ABEL Y CAÍN (YoonMin) - Capítulo 8

 CAPÍTULO 8


YoonGi POV:

 

Hoy las luces están algo más bajas. La intimidad predomina en la habitación e incluso la abundancia de personas normal ha disminuido. En uno de los sofás de la trasera estamos sentados Jeon y yo el uno pegado al lado del otro. En la mesa enfrente de nosotros, sentados en el suelo a su alrededor, están Hoseok y Namjoon, y Taehyung está en un sofá individual apartado, con una tablet y un libro en sus manos.  Hoy no hay mujeres. Es noche de chicos.

–Hyung, ¿Qué hiciste ayer? –Me pregunta Jeon mientras coge mi mano en la suya.

Sobre la mesa están representados todos y cada uno de nuestros vicios. Mientras Namjoon rellena unas copas con algunas bebidas alcohólicas, Hoseok está quemando en su mano un poco de hachís para moldearlo y darle la forma que dependa del cigarrillo que se va a hacer. A su lado, una cachimba luce orgullosa en la mesa y a su lado una pequeña bolsa con marihuana la acompaña. Me imagino a Jimin aquí sentado, a mi lado, observando la misma escena que yo y me pregunto en qué diablos pensaría.

–Estuve trabajando hasta tarde. –Le dije mientras jugueteaba con mis dedos en su mano. El contacto se sentía agradable y cálido. Le extrañaba.

–¿Por qué? –Pregunta curioso.

–Me hicieron un encaro de última hora y para el lunes. –Saco el móvil y busco una de las fotos que le hice a la maravillosa moto que terminé anoche. Jeon se queda sin palabras pero al mismo tiempo exclama cosas inconexas.

–¡Hyung! Es uno de los mejores que te he visto hacer. –Tras cambiar parte de la carrocería, pinté varias llamaradas de fuego rosa en los laterales y los manillares los cubrí con pelo rosa al igual que parte de los asiento de cuero.

–La chica que me encargó la restauración me ha pagado mucho dinero siempre y cuando estuviese para el lunes. No quería tener que ir al taller en el fin de semana. Además me sentía inspirado.

–Es muy bueno. –Me devuelve el móvil y regresa su mano a la mía. Namjoon me extiende una de las copas de Malibú con zumo de piña y coco y yo lo acepto encantado. Jeon por el contrario le pide la botella de Ginebra y bebe varios tragos de ella–. ¿A qué este cambio? –Me pregunta–. ¿Hoy no quieres divertirte? –Me pregunta dada la baja graduación en comparación con la suya.

–Quiero estar sobrio cuando TÚ y YO nos divirtamos esta noche.

–Hyung… –Se hace el remolón–. ¿Abusarás de un niño pequeño y alcoholizado?

–Vaya, esperaba que el niño pequeño y alcoholizado abusase de mí. –Ambos reímos y me incorporo en el sofá para alcanzar un cigarrillo de marihuana y llevarlo a mis labios. Me reclino de nuevo en el sofá y Jeon pasa su brazo por mis hombros mientras que con un mechero enciende la punta del cigarrillo.

–¿Qué me comprarás cuando cobres el dinero? –Me pregunta con un puchero en los labios. Yo trago el humo y lo expulso inundándonos en una niebla con olor a marihuana.

–¿Debería comprarte algo? –Asiente convencido–. ¿Tal vez un dildo para que te entretengas cuando no estoy yo? –Se escandaliza por mis palabras.

–¡Hyung! ¡Qué tontería es esa! –Me arrebata el porro y le da una calada. Incluso a sus diecisiete años es precoz para la bebida y el resto de drogas en el ambiente.

–¿Qué quieres entonces?

–Quiero que me invites a un helado. –Dice sin más y se encoge de hombros. Yo le miro y veo en él a un niño. Me acurruco en sus brazos.

–Lo que quieras. –Al minuto pretende pasarme el cigarrillo pero le niego y me incorporo alejándome de su agradable contacto–. Voy al baño.

–Si necesitas ayuda, llámame. –Me guiña un ojo y yo desaparezco sonrojado por sus impudorosas palabras.

 

Jimin POV:

 

El autobús me deja en la entrada del polígono desde donde veo el cartel de la tienda de alquiler de coches. Camino con las manos metidas en el abrigo de plumas azul que me mantiene caliente ante el frío de la noche. Escaparme tan descuidadamente de casa ha sido todo un subidón de adrenalina e incluso me siguen temblando las piernas por la emoción pero a medida que me acerco a pasos agigantados comienzo a pensar que no ha sido buena idea y que tal vez esté interrumpiendo algo importante. Pero por otra parte pienso que es ahora mi hermano y debo saber todo sobre él y no debemos tenernos secretos el uno con el otro. Confío en que me cuide, y que si algo me pasa, sepa cargar con las consecuencias de lo sucedido.

Cuando llego a la entrada me sorprende que todas las luces estén apagadas y que, a pesar de ello, oigo voces en su interior. Me acerco a la puerta de cristal desde donde puedo ver el interior vacío de personas pero repleto de coches de alta gama. Los miro asombrado y divertido pero tras intentar entrar, descubro las puertas cerradas. El sonido de las voces, risas y alguna estridente carcajada, me hacen caminar alrededor del edificio hasta que me adentro por un callejón que da a la puerta trasera. Allí no está cerrado y entro con facilidad aumentando la emoción en mi cuerpo. Intento escuchar de entre todas la risas la que más familiar me suene buscando la de YoonGi entre ellas pero ninguna se me parece y comienzo a dudar de que realmente él esté aquí.

Nada más entrar hay un pasillo. Parecen las oficinas de la tienda y tan solo de una de ellas sale luz lo que me lleva a caminar hasta la entrada de esta. Una vez allí me asomo al interior descubriendo una nube de humo que flota por el techo y una atmósfera irrespirable en toda la sala. Las voces y las risas proceden sin duda alguna de esta habitación y tras rebuscar entre los rostros el de mi hermano no lo encuentro. Decepcionado pretendo marcharme pero unos ojos han recaído en mí y ahora me miran nervioso. Casi asustado. Me escondo tras el umbral de la puerta pero su voz me hace mirarle nuevamente.

–¡Eh, tú! ¿Quién diablos eres? –Me asomo de nuevo y ahora los cuatro rostros allí me observan, algunos nerviosos, otros enfadados por mi presencia.

–Ji–ji…

–¡Oh! –Exclama compadecido por mi tartamudeo–. ¡Vamos, acércate! –Me dice ese chico, sentado tan despreocupadamente en un sofá con un cigarro en las manos. Yo entro un par de pasos internando las manos en los bolsillos de mi chaqueta y él se levanta mirándome de arriba abajo.

–¿Qué haces aquí? –Me pregunta uno de ellos, sentado al borde de una mesa en el centro de la sala–. ¿Qué quieres de mi negocio a estas horas?

–¿Tú eres el señor Kim? –Hace una mueca extraña.

–NamJoon para los amigos. –Sonríe–. ¿Qué quieres? Estamos cerrados. –El chico que estaba sentado en el sofá se ha acercado a mi lado y veo que me saca casi una cabeza. Me siento intimidado y yo escondo mi rostro de él.

–Bu–Busco a alguien. –El chico a mi lado agarra una de mis mejillas y estira de ella hasta hacerme daño. Rápido me aparto de él y le miro frunciendo el ceño y acariciando mi mejilla inflamada. Mis ojos se han encharcado por el dolor.

–¡Ya sé quién eres! –Dice con voz emocionada, como quien descubre un gran tesoro–. ¡Tú eres el nuevo hermano de Yoongi!

–¡Sí! –Digo yo también emocionado–. ¿Cómo lo has sabido?

–¡Por estos enormes cachetones! –Grita y vuelve a estirar de ellos haciéndome quejar nuevamente.

–¡Déjame! Duele… –Me quejo cubriéndome con mis manos escondidas en las mangas de mi chaqueta. El resto de personas en la sala, al saber de mi identidad, han dejado de prestarme atención y tan solo el chico delante de mí parece tener iniciativa por mi persona. No es lo que esperaba y mucho menos que me conocieran por mis mejillas, pero espero que él me ayude a encontrar a mi hermano–. ¿Sabes dónde está mi hermano, hyung? –Le pregunto y él se destornilla de risa ante mis palabras. Rápido se lleva una de sus manos al vientre y yo frunzo el ceño confuso. Alguna risa lejana se oye por el fondo pero yo no le veo la gracia a mis palabras–. ¿Qué es tan gracioso? –Le pregunto con un puchero.

–¡No soy tu hyung! ¡Tú eres mayor que yo! –Ríe de nuevo y yo le miro de arriba abajo completamente confuso pues su altura me ha debido despistar. Pregunto de nuevo.

–¿Sabes dónde está mi hermano o no? –De nuevo me mira de arriba abajo y se sienta en el respaldo del sofá más cercano para que su rostro quede a mi altura. Yo me acerco a él mientras su sonrisa es permanente y sus ojos me miran nuevamente desde mi cabello hasta los zapatos sucios y gastados que llevo.

–Yoongi no me dijo que fueras tan adorable, Jiminie…

–Gra–Gracias… supongo… ¿Qué te ha dicho de mí?

–Nada interesante. –Agarra mi muñeca y me hace acercarme más a él hasta estar entre sus piernas abiertas. La cercanía me hace sentir incómodo y le empujo alejándome de él pero me tiene sujeto por la ropa–. Vamos, quítate la chaqueta, ¿no tienes calor aquí? –Sus manos van a la cremallera en mi cuello pero yo golpeo su mano con fuerza haciendo que todos me miren de nuevo y la tensión crece por momentos.

–¿Qué te crees que haces? ¡Pervertido! ¡No vuelvas a…

–¿Jimin? –La voz de Yoongi a mi espalda me hace dar un respingo y rápido me giro a él con una sonrisa en mis labios pero su rostro, sorprendido y asustado me hace pensar que no he debido venir. Rápido sus manos comienzan a temblar y siento que de un momento a otro me golpeará pues veo la ira crecer en su rostro–. ¿Quién diablos ha dejado entrar a este? –Pregunta a voces pero nadie le contesta.

–He entrado yo solo. Estaba abierta la puerta de…

–¡¿Por qué diablos estás aquí?!

–¡Quería venir! ¿Por qué no puedo estar aquí?

–¡Este no es tu maldito sitio!

–Pero…

–¿Has venido a golpear a mis amigos? ¿A insultarles? ¿Hum?

–Pero hyung…

–¡Eres un hijo de puta! –Se acerca hasta donde estoy y lleva su mano a mi cabellera para sujetarla con fuerza y tirar de ella haciéndome dar alaridos de dolor. Camina con mi pelo en la mano y me hace seguirle hasta la entrada trasera de la tienda. Una vez fuera me suelta y caigo al suelo por su fuerza–. ¡Vete! ¡Y no vuelvas a aparecer por aquí nunca! –Me levanto con sus palabras y me sacudo el pantalón.

–¡Le diré a tu padre las cosas que haces aquí! Le diré que venga y vea la clase de personas que tienes por amigos. Todos unos sádicos pervertidos como tú. –Rápido, sus ojos me miran llenos de ira y viene hasta mí para sujeta el cuello de mi chaqueta y golpearme en la mandíbula. Caigo al suelo llevando mi mano a mi labio de donde comienza a brotar un fino hilo de sangre.

–Como abras la bocaza te prometo que te la coso a golpes. ¿Entendiste? Esta es MI vida. A nadie le importa lo que hago. –Rápido desaparece y me quedo ahí tirado, con una mano cubriendo mi labio y la otra ayudándome a incorporarme. Suspiro amargamente y camino lejos de la puerta. De vuelta a casa. 

 


 


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