AMNESIA [PARTE III] (Jimin x JungKook x YoonGi) - Capítulo 1

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💬 Gracias por animarte a leer este fanfic. Comunico aquí que esta es la tercera temporada de tres. (Si quieres seguir leyendo te aconsejo que leas primero la primera y segunda parte): "Amnesia (Jimin x Jungkook x YoonGi) [Parte I]". "Amnesia (Jimin x Jungkook x YoonGi) [Parte II]"

Si ya leíste la primera y segunda parte, espero que te haya gustado y estés preparado para una nueva temporada. Disfruta.

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 Capítulo 1

 

JungKook POV:

 

El silencio en la mesa, como cada noche, es sofocado por el sonido de la voz de la reportera en el canal de televisión que mi padre mira tan atentamente como la mejor de la conversación y sin embargo no es más que una noticia ya banida en los medios de comunicación. Con un suspiro de mi parte hago que mi madre me mire y yo niego con el rostro no habiendo querido hacer acto de presencia y ella continúa comiendo como si nada mientras espera por un poco de atención por parte de mi padre que solo tiene ojos para una pantalla frente a él.

La luz de la casa se hace demasiado incómoda en mi opción contrastando con la oscuridad fuera de la ventana y yo aun con mi ropa de calle me siento como si aún estuviese sucio de todo lo sucedido hoy. Parece que ha pasado mucho tiempo o que tal vez me encuentro en un mundo paralelo en el que yo aun sigo siendo propiedad de unos padres mientras ahí, en el exterior, los actos y las consecuencias no son más que el fruto de mi propia responsabilidad.

Muevo mis pies libres de mis zapatos debajo de la mesa y con mis calcetines blancos medio salidos los balanceo mientras remuevo la ínsula cena en mi plato, mirándola con una indiferencia impropia de mi rostro. Dejo los cubiertos y miro la televisión igual de interesado que mi padre pero con la mente en otro lado, en otras circunstancias. No puedo centrarla en un simple acontecimiento sino que es un estado de desconexión general. Dejo la mente en blanco y antes de darme cuenta estoy con los ojos cerrados, imaginándome una ducha reconfortante y una larga noche durmiendo en mi cama. Mis pensamientos, sin embargo, se ven interrumpidos por el sonido de mi teléfono móvil en mi bolsillo. Frunciendo el ceño y con aire desinteresado saco el teléfono para ver el nombre de YoonGi en la pantalla y descolgar, más preocupado que curioso, ante el atento rostro de mi madre. Mi padre probablemente ni siquiera lo haya oído.

–¿Yoongi? –Pregunto mientras me limpio los labios con la servilleta y me levanto encaminándome a mi cuarto para poder tener una conversación en privado.

–JungKookie… –Su voz, temblorosa, entrecortada y titilante me hace sentir que está llorando. Eso me pone los pelos de punta y mi voz comienza a sonar fuerte, nerviosa y preocupada.

–¿YoonGi? ¿Qué pasa? ¿Estás bien? –Oigo un suspiro de su parte mientras intenta coger aire y espera unos segundos hasta poder contestarme. Unos segundos que me devoran.

–Ven a casa, tenemos que hablar. –Sus palabras me dan un vuelco y más cuando acabo no solo de estar con él apenas una hora antes, sino que he estado con Jimin en la tarde y ahora me pide que acuda a casa de ambos. Algo me dice que un flujo de información se ha desbordado y con un tembloroso tono le suspiro una negativa.

–Lo siento, Yoongi… yo… es tarde y…

–Ven. –Ahora sí rompe a llorar.

–Yoongi…

–Ven, te lo suplico. Tenemos que hablar.

–No me gusta esa frase, hyung. ¿Qué ha pasado? –Un nuevo suspiro. Un suspiro dramático y casi exasperado.

–Jimin… yo…. aww… –Rompe en el llanto desesperado y acabo asintiendo.

–Está bien, hyung. Dame media hora. –Sin querer escucharle por más tiempo cuelgo la llamada y me pongo rápido los zapatos y alcanzo la chaqueta para agarrarla con el brazo que aunque pueda hacer buena temperatura tampoco sé a qué hora voy a volver, por lo que prefiero no arriesgarme. Nada más salir del cuarto informo de la noticia, la cual mi madre la recibe como un simple saludo. Mi padre ahora sí despega los ojos de la televisión.

–¿A dónde has dicho que vas?

–A ver a un amigo.

–¿A estas horas? Acabas de llegar. –Suspiro amargamente mientras llego a la puerta y salgo fuera escuchando como la voz de mi padre resuena en el interior, ofendido por mi comportamiento. Yo ya no puedo permitirme el lujo de pararme a darle explicaciones ni menos aún de pensar en ello. En mi mente las prioridades se aclaran peligrosamente rápido y comienzo a hacer encaje de bolillos para imaginarme miles de situaciones que hayan ido a desembocar en la reacción de YoonGi para llamarme de mil formas. También me estoy imaginando otras cien realidades que se me puedan presentar al llegar a su casa, como de nuevo el cuerpo de Jimin tendido en el suelo tras el descubrimiento de lo sucedido o algo peor. Esta vez el cuerpo sin vida de un Jimin inocente.

El viento en la calle me hace olvidar todo posible escenario y camino a paso rápido por las calles haciendo el mismo recorrido que ya se ha adueñado de mi personalidad. Ha llegado un punto en el que creo que mis pies pisan las mismas baldosas y mis ojos se paran a mirar los mismos insignificantes detalles de siempre. Una señal un poco torcida que indica a los queches que cerca hay un parquin. La tienda cerrada que lleva meses en alquiler pero que nadie quiere. El cartel de esta donde aparece el número de teléfono, medio despegado ya. Un cartel pegado en una farola que tan solo publicita un vulgar producto de belleza. Podría hacer el camino de un kilómetro con ojos cerrados y sin embargo siempre me recorre la misma extraña sensación de que será la última vez que lo haga. Siempre el mismo remordimiento en la boca del estómago, el mismo calor en mis mejillas. Una vergüenza insana. Excepto hoy. Hoy ese miedo no está porque algo me dice que no solo no regrese, sino que tal vez ni siquiera pueda volver a casa. No al menos siendo el mismo. No al menos sin el labio partido por un mal comportamiento por mi parte.

Cuando llego al piso llamo al timbre de abajo y YoonGi me abre. Cuando llego a la puerta ya me espera. Está abierta pero nadie me espera sujetándola. Entro con cuidado para ver a un indefenso y alicaído YoonGi sentado en el sofá dándome el costado. Sus manos están sobre su rostro, escondiendo vergonzoso las lágrimas que no puede evitar derramar y sobre la mesa, una taza con algo de bebida caliente. Juraría que es una tila para su estado de nervios.

Cuando paso adentro cierro detrás de mí y miro por todas partes buscando a Jimin con la mirada, ya que dadas las horas debería estar en casa pero no le encuentro por ningún lado y eso no me hace sentir mejor. Al contrario, tengo miedo de preguntarle a YoonGi por su paradero. Mientras camino al interior me quito la chaqueta y me siento a su lado en el sofá para pasar uno de mis brazos por sus hombros, pero él, receloso y enfadado me lo aparta y se levanta de un salto limpiándose orgulloso las lágrimas en su rostro. Yo me quedo paralizado mientras me señala con un dedo tembloroso.

–¡Me has estado engañando! –Son sus primeras palabras y acabo de ser consciente de hasta qué punto la información ha volado en cuchilladas en este mismo cuarto. Aun puedo sentir la tensión que este lugar acumula.

–¿Yo? –Me señalo el pecho completamente confuso.

–¡Sí! ¡Tú! Te has estado acostando con Jimin a mis espaldas. –Yo sonrío cínico y me encojo de hombros.

–Ya hemos hablado de esto, no estamos comprometidos. No tengo porque ajustar cuentas contigo de lo que hago y dejo de hacer.

–¡Pero es mi esposo, maldita sea! –Yoongi acaba sonriendo, sarcástico, aun sin creerse lo que sucede. Yo me reclino en el sofá.

–¿Te ha dejado? –Le pregunto curioso mientras miro a mi alrededor buscando pistas de la ausencia de Jimin. Yoongi suspira y en el suspiro le tiembla la voz.

–Sí. Ha cogido la maleta y se ha largado.

–¿A dónde? –YoonGi se cruza de brazos.

–¡Yo qué sé! Dijo no sé qué de TaeHyung. No sé. No me importa. Se ha ido y punto. –Mira a todas partes, buscando palabras que decirme. Yo asiento sentado en el sofá y suspiro.

–¿Me has hecho venir solo para echarme la bronca por haberme tirado a Jimin? –Mi frialdad deja a YoonGi sin palabras pero no puedo evitar sentirme enfadado por su infantil comportamiento ante la situación.

–¡Durante un mes entero, maldita sea!

–Ni siquiera se acuerda de ti, no puedes reclamarlo…

–¡Ha recuperado la memoria, imbécil! –Mi corazón da un vuelco y me levanto del sofá asustado.

–¿Cómo?

–He llegado. –Comienza a gesticular mientras me cuenta lo sucedido–. Después de dejarte en casa he llegado y me lo he encontrado fumando y bebiendo whiskey como solía hacer antes del incidente. –Le miro ojiplático–. Me he sentado aquí a su lado y ha empezado a soltarme un rollo de que tú has estado aquí, de que te lo has tirado no sé cuantas veces y que me entiende, que él también me ha sido infiel. Me dijo que ya no me quería, que me odiaba y que le doy asco. –Yoongi se restriega una de sus manos en los ojos–. Joder, estoy muy confuso y saturado ahora mismo.

–¿Qué más ha pasado?

–Me ha dicho que os habéis estado acostando juntos este último mes. ¿Este mes, Jeon? ¿Hoy mismo? ¿Cuándo has estado hoy con él?

–En la tarde.

–¿En la tarde te has estado tirando a mi esposo y después me has ido a buscar a mí? ¿No has tenido suficiente con él que has tenido que ir a buscarme…? –Me encojo de hombros sin poder darle una mejor explicación que un simple gesto–. ¿Pensabas decírmelo en algún momento? –Le miro hiriente.

–Todos tenemos nuestros secretos. –Le echo en cara–. Tú tienes esposo y yo me follo a tu esposo. –Me encojo de nuevo de hombros y Yoongi no puede resistir a golpearme con la mano abierta mi mejilla, como un padre que castiga a su hijo con una bofetada. No ha sido la diferencia de altura lo que le hace tratarme de esa manera, sino la edad, lo que le ha provocado. Yo giro mi rostro en dirección de su golpe y lo regreso poco a poco hacia su mirada en lo que él regresa en sí. En sus ojos veo el arrepentimiento de que pueda marcharme de inmediato, no de la bofetada. Yo río, haciéndole temblar–. Hyung… si quieres tratarme como un niño, adelante, pero luego no me pidas que me trague tu polla hasta el fondo, ¿hum? –Yoongi suspira, sorprendido por mis palabras pero no dice nada e intenta olvidar lo sucedido. Yo regreso a la conversación–. He estado un par de horas con él hoy, sí. Pero no le he notado nada diferente a estos días.

–Dijo que le había vuelto la memoria hoy. –Suspiro amargado, sin saber qué más decir. Yoongi, cansado, se sienta en el sofá y lleva sus manos a la tila en la mesa para dar un largo trago. Yo me siento en la butaca contigua y me reclino en ella sintiendo la urgente necesidad de irme, pero él me retiene con más preguntas.

–¿Cómo fue?

–¿Hum?

–¿Cómo fue la primera vez? ¿Lo violaste? ¿Hum? Aun amnésico, Jimin no me habría sido infiel…

–No me creerás pero fue él quien se me lanzó. –Yoongi ríe sin creerme–. Sí, es cierto. Vine un día a verle cuando me había asegurado de que tú no estabas en casa y hablamos durante un rato. Al principio yo estaba receloso de que me recordase pero me trató tan bien que sin duda no sabía quién era yo. Antes de irme me suplicó que le diese el número de teléfono y me llamó a los días. Me dijo simplemente que quería verme y estar conmigo. Me decía que se sentía a gusto y que le gustaba mi presencia. Que recordaba cosas de mí. –YoonGi me mira como si comenzase a ver verosímiles mis palabras.

–¿Qué cosas?

–Dijo no sé qué del olor, –hago un esfuerzo por recordar la conversación–, o la forma de mi rostro. Me pareció preocupante hasta que de repente me metió la lengua y comencé a pensar que había sido solo una excusa para follarme. Se subió a mi regazo y bueno… ya te puedes imaginar el resto. Ahí mismo fue. –Señalo el sofá en el que está sentado–. Ahí se la metí–. YoonGi me mira asqueado pero no se mueve.

–Debo estar volviéndome loco. –Dice de repente–. Creo que incluso tiene sentido. –Frunzo el ceño.

–Entiendo que pudiese recordar mi rostro, ¿pero mi olor?

–Jimin estuvo meses sospechando que estaba con alguien. Olía mi ropa, Jeon. La ropa que usaba mientras nosotros, bueno. Eso. Decía que podía oler tu colonia en mi cama y cosas así. Al principio pensé que eran paranoias suyas pero cuando cogió una camiseta que efectivamente había usado contigo y la olió delante de mi rostro, uf, creí que me saldría el corazón por la boca.

–¿Por qué no se lo reconociste?

–No le hacía falta. Ya lo sabía. Nos puso un detective. –Abro los ojos, sorprendido.

–¿Cómo?

–Le descubrí un sobre con fotografías tuyas entrando en casa y esas cosas. Te estuvo siguiendo, estoy seguro.

–¡Pero qué diablos te pasa, YoonGi! ¿Cuándo pensabas contarme esto?

–No pensaba hacerlo. –Suspira y me mira sonriendo, cínico–. Todos tenemos nuestros secretos. –Le aparato la mirada mientras saco mi teléfono y miro lo hora–. Si tienes prisa puedes irte.

–¿Ya me has echado la bronca? –Asiente y se deja caer en el sofá pero mirando a todos lados siento que la soledad puede hacerle mal y me quito los zapatos para acomodarme mejor a su casa. Él me mira y entiende el gesto asintiendo. Habla a los minutos.

–Me acusó de no amarle.

–¿Le amas? Y no me digas que sí porque le diste con un jarrón en la cabeza. –Pasa sus manos por su rostro, confuso.

–Lo que sienta por él ya no importa, se ha ido y me odia.

–¿Eso es un sí?

–Es un “mejor olvidarme de todo cuanto antes”.

–¿Y a mí? –Me mira, entre divertido y confuso pero con una sonrisa triste–. ¿Qué sientes por mí?

–¿Y tú por mí?

–Lo que yo sienta por ti no condiciona tus sentimientos sino la respuesta que vayas a darme por lo que no voy a contestar hasta que tú no seas sincero conmigo.

–Acordamos que solo amantes…

–Ya, pero tú ahora ya no estás con Jimin. –De repente parece que le he quitado la venda y puede ver la realidad con otros ojos.

–Necesito pensar. –Dice y se deja caer con un resoplido en el sofá mientras deja la taza en la mesa. Yo hago lo mismo y mientras veo como poco a poco su rostro se trasforma nuevamente en nerviosismo y llanto me siento a su lado en el sofá y paso mi brazo por sus hombros que ahora sí acepta, comprensivo.

–¿Quieres que me quede esta noche? –Asiente y yo dejo caer mi cabeza sobre la suya en mi hombro. Beso su cabello y su olor me reconforta. Miro a mí alrededor y no veo más que un puzle derramado caído y con las piezas esparcidas que llevará trabajo arreglar de nuevo. Una parte de mí se ve obligada a colaborar. La otra quiere salir corriendo cuanto antes.

 



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