AMNESIA [PARTE I] (Jimin x JungKook x YoonGi) - Capítulo 5
Capítulo 5
Jimin POV:
En la
televisión se reproduce una película. Según, YoonGi, una de mis favoritas, pero
he de reconocer que no me llama demasiado la atención por lo que simplemente me
acurruco en el sofá mientras una manta me cubre y en el otro extremo, YoonGi
come de un pequeño bol de palomitas una a una. Las coge entre sus dedos sin
mirarlas y las lleva a sus labios. Las roza primero con los labios y después
abre su boca para introducirlas dentro. Sus ojos, pequeños y brillantes por la
luz de la pantalla en ellos, muestran las imágenes de la película y no es hasta
pasado un buen rato que no es consciente de mi mirada y yo la aparto
avergonzado. He estado demasiado tiempo mirándole y se ha sentido incómodo.
–¿Por qué
me miras? ¿No te gusta la película? –Pregunta decepcionado.
–No es
eso. Es solo que… bueno... me gusta como comes palomitas. –El se sonroja y
sonríe agradecido por mi cumplido. Regresa con la mirada a la televisión pero
yo miro fuera y puedo ver como poco a poco la tarde da paso a la noche que en
unas horas nos habrá consumido por completo y como los pájaros rompen el cielo
con su vuelo. Las nubes lejanas se colorean por las tonalidades de la caída del
sol y los rosas y azules se mezclan para crear una gama completa. Al menos, lo
poco que puedo ver de entre los edificios. Ya han pasado un par de días que me
encuentro en esta casa y por mucho que quiera sentirme cómodo y en mi propio
hogar, sigo sin verme en él. La cama se me hace extraña, la distribución,
complicada. La compañía, amarga.
Un pitido
me saca de mi ensoñación y seguido de él, una vibración en mi bolsillo. Mi
móvil suena y lo saco de entre el vaquero para mirarlo detenidamente, no más
que YoonGi que desde la otra punta del sofá deja las palomitas en la mesa y me
hace girar la muñeca para ver el nombre en la pantalla.
–¿Taehyung?
¿Qué quiere este ahora? –Pregunta devolviéndome el control de mi propia mano
celoso de haber interrumpido la velada. Yo sonrío por sus infantiles celos y
desbloqueo curioso el móvil para ver el mensaje de este tal “TaeTae” de mi
móvil.
––Ya me han dicho en el trabajo que has
despertado y estás en casa. ¡No sabes lo preocupado que estaba por ti!
>.<’’
–¿Quién es
Taehyung? –Pregunto mientras miro con una sonrisa su mensaje–. Parece un buen
chico–. Miro la foto de su perfil en el contacto y me sorprende una enorme
sonrisa cuadrada enmarcada por unos ojos pequeños y rasgados. Sonrío con ella
sin querer.
–Tu
compañero de trabajo en la cafetería. Ni caso. –Me aparta el móvil y lo deja
sobre la mesa pero cuando vuelve a vibrar lo cojo, posesivo y alejándolo de la
mano de YoonGi que me mira furioso.
–Déjame al
menos contestar, no quiero ser maleducado. –Pone los ojos en blanco y miro el
nuevo mensaje que he recibido de él.
––¿Cuándo te recuperarás? Esto está tan triste
sin ti…
––Hola. Estoy bien. Me encantaría regresar
cuanto antes. Ahora estoy viendo una peli con Yoongi, no puedo hablar.
––¿Con Yoongi? –Pregunta antes de que pueda
deshacerme del móvil.
––Sí, mi esposo…
––Ya… bueno. Como quieras. Me alegra saber que
estás bien, Jiminie. ¿Nos vemos pronto?
––Claro. Un día de estos…
Yoongi
termina por arrebatarme el teléfono y lo deja sobre la mesa y para que no me
oponga, se acerca más a mí y se sienta a mi lado mientras se cubre también con
la manta. Hace un puchero infantil y yo sonrío por ello mientras me mira como
un niño celoso y abandonado.
–No me
gusta Taehyung… –Me confiesa–. Me siento celoso cuando estás con él.
–¿Hice
algo que no debiera? –Pregunto y sus ojos me mira con una tristeza que no había
visto hasta ahora en él.
–No,
Jimin. Es solo que él a veces me roba tiempo de ti. Solo eso. –Asiento.
–No lo
hará más. –Él sonríe y yo me acurruco más entre la manta hasta que el timbre
suena y me hace dar un respingo en el asiento. Es la primera vez que oigo el
timbre y no lo habría reconocido si no hubiera hecho retumbar todo el piso.
Yoongi se tensa en cuestión de segundos y me mira aunque al principio con una
hierática expresión, acaba sonriendo amable y me pide en un susurro que no me
mueva del sofá, que aunque acogedor, no me prohíbe ver quien ha llamado a la
puerta si me giro. Él espera que no lo haga porque me toca un par de veces el
hombro reconduciéndolo hacia la tele y yo le obedezco, pero cuando el timbre
vuelve a sonar otra vez antes de que YoonGi haya llegado a la puerta, me veo
obligado a mirar por encima del respaldo del sofá para descubrir a quien ha
perturbado la tarde.
Con el
ceño fruncido, YoonGi abre la puerta blanca y tras ella, el rostro de un chico
aparece con ojos titilantes y gestos nerviosos. Un chico más alto que YoonGi,
una cabeza casi. Me hace sentir inquieto pero más me lo hacen sus rasgos en el
rostro. Unos ojos oscuros, grandes, tremendamente llamativos al igual que el
resto de él. El pelo castaño, desordenado, que cubre su frente y parte de uno
de sus ojos con un mechón descuidado, ha venido corriendo. Está nervioso. Algo
me asusta más en él y es la expresión de YoonGi cuando al fin sus miradas
coinciden y puedo ver como YoonGi intenta cerrar la puerta tan solo por la
desagradable vista pero el chico no le deja, comenzando a hablar
atropellándose.
–Déjame
entrar, tengo que verle. Vamos, tengo que hablar con él. –Su mano se interpone
en la puerta no dejándole cerrar–. Yoongi por favor, no me hagas esto. Quiero
verle, quiero…
–¡Basta!
¡Vete! –Nada sirve y cuando YoonGi se rinde ante la fuerza de su adversario
puedo ver aún mejor como el rostro del desconocido mira directamente a mí,
sentado en el sofá. Sus ojos me atraviesan y puedo reconocer en él y en todas
sus facciones un extraño cosquilleo en mi interior. Mis manos sudan de repente
y muerdo mis labios inconscientemente, intentando sofocar la adrenalina que me
está recorriendo. Tan solo puede ver de mí mis ojos por encima del respaldo del
sofá, pero parece serle suficiente porque se calma y aguarda fuera mientras es
YoonGi ahora quien me mira y yo retiro la mirada, sintiéndome culpable de haber
estado observando. Yoongi, con un empujón saca fuera al chico y sale él también
mientras deja la puerta entreabierta. Casi como un acto reflejo, dominado por
la curiosidad, quito el volumen de la televisión y escucho atentamente cada una
de las palabras que me entran desde del exterior.
–¿Se puede
saber qué diablos haces aquí? Te dije que no volvieras aquí.
–No podía,
Yoongi. ¿No sabes lo mal que me siento?
–Ha sido
todo culpa tuya. Esto no habría pasado si tú…
–¡¿Mía?!
–Oigo un resoplido por parte de ese chico y me levanto con sigilo para
acercarme poco a poco a la puerta. Las voces no son claras y quiero claridad–.
No quiero hablar de eso. Solo quiero saber cómo está. Quiero pedirle perdón por
la parte que me toca.
–No quiero
que vuelvas a verle. Y yo tampoco quiero volver a verte. –Sentencia con voz
calmada Yoongi. Pasan unos segundos hasta que siguen hablando.
–¿Cómo
está? –Pregunta el chico olvidando las palabras anteriores.
–Bien. ¿No
le has visto?
–¿Se ha
recuperado bien? No he podido dormir por su culpa…
–Perfectamente,
ahora, lárgate.
–¿Ni
siquiera vas a dejarme aclarar las cosas con él? Terminarlo de una vez. Tengo
que hablarlo con él…
–No hará
falta. Ha perdido la memoria. –Otra vez unos segundos incómodos en silencio.
–¿Cómo?
–Pregunta el chico incrédulo–. No… no puede ser…
–Pues sí.
No sé si verlo como algo malo o como algo bueno.
–¿Cómo va
a ser bueno? –Se escandaliza el joven.
–La parte
mala es que se ha olvidado de mí, pero la buena es que también lo ha hecho de
ti. Así que esta es la oportunidad perfecta, desaparece de nuestras vidas, ya.
Ahora.
–Yo…YoonGi…
–Se acabó,
Jeon. Este es el final de todo esto. ¿No has tenido suficiente? Lo siento, pero
somos un matrimonio, y ningún niñato…
–¡Yoongi!
–Grita–. ¡Yo…!
–Vete,
antes de que llame a la policía… –De nuevo un silencio extraño y como oigo unos
pasos alejarse pasillo abajo, camino a grandes zancadas hasta el sofá y me
siento de nuevo rodeado por la manta como si no me hubiese movido de ahí. Miro
con curiosidad a YoonGi cuando entra y camina con los hombros caídos hasta el
sofá para desplomarse en él. Me siento más a su vera y le rodeo con la manta lo
cual me agradece con una sonrisa. Yo se la devuelvo y él me mira un poco
titubeante, esperando a que le pregunte por lo sucedido.
–¿Quién
era? –Pregunto como si nada.
–Nadie
importante, no te preocupes.
–¿Seguro?
¿Yo le conocía? Parecía querer hablar conmigo.
–Yo lo he
solucionado. No quiero que tengas que lidiar con personas que no recuerdas aún.
–¿Todo
está bien? –Le pregunto de nuevo y él suspira asintiendo–. ¿Seguimos viendo la
película?
–Claro.
–Asiente y yo me acurruco abrazándome a su brazo y recargo la cabeza en su
hombro, no sin antes besar su mejilla. Es el primer contacto íntimo que tenemos
y me alegro de haberlo hecho porque su expresión cambia a una mucho más
agradable y se deja caer mientras me susurra un “te quiero” antes de volver a
centrarse en la pantalla. Tal vez la película sea demasiado aburrida pero no
puedo evitar seguir pensando en los ojos tan oscuros de ese chico, la pequeña
curva en la forma de sus labios, la silueta de su nariz, la de su mandíbula. Su
altura, su físico, su voz, incluso. Todo parece sacado de un sueño lejano. Un
sueño del que no recuerdo haber despertado.
Comentarios
Publicar un comentario