ABEL Y CAÍN (YoonMin) - Capítulo 29
CAPÍTULO 29
Jimin POV:
El sonido del agua hirviendo ya es algo
evidente y me acerco para asomarme dentro de la cacerola e introducir en su
interior el puñado de espaguetis en mis manos. Con cuidado dejo que se ablanden
para poder hundirlos por completo y una vez están dentro, bajo el fuego para
que la ebullición no se anime haciendo que el agua salga por todas partes. A mi
lado la verdura ya está partida en pequeños tacos. Pimiento de dos colores y
cebolla junto con puerro y un poco de ajo, listo para freír pero antes decido
poner la mesa porque me sobra el tiempo, sin embargo mirando a todas partes
siento la ausencia de la ayuda de Yoongi y suspiro cansado. Le he dicho ya que
debía ayudarme.
–¡Yoongi! –Grito y suspiro mientas me paro en
medio del salón buscándole con la mirada por las escaleras. A los segundos, una
voz aparece.
–¿Sí?
–Baja de una vez, te he dicho que…
–Blah... blah…
–¡No me hagas burla! –Grito dando una patada al
suelo irritado pero con una gran sonrisa en mis labios, su comportamiento
infantil se me hace demasiado adorable en él. A los segundos, mientras limpio
la mesa, aparece para mirarme de reojo y dirigirse a la cocina para saber qué
es lo que hago de cena.
–¿Qué quieres que haga? –Me pregunta cuando
entro en la cocina y ve que ya está todo preparado para hacer y no necesita de
otras dos manos que le ayuden.
–¿Cómo que qué haces? Aún queda todo que hacer.
–Solo dime…
–Pon la mesa, vamos. –Le doy un mantel blanco
con puntilla dorada y él lo mira haciendo una mueca exasperada y se conduce al
salón para acatar mis órdenes. Yo escojo una de las sartenes y pongo en ella aceite
y antes de ponerla al fuego, ya está a mi lado de nuevo para alcanzar uno de
los trozos de verdura y de seguro se lo llevaría a la boca si no fuera porque
le detengo y él me mira enfadado–. Es la cena para nuestros padres también, un
poco de respeto. –El hace de nuevo otra mueca y le doy cubiertos y copas para
que los lleve pero yo le acompaño con los platos y unas velas que ambienten la
noche. Nuestros padres llegarán en media hora, cuando salgan del cine a donde
han ido para ver una de esas películas románticas que a mi madre tanto le
gustan–. Espero que te gusten los espaguetis con salsa de tomate y verduras,
poco más sé hacer…
–No hay problema. –Me mira como si fuera a
decirme algo más pero se calla y hace como si nada regresando a la cocina a mi
lado para comenzar a hacer las verduras. Él camina de un lado a otro mientras
yo pongo la sartén al fuego.
–¿Te ocurre algo? –Le pregunto mientras le miro
de reojo como se revuelve inquieto.
–Solo me preguntaba si querrías hablar de lo
que pasó el otro día. Ya sabes, lo nuestro…
–¿Crees que debemos hablar de ello? –Pregunto
con las mejillas encendidas y algo avergonzado.
–No sé, supongo. Al menos tú deberías querer
hablar de ello.
–Entiendo… Porque soy católico y hetero, ¿no?
–Asiente sonriendo–. ¿Ahora debería decir que no me gustó nada y que me
follaste contra mi voluntad? –Eso le hace reír mucho más pero a mí me enfada–.
Lo que hice el otro día va en contra de todos mis principios. Y en contra de
los de nuestros padres, así que esto que hicimos, no debe saberlo nadie, y si
se repite, tenemos que tener precaución.
–Vaya, parece que le has dado vueltas…
–He tenido una semana de tu ausencia. –Me mira
triste, reconociendo que apenas nos vemos.
–El trabajo… ya sabes. –Se sienta en una silla
detrás de mí y me observa mientras yo remuevo la verdura en el aceite–.
Te–tengo que contarte algo…
–¿Qué es? –Coge aire, es algo importante.
–Sabes que yo no solo tengo relaciones sexuales
contigo, ¿verdad? –Detengo todos mis movimientos para mirarle.
–¿Qué quieres decir con eso?
–La fidelidad, no es mi punto fuerte. Es decir…
tú y yo no estamos saliendo, y tampoco pretendo… es decir. ¿Cómo hacerlo? No
nos vemos, como bien dices y… me gustan otras… otros… es decir…
–Piensa, y luego habla. –Me arrepiento de
decirle eso porque no es hasta cinco minutos después que no sigue hablando.
–Me acuesto con Jeon. A menudo. –Doy un
respingo con sus palabras y retiro la sartén cuando veo que las verduras se han
cocinado y compruebo que la pasta aún no está. Suspiro y él se exaspera con mi
silencio–. ¿No vas a decir nada?
–¿Qué se supone que debo decir? –Camino fuera
de la cocina y comienzo a poner servilletas a cada lado de cada plato. Él me
sigue hasta cruzarse de brazos a un metro de la mesa.
–No lo sé. Solo creí que debías saberlo.
–Por lo que entiendo que no vas a dejar de
acostarte con él… –Suspiro y murmuro–. Qué asco… –Me oye, pero hace como si
nada.
–No. No sé. Supongo.
–¿No sabes? Bien… –Suspiro de nuevo.
–Eso no significa que no podamos seguir
acostándonos tu y yo…
–¿Qué te hace pensar que después de contarme
esto voy a querer seguir acostándome contigo?
–No quería decírtelo, pero creo que es lo…
–¿No lo pensaste antes? ¿Tienes una relación
con Jeon? ¿Estáis saliendo? ¿No sabrá él que nos acostamos?
–So–solo es sexo, Jimin. Somos amigos pero… no
sé. Jeon no es celoso… y tampoco dirá nada…
–¡¿Se lo has contado?! –llevo mis manos a mi
rostro y retiro mi pelo de mi frente, completamente enfadado–. ¡Genial! Ahora
se creerá que soy un pervertido degenerado e hipócrita que a pesar de ser
católico se acuesta con su hermano. Qué bien…
–Él no piensa eso. –Le defiende y yo me cruzo
de brazos mirándole.
–¿En qué clase de mundo me he metido? –Pregunto
para mi mismo mientras niego con él rostro y él baja el suyo tal vez
decepcionado con mi reacción o tal vez arrepentido por haberse confesado a mí–.
Yo no soy Jeon. Yo no voy a mirar a otro lado cuando te acuestes con otros y no
voy a estar ahí para complacerte. ¿Soy un juguete?
–No. –Susurra sin mirarme.
–¿Soy “el otro” con el que te acuestas cuando
no tienes a Jeon para satisfacerte?
–No, claro que no, Jiminie…
–¿Debería decirles a nuestros padres? –Me mira
asustado, con ojos titilantes–. Me violaste porque te faltaba la polla de Jeon
en tu culo… –Traga saliva mientras mira a todas partes confuso y tremendamente
arrepentido pero yo frunzo el ceño enfurecido. Tremendamente celoso–. ¿Lo hace
mejor que yo? ¿Hum?
–¡No voy a responder a eso! –Grita indignado
con mi pregunta y rápido cojo su brazo para zarandearle.
–¿Pensaste que era él mientras lo hacías
conmigo? –No me contesta, molesto a la par que preocupado. No me contengo a
girarle empujándole hacia la mesa–. Voy a hacer que no puedas tener sexo con él
en meses.
–Ji… –No le dejo hablar por más tiempo
estampando mis labios en los suyos con fuerza. Le devoro el tiempo suficiente
como para que no pueda negarse a mí y alcanza mi nuca con sus manos para
atraerme más a él con pasión. Su lengua se cuela entre mis labios pero no pienso
flaquear ante su seductor movimiento. Le cojo desde las piernas y le hago
sentar sobre la mesa, pero como se ve incómodo con platos y mantel a su lado,
los retiro de un manotazo haciendo que las velas caigan a suelo y se partan,
algunos palillos ruedan hasta el borde cayendo la vacío del mantel y los platos
se amontonan a ambos lados de su cuerpo, desperdigados.
–Vas a gritar mi nombre, para que no se te
olvide.
–Nuestros padres están a punto de llegar…
–Murmura mientras desabotono su camisa. Él intenta impedírmelo con sus manos
pero están temblorosas.
–Tenías que haberlo pensado antes. –Interno mi
rostro en su cuello para besar y morder, desahogando mi frustración con su piel
mientras él se queja lloroso, pero no llora por mucho tiempo, más bien hasta
que cojo en mi mano su entrepierna y comienzo a masajear igual de bien que él
hacía conmigo antes de ser violado por mi boca. Desde ese momento se deja hacer
igual de sumiso que un pequeño felino encandilado por el buen aroma de un dulce
alimento. Es más, se provee colaborador porque me quita el jersey sobre mi
cuerpo y me acerca más a él con sus manos en mi espalda. Me araña débilmente,
no lo suficiente como para dañarme pero sí para excitarme en sobremanera.
Muerdo mi labio a centímetros de sus ojos y él cae de espaldas a la mesa, desde
donde me mira mucho más receptivo que minutos antes.
Sus manos llegan a mi trasero y me aprieta
contra él simulando penetraciones, después baja para agarrar mis muslos con
fuerza y estrujarlos mientras se muerde el labio completamente excitado. Tras
sentirse al límite tan solo con eso y mis besos en su pecho, conduce sus manos
a mi entrepierna y desabotona le pantalón para sacar mi pene erecto y húmedo y
se deshace de su pantalones pero le detengo para hacerlo yo con fuerza y
violencia, dejándole las marcas de mis manos en sus muslos blancos. Se ven
tremendamente bien, joder, y aprieto con mucha más fuerza cuando le incorporo
en la mesa para dejarle bien abierto entre sus piernas. Él gime, se retuerce y
grita mi nombre cuando le penetro sin preparación alguna pero no me detiene y
tan solo interpone su mano entre nuestros pechos para sujetarse mientras
comienzan las embestidas que le hacen moverse igual que al resto de las cosas
en la mesa.
Siento que se acerca peligrosamente a su clímax
cuando se deja caer en la madera y agarra con sus manos el mantel a ambos lado
de su cabeza. Tira de él haciendo que dos de las copas caigan y se estampen
contra el suelo. El grito de YoonGi junto con su orgasmo choca con el sonido de
los cristales rompiéndose con el impacto. Su espalda se quiebra y asciende
mientras sus piernas se enredan a mi alrededor obligándome a culminar dentro de
él manchándonos ambos con el semen que gotea aun de mis movimientos dentro y
fuera de él. Un hormigueo me recorre cuando al vernos sudados y completamente
hechos un desastre, se incorpora con los labios hinchados, las mejillas
enrojecidas y el sudor naciendo de su frente y humedeciendo el pelo en sus
sienes. Me sonríe completamente agotado y yo me caigo en un abrazo que
encuentro cálido y acogedor. Sus brazos en mi espalda me llaman a recogerle y
le alzo en mi cintura para bajarle de la mesa. Sus piernas flaquean y le sostengo
hasta que se ve capacitado de mantenerse y recoge su ropa, probablemente tan
disgustado como yo en no poder limpiarnos porque nuestros padres están a punto
de llegar. Cierro la bragueta de mis pantalones y me coloco de nuevo el jersey
conduciéndome a la cocina para limpiarme el rostro sudoroso con agua y lavarme
las manos machadas de su semen. Él llega a mi lado para realizar el mismo gesto
y yo me conduzco a los fogones para terminar de hacer la cena que tan ansiada
espera a mi atención.
–¿He gritado suficiente tu nombre como para que
ya no estés enfadado? –Me pregunta mientras con un puchero se acerca a besar
mis labios pero yo me retiro frunciendo el ceño. Me acerco al cepillo y el
recogedor y se lo extiendo mientras me mira confuso.
–Limpia el desastre del salón que has
provocado. –Hace una mueca de desagrado y se marcha dándome la espalda mientras
con un suspiro barre los cristales rotos. Yo pienso en una excusa que dar a mi
madre por la suciedad pero desaparece el nerviosismo mientras veo como con una
mirada triste recoge todo sumisamente y con un puchero en los labios. Los
muerde y mira a su alrededor por más cristales. A los segundos, mientras
remuevo la salsa de tomate, regresa y tira los cristales a la basura y se
acerca a ver la salsa mientras burbujea.
–¿Puedo probarla? –Asiento y le extiendo la
cuchara de madera con un poco de tomate pero al verle cerrar los ojos se me
ocurre algo mejor y aparto la cuchara de su trayectoria para besar sus labios y
recibir de él una sonrisa tímida y algo confusa–. Delicioso.
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