AMNESIA [PARTE II] (Jimin x JungKook x YoonGi) - Capítulo 16

 Capítulo 16

 

Yoongi POV:

 

El furioso invierno dio paso tempranamente a una primavera que rompía en rayos de luz. Estos se colaban como la hipocresía en nuestro matrimonio. Muy lentamente las falsas sonrisas comenzaron a consumirnos con furiosa violencia. Poco a poco nos deshacíamos en nosotros mismos y llegó un punto en que las excusas dejaron de servir. Ya nada salía de nuestros labios que no fuera la más banal de las realidades. La vida se tornó insulsa, indiferente. Nada nos hacía vivir más que nuestros propios demonios. Él vivía para descubrirme, yo vivía para ocultarme de él. Siempre fue así y durante varios meses nos vimos envueltos en esta atmósfera de falsos sentimientos encontrados.

Recuerdo bien aquél día en que me dijo que se iba. Un día cualquiera que tras comer y descansar un rato en el sofá, se vistió y se dispuso a salir.

–He quedado con Taehyung para dar una vuelta. –Me dijo como si nada y yo le miré desde mi espalda con desconfiada curiosidad. Pensé incluso que ahora él mismo me estaba siendo infiel pero me negué a mi mismo que Jimin no caería tan bajo como yo había hecho y que lo más probable es que fuera verdad y que se hubiera citado con TaeHyung para lavarse el cerebro con sus envenenadas palabras. Sucias de verdad.

No le dije nada y le dejé marchar mientras me acercaba a mi teléfono móvil y marcaba el número de Jeon. Estaba necesitado de su presencia y él accedió a quedar conmigo. Tras esperar por unas horas le recogí en su facultad y tuvimos sexo fugaz en mi coche. Ambos estábamos a acostumbrados a ello y a él en realidad le gustaba y le excitaba hacerlo así. No me opuse porque tampoco iba a arriesgarme a que nos encontrasen en casa. Aunque a mí me gustase más de esa forma. Cuando estaba llevándole de regreso a casa, sobre las once y media, mi teléfono móvil comenzó a sonar con una música estridente que hizo que Jeon diese un respingo en su asiento. Yo me reí de su gesto pero en realidad ocultaba el miedo por la llamada.

Saqué el móvil del bolsillo en mis vaqueros y reconocí el número de casa de mis padres como llamada entrante. Miré a Jeon y con esa mirada entendió que debía quedarse en silencio. Descolgué mientras conduje con una sola mano.

–¿Sí? ¿Mamá?

–¡Hijo! –Gritó ella nerviosa–. ¿Se puede saber qué diablos te pasa? –Miré a Jeon confuso e incluso él lo estaba porque escuchaba la voz de mi madre al otro lado.

–¿Ha ocurrido algo, madre?

–¡Claro que ocurre! ¡Jimin acaba de llamarnos a casa, llorando! –Tragué saliva.

–¿Qué ha hecho qué?

–¿Dónde estás? ¡Vuelve a casa con él! ¡Está muy nervioso!

–Ya estoy yendo, ¿qué es lo que ha sucedido?

–Ha llamado hace unos minutos, llorando. Parecía estar borracho. –Suspiré–. Dice que le estás siendo infiel. Que ya no le quieres y que vuestro matrimonio está roto. ¿Le has sido infiel, hijo?

–No, madre. Un compañero de su trabajo le habla mal de mí, es solo eso…

–¿Desde cuándo Jimin bebe? ¿Desde cuándo se emborracha y nos llama desesperado?

–¿Ha llamado solo por eso?

–Sí. ¿Te parece poco?

–Madre…

–¡Hijo! Sé un hombre y dile la verdad. Si le estás siendo infiel tienes que decírselo. Si ya no le amas, no le has sufrir más… Ay mi pequeño Jimin. Pobrecito mi niño… –Ella comenzó a lamentarse por Jimin. Comenzó a suspirar su nombre con voz llorosa y yo no pude por menos que colgar el teléfono, asqueado con ella, asqueado con Jimin, con TaeHyung. Conmigo mismo el que menos. Aparqué cuando llegamos a casa de Jeon y él me miró curioso. Le debía una explicación de lo sucedido y me miraba con ojos temerosos.

–¿Ha ocurrido algo malo?

–Nada, no te preocupes. Jimin ha llamado llorando a mis padres. Ya sabes, estos días no está muy bien.

–Ya bueno. Deberías volver. Te necesita.

–Pero yo te necesito a ti. –Susurré y él me miró compasivo besando mis labios con tristeza. Susurró en mis labios.

–Ve, no pierdas el tiempo. –Me besó de nuevo y salió del coche para meterse en el portal. Yo me quedé unos segundos respirando tranquilamente mirando a todas parte y divisé en la calle de enfrente una licorería abierta. No me lo pensé demasiado y salí del coche para adentrarme dentro de esa tienda y comprar una pequeña petaca forrada de cuero negro e hice que me la envolvieran. Regresé cuanto antes a casa y una vez estuve en la puerta me pensé muy seriamente si entrar. Lo que hubiera ocurrido no me parecía de importancia y sin embargo tenía que solucionarlo. No quería involucrarle y sin embargo había sido culpa mía. Resoplé varias veces desganado y me adentré consciente de que estaba perdiendo la paciencia para mentir.

Cuando llegué al salón vi a Jimin sentado en el sofá con el rostro escondido entre sus manos, sollozando, con los hombros convulsionados, con la televisión encendida, la botella de whiskey vacía y con un vaso a la mitad. Un cenicero con varias colillas y el humo acumulándose en el techo del salón. Hablé en un susurro tras aclararme la voz.

–¿Jimin? –Él no me contestó a pesar de que me oyó porque dejó de llorar y suspiró largamente–. Jimin, mi amor… –hablé acaramelado–. ¿Qué has hecho, ternura…?

–¡Qué has hecho tú, bastardo! –Gritó escondido por la sombra de sus manos en su rostro.

–Mi amor, mi vida…

–¡Vete! ¡No quiero verte!

–¿Por qué has llamado a mis padres, querido? Les has preocupado. ¿Qué es eso de que te estoy siendo infiel? Mi amor, cielo mío. –Me senté a su lado en el sofá y pasé mi mano por sus hombros lo cual pensé que rehuiría, pero me dejó hacer tranquilamente–. Te amo. ¿Por qué piensas estas cosas tan feas de mí? –Negó con el rostro.

–Te crees que soy idiota. Pero no. No te creo ya nada… –Todo él olía a alcohol.

–Hueles a alcohol. Ve a darte una ducha amor.

–¡Soy un alcohólico! ¿Verdad? ¿Esto no me hace dar cuenta de lo que pasa? ¡Sé muy bien lo que pasa aquí! Siempre que me giro estás metiéndosela a otro. ¿No es cierto? ¿Hum? ¡Dime cómo se llama! ¡Dime quien diablos es!

–Mi amor… no hay nadie…

–¿Con quién has estado hoy?

–He…

–¡Has estado con él! ¿Cierto? –Negué con el rostro en rotundo y antes de que volviese a interrumpirme, saqué la petaca envuelta de mi chaqueta. La miró confuso.

–He salido a dar una vuelta, a despejarme. Te he comprado esto. –Él la miró, le dio un par de vueltas y la abrió, descubriendo lo que era. Con el mínimo interés la dejó sobre la mesa y me miró con los ojos entrecerrados, como la esposa infiel que se ve recompensada con diamantes. Suspiró y me apartó la mirada con una sonrisa ladina.

–Sabes perfectamente que no va a durar mucho más tiempo eso. ¿Verdad? –Fruncí el ceño–. ¿Crees que no me doy cuenta? No soy idiota. Soy mucho más listo de lo que crees.

–Mi amor, ¿qué quieres que haga para…?

–No tienes que hacer nada. Namjoon te ha descubierto. –Fruncí el ceño–. Le he llamado, no ha quedado contigo ninguno de los días que me has dicho. Apenas habéis estado juntos fuera de la escuela. –Mordí mi lengua.

–¿Cómo has hablado con él? –Pregunté dándome tiempo a reaccionar.

–Te he mirado el teléfono. He copiado su número. Le he llamado y me ha dicho que no habéis estado quedando. Punto. –Suspiré apesadumbrado.

–¿Y por eso has llamado a mis padres? Jimin, esto es cosa nuestra…

–¿Solo nuestra? Y de ese hijo de puta que se ha metido en medio.

–No hay nadie, Jimin. No sé como decírtelo, mi amor. –Me puse en pie para parecer un poco más respetable. Eso me hizo mirar al piano, la partitura estaba casi completa. Aquél día se había esforzado en ella. Suspiré y él se dejó caer en el sofá. Miró al techo y dejó caer un largo gemido cansado del esfuerzo por llorar–. Mi amor, te amo. Ve a ducharte, te hará bien y te despejará la mente. Vamos. –Cogí su brazo y le incorporé para recibir un puchero de respuesta.

Sentado no había comprobado como el alcohol había hecho mella en su mente. Caminaba desequilibrado, con pasos torpes y algo cansados. Acercándose al baño le contuve y le pregunté si le gustaría que nos duchásemos juntos, él me empujó y se encerró en el baño por lo que me conduje al cuarto y me senté en la cama con un largo suspiro lastimero. Mordiendo mis labios miré a mí alrededor para descubrir el anillo de matrimonio de Jimin sobre su mesilla de noche. Lo miré, apesadumbrado pero convencido de que tan solo era un día malo. De que tan solo era una mala racha, una mala etapa producida por el alcohol.

Con un suspiro me acerqué al anillo y lo quise guardar en el cajón pero nada más abrirlo me encontré con un sobre. Un sobre que me hizo poner los pelos de punta. Un sobre que me heló la sangre y no me contuve a sacarlo nada más oí el agua correr en la ducha. Con un esfuerzo de voluntad sobrehumano cogí el sobre y lo abrí con ojos nerviosos. Unos ojos que se empañaron nada más reconocí el rostro de Jeon en la primera foto. Y en la segunda, y en la tercera. Y en todas y cada una de las que había. Suspiré y de mis ojos salieron dos lágrimas que terminaron de cegarme. Él lo conocía, lo habría estado siguiendo y si no, había hecho que alguien lo siguiese por él. El miedo me consumió y saber de su completo conocimiento me abrumaba. Guardé el sobre en su sitio y me desplomé en el colchón rompiendo a llorar. Todo el mundo se me vino encima. El cielo que quebró y cayó sobre mi cabeza. Me dejó inconsciente y me hizo una profunda brecha. Me hubiera gustado que me produjera amnesia.

 



Capítulo 15                   Capítulo 17                   

 Índice de capítulos

 

 

Comentarios

Entradas populares