
todo va a solucionarse. Leamos la carta, tal vez aquí te explique qué es lo que
pide del divorcio. –Yoongi, nervioso por mis palabras coge el sobre caído a
nuestro lado y lo abre a prisa. Lee en alto al principio.
–Park
Jimin identificado con el DNI blah blah blah, de edad 29 años y residente en el
domicilio blah blah… –Hace una pausa obviando detalles insignificantes–. Y Min
Yoongi blah blah presentamos el presente convenio de divorcio de mutuo acuerdo
entre partes en las clausulas siguientes, dos puntos, primero, anulación
convencional del matrimonio efectuado el dos de mayo de dos mil catorce.
Segundo, reparto equitativo al cincuenta por ciento de los bienes materiales
así constan, el piso en común, el dinero en la cuenta bancaria y el inmueble.
Para mayor validez legalizamos el contrato con nuestras firmas.
Ambos
vemos, con tinta azul y una letra decidida, la firma de Jimin ya estampada
sobre el papel en el hueco con su nombre debajo. En el lado contrario, un
espacio vacío aguarda la firma de Yoongi pero mientras Yoongi sigue mirando el
papel embobado, yo cojo el sobre de la mesa y miro dentro, encontrándome una carta
en el fondo. Tan solo un folio doblado, pero escrito a mano y con una letra que
no reconozco. Se la extiendo a Yoongi que deja el folio de la demanda de
divorcio sobre la mesa y ahora lee en voz alta la nota que, entiendo, es de
Jimin.
–Yoongi,
sé que ahora mismo lo último que quieres es leer esta mierda y solo desees
romper la demanda de divorcio en pedazos pero, por favor, no lo hagas. Sé que
eres lo bastante listo como para saber que estoy siendo generoso dándote el
cincuenta por ciento de todo cuando perfectamente podría alegra el adulterio
como prueba para quedarme con todo, lo que supondría debatirnos con abogados de
juicio en juicio y, sinceramente, no tengo el dinero, el tiempo ni la paciencia
para soportar todo el tránsito. Así que, si alguna vez me has querido la mitad
de lo que tú te quieres, firma el documento y reenvíamelo. Mi abogado se hará
cargo y cuando la sentencia de divorcio esté firmada nos reuniremos con el
notario para formalizarlo todo. Simples trámites. En menos de un mes podremos
solucionarlo todo si pones de tu parte. Por favor, te escribo esto para que
entiendas que lo último que quiero es volver a verte, ya no me entrometeré más
en tu vida. Quiero empezar de cero, sin tener nada que ver contigo. Me has
hecho mucho daño, YoonGi, y lo que más me duele es que nos lo podíamos haber
ahorrado hace mucho tiempo. Yo sé que deseas tanto como yo cerrar esta funesta
etapa de nuestras vidas. Esta es tu oportunidad. No la desperdicies. Te deseo
lo mejor. Park Jimin.
El
silencio se estanca en el hogar de forma pesada y ardua. Puedo sentir el peso
del aire sobre mis hombros o tal vez sea el remordimiento y la conciencia
haciendo hincapié en la idea de que esta situación la he provocado yo. Un “lo
siento” sale sin querer de mis labios pero YoonGi no me escucha, centrado como
está en releer la carta como si eso aclarase el vacío que Jimin ha hecho en
respecto a mi persona, en cuanto al futuro que se planteaban juntos o en muchas
más cosas. Es, nada más y nada menos, que una súplica y una garantía de que
YoonGi firme el divorcio de buenas, informándole de que está siendo benevolente
y que algo mucho peor les esperaría de no hacerlo. Yoongi es plenamente
consciente de ello y puedo asegurar que no buscará arriesgarse a perder todo su
dinero, pero no estoy convencido de que vaya a firmar porque tras leer una
tercera vez la nota de Jimin, relee la demanda de divorcio.
–¿Qué vas
a hacer? –Le pregunto y su única respuesta es guardar todo de nuevo al sobre y
ponerlo sobre el mueble al lado de unos libros como si nada. Como si decorase
como un trasto más la estantería polvorienta. Cuando se ha sentado a mi vera de
nuevo se cruza de piernas y se de brazos, como un niño rencoroso y enfurruñado.
Paso mi mano por su brazo y después me mira con ojos acuosos pero serio.
–¿Qué
puedo hacer? Firmarlo o me quedo en la estacada, con una mano delante y otra
detrás. Al menos así me corresponden, entre lo que saquemos de vender la casa,
el coche, y el dinero ahorrado, –piensa–, unos treinta mil dólares. Para
buscarme un piso y subsistir los primeros meses. Doy gracias que tengo un
trabajo fijo. –Suspira y mira a todos lados buscando algo más que añadir pero
no contento con lo que sucede a su alrededor, frunce el ceño.
–¿Entonces
vas a firmar?
–¿Qué
remedio? Pero que no se crea que soy tan fácil.
–¿Qué
quieres decir?
–Que si
quiere el papelito firmado, va a tener que venir aquí a buscarlo.
–¿Aquí?
–Pregunto asustado–. Mira que eso puede empeorar las cosas, YoonGi… no juegues
a buscarle las orejas al lobo. –Digo y me levanto para recoger el resto de
cosas del desayuno sobre la mesa y él hace un puchero enfadado y se levanta
disgustado murmurando por lo bajo.
–Ya me ha
dado el día, este gilipollas. –Desaparece en el cuarto y le oigo tumbarse en la
cama con un suspiro apagado. Con una mueca dejo todos los cacharros en la
cocina y me quedo apoyado sobre la encimera con un suspiro y con expresión
cansada. Me arrepiento de muchas cosas en mi vida. Meterme en este matrimonio,
de momento, no es una de ellas, para desgracias de otros.
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