ABEL Y CAÍN (YoonMin) - Capítulo 3
CAPÍTULO 3
YoonGi POV:
El viento característico del otoño vibra
débilmente en el interior del casco y se cuela por las rendijas de la chaqueta
de cuero y en mis pantalones rotos, gastados, sucios y cochambrosos. La vibración
de la moto en circulación es algo a lo que ya me he acostumbrado y es incluso
placentero sentirlo, conducirme con ella y disfrutar de su tacto en mis manos.
Preciosa e impecable aun no le he puesto nombre como han hecho mis compañeros
con las suyas pero es tan perfecta y grandiosa, tan exuberante que no conozco
nada parecido ni ningún nombre se asemeja a la maravillosa sensación que siento
cada vez que me monto en ella pues no es solo mi compañera en los viajes y
mucho menos no es solo el trasporte. Es la libertad que me proporciona y la
seguridad que me da saber que con ella puedo llegar al fin del mundo. A veces,
cuando lo único que quiero es escapar y dejar los malos recuerdo atrás me monto
en ella y sin conducirme a ningún lado en concreto me dejo llevar con ella. La
salida a mis males. La garantía de poder continuar.
A lo lejos ya veo el almacén de coches de alta
gama, cerrado a estas horas pero no vacío. De donde he venido y a donde regreso
solo por diversión. Tras entrar dejo mi moto cerca de la compañía de otras
similares y me bajo de ella conduciéndome por el sonido de las voces humanas
que me llaman con sus estridentes risas y sus incesables divertimentos hacia la
parte trasera del almacén. Solo en el camino ya estoy riendo imaginándome sus
rostros deformados en la risa y la cantidad de chicas que nos acompañan en una
noche de diversión, alcohol y sexo.
Cuando llego y me adentro en la parte trasera
del almacén donde se supone que debebería haber un almacén lo que hay es un
gran espacio rodeado de sofás, estanterías algunas y una mesa central repleta
de botellas que se yerguen en la base de madera como el paisaje de una ciudad
con cientos de rascacielos a cada cual más alto que el anterior. Las botellas
esperan por mis labios igual que los senos de alguna de las mujeres que gritan
mi nombre nada más me ven entrar.
–¿Tan rápido terminaste? –Pregunta Namjoon,
propietario del almacén y uno de mis mejores amigos.
–Sí, los he despachado rápido y me he venido
cuanto antes. –Me siento a su lado en uno de los sofás que comparte con una
chica sentada a su otro lado que nos mira a ambos en la conversación que
mantenernos.
–¿Cómo era él? –Me pregunta con una sonrisa
curiosa.
El pelo de Namjoon es corto y blanco en su
parte alta, más largo aquí que en resto. A su padre no le gustaba que se
codease con nosotros y menos que no siguiese rigurosamente la estética que se
espera de un hombre de negocios como debería ser pero tras que este fuese
llevado a la cárcel Namjoon se vio obligado a encargarse del negocio y he de
reconocer que las ventas y los alquileres de los coches han aumentado porque su
físico y su agradable manera de ser, dejando a lado su libertinaje y su mal
gusto para las mujeres, le ha hecho ser más cercano al cliente y consigue
correr la voz de su negocio con buenas intenciones. Su ropa, parecida a mi
estilo e incluso algo más cara se ve bien hoy en él de no ser porque está algo
descolocada por los manoseos de la mujer a su lado. Su rostro, a veces infantil
y otras rudo es ya algo que forma parte de mi infancia pues nos conocemos desde
entonces y nuestra amistad al contrario que forjarse o endurecerse ha seguido
siendo igual de infantil y extrovertida.
–Es raro. –Dijo sin más recordando la cena y
todo el ambiente en ella.
–¿Raro? –Me mira con una sonrisa extraña y la
chica a su lado se levanta de su regazo comprobando que nada pinta en nuestra
charla y Namjoon golpea su trasero con la palma de su mano. Ella al contrario
de sentirse ofendía, sonríe lujuriosa y se marcha.
–Sí. Raro. Me había contado mi padre que era
una familia cristiana y tal pero, joder, parecen una secta.
–Respeta esas cosas, Yoongi. ¿No te habrás
puesto a insultarles por eso? Mira que te conozco. –Su lado maduro sale siempre
para recriminarme como si yo no fuera consciente de lo que hago.
–Déjalo estar. Basta con que no vuelva y todo
solucionado.
–¿No vuelvas a dónde? –Me pregunta la voz de
JungKook mientras se acerca a mí con una botella de Vodka naranja en sus manos.
Me la extiende porque sabe que es mi favorita y yo la acepto mientras se sienta
él en el reposabrazos del sofá a mi lado. Rodea mis hombros con su brazo y me
mira curioso de la conversación pero mientras yo bebo de la botella necesitado
del alcohol, él formula más preguntas–. ¿Estáis hablando de la cena a la que has
ido? Seguro que los has mandado a la mierda, ¿verdad? ¡Ese es mi hyung!
JungKook es uno de los nuevos dentro de este
grupo de amigos. Lo conocimos gracias a Taehyung, uno de nosotros, que por sus
malas notas y su poco rendimiento escolar repitió dos veces juntándose con el
maknae aquí a mi lado. Es, a pesar de su edad, un chico valiente, divertido y
maduro. Siempre fiel a sus amigos y aun descubriendo su sexualidad pues más de
una noche hemos acabado en la misma cama. Él es mi mejor amigo.
Su pelo es oscuro y normalmente revuelto y
desordenado, más preocupado de su personalidad que de su propio físico, algo
que valoro y envidio. Su sonrisa es siempre agradable, siempre animada y cuando
se torna traviesa es muy difícil no sucumbir a ella.
–No le digas eso. –Le reprende Namjoon–. Ahora
son tu familia y tienes que respetar las decisiones de tu padre. Ambos sois
adultos ya, podéis hablar del tema.
–No hay nada que hablar. –Dijo y doy otro trago
sintiendo el dulzor en mi garganta sobreponiéndose al calor de mis mejillas por
la graduación del alcohol–. No me gustan y punto.
–¿Cómo es él, hyung? ¿Tu nuevo hermanito es
agradable?
–Es un lameculos. –Digo sin más mientras Jeon
me arrebata la botella de la mano para apropiársela en sus labios–. Es pomposo,
desagradable, aburrido, feo y para más desgracia está estudiando derecho. –Los
tres reímos.
–Es un empollón. –Finaliza Jeon y rápido llama
a Hoseok.– ¡Hyung! Aquí hemos encontrado a uno de los que a ti te gustan. Listo
y lameculos. –Hoseok ríe al otro extremo de la sala por las palabras de Jeon
pero hace caso omiso mientras habla con Taehyung.
Hoseok es el compañero de piso de Namjoon y
tras terminar un curso de informática. Namjoon le contrató para llevar la
administración del negocio. Es un buen trabajador y tras varios años se ha
convertido en un compañero de confianza. Es el más divertido de nosotros y el
más animado siempre. Gracias a él podemos ver el lado positivo de las
circunstancias y siempre consigue sacarnos a todos adelante. No podemos
permitirnos perderle.
A Taehyung le descubrí yo. Nuestro primer
encuentro fue hace tres años y medio cuando estuve a punto de atropellarle con
la moto. Caí de ella intentando no estamparme contra él y tras que me invitara
a unas cervezas conseguimos entablar amistad.
Hoy falta uno a la fiesta y es nuestro hyung
Jin. Trabaja de camarero en una discoteca y no podemos requerir de su presencia
con frecuencia por sus horarios pero siempre que puede deja todo de lado para
hacernos compañía.
–Es idiota. –Digo.
–Hyung, eso no me interesa. –Me dice Jeon de
repente mostrándome su más sádica y traviesa sonrisa–. Dime, ¿cómo es
físicamente? –Pensé en sus palabras pero el odio hacia mi nuevo hermano me
nubló el conocimiento. Tal vez fuera el alcohol lo que emborronaba mi recuerdo.
–De baja estatura. Con el pelo decolorado.
Gordo. Con unos cachetones así. –Pongo mis manos en la cara y las aparto de
ella para aumentar mi superficie facial–. Llevaba puesto una camisa rosa y un
jersey de pelo gris que le hacía ver mucho más gordo de lo que seguro era. Con
una voz de pito que se me ha metido en la cabeza. Blah Blah… –Imito su tono de
voz.
–No parece agradable. –Dice Jeon y pone mala
cara–. ¿Es menor que tú?
–Dos años menor.
–Tráele un día. –Me dice Namjoon y rápido le
miro enfadado–. Ni en broma. Comenzará a echarnos agua bendita como si
estuviéramos poseídos.
–Qué exagerado eres, Min.
–No lo soy. Tendrías que haberlos visto.
–Comienzo a susurrar–. Es virgen, lo ha dicho su madre.
–¡No puede ser! –Grita Jeon a mi lado
haciéndome dar un respingo–. Déjamelo una noche y te prometo que gritara “Dios”
hasta quedarse mudo. –Yo sonrío asqueado a la par.
–Cállate conejo pervertido. –Le miro sonriendo
y él tira de mi oreja mosqueado con el apodo tan perfecto que el tengo.
–Lo digo enserio, –continua NamJoon–, pero si
tú no quieres que venga, no pasa nada.
–Más que por él es por mi padre. De seguro que
le va corriendo a contar qué perversiones hago cuando no estoy en casa.
–¿Qué clase de perversiones, hyung? –Me dice
Jeon acariciándome el pelo–. ¿Alguna que yo no conozca? –Le aparto su mano de
mi pelo y él hace un puchero adorable.
–Hoy no pequeño. Hoy me apetece otra clase de
conejito. –Le guiño un ojo y él acaba riendo de mi broma. Namjoon también se
levanta del sofá dada por finalizada la conversación y sobre mi regazo se
sienta una de las chicas, probablemente amigas de Namjoon, de pelo rubio y
corto, rozando levemente en sus hombros. Hago que se siente más cómodamente en
mis piernas de lado sentada y beso sus labios disfrutando más el alcohol de
fresa en ellos que el propio placer que debería proporcionarme pues no me saco
la chillona voz de Jimin de mi cabeza.
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