AMNESIA [PARTE II] (Jimin x JungKook x YoonGi) - Capítulo 9
Capítulo 9
YoonGi
POV:
El resto
de la conversación está borroso. Tan solo fue un intercambio de información que
no lleva a ninguna parte, tan solo me hacía comprender hasta qué punto el chico
y yo odiamos ser compatibles. Tan solo estábamos jugando con la otra persona,
tentándola, provocándola. Las palabras pasaron a ser caricias consentidas,
miradas ladinas, sonrisas tímidas que de pudor no tenían nada. Eran sin embargo
vanidosas. Nuestras manos se sujetaron un par de veces. Mientras estábamos
sentados y mientras nos condujimos fuera del local. Él temía perderme y yo
temía perderme a mí mismo. Su mano en la mía era una sensación tan mala como
ingerir el veneno más corrosivo del mundo. Pero al contrario que doler, era
adictivo.
Dieron la
una de la mañana cuando salimos a la calle y el aire frío nos golpeó a ambos.
Él no parecía notarlo, descamisado como estaba, pero yo me vi en la necesidad
de ponerme la chaqueta mientras le veía sacar un paquete de cigarrillos y coger
uno entre los demás para llevárselo a los labios. No sé porque no me sorprendió
verle fumar.
–¿Quieres
uno? –Me ofreció pero yo me negué mientras ambos caminábamos en dirección a mi
coche pero antes de entrar nos detuvimos mientras él fumaba. No quería que el
coche oliese a humo. ¿Cómo explicarlo después?
–¿Tus padres
no te dicen nada por fumar?
–¿Mis
padres? –Me preguntó y comenzó a reír–. ¿Qué me van a decir? Soy mayor… –Puse
los ojos en blanco pero él supo entender mi sentimiento–. ¿Estás incómodo por
estar con alguien más joven? –Le miré asintiendo–. Hasta ahora he podido darte
una conversación decente, ¿no? No he hablando de videojuegos ni caramelos de
limón. –Sonreí con sus palabras–. Y esto, es un cigarro. No un chupete.
–Lo
siento. Es solo la falta de costumbre.
–¿De
contacto humano? –Dijo y quiso ofenderme pero yo me reí, de veras.
–Idiota.
–Suspiré y él pasó una mano por mi pelo retirando el flequillo de la línea de
los ojos para verme mejor. El gesto me enterneció al instante y quise que
volviera a tocarme, pero no suplicaría. Miré el reloj y suspiré de nuevo–.
Vamos, te llevo a casa. –Negó con el rostro.
–No
importa. Puedo ir solo. –Se encogió de hombros pero yo ya estaba entrando en el
coche.
–No
volveré a ofrecértelo, vamos, sube.
–No me
gusta montarme en coches de desconocidos. –Me dijo con voz preocupante pero en
sus ojos podía ver que solo se estaba haciendo de rogar, porque sus intenciones
de subir conmigo al coche estaban claras.
–¿Me veo
como un asesino violador? –Pensó unos segundos que me ofendieron y le golpeé el
brazo con el rostro descompuesto–. Sube o te quedas aquí… –Antes de poder decir
nada más ya caminaba alrededor del coche para acomodarse en el asiento del
copiloto, encendió el GPS y me marcó su dirección la cual no estaba muy lejos
de mi propia casa. En cierto modo me sentí aliviado, en otro, no tanto.
Tan solo
cuando pasaron cinco minutos en silencio consiguió hablar.
–¿Cuáles
son tus intenciones para conmigo, hyung? –Preguntó lo que no quería ni
contestarme a mí mismo.
–Que
directo. –Dije como si nada.
–¿Y bien?
–Suspiré con labios temblorosos.
–No, no
quiero enamorarme. –Dije casi como un susurro, acallado por la culpabilidad
pero él rompió a reír. Su risa me hizo sentir una calidez que no había sentido
en mucho tiempo. Una complicidad que me hizo querer parar el coche y saltar
fuera.
–Yo no
creo en el amor, hyung. –Le miré confuso pero él seguía con esa divertida
expresión–. Ni el propio Cupido cree en esas tonterías. –Fruncí el ceño.
–¿Cómo no
va a creer el propio Cupido en el amor? Qué tontería…
–El amor
victorioso, hyung. –Le miré confuso de nuevo. Él parecía saber mejor que yo de
qué hablaba, aunque hoy día lo dudo–. Ese pequeño diablo que se cree dueño del
amor pero todo acaba en sexo. Sexo animal, salvaje y descontrolado. ¿Sabes que
hace elegante al sexo? El amor. ¿Sabes que salva al amor? El sexo.
–Que ideas
tan tontas…
–El amor
puede con todo, ¿hum? Nah, es solo el poder del sexo.
–¿Es eso
lo que buscas, chico? ¿Sexo?
–¿Qué si
no? –Antes de darme cuenta ya estábamos en su dirección y miró desde la
ventanilla de su puerta probablemente comprobando si las luces de su casa
estaban o no encendidas–. Lo mismo que tú buscas, hyung. –Me miró con el ceño
fruncido–. ¿Por qué sino me has hecho subir en tu coche?
–Solo
quería traerte, se llama educación.
–Se llama
persuasión para un fin mayor. Nadie hace nada si no espera obtener una
recompensa.
–¿Qué
clase de recompensa puedo esperar de ti? –Pregunté. Mal hecho.
No esperó
a que reaccionase ante mi propia pregunta, tal vez se la esperaba. Tal vez no y
le importaba bien poco si yo estaba en condiciones o no. ¿Qué diablos? Yo le
había dejado el camino libre para hacer lo que quisiera y todo era culpa mía.
Todo caería sobre mi conciencia. Pero la conciencia bien poco hacía acto de
presencia mientras una de sus manos cayó en mi hombro y me condujo de frente a
él. Sus labios se posaron en los míos antes de darme cuenta de que estaba en
sus brazos. Sus ojos cerrados disfrutaban tanto o más de la sensación. Una
adrenalina extraña me invadió, mucho más fuerte de la que había sentido antes.
Náuseas, mareos, vértigos, pérdida de mi propia realidad. Ya no era yo, yo
estaba afuera de mí mismo mientras mi cuerpo reaccionaba a su libre albedrío
metiendo la lengua en su deliciosa, dulce, y acaramelada boca. Sabrosa y con
labios que me aprisionaron unos segundos mientras una cómplice sonrisa apareció
para finalizar el beso. Yo me quedé unos segundos suspendido en la sensación
con ojos entrecerrados y labios entreabiertos. Besó mis labios de nuevo con un
rápido sello y salió por la puerta del coche animado, divertido y elegantemente
se despidió de mí con un gesto de su mano.
…
Cuando
llegué a casa Jimin ya estaba con el pijama puesto caminando de un lado a otro
mientras abría la cama y colocaba la ropa que había usado en una silla cercana
a la cama. Me miró con ojos divertidos y animados. Mirarle fue una de las
experiencias más aterradoras que repetiría a lo largo de un año entero. Pero
esa fue la primera vez. La primera y la que más me dolería. Sus ojos estaban
ciegos de mis acciones y sentimientos. Podría haberle iluminado pero eso creí
que sería mucho más cruel y según pasaba los segundos y le veía desenvolverse
de un lado a otro me convencí de que no había sido para tanto. Un simple beso,
un roce. Humo. Nada.
–¿Cómo te
lo has pasado? –Me preguntó y le miré aturdido.
–¿Hum?
–¿Qué has
hecho? ¿Dónde habéis estado? –Se me había olvidado inventar una realidad
paralela que me salvase el culo debía inventar algo rápido.
–Hemos
estado en el Phoenix, solo tomando unas cervezas.
–¿Sí? No
sabía que a NamJoon le gustasen esos lugares. –Hace un mohín.
–Nunca
habíamos ido. Pasamos por delante y nos dijimos, ¿Por qué no? –Sonrío y él me
cree mientras se mete en la cama y yo comienzo a desnudarme. Él me mira con
ojos divertidos–. ¿Y tú? ¿Qué tal?
–Bien.
Hemos estado en un pub con dos amigos de TaeTae. Hemos tomado dos copas de ron
con Coca–Cola.
–¿No
habrán abusado de ti? –Pregunté sonriendo mientras me miraba avergonzado.
–¡Claro
que no! –Ambos reímos y me acerqué a la cama para sentarme y tumbarme a su
lado. Apagué todas las luces y pareciera que esta realidad no era la misma que
me rodeaba minutos antes. Dentro de las sábanas él se movía y se colocaba sobre
mi cuerpo. El contacto fue muy nervioso, al menos por mi parte–. ¿Quieres
abusar de mí un rato, hyung? –Me preguntó con ojos divertidos y me besó con
violencia asustándome. Cerré los ojos temblorosos, recordando los labios de
Jeon sobre los míos y al separarse Jimin de mí y mirarme con ojos confusos,
creí que él habría notado también mi infidelidad.
–¿Solo
cervezas? –Me preguntó curioso–. Sabes a menta, hyung…
–También
un chupito de vodka con absenta. –Me miró con ojos comprensivos y volvió a
besarme.
–Sabes
delicioso.
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