ABEL Y CAÍN (YoonMin) - Capítulo 7
CAPÍTULO 7
Jimin POV:
El olor del ramen ya sube por las escaleras
hasta colarse a mi cuarto y tentarme con su cuerpo candente. Seguido del olor,
la voz de mi madre me hace dar un respingo dentro del lío de apuntes en mi
escritorio y rápido sonrío sabiendo que la cena está lista.
–¡Ya voy mamá! –Recojo todo como puedo, rápido
y siendo algo desordenado, pero el olor de la comida me impide ser más
organizado y el sonido en mis tripas me dan la fuerza sufriente como salir del
cuarto y bajar corriendo las escaleras acudiendo a la voz de mi madre en la
cocina.
–¿Qué te he dicho de bajar así las escaleras?
Como un día te caigas verás. –Me riñe y yo sonrío a sus palabras recompensando
su preocupación con un beso en su mejilla que le hace sonreír tanto como ella
me hace sonreír a mí también. Suspiro y miro los platos vacíos y apilados en
sus manos que me extiende para que le ayude a colocar en la mesa. Asiento y
conduzco al salón donde el señor Min retira el florero de la mesa y coloca
sobre ella el mantel. Yoongi está sentado en una de las sillas con su móvil en
la mano y al acercarme por detrás de él con sigilo no intencionado puedo ver
que habla con otra persona en Kakao talk.
–Hyung, ¿tú no ayudas? –Yoongi da un respingo y
rápido me mira enfurecido por el repentino “hyung” tan antinatural a oídos de
ambos.
–¿Hyung? –Pregunta de repente y yo me encojo de
hombro haciendo que es lo más normal del mundo. El señor Min ríe de mi
comportamiento e incita a su hijo a ayudar también.
–Si no ayudas a poner la mesa ayudarás después
a lavar los platos. –YoonGi da un largo resoplido y terminando la conversación,
guarda el teléfono en sus vaqueros de cuero y se levanta para pasar por mi lado
y dirigirse a la cocina de mala gana. Al hacerlo puedo oler en él un perfume
acaramelado que me provoca mucho más hambre que la comida de mi madre. Confuso
por ello solo soy consciente de pensar que no se ha puesto ese perfume solo
para cenar.
–¿Qué tal tus clases? –Pregunta el señor Min.
Yo sonrío algo cansado–. Perdona, es sábado y no es día para hablar de esas cosas,
supongo…
–No se preocupe. Me hace feliz hablar con usted
de cualquier cosa. –Sus ojos brillan en la vejez de su edad cansada de un hijo
que jamás le dijo algo así.
–Que amable. Entonces dime, ¿cómo te va todo?
–Bien señor. –Nos dirigimos a la cocina y
rescatamos de los cajones cubertería, vasos y servilletas. El silencio en la
cocina entre Yoongi y mi madre es bastante incómodo y ambos se limitan a
conversar lo mínimo para cumplir con la función de poner la mesa. Mi madre
sirve en pequeños cuencos varias verduras que acompañen al ramen y en otros, un
poco de arroz.
–¿Cuándo tienes los exámenes?
–En dos semanas. –Hago un puchero preocupado.
–No te estreses, seguro que sacarás las mejores
notas de tu promoción. De todas maneras estás en el primer cuatrimestre, ¿no?
Aun tienes tiempo de perfeccionar lo que peor lleves.
–Mi hijo sacará un diez en todo. –Dice mi madre
y puedo ver de soslayo como Yoongi hace una extraña mueca y se va al salón con
unos cuencos de arroz. Allí regresa a sacar su teléfono móvil y mira algo
sonriendo de lado, completamente fuera de todo lo que le rodea. Yo me pongo a
su lado y dejo en medio de la mesa una jarra de agua y unos vasos mirando con
curiosidad que le hace tanta gracia en su teléfono. Él me aparta la pantalla
lejos del alcance de mi vista y me mira furioso.
–¿Qué diablos miras? No es de tu incumbencia.
–Lo–Lo siento. Solo… –Ignora mis palabras y
regresa a la cocina para seguir ayudando. Muerdo mis labios preocupado de
haberle ofendido pero ya nada puedo hacer.
Cuando la mesa está lista todos nos sentamos yo
de nuevo frente a Yoongi y nuestros padres el uno frente al otro. La comida ya
humea en nuestros platos y yo más preocupado de comer me lanzo a los palillos
pero mi madre sujeta mi manos y doy un respingo. Sonrío avergonzado y rápido
estrecho la mano de Yoongi haciendo que su móvil caiga de ella en la mesa y
reciba una extraña y confusa mirada de nuevo. Mira a su alrededor y se ve
tremendamente obligado a soportar el contacto de mi mano en la suya. Suspirando
y murmurando algo por lo bajo estrecha la mano de su padre y deja el móvil a un
lado para pasar los siguientes minutos en total sumisión.
–¿Hijo? –Me pregunta mi madre esperando que sea
yo quien bendiga la cena pero yo sonrío animado.
–Mamá, ¿Podría ser hyung quien bendiga la mesa
esta noche? –Mi madre me mira sonriendo pero algo preocupada. Aun así, accede y
todos miramos a Yoongi que nos devuelve una fría y distante mirada.
Completamente perdido mira mi mano en la suya y yo aprieto el agarre intentando
trasmitirle ánimos–. Vamos hyung, inténtalo. Ahora eres de la familia y estoy
seguro de que Dios podrá valorar el esfuerzo que estás haciendo. –Asiente y yo
sonrío con ello. Sin embargo la sonrisa que de repente aparece en su rostro es
del todo perturbadora, no más que sus palabras.
–Dios, bendice esta deliciosa cena que vamos a
consumir de un momento a otro en cuanto me canse de hablar. Te damos gracias
por el sufrimiento de las mujeres que han trabajado bajo el sol por un mísero
sueldo para que podamos consumir este humeante arroz. Te damos gracias por
todos los animales que han muerto torturados para que podamos saciar nuestro
voraz apetito, fantasía del consumismo capitalista. A los niños que han cosido
este, al parecer, carísimo mantel de seda y todos sus pinchados en sus pequeños
dedos. Te damos gracias porque el sol salga cada mañana y por esta nueva y
adorable familia que nos ha acogido desinteresadamente a mi padre y a mí para
abolir el vacío en sus vidas. Amén.
–A–amén. –Decimos todos menos el señor Min que
suspira soltando la mano de su hijo. Yo suelto la suya y miro a todos algo
nervioso, culpabilizándome de este repentino ataque de sinceridad.
–Ha–Ha sido muy original. –Digo sonriendo pero
tremendamente impactado por sus palabras. Él se encoge de hombros y comienza a
comer. Todos le seguimos con intención de olvidar el fatídico intento de Yoongi
por bendecir la mesa. A los segundos, entre el silencio y el estridente sonido
de los palillos contra los platos, un pequeño y casi imperceptible pitido me hace
dar un respingo descubriendo su origen en el móvil de Yoongi sobre la
mesa. Allí lleva su mano Yoongi y lo
alza para ver en su pantalla algo que le hace esbozar una tímida sonrisa y deja
momentáneamente la comida de lado para atender eso tan importante que me hace
sentir enfadado. Las palabras de su padre sacian mis pensamientos.
–Es de mala educación estar con el móvil en la
mesa. –Yoongi pone los ojos en blanco pero no cambia su comportamiento. Al
contrario. Contesta a su padre.
–Es importante, tengo que contestar. –Se encoge
de hombros.
–¿Cómo de importante? ¿Cosas del trabajo?
–Pregunta su padre y este niega con la cabeza–. ¿Amigos?
–Ahí le has dado. –Dice y los miro a ambos
mientras yo como en silencio.
–¿Y te parece bien?
–Claro, te he dicho que era importante. –Repite
como si de verdad el padre fuera él y estuviese educando a su hijo. Yoongi le
mira despreocupado, totalmente convencido de que lleva la razón en esto–. Yo
tengo mis propias prioridades, hazte cargo tú de las tuyas.
–No me hables así, Yoongi. –Le espeta este,
turbado por las palabras de su hijo. Yo con miedo a intervenir he preferido
callar pero temiendo mucho más que la rica comida de mi madre acabe por las
paredes de mi casa en una discusión acalorada, hago que cambien de tema.
–Bueno, Yoongi hyung. ¿Qué vas a hacer esta
noche? ¿Quieres que veamos una peli?
–¿Otra vez con eso? –Pregunta con una expresión
cansada. Muerdo mi labio inferior confuso y me encojo de hombros sin una
alternativa mejor–. Yo ya tengo mis planes, gracias.
–Podrías ser un poco más amable, solo te está
preguntando. –Yoongi suspira.
–¿Y qué vas a hacer? –Le pregunto pero él me
mira receloso nuevamente. No estoy seguro de que me vaya a contestar y de
hacerlo, a saber si me dice la verdad.
–Estaré con unos amigos. –Dice sin más y
regresa los ojos a la pantalla del móvil.
–¿Qué amigos? –Pregunta su padre pero antes de
que él conteste mi madre interviene por primera vez.
–Oh, eso suena genial. –Yoongi alza una ceja
incrédulo–. ¿Por qué no vas con Jimin? Siempre que no volváis tarde, claro.
–Yoongi ha perdido el habla.
–No tenía pensado volver pronto. Además, no
creo que él quiera venir. –Me señala y me siento ofendido.
–¿Por qué no iba a querer?
–Porque eres muy joven.
–¿Joven? Solo me sacas dos años. –Me indigno.
–No quería decir la edad. –Señala su sien
dándome a entender que la inteligencia de la que habla es la madurez y no la
edad. Yo hago un puchero con los labios y rápidamente comienzo a sentir una
inmensa curiosidad por la clase de cosas que hace Yoongi cuando no trabaja.
–¿Y qué vais a hacer tus amigos y tú para que
yo no pueda ir?
–Cosas de mayores. –Me mira con superioridad.
–¡Hyung! –Mi mamá me riñe por el grito–. Yo
quiero ir.
–No seas como un niño caprichoso.
–¿Qué son las cosas de mayores? Tengo edad
suficiente, soy mayor, tengo 19 años.
–Eres idiota y tienes diecinueve ostias en…
–¡Yoongi! –Grita su padre antes de terminar su
frase y yo doy un respingo por el grito inesperado. Rápido sujeto con fuerza
los palillos y cierro mis ojos por inercia. La fuerza de su voz nos hace
enmudecer a todos de golpe. Excepto a Yoongi, por supuesto.
–¿Qué? Me está calentando. ¿Quieres saber qué
vamos a hacer? Vamos a montar una orgía con mujeres, hombres, niños y niñas de
todas las edades. Pensándolo así tal vez tengas un lugar entre nosotros para
hacerte… –Rápidamente cubro mis oídos y mi madre se escandaliza completamente
horrorizada por sus palabras y en la sordera que me proporcionan mis manos, veo
como Yoongi da explicaciones de su comportamiento a nuestros padres y se
levanta cansado e indignado por las réplicas hacia las escaleras. La mano de mi
madre en una de las mías en mis oídos me hace entender que puedo retirarlas y
mis ojos titilantes le hacen ver en mí la inocencia que aun me rodea. Me abraza
compasiva y yo agradezco el contacto ya que por un momento me he sentido
pequeño y desprotegido antes las palabras de YoonGi.
–Me disculpo por las palabras de mi hijo. –Dice
el señor Min y yo niego con la cabeza. No es su responsabilidad–. Seguro que no
quería hacerte sentir mal, solo…
–¿Cómo que no? ¡Claro que es lo que quería! De
qué sino va a decir tal cosa. –El señor Min enmudece y yo suspiro retirando el
plato de comida lejos de mí.
–No tengo más hambre, mamá. ¿Puedo subirme ya a
mi cuarto? Quiero seguir estudiando.
–Claro mi vida. –Besa sutilmente mi mejilla y
yo me incorporo para conducirme a las escaleras.
Una vez estoy en mi cuarto me siento en la cama
y suspiro intensamente con las manos un poco temblorosas. Más que sus palabras
es la curiosidad por saber qué hará y porque no puedo ir. Muerdo mi labio y me
conduzco al baño para orinar. Entro y cierro detrás de mí pero sin poner el
seguro. Suspirando bajo la cremallera de mis pantalones y saco mi pene que
reconduzco a la taza del retrete comenzando a orinar cuando oigo el sonido de
la puerta abrirse y es Yoongi quien entra completamente despreocupado de mi
presencia ahí dentro. Ya no hay marcha atrás y me veo obligado a seguir
orinando aunque torciendo mi cuerpo para evitar que sus ojos entre en contacto
con los míos.
–¡Qué haces aquí dentro! ¡Está ocupado! ¿No me
ves? –Sin contestarme y tan solo encogiéndose de hombros se coloca a mi lado y
pega su cadera a la mía para sacarse el pene igual que he hecho yo segundos
antes y orinar junto conmigo ambos con el mismo objetivo. Yo rápido aparto la
mirada y mis mejillas se encienden presa del pánico. Él está despreocupado y
sobre sus hombros hay una chaqueta de cuero y en sus pies unas botas negras.
Está preparado para irse.
Mientras ambos orinamos él desvía la mirada
hacia mi pene y yo le pillo infraganti pero no se siente pudoroso de que yo le
mire tan indiscretamente, al contrario. Me mira le pene y sonríe animado. Se
ríe de mí y yo me miro a mi mismo confuso. Le miro el suyo y solo cuando soy
testigo de su mirada me siento avergonzado.
–Lo–Lo siento. –Me disculpo y ríe de nuevo. Yo
termino de orinar y me abrocho de nuevo el pantalón para ir directo al lavabo y
lavarme las manos. Él por el contrario termina y parece ir directo a la puerta
pero yo le detengo algo confuso–. ¿No vas a lavarte las manos? –Se mira las
manos a sí mismo y después me mira.
–Más sucias van a acabar esta noche. Es una
pérdida de tiempo lavármelas ahora. –Se marcha a su cuarto pero nada más que
seco mis manos le sigo y traspaso su puerta para verle sentarse en el
escritorio y cerrar algunas páginas en internet que tuviera abiertas. Yo me
quedo mirándole y él es perfectamente consciente de mi presencia allí. Se gira
y me mira esperando por una explicación de mi comportamiento–. ¿Qué haces aquí?
–Cuéntame, ¿qué vas a hacer de verdad esta
noche? –Me siento sin permiso en su cama y él se levanta de su escritorio para
acercarse a la mesilla y sacar la cartera y unos guantes de cuero.
–Ya te lo he dicho. Violaremos niños y niñas.
–Frunzo el ceño asqueado.
–Hyung, mentiroso. Dime la verdad. ¿Dónde vas a
ir? –Suspira resignado.
–He quedado con unos amigos en la tienda de
alquiler de coches de lujo de un amigo. Se llama “Alquiler de coches Kim”
¿contento? –Frunzo aún más el ceño.
–¿Y qué vas a hacer ahí? ¿Trabajar? Es sábado.
–Allí estaremos mis amigos y yo, pasándolo
bien. Punto. ¿Por qué te estoy dando explicaciones? –Habla para sí mismo y
suspira metiendo la cartera en su chaqueta y poniéndose los guantes en las
manos.
–¿Por qué no puedo ir? –Me quejo de nuevo.
–Porque no quiero, punto. Ahora, sal de mi
cuarto. –Ambos salimos por la puerta de su cuarto y mientras que yo me quedo en
el pasillo, él baja las escaleras para marcharse. Yo, rápidamente me conduzco a
mi habitación y abro el ordenador para buscar en el navegador la tienda de
alquiler de coches que me ha dicho encontrándola a unos kilómetros al sur de la
ciudad. Busco autobuses que me lleven allí y tan solo me falta esperar a que mi
madre se duerma para poder escabullirme sin que se dé cuenta.
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