AMNESIA [PARTE II] (Jimin x JungKook x YoonGi) - Capítulo 1
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💬 Gracias por animarte a leer este fanfic.
Comunico aquí que esta es la segunda temporada de tres. (Si quieres seguir
leyendo te aconsejo que leas primero la temporada uno): "Amnesia
(Jimin x Jungkook x YoonGi) [Parte I]"
Si ya leíste la primera parte,
espero que te haya gustado y estés preparado para una nueva temporada.
Disfruta.
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Capítulo 1
Yoongi
POV:
Ha pasado
demasiado tiempo ya desde que estoy en Seúl. Desde que me casé y sucumbí, como
ya puedes saber, a un suculento adulterio que mantuve a la sombra de los ojos
de mi esposo tan solo por la férrea necesidad de sentirme deseado de nuevo.
Pero aún es pronto, ¿no? Aún debemos conocernos, mi nombre es Min Yoongi. Nací
hace ya veintinueve años en Daegu en una pequeña casa donde mis padres me
criaron con amor, paciencia y cariño. Nunca tuve queja alguna y lejos de
sentirme distanciado o incomprendido por ellos como se sentían mis compañeros
de la escuela, yo podía decir orgulloso que mis padres me apoyaron en todas las
decisiones que tomé y tal vez fue gracias a ellos que no me sentí tan culpable
de mis decisiones erróneas cuando las cometía o de mis fallos naturales. Ellos
siempre estuvieron ahí para levantarme de nuevo. No quiero sonar como un niño
mimado, y lejos de ser así, mis padres me dejaron equivocarme tantas veces como
pude siempre y cuando yo aprendiese de mis errores.
El sol era
siempre soleado en Daegu hasta que me enamoré de un chiquillo de mi escuela.
Era un chico de mi edad que se contoneaba graciosillo mientras me hacía
enfadar. Yo me vi inmerso en un mundo que no había conocido jamás. Lejos de
sentirme con los pies sobre el suelo, volaba lejos y libre siempre y cuando él
estuviera a mi lado. En sus ojos podía encontrar el refugio que jamás había
encontrado en mi propio mundo y con él, todo parecía fácil y efímero. Me hice
adicto a esnifar cada pequeño recuerdo y a consumir con avaricia todos los
momentos que compartíamos. Apenas teníamos catorce años, pero para mí, aquello
supuso una experiencia que me trastocó. Nunca antes había sentido el deseo
carnal por nadie y él me lo provocaba como ninguno. Solo con mirarme, con
tocarme. Con sus violentos juegos en los que ambos siempre acabábamos por los
suelos mientras nos intentábamos zafar del otro. Nos vi como pequeños
animalillos experimentando en su más férrea naturaleza. Dos leones mordiéndonos
las melenas.
Sin temor
alguno me senté frente a mis padres en el salón y ellos me escucharon con
atención. Llevé mi mano a mi corazón y confesé mis sentimientos con un miedo
que jamás antes me había dominado frente a ellos. Les hablé de esa extraña luz
que habitaba en el fondo de su alma y que tan bien sabía confortarme. Les conté
de la calidez de sus abrazos cuando me había visto triste y de cómo su sonrisa
podía hacer que un día lluvioso se tornase colorido y animado. Ellos me comprendieron.
Él no. cuando, aconsejado por mis padres, me confesé a él lo primero que vi en
él fue la cara de repulsión que duraría en mi recuerdo para siempre. Un intenso
odio que se mezclaba en sus ojos con la traición y la tristeza. Se alejó de mí
un par de pasos para dejar distancia entre ambos y se llevó la mano a los
labios mientras negaba con el rostro, completamente decepcionado con mi
comportamiento. Palmeó mi hombro disgustado y habló serio. Mucho más adulto de
lo que había visto en él jamás.
–Ya no
podemos seguir siendo amigos. Lo has fastidiado todo Yoongi…
Ya no
volví a hablar con él. Dejé de ver en él
esa brillante luz en sus ojos. Una luz que solo veía cuando él me miraba a mí y
durante mucho tiempo pensé que no volvería a ver la misma calidez en nadie más.
Todo cambió años después.
Cuando
terminé los estudios de secundaria me trasladé a la universidad de magisterio
para chicos de secundaria. Me había pasado la vida odiando las clases y los
profesores pero el masoquismo me hizo adentrarme en esa carrera. ¿Qué motivos
hubo para ello? He de ser sincero, no muchos. Nunca se me había dado bien nada
más que la paciencia infinita y la capacidad de almacenar conocimientos
inútiles. Estas eran las únicas cualidades que se me pedían para entrar en la
carrera y accedí gustoso, desanimado por no haber encontrado algún don que
poder explotar como el artístico o el matemático. Un profesor de música. Punto.
En la
universidad se me abrieron un mundo de posibilidades que hasta ese momento no
me había planteado. El ambiente era mucho más desenvuelto, mucho más agradable
de lo que jamás me habría imaginado. Las personas, cada una en un mundo
particular, gozaban de la libertad de la edad propia igual que yo hacía. Las
asignaturas eran en su mayoría aburridas pero me consolaba el hecho de que yo
había escogido la carrera y me preparaba para especializarme en lo que en un
futuro sería mi trabajo. Con los años fui escalando cursos entre libros y copas
de alcohol barato que acabó por aburrirme. No llamaba mi atención más que el
ambiente de los amigos propios de mi edad. Un grupo de amigos que nos veían
como inseparables. Perfectamente unidos. Yo negaba con el rostro a escondidas y
en cuanto pude, me mudé a Seúl tentado por una prueba de trabajo una vez
terminé la universidad. Hice un par de pruebas, algunos trabajos y me aceptaron
en una escuela del centro.
Aún
recuerdo los rostros descompuestos de mis amigos. Esos rostros confusos a la
par que decepcionados. La decepción marcaba sus rostros tanto como marcaba la
de aquél chico del que ya no recuerdo ni las más evidentes formas de su rostro.
Ellos me miraron por encima del hombro como si realmente les hubiera
traicionado. La traición en sus rostros, era evidente, más no me importaba. Mi
interés personal marcaba mis pasos y ya estaba decidido. Tampoco me harían
cambiar sus palabras retrógradas mientras me marchaba con una gran sonrisa
adornando mi rostro.
Cuando
llegué a Seúl con veintitrés años, recién acabada la carrera solo me esperaba
comenzar como profesor en prácticas en un centro de la capital y pedí
alojamiento provisional en un motel maloliente que me resultó tremendamente
acogedor, a pesar de todo. Los chicos que vivían a mi alrededor estaban la
mayoría en la misma situación que yo y agradecí tener de vez en cuando algo de
conversación animada y jovial. Mi vida nunca había sido algo excitante ni
animada. Mi vida nunca había tenido sentido hasta que le conocí. Park Jimin.
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