AMNESIA [PARTE II] (Jimin x JungKook x YoonGi) - Capítulo 11
Capítulo 11
YoonGi
POV:
Nada más
meter la llave en la ranura de la puerta de mi casa sentí una tremenda descarga
de adrenalina por toda la realidad cayendo a plomo sobre mis hombros. Respiré
profundamente y me deshice de ella antes de dar un paso dentro.
La
oscuridad me sorprendió y la única luz de referencia que encontré era la tele
en un constante movimiento pero con el volumen bajo. Una serie de estas que
nadie ve pero que siempre está en antena se reflejaba en la pantalla mientras
que un Jimin dormido yacía en el sofá con una manta sobre su cuerpo, encogido
en una bola. Algo dentro de mí me preguntaba si no era yo un hombre afortunado
al llegar y contemplar esta escena. Yo me dije que sí, pero la bondad nunca
había sido una de mis virtudes.
Había una
taza de chocolate vacía y tan solo con los posos restantes en la base. Un plato
con migas de lo que parecían ser unas pastas de mermelada de fresa, con media
mordida. Su pequeño y dulce rostro estaba apoyado en la palma de su mano
hinchando sin querer sus cachetes. La luz de la televisión se reflejaba en su
rostro y sus pequeños ojos dormidos se movían debajo el párpado, en un sueño
que parecía agradable por la apacible sensación que me transmitía su cara. En
silencio apagué el televisor y me senté en el sofá mientras acariciaba su
cabello revuelto en el almohadón. Se despertó sobresaltado pero al reconocer mi
silueta sonrió, agradable.
–Hyung…
¿Qué hora es? –Preguntó desorientado y yo acaricié su mejilla, le dije que las
doce y que se levantara, que era hora de dormir. Aquella noche no besé sus
labios y cuando él me pidió un beso, besé todas las partes de su rostro hasta
que se sintiera satisfecho, por miedo de que saboreara en mí los labios de otro
hombre. Dormí abrazado a él pensando en que me encantaría que fuera Jeon quien
me abrazase a mí. Deseaba tener ese recuerdo con él y ya imaginaba como sería
la próxima vez que nos viésemos. No sería pronto, eso lo sabía. Pero lo
suficiente como para no suplicar por su presencia a mi lado. Nada volvió a ser
igual. No quería verme así. Reconocerme que había comenzado a querer a otra
persona. Ni siquiera me atrevo ahora a decir amor. ¿Un capricho? Puede ser,
pero era una necesidad primaria igual que la de un niño al rogar por golosinas
en una tienda de caramelos. Algo primitivo, algo animal.
…
Después de
aquello Jeon y yo volvimos a vernos un par de veces más. Nos vimos en un parque
en un día que el viento amainaba y otra vez más en donde tan solo nos
revolcamos en mi coche. Supimos nada más vernos la siguiente vez que esto no
era algo de dos días. Algo mucho más grande nos estaba ocurriendo y ambos
estábamos deseosos del otro, del rostro, de la voz, del olor, de la forma en
que follamos. Todo se nos hacía cuesta arriba cuando no estábamos en compañía
de la otra persona pero he de reconocer que al principio a mi tampoco se me
hacía demasiado placentera la presencia de Jeon. Yo me fui relajando. Me fui
confiando y comencé a tomar menos precauciones en respecto a besarnos o vernos
en público. Al principio veía ojos por todas partes, miradas furtivas que me
juzgaban, que cuestionaban mis actos con dureza. Dejé de verlas con el tiempo
pero al parecer, unos ojos de todos aquellos sí fueron reales. Unos ojos
abrasadores y entrometidos. Unos ojos amigos.
El viento
soplaba y no había cesado en horas. A Jimin le tocaba sustituir a un camarero
en su cafetería y le había doblado el turno. Era de tarde cuando llegó y el
cielo estaba ya casi oscurecido por completo. Eran las nueve o alrededor si no
recuerdo mal porque estaba a punto de levantarme para hacer algo de cena cuando
el sonido de las llaves en la cerradura de la puerta estaba soñando. Miré a la
puerta distraído, asegurándome de que era Jimin quien entraba pero su rostro
estaba oscurecido por su mano en sus ojos y sus labios temblorosos no eran
capaz de saludarme.
–¿Jimin?
–Pregunté pero me ignoró mientras entraba y destapaba sus ojos para pasar el
dorso de su mano por su labio superior y limpiar los mocos de su nariz–. Jimin,
¿qué ha ocurrido? –Me miró, al principio rencoroso y enfadado pero tras verme
con una expresión perdida y con las manos temblorosas vino a sentarse conmigo
en el sofá y se dejó caer en mi hombro llorando. Sus hombros temblaron y se
contrajeron nerviosos. Sus manos me apretaron con fuerza, lleno de ira y miedo.
–¡Dime que
no es verdad! –Me gritó y rápido sentí la adrenalina devorarme. Sentí todo mi
cuerpo sumido en la desesperación y busqué su rostro entre mi ropa sin
hallarlo. No me dejaba mirarle–. ¡Dime que no es cierto! ¡Te lo ruego! ¡Te amo,
hyung!
–¿Qué
estás diciendo? ¿Qué es lo que ha ocurrido?
–¡Dicen
que te han visto! ¡Que te han visto con otro chico!
–¿Qué
estás diciendo, mi amor? Claro que me han podido ver con otras personas… ¿A qué
te refieres?
–¡Taehyung!
–Gritó con fuerza y sentí como todo mi odio se canalizaba hacia una persona,
hacia un rostro conocido–. ¡Dice que te ha visto con un chico besándote!
–Fruncí mi ceño y juro haber hecho la mejor interpretación de inocencia de toda
mi vida. El miedo ayudó a que la expresión de desconcierto fuera mayor.
–¿Qué
tontería es esa? ¿Cómo me van a haber visto con un chico…?
–¡Eso dice
él! Estás muy raro estos días, estás desaparecido, siempre con el teléfono.
–Sus lágrimas se hacen mayores y su voz se pierde entre el llanto–. ¿Es NamJoon?
¡Dímelo! ¿Es él?
–¡No estoy
con él! ¡No estoy con nadie más que contigo, mi amor! –Cogí su rostro en mis
manos y besé sus labios. Sorprendentemente se dejó hacer pero su mirada seguía
siendo desconfiada y temerosa.
–¿Me lo
prometes? ¡Dice ha sido en el parque cerca del río Han! ¡Dice que ha sido con
un chico más alto, moreno, con la ropa de color…!
–Ni caso,
mi amor. ¿Qué tontería es esa? ¿Qué iba a estar haciendo yo en un parque?
–Suspiró esta vez algo más calmado.
–Él dice
que te ha visto… ha sido justo el día que saliste a comer con NamJoon. Ese
mismo día, dice él.
–Mi amor.
¿Quieres que llamemos a Namjoon? ¿Quieres que…?
–No, da
igual. –Suspiré, tranquilo. Aliviado. Sabía que no querría comprometer a más
personas en una tontería y de haberle querido llamar, no sé qué habría hecho
pero fue lo primero que se me ocurrió.
–Mi amor,
no tengo nada que esconderte, solo hablo de vez en cuando con Namjoon, por
cosas del trabajo, tiene un alumno problemático y no sabe cómo afrontarlo, es
solo eso. Nos hace bien salir, de vez en cuando… –Suspira tranquilo.
–Pero
Taehyung… –Ahora soy yo quien suspira extasiado de escuchar su nombre por todos
lados. Me levanto y camino a la entrada para ponerme unas zapatillas y el
abrigo–. ¿A–A dónde vas?
–A hablar
con Taehyung, ahora vuelvo.
–¡No! ¡No
hyung! ¡Ven! ¡Ven ahora mismo! –Ambos salimos por la puerta y aunque le
gustaría detenerme, que capacitado está para ello de su fuerza, mi ira no puede
afrontarla y camino escaleras abajo hasta salir a la calle y el viento me golpea
duramente. El jersey que llevo debajo no está pensado para salir con apenas un
abrigo pero el calor por el momento sacia el frío y antes de lo que me creo ya
veo la tienda y como Taehyung está cerrándola, es ya tarde. Jimin me sujeta uno
de los brazos pero yo me basto de tirones para deshacerme de su agarre. Cuando,
por culpa del escándalo, TaeHyung mira en nuestra dirección, todo su rostro se
rompe entre el miedo y la sorpresa.
–¡Tú!
¡Hijo de puta! –Me acerco con el rostro descompuesto y él retrocede un paso
pero cuando ve a Jimin a mi lado, intentando defenderle, se agranda sacando
pecho y encarando mi amenaza–. Voy a partirte la boca si vuelves a contarle
mentiras a mi esposo. –Mis palabras le desconciertan pensando que iba a
reconocerle lo sucedido y que me enfadaba por haber sido descubierto. Si algo
aprendí es a mantener la mentira hasta que sea inevitablemente descubierta. Aún
podía sostenerlo. Lo haría por un año más.
–¿Qué
estás hablando? –Me preguntó mientras se guardaba las llaves del local en el
bolsillo–. ¿Vas a negarme que estuviste con un chico en ese parque? ¿Hum?
–¡Claro
que sí! –Jimin tiraba de mi brazo para regresar pero yo no quería marcharme.
Había convencido a Jimin, también le convencería a él–. Yo ese día estaba con
mi compañero de trabajo comiendo en un restaurante…
–¿Tienes
pruebas de ello? –Me preguntó directo y yo fruncí el ceño. Podía ver en sus
ojos la seguridad de lo que él vio. Esperaba que él viera en mis ojos el
verdadero amor que sentía por mi esposo, a pesar de todo.
–¿Necesito
pruebas? ¿Eres policía? ¿He cometido un crimen?
–Estás
engañando a mi amigo, hijo de puta. –Escupió y Jimin tuvo que agarrarme del
brazo para no golpearle. Jimin solo gritaba.
–¡Volvamos....
Hyung! ¡Volvamos a casa! Es tarde, hyung…
–¡Déjame,
Jimin! ¡Este entrometido no va a volver a meterse en nuestro matrimonio!
–Él es mi
amigo, y tú le estás engañando…
–¡Estás
loco! ¡Ahora lo entiendo! ¡Te gusta mi esposo! –Le miré señalándole con un dedo
acusador. Jimin detuvo su zarandeo, más asustado que TaeHyung y ambos se
miraron confusos.
–¡Estás
completamente loco! ¿Ves en mí tu infidelidad? ¿Acaso no te besaste con ese
chico? ¡Yo lo vi! ¡Le comiste la boca!
–¡Tú!
–Señalé de nuevo y le golpeé aprovechando la desorientación de Jimin. Taehyung
cayó al suelo y eso me pareció suficiente. Su labio no sangraba pero lo había
enrojecido. Jimin cogió mis brazos y los puso a mi espalda para que no pudiera
golpear de nuevo. Sorprendentemente imaginar los labios de Jeon besándome,
apelando al recuerdo, la ira salía con más fluidez de mi cuerpo. Eso me pareció
asombroso y aún hoy día sentir como alguien puede hablar o atentar en contra de
Jeon, me hace sentir la impotencia más destructora.
–¡Vete
Taehyung! –Le suplicó Jimin temeroso de que volviese a golpearle. Las personas
que pasaban a nuestro alrededor se quedaban expectantes. Jimin gritaba, yo
gritaba. Taehyung se levantaba a duras penas y caminaba lejos aun mirando en mi
dirección.
–¡No
vuelvas a mentir a mi esposo! ¡No sabes con quién estás jugando!
Cuando él
hubo desaparecido todo terminó y Jimin me condujo en contra de mi voluntad de
nuevo al piso, porque yo aún ansiaba golpearle de nuevo. Cuando llegamos me
deshice del abrigo furioso. Ya no sabía si estaba interpretando o si
verdaderamente estaba furioso por algo. Tal vez porque alguien me hubiese
abierto los ojos o tal vez incluso porque mencionarle a él de otros labios,
resultase ensordecedoramente doloroso. Los labios de Jimin me besaron cuando me
senté en el sofá. Yo le besé a él y devoré su boca gustoso. Aquella noche le
demostraría cuánto le quería. Le demostraría que le deseaba ferozmente y con
pasión.
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