AMNESIA [PARTE II] (Jimin x JungKook x YoonGi) - Capítulo 18
Capítulo 18
YoonGi
POV:
El sonido
de la máquina enchufada a su cuerpo era un desagradable sonido de angustia.
Cada uno de los pitidos me hacía dar un pequeño vuelco al estómago mientras su
mano inerte en la mía se sentía fría y lejana. Su rostro, dormido y absorto por
el coma, me recordaba todas y cada una de las múltiples infidelidades que caían
sobre su cuerpo. En sus labios podía sentir aun el cálido beso del primer
encuentro. La primera vez que nos conocimos, nuestra primera cena. La felicidad
en sus ojos, el miedo en mi cuerpo. La incertidumbre de un futuro que se
desdibujaba lejano y fantástico.
Durante
una semana estuve aferrado a su mano dormida en la cama. Dormí a su lado a
pesar de que los médicos me pidiesen que regresara a casa. Me suplicaban que
dejase el cuerpo, que no sabían cuando despertaría. La policía me hizo un par
de preguntas. Apenas pude contestar, roto de dolor como estaba, y ellos tampoco
indagaron demasiado. Jimin no había muerto y mi versión era muy creíble por lo
que no trascendió más de un simple incidente.
Todo
cambió cuando abrió los ojos. Pude ver en el reflejo de su mirada que yo ya no
formaba parte de sus recuerdos y cuando él se pronunció, hizo evidente lo
sucedido. Había perdido la memoria. Quedé en shock pero al mismo tiempo rompí a
llorar. Aunque me mostraba triste dentro de mi mente maquinaba la posibilidad de
que esto no fuera una catástrofe sino una ayuda para regresar al pasado. A ese
pasado que ansiaba con ganas. Me vi en la incertidumbre de qué hacer y nada más
que tuve una tarde para descansar salí corriendo a casa para ocultar todo
rastro de realidad. Quemé las fotos de Jeon que Jimin tenía en su cajón. Tiré
todo rastro de alcohol pero no me deshice del paquete de tabaco ni de la
petaca, que guardé delicadamente en el cajón de su mesilla, junto con su anillo
de casado.
Cerré el
libro de partituras y lo puse sobre el piano. No moví la alfombra, necesitaba
la prueba de la sangre para hacerle ver la falsa realidad de lo sucedido. Lavé
toda mi ropa. Lavé las sábanas y esparcí ambientador por toda la casa. Tenía
que eliminar el olor de Jeon de cada uno de los rincones donde había puesto un
pie. No podía permitirme volver a ver el rostro de Jimin con el ceño asqueado
mientras una de mis camisas está en su rostro. Rescaté su teléfono móvil del
salón y sabiendo la contraseña borré todas las fotos que no me gustasen. El
número de NamJoon y el de un tal “detective” que seguramente me hubiera estado
siguiendo. Borré todo lo que creí que podía comprometerme y dejé fotos de ambos
que sirvieran de muestra. Necesitaba recortar, pulir y pintar una realidad
inventada. Necesitaba que se asemejara todo lo posible a los comienzos de
nuestra relación. Necesitaba a fuerza de voluntad e imaginación crear un mundo
paralelo.
Cuando
Jimin salió del hospital aún se le notaba receloso pero sabía que no era por mi
pequeña invención, sino porque no me recordaba. Poco a poco, con el paso de los
días, comenzaba a mirarme de esa forma. Con una extraña complicidad que me
hacía pensar que tal vez todo estuviera funcionando. Necesitaba creer que
funcionaba y todo sería más fácil. Cuando hablábamos, cuando nos acercábamos,
cuando besaba mi mejilla o cuando hacía ese puchero que tanto sabía que me
agradaba. Sentí como muy poco a poco todo se condensaba. Todo cuajaba tal como
tenía previsto. Un par de veces Jeon intentó contactarme pero me negué a contestarle.
Tenía que hacer borrón y cuenta nueva. Lo necesitaba por mí, por Jimin. Y por
Jeon. Sabía que solo era cuestión de tiempo que Jeon apareciera, se presentara
en casa. Cuestión de tiempo. Lo hizo antes de lo que esperaba y eso pudo con
mis fuerzas.
Cuando vi
su rostro aparecer por mi puerta supe que de inmediato querría entrar en mi
casa para saber del estado de Jimin pero no le dejé. No podría soportar ver de
nuevo como ambos intercambiaban miradas cómplices de secretos y como yo, en
medio, me debatía en la incertidumbre de escudar a uno de los dos. Le saqué
fuera e hice frente a él, el mejor teatro de ira y celos que jamás me había
inventado.
–Déjame
entrar, tengo que verle. Vamos, tengo que hablar con él. Yoongi por favor, no
me hagas esto. Quiero verle, quiero…
–¡Basta!
¡Vete! –Como no se iba por las buenas sino que quería entrar, salí con él fuera
entrecerrando a mi espalda para que Jimin no oyese la conversación–. ¿Se puede
saber qué diablos haces aquí? Te dije que no volvieras aquí. –Sus ojos
titilantes, nerviosos, medio llorosos me llenaron de ternura.
–No podía,
Yoongi. ¿No sabes lo mal que me siento? –Puso su mano sobre su corazón
sintiendo como le ahogaba respirar. Estaba agitado, había venido corriendo.
Estaba muy nervioso y realmente temí que me golpeara
–Ha sido
todo culpa tuya. Esto no habría pasado si tú…
–¡¿Mía?!
–Resopla ofendido pero echarle la culpa es la mejor táctica para hacerle sentir
culpable y que se marche. La mejor táctica para creerme que realmente él tiene
la culpa de todo. Necesitaba no quererle. Necesitaba odiarle–. No quiero hablar
de eso. Solo quiero saber cómo está. Quiero pedirle perdón por la parte que me
toca.
–No quiero
que vuelvas a verle. Y yo tampoco quiero volver a verte. –Sentencié. Él quedó
ojiplático, sin habla. No se esperaba estas palabras de mí.
–¿Cómo
está? –Preguntó haciendo caso omiso de lo sucedido.
–Bien. ¿No
le has visto?
–¿Se ha
recuperado bien? No he podido dormir por su culpa…
–Perfectamente,
ahora, lárgate. –Señalé pasillo abajo en el portal.
–¿Ni
siquiera vas a dejarme aclarar las cosas con él? Terminarlo de una vez. Tengo
que hablarlo con él… –Negué con el rostro, imaginándome la posible situación.
–No hará
falta. Ha perdido la memoria. –De nuevo esa expresión perdida. Unos ojos
dubitativos, confusos y desorientados.
–¿Cómo?
–Preguntó sin creerme–. No… no puede ser…
–Pues sí.
No sé si verlo como algo malo o como algo bueno. –Me miró asqueado. Al parecer
el jodido tenía más sentido de la moral que yo.
–¿Cómo va
a ser bueno?
–La parte
mala es que se ha olvidado de mí, pero la buena es que también lo ha hecho de
ti. Así que es la oportunidad perfecta, desaparece de nuestras vidas, ya. Ahora.
–Yo…YoonGi…
–Se acabó,
Jeon. –Dije firme. Esto no podía continuar–. Este es el final de todo esto. ¿No
has tenido suficiente? Lo siento, pero somos un matrimonio, y ningún niñato…
–¡Yoongi!
–Gritó ofendido. Jamás había escuchado tales palabras de mí y se sentía fuera
de lugar–. ¡Yo…!
–Vete,
antes de que llame a la policía… –Me miró confuso, no sabiendo donde estaba el
alcance de la verdad en mis palabras pero prefirió no jugársela. Miró de nuevo
a la puerta, confuso y se giró para marcharse no sin antes dirigirme esa mirada
que aun recuerdo. Una mirada que mezclaba la decepción por mis palabras, el
odio por mi comportamiento pero aun el férreo amor que me tenía. Jamás olvidaré
tampoco mis sentimientos en ese momento. Sentí un fuerte impulso de salir corriendo
hacia él. Correr para abrazarle y suplicarle perdón. Rogarle por su
misericordia porque esto dolía demasiado. Su indiferencia era mucho más
dolorosa que mi fingido desprecio. Mi propio teatro no era nada con el realismo
de su verdadero rostro. Todo el mundo se me iba con él pero cuando regresé
dentro de casa me sorprendí con otra realidad que me esperaba.
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